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Un noble rol

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Muchas mujeres hicieron el bien; más tú sobrepasas a todas.— Proverbios 31:29

Ella es un precioso tesoro, de genuino valor y posee un celo para ayudar a esta pobre gente.— Hudson Taylor hablando de su esposa María1

Bien, buen siervo y fiel…entra en el gozo de tu Señor.— Mateo 25:21

Como esposas de pastores o ministros de la iglesia, estos serían los reconocimientos que todas quisiéramos escuchar; pero, en ocasiones, estamos tan preocupadas por cumplir con las expectativas de otros, aparte de las del Buen Pastor, que nos abrumamos con innumerables tareas.

¿Un rol confuso e imposible?

«Se busca: mujer que trabaje de tiempo completo, sin ninguna paga, en la oficina de su marido, largas jornadas, requiriendo re-ubicación frecuente. Debe ser amable y comprensiva todo el tiempo.» Miles de mujeres, dirigidas por el amor y devoción a Dios y a sus familias trabajan en este puesto, el cual es ser esposa de un ministro. Pero la tensión de la soledad, luchas financieras y cargas pesadas de la iglesia, pueden apagar el gozo de su matrimonio.2

El párrafo anterior es un comunicado de la Associated Press titulado “Esposas de ministros enfrentan desafíos”.

¿Esto te describiría? ¿Sientes la tensión del ministerio y te sientes abrumada por la presión y demandas que conlleva este rol? De acuerdo con el artículo citado no estás sola, miles de esposas de ministros se sienten de la misma manera.

¿Estás confundida por no saber en dónde encajar o cómo suplir las necesidades del ministerio compartido de tu esposo? Cada trabajo trae requerimientos y expectativas. Generalmente hay una clara guía de las expectativas de un pastor o de un líder de jóvenes, el encargado de la alabanza, educación cristiana, misiones, adoración y familias de los ministros. Así mismo para los misioneros, diáconos, ejecutivos de la iglesia y otros que trabajan fuera del edificio de la iglesia local. Rara vez se encuentra una descripción del trabajo que debe cumplir la esposa de un pastor, eso sin mencionar las expectativas que se tienen de ella.

“La esposa del pastor (esposa del pastor de jóvenes, esposa de un misionero) debe ___________”. ¿Cómo llenar el espacio en blanco? Tal vez la esposa del ex-pastor lo hacía todo y por tal motivo estableció un precedente. Posiblemente, la iglesia tenga altas expectativas de lo que esperan que la siguiente esposa del pastor deba o no realizar.

Todo esto se agrava por el hecho de que la familia pastoral vive en una pecera, se espera que sean un ejemplo en todo lo que hacen, son escudriñados y criticados; y después de todo esto, vienen las expectativas que tú te exiges a ti misma.

Tal vez te encuentres alguna vez diciendo a los demás, “Sé que los padres de nuestros jóvenes quisieran que estuviera más involucrada, pero simplemente no puedo con dos preescolares en casa. Me hace sentir mal no poder ayudar más a mi esposo con los jóvenes, por ello, a menudo me siento excluida de su vida, ya que no puedo ayudar más”. He estado ahí, y sé lo que se siente experimentar eso.

Otra esposa compartió “Me siento desgarrada. No sé cómo balancear los roles en la iglesia, las necesidades de mi esposo, educar en casa a tres niños pequeños y pasar tiempo con mi mamá que se encuentra sola desde que mi papá murió. Sé que la iglesia espera más de mí, pero no puedo dar más”. ¿Te suena familiar? Me he sentido así, especialmente cuando cuidé a mi padre inválido en casa. Hay presión en todos lados.

¿Cómo una esposa de ministro sabe cuándo ha llevado a cabo su tarea y hecho un buen trabajo? ¿Cómo puede lidiar con las expectativas de todos, incluyendo las propias expectativas? He observado que las esposas de ministros usualmente son mujeres de alto rendimiento. Los esposos están ahí afuera cambiando el mundo y sus esposas están ahí a su lado. Deseamos estar ahí y dar lo mejor de nosotras para la gloria de Dios.

