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Enfrentando las demandas físicas del ministerio

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El ministerio pastoral es vivir con la grey y estar disponible para ella. No importa qué tan grande sea el tamaño de la grey a la que sirves, sentirás que existen cosas que no has hecho y que sería bueno hacer. En ocasiones te sentirás físicamente agotada. Siempre has servido de todo corazón junto a tu esposo, cargando con las preocupaciones que también él lleva. Eso incluye dar consuelo y aliento a aquellos en necesidad, visitar a los enfermos y a los nuevos asistentes, así como estar con personas en medio de sus problemas. Tal vez también te haces cargo de todas las tareas que nadie quiere o puede hacer —atender el cuarto de cunas, realizar el boletín, limpieza, informar a las personas de eventos que se aproximan, ministerio de las mujeres, escuela bíblica de verano, entre otras cosas—. Como resultado de todo esto, te encuentras constantemente bajo el peso del ministerio.

Tú quisieras tener la vida enfocada y simple de la cual hablamos en el primer capítulo, pero no encuentras la manera de evitar que tu vida sea envuelta por las demandas del ministerio. Así es que, en este capítulo quiero darte doce consejos prácticos para enfrentar las demandas físicas del ministerio. Si tú sigues estos consejos, los cuales hemos descubierto a través de los años, encontrarás que tu vida en el ministerio puede transformarse en una vida más balanceada y enriquecedora.

Doce maneras de aminorar las demandas físicas del ministerio

1) Enfócate en tu rol en el Cuerpo de Cristo

Encontraremos nuestro mayor gozo cuando usemos adecuadamente en la iglesia los dones que Dios nos ha dado.

“Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén (1 Pedro 4:11).”

¿Qué posiciones están abiertas para nosotras como mujeres que buscamos utilizar nuestros dones en la iglesia? Dios nos ha instruido a través del apóstol Pablo que primero debemos aprender en la iglesia con una actitud de sumisión hacia nuestros líderes (1 Timoteo 2:9-15). Así como para todos los creyentes, nuestra responsabilidad es someternos y brindar apoyo a aquellos a quienes Dios ha puesto en liderazgo en la iglesia.

Dios también nos ha instruido a no “enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre” (1 Timoteo 2:12), es decir, sobre el pastor y los demás líderes, cuyo rol es el pastorear al rebaño. Podemos servir en cualquier área de la iglesia de la que la Escritura no nos excluya.

Hay muchas áreas de vital importancia abiertas para nosotras. Como hemos visto, a las mujeres maduras se les ordena enseñar a las más jóvenes en la fe. Podemos tener un rol muy especial en enseñar, aconsejar y consolar a las mujeres y niños. Podemos así mismo involucrarnos en el ministerio de la música, trabajo de oficina, ministerio de mujeres, ayudar con las visitas y demás.

Sólo mira a la iglesia primitiva. Se nos han dado ejemplos de mujeres que tenían roles clave y que trabajaron con gran poder para Dios. Febe era una sierva en la iglesia, a quien Pablo alabó y a través de ella hizo llegar su carta a la iglesia en Roma (Romanos 16:1-2). Priscila participaba en el evangelismo junto a su esposo Aquila. Eran amigos cercanos a Pablo y expusieron sus vidas por él (Romanos 16:4; Hechos 18:2). Lidia era una exitosa mujer de negocios en Filipo y una de las fundadoras de la iglesia local. Cuando ella llegó a conocer a Cristo como su Salvador, ella abrió las puertas de su casa para el equipo misionero y para la iglesia (Hechos 16:14,40).

Si no estás segura de cuáles son tus dones, estudia los pasajes bíblicos que hablan sobre ellos (Romanos 12:4-8; 1 Corintios 12:1-14:40). Después pide la ayuda de tu esposo para lograr identificar tus dones. Puedes también considerar la opinión de tu círculo de amigas. ¿Cuáles son tus intereses o gustos? ¿Qué necesidades te producen más carga? ¿Cuáles son las áreas de servicio en donde produces más fruto? Estas son probablemente las cosas que disfrutas hacer más y esa es una señal fuerte de las áreas en las que Dios te ha dado dones. Estoy segura que si tú oras y le pides al Señor que te muestre cuáles son tus dones, Él lo hará. Ahora, ¡usa esos dones!

Cualesquiera que sean tus dones espirituales, trabaja para desarrollarlos a su mayor capacidad. Muchas esposas acuden a conferencias sobre consejería y liderazgo para prepararse y equiparse con más herramientas para el ministerio. Mi entrenamiento en el seminario fue una gran bendición mientras Bob y yo entramos en el ministerio y yo usé ese entrenamiento en mi rol de una esposa de pastor. Muchas otras mujeres de Dios, a través de sus consejos o libros que han escrito, también me han enseñado.

Enfócate en las áreas donde tienes dones. No gastes tu energía en otras áreas. A pesar de que puede ser difícil, debemos confiarle al Señor aquellas cosas que no son nuestra responsabilidad. Si el hablar en público no es tu don, confía en que el Señor traerá personas que puedan enseñar y liderar grupos. Yo he visto que eso sucede aún en iglesias pequeñas. Yo nunca he dirigido el ministerio de mujeres en nuestras iglesias, pero he alentado a otras mujeres a que usen sus dones para dirigir esos programas. Esto me ha ayudado a enfocarme en mis fortalezas: hacer visitas con mi esposo Bob y usar mis dones para administrar y aconsejar. Sólo en estos últimos años he estado escribiendo e impartiendo pláticas de una forma más regular.