Si deseas ser libre del peso de la culpa, primero debes determinar si has cedido a expectativas no bíblicas. Proponte descubrir y completar el llamado de Dios, sabiendo que no te dará más de lo que puedas soportar. Comprende también que no respondemos a nadie más; sólo respondemos a Dios por nuestras acciones. Pablo decía que lo que pensaran las personas de él no tenía importancia y que, incluso, su propia opinión de sí mismo era inconsecuente. Se dio cuenta que a Dios era al único que debía complacer (1 Corintios 4:1-5, 1 Corintios 3:13, 2 Corintios 5:10). “De manera que cada uno dará a Dios cuenta de sí” (Romanos 14:12). Esto significa hacer oídos sordos a las quejas y críticas que son infundadas. Y cuando decidimos seguir un plan de acción ante Dios, debemos saber que no todos estarán de acuerdo con nuestros planes. Hermanas, es necesario agradar a Dios antes que a los hombres. “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3:23).

Ahora bien, habrá personas que proveerán críticas constructivas que nos ayudarán a cumplir las expectativas de Dios para nosotras. En ese caso, no debemos intimidarnos por la confrontación, sino estar agradecidas por la ayuda. ¡Admitámoslo, no somos perfectas! Necesitamos que no piensen que lo somos. Es importante ser la mujer que Dios espera de nosotras, sin miedo a lo que piensen los demás. Vivimos bajo la misericordia y gracia de Dios. Si fracasamos, admitimos nuestra falla y obtenemos perdón de Dios y de aquellos a los que hayamos ofendido. ¡Hay libertad radical en la gracia de Dios! “Estad, pues, firmes en la libertad con la que Cristo nos hizo libres” (Gálatas 5:1). Así que, aclaremos nuestro rol como esposas de pastor, salgamos con confianza y seamos la mujer para lo cual Dios nos creó.

Claridad en nuestro rol

Algunas iglesias se sorprenderían de saber esto, pero la Biblia no enseña que la esposa del pastor debe tocar el piano, estar a cargo del ministerio de mujeres y ser anfitriona de todos los eventos sociales. En realidad, la Escritura no da una descripción de los quehaceres de la esposa de un hombre en el ministerio. ¿Entonces, qué sabemos acerca de lo que Dios espera de nosotras? Lo que Pablo establece son cualidades de carácter de los diáconos y esposas de los diáconos. “Las mujeres así mismo sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo” (1 Timoteo 3:11).

Como esposas de un hombre que está en el ministerio, debemos estar seguras que exhibimos esta clase de carácter ejemplar. Pero, ¿a qué se refiere este pasaje cuando dice que debemos ser fieles “en todo”? La Escritura es clara en decir que nuestro llamado debe ser como el de cualquier otra mujer en la iglesia: ser una mujer piadosa, esposa, madre y fiel miembro del cuerpo de Cristo.

Echemos un vistazo de cerca a un pasaje clave de la Biblia que define el rol de las mujeres dentro de la iglesia. Conforme vayamos examinando esta instrucción práctica, podremos ser capaces de ver nuestro rol con mayor claridad.

Las ancianas así mismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñan a las mujeres jóvenes a amar sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada. (Tito 2:3-5)

Cualidades de carácter para tu rol

Nótese que, sobre todas las cosas, Dios está interesado en el carácter de la mujer ejemplar en la iglesia. Si tus hijos ya son mayores, entonces la enseñanza a mujeres mayores aplica directamente a ti. Pero no importa qué edad tengas, como esposa de pastor, eres vista como un ejemplo. Así que, debemos valorar las cualidades de carácter de una mujer mayor.

La primera cualidad de carácter en la que nos enfocaremos será la de ser reverente. El término reverente es tomado de la palabra reverenciar, lo cual significa observar con afectuosa admiración o veneración. Dios desea que modelemos actitudes que exhiban afectuosa admiración a Dios. Una forma en que podemos mantener este enfoque es meditar en los atributos de Dios y Su Hijo. Es sencillo dejar que las demandas de esta vida y la cultura alrededor nos distraigan de nuestro más grande privilegio, conocer y reverenciar a Dios. La obediencia fluirá naturalmente del respeto amoroso. Necesitamos constantemente tener nuestros ojos puestos en el grandioso Dios al cual servimos.

Una mujer mayor, de la cual quisiera seguir su ejemplo, es mi querida suegra, quien tiene 97 años de edad y aún demuestra su reverencia a Dios, buscando crecer en el conocimiento de Su Palabra y obedeciéndola. Le pedí que escribiera sus peticiones de oración en mi diario, hace como un año. Esto es lo que ella escribió:

Ora por mi actitud, que pueda ser amorosa, amable, considerada y sabia en mi forma de hablar. Ora que pueda ser agradecida por mi salud, el lugar donde vivo y por mis queridos hijos. Que pueda ser un buen ejemplo para ellos y mostrar aprecio en todo lo que hacen por mí. Que Dios me ayude a ser paciente, a saber ceder y renunciar y estar contenta cuando debo estar satisfecha y ser sabia si debo de estar en desacuerdo con algo, poder ser amable y amorosa cuando estoy en desacuerdo. Ora para que nunca olvide quién está en control.

Dios ha respondido a esa oración. Es evidente que esta mujer ha caminado con Dios y le ha reverenciado por muchos, muchos años, y ¡quiero ser como ella!

La siguiente cualidad es que debemos asegurarnos de controlar nuestra manera de hablar y de nuestros apetitos. Ser calumniadora o esclava del vino podría derrumbar nuestras vidas y nuestros ministerios. Es sencillo crear chisme usando la excusa “te lo digo para que ores”, y así pasar información confidencial de lo que otros han hecho o dicho.

Esto puede dañar el nombre de Cristo y lastimar el ministerio de nuestro esposo. ¡Qué daño tan grande puede hacer una lengua desenfrenada! Dios puede manifestar su fruto del Espíritu, específicamente el auto-control, sometiendo esta área a Él. A medida Él nos da una lengua y deseos controlados, esto nos hará sobresalir del mundo y nos preparará para el ministerio.

El rol de las ancianas

Continuando en Tito 2:3, podemos observar que Pablo se refiere a las ancianas como aquellas que primordialmente ejercen el liderazgo en el ministerio de la iglesia. Si estás libre de la responsabilidad de la crianza de tus hijos, entonces caes en esta categoría, igual que yo. Este no es el momento de la jubilación, es tiempo de “enseñar lo que es bueno”. Ponte tu uniforme de trabajo y prepárate para usar toda la sabiduría que acumulaste en tu vida y en tu hogar durante años. Alienta a las mujeres más jóvenes a que se enfoquen en su ministerio principal, que es su hogar. Involúcrate en los ministerios de mujeres, ya sea los que son personales o en grupos más grandes. No podemos excusarnos de no servir, pensando que las mujeres más jóvenes no querrán escuchar nuestras opiniones. Las mujeres más jóvenes necesitan aliento de aquellas que ya pasaron por ese camino. Ellas necesitan ser disciplinadas por aquellas que son más maduras en la fe. Como esposa de pastor, probablemente este trabajo caerá naturalmente en ti. Así que dedícate a ello y recluta a todas las ancianas piadosas en tu iglesia para que se involucren junto contigo. Ahora presta atención a cómo me dirijo a las mujeres más jóvenes, porque esto es lo que tú como anciana estarás enseñándoles.

El rol de las jóvenes

Pablo nos enseña que el ministerio de la mujer joven se debe enfocar en su hogar. Así que incluso como una esposa de pastor, tu rol principal es amar a tu esposo e hijos, guardar tu pureza, ser trabajadora (una trabajadora amable) en casa y ser sujeta a tu propio marido para que la Palabra de Dios no sea blasfemada. Cualquier otro ministerio que realices en la iglesia no debe de interferir con tus prioridades.

“Trabajar en casa” simplemente significa ser ama de casa. Así es como debemos cumplir con nuestro llamado de amar a nuestro marido y a nuestros hijos. Nuestra prioridad como esposa y madre es que nuestro hogar esté preparado para ellos. El mejor ministerio que puedes tener dentro de la iglesia es la provisión de un hogar para el pastor donde él pueda recibir el descanso y rejuvenecimiento que necesita para ser capaz de servir eficazmente como su pastor espiritual.

Amo profundamente a las personas de nuestra iglesia, pero creo que deberían entender que mi relación con Bob tiene mayor prioridad que cualquier otra relación. Mi primer ministerio va directamente dirigido a él, antes que la iglesia y todas sus demandas. Mi familia es el trabajo de Dios.

Creo que nosotras como esposas y madres somos la esencia de nuestros hogares. Nuestra presencia en él, para cuidar a nuestra familia, es lo que constituye un hogar. Un miembro de nuestra iglesia, quien perdió a su esposa, comentó conmovedoramente: “Nuestra casa ya no es un hogar, así que la venderé”.