Por 14 años, mi esposo me ha alentado a usar mis dones para desarrollar y administrar el programa Young Life (Vida Joven) para asignar mentoras a madres solteras adolescentes, con el propósito de presentarles el evangelio y hacer discipulado. Las mentoras no son sólo de nuestra iglesia, sino también de otras iglesias de nuestra comunidad, lo que me provee de un gran número de amigas. Es un gozo para mí, el usar mis dones dos veces a la semana al servicio del Cuerpo de Cristo. Estimo en gran manera el apoyo que mi esposo me brinda en el ministerio.

Si servimos en el área que involucre nuestros dones, ¿significa que debemos rechazar las oportunidades de servir en otras áreas? No siempre, ya que hemos sido instruidas así: “…según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:10).

En nuestra primera iglesia en Nueva Jersey, serví en la guardería por un tiempo considerable. Nuestros hijos eran pequeños, así que era muy natural estar en este lugar. A pesar de que no es una de mis áreas fuertes, la ayuda era necesaria. Gracias a Dios no me perdí los sermones de Bob, ya que podía escucharlos a través de un sistema de sonido que instalaron en el cuarto de cunas.

Cuando vinimos a California a comenzar una iglesia de ocho familias, la oficina de la iglesia estuvo en nuestra casa durante 10 años. Eso significa que tuve una gran cantidad de oportunidades para hacer muchas cosas que no se relacionaban directamente a mis dones o a mi educación. Tenía que atender el teléfono para que mi esposo dedicara tiempo al estudio. Los niños eran pequeños y eduqué en casa por varios años.

¿Fue un reto el tener un balance entre hogar, escuela, oficina y el ministerio? ¡Sin duda! Muchas veces dije “estoy exhausta” y me sentí abrumada en muchas ocasiones. A menudo, nos vimos obligados a clamar por la promesa que se encuentra en Isaías 40:31, esperando en Él, momento a momento, y Su fuerza siempre estuvo ahí para nosotros. Yo doy testimonio de que Dios nos dio su fuerza sobrenatural y su poder durante esos años frenéticos.

¿Te has percatado de que al ser llamado a dar más allá de tus recursos y a esperar en el Señor, Él te da el poder para hacerlo? Es una experiencia de “levantar alas como las águilas”. Dios nos lleva a través del camino y, al mirar atrás, preguntamos, “¿Cómo hicimos todo eso?” ¡Fue Dios!

2) Reclutar y entrenar a otros

A pesar de que Dios te fortalece para hacer cosas más allá de tus habilidades y posibilidades, si ellas se encuentran en áreas que no van acorde a tus dones, deberías ver el servicio en ellas como un rol transicional. Busca constantemente a alguien que sea más adecuado para la tarea. Entonces puedes incorporar a esa persona y enseñarle a usar sus dones en esta área. Cuando ella esté lista, puede quedar a cargo y de esta manera tú quedarás libre, permitiendo que el cuerpo trabaje de una mejor manera.

3) Priorizar y organizar

Jesús nos ha dado el principio de “primero lo primero” (establecer prioridades). Él dijo que debemos buscar primero el reino de Dios y su justicia y lo demás nos será añadido (Mateo 6:33). ¿Cuál debería ser nuestra prioridad? Nuestra relación con Cristo. Si no tenemos suficiente tiempo para Él, entonces estamos demasiado ocupados. Una esposa de pastor se lamentó de que no tenía el tiempo suficiente para llevar la vida de oración que le gustaría. ¡Me puedo identificar con eso!

Déjame animarte a mirar detenidamente a los compromisos que has hecho a través de tu vida. ¿Debes decirle no a algunas cosas? ¡Sí! Debes aceptar sólo las cosas que se relacionan a tu llamado divino y rechazar los extras. En un principio, esto puede ser difícil de realizar, pero es mucho mejor para nosotros el hacer nuestras prioridades bien, que tratar de hacer todo pobremente.

Existe la posibilidad de agotarse físicamente y eso nos puede llevar a experimentar respuestas emocionales que no deseamos. En lugar de estar atrapados por la tiranía de lo urgente, debemos crear un plan para hacer el mejor uso de nuestro tiempo.

Aún más, como amas de casa, necesitamos organizarnos (2 Corintios 14:40). Puedes hacer una gráfica para mostrar las horas de la semana y realizar una agenda. En la mía, lo primero que hago es agendar las cosas importantes que debo realizar en el día. Como no utilizamos un reloj marcador para llevar el tiempo, este puede escaparse fácilmente, y podremos notar al final del día que a veces no cumplimos con las cosas más importantes. Como Dios es lo primero, podemos dejar que Él reacomode nuestra agenda en cualquier momento, y debemos permitírselo sin vacilar.

Hay muy buenos libros que hablan sobre cómo podemos desarrollar habilidades organizacionales, con el fin de hacer más, sin tanto estrés. Sé que tú, al igual que yo, deseas estudiar para ser la mejor para tu esposo y para la gloria de Dios. Consulta mis Recursos Recomendados en el apéndice.

4) Mantener a la familia primero

Cuando participas en el llamado de tu esposo, te conviene hacerlo de tal forma que no domine tu vida familiar. No necesitas vivir, respirar, comer y dormir su ministerio. Pablo le dijo a Timoteo que un obispo debía gobernar bien su casa; de lo contrario, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios? (1 Timoteo 3:4-5) El hogar y la iglesia son dos responsabilidades diferentes y tu esposo deberá manejar ambas de manera eficiente. Bajo su autoridad, tú deberás manejar el hogar.

Tú, como esposa, puedes tratar de asegurar que tu familia no termine enfocándose en las necesidades de la congregación todo el tiempo. Los niños pueden conocer algunas de las necesidades y orar como familia por ellas; sin embargo, no tienen