Así mismo, hacemos de nuestro hogar un lugar de amor, de entrenamiento para nuestros hijos y de orden. Servimos a un Dios de orden, no de confusión. Para tener un hogar caracterizado por el orden, debemos ser disciplinadas con nosotras mismas, teniendo un lugar para cada cosa y entrenando a nuestros hijos a que pongan las cosas en su lugar cuando hayan terminado de utilizarlas, limpiar su cuarto y vivir armoniosamente uno con el otro.

En ocasiones, algunas personas preguntan si se puede trabajar fuera de casa. Muchas de las esposas de ministros son mujeres con educación universitaria y, probablemente, hayan trabajado antes de casarse. ¿Deberían renunciar a esto para trabajar en casa? Este es un problema que debe ser puesto ante Dios, considerando nuestras necesidades y nuestros deseos. Decide con tu esposo cómo cumplirás con este rol ante Dios.

Bob y yo acordamos que mi lugar sería quedarme en casa y no en un trabajo. He encontrado que el rol de esposa y madre, aunado a ser esposa de pastor, es muy demandante y gratificante. Ha sido mi carrera. Mi consejo para las mujeres buscando dirección es que deberían hacer de su hogar su carrera, al menos que su esposo no pueda ganar suficiente dinero para suplir todas las necesidades y ella necesite ayudar temporalmente. Pero es posible que se pueda suplir el ingreso sin salir de casa. Si prestamos atención a la mujer de Proverbios 31, podremos ver que hay muchas maneras laboriosas y creativas donde una esposa puede ayudar a proveer para su familia e, incluso, ganar dinero para su hogar.

Una esposa de misionero, a la cual admiro profundamente, es Mary Moffat, quien, junto con su marido, fueron pioneros en las misiones en Sudáfrica, donde nuestros hijos sirven hoy día. Mary fue suegra del famoso David Livingstone. Mary tuvo 10 hijos y administró la estación misionera; la mayor parte del tiempo sin ayuda. Aprendió el idioma Bechuana, viajando con su esposo por territorios hostiles cuando él iba a predicar y ayudo a su marido en tiempos de frustración y en su penumbra cuando se encontraba sólo, peleando contra abrumadoras dificultades. Le dio fortaleza para seguir adelante. Él la llamó, “su amada compañera”.

Así que, muchas de las labores de Mary involucraban mano de obra para dirigir el hogar. Temprano en su ministerio, ella llegó a frustrarse y deprimirse diciendo, “¿Ésta es la clase de trabajo por la cual he dejado mi casa y amigos y pasar el resto de mi vida en esta tierra desagradable y pagana?” En su biografía se escribe,

Dentro de ella, debido a la fuerza de su fe y de su profundo compromiso, ya casi olvidado, una voz dijo: ´Si fuera una figura de madera y un cajón de agua en el templo de mi Dios, ¿No sería aun así bendecida y privilegiada?’ Este momento se volvió un parteaguas. Nada cambio en lo que concierne a los esfuerzos físicos, pero sus prioridades fueron restauradas.3

Utilizó sus dones de la práctica, administración y enseñanza al máximo, al momento de trabajar junto con su esposo, lo cual resultó ser un rol muy satisfactorio para ella.

¡Qué ejemplo tan increíble es Mary para mí! Sirvió fielmente y pasó por dificultades horrendas al lado de su esposo por 50 años. Enterraron en África 5 hijos, de 10 que tuvieron. Ella se hubiera puesto furiosa ante la sugerencia de que Robert Moffat debería trabajar sólo. Me es difícil identificarme ante este servicio tan sacrificial, pero me motiva profundamente a llegar a un mayor compromiso.

Al seguir a Cristo y al servir al lado de nuestro esposo, seremos ejemplo a las demás mujeres de la grey. Nos guste o no, somos sus modelos. Cualquier cosa que tú y yo hagamos, las mujeres de nuestra iglesia querrán hacerlo también. Tendremos que ser cuidadosas en las decisiones que tomemos. Por ejemplo, cuando comenzamos a plantar una nueva iglesia y no teníamos para el depósito de una casa, les hicimos saber a los miembros de la iglesia que yo trabajaría como maestra por unos cuantos años. Nuestros hijos tenían cinco y seis años de edad. Inmediatamente, una madre joven de la iglesia usó mi situación para insistirle a su esposo que ella debería de salir y buscar un empleo. Al final, Bob y yo cambiamos de parecer acerca de mi trabajo de maestra y, al final de todo, me quedé en casa. La mujer que estaba utilizando mi situación de excusa para trabajar fuera de casa, después dijo que, gracias a esto, perdió el poder de convencimiento con su marido.

A veces, pareciera ser más productivo conseguir un trabajo y generar ingresos extra. Pero Proverbios 31:27 habla de la importancia del rol de una esposa como cuidadora del hogar. “Considera la marcha de su casa”. La palabra Hebrea para “considera” es la palabra que se utiliza para un guardián que cuida a la ciudad de los enemigos invasores. Así como no te gustaría tener un velador cansado y tenso a causa de otro trabajo, tampoco te agradaría tener a la veladora de tu casa gastando todo su esfuerzo y energía en alcanzar otras metas, dando lo que sobra a su familia. De cualquier forma, cada pareja debe decidir ante Dios cuál es la mejor manera para esa esposa, para que ella pueda cumplir con sus responsabilidades de ama de casa y de ser un verdadero ejemplo a la grey. Al buscar el reino de Dios y Su justicia, Él promete suplir todas nuestras necesidades. Sin embargo, esto no significa que estaremos exentas de sufrir.

Tu rol dentro del Cuerpo de Cristo

Como hemos visto, nuestro primer llamado es hacia nuestro Dios y Salvador, después a nuestros esposos e hijos. ¿Significa esto que debemos dejar que sea nuestro esposo el que realice todo el trabajo de la iglesia? ¿Cuál exactamente en nuestro rol? También tenemos el llamado de usar nuestros dones espirituales como miembros del cuerpo de Cristo. Todos tenemos dones. Encontramos listas de dones en Romanos 12:3-8; 1 Pedro 4:10 y 1 Corintios 12. Algunos son dones de comunicación y otros de servicio. Si alguien no está utilizando sus dones, la iglesia se vuelve inválida. Así que, no intentes ser un oído cuando eres un ojo. Si eres un ojo, sé el mejor ojo que pueda haber, no intentes escuchar o saborear también. Eres libre de servir con todo tu corazón y alma para la gloria de Dios como cualquier otro miembro de la iglesia lo haría, en el poder de Espíritu.

El gozo de cumplir con tu rol bíblico

¿No lo ves, querida hermana?, Hay una maravillosa libertad que viene de comprender nuestro rol bíblico. Cuando nos “limitamos” a complacer a Dios, eres liberada de la presión de cumplir con expectativas inalcanzables. Quedas libre de tratar de hacer malabares en tu vida con dos o tres carreras. Has descubierto que el rol de una esposa de un hombre en el ministerio no es diferente a cualquier otra mujer ejemplar de la iglesia. Eres libre de concentrarte en tu propio carácter, en tu esposo, en tu hogar y, después, en las áreas específicas de los dones espirituales. Ten en mente que no te encuentras en un pedestal por ser esposa de un ministro. Tanto tú como yo somos simples pecadoras salvadas por Su gracia incomparable. No tenemos nada de qué jactarnos en nuestras propias fuerzas.

Y sin embargo, incluso las pocas responsabilidades que debemos cumplir podrían parecer desalentadoras. Esto es porque nos es imposible hacerlas en nuestra propia fuerza. Afortunadamente, tenemos la promesa de Dios de que Él nos ayudará. ¿No estás agradecida de que tienes la gracia de Dios, no sólo para sobrevivir, sino también para florecer en tu rol? Él te llamó y Él te capacitará para ello. Esta es la promesa: “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, tengamos siempre en todas las cosas todo lo suficiente y abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9:8).

Por fe, podremos apropiarnos diariamente de la increíble gracia de Dios para cumplir tu rol bíblico como esposa de un ministro. Cuando nos enfocamos en lo esencial, encontraremos el gozo de haber realizado un buen trabajo. Serás capaz de examinar cuidadosamente las diversas expectativas y evaluaciones de la multitud y podrás escuchar la voz que debes escuchar: la de tu esposo, diciendo, “Muchas mujeres hicieron el bien; más tú sobrepasas a todas”; y más valiosa aún, la voz de tu Dios, elogiándote como un “Buen siervo y fiel”.

En unión sagrada con un pastor

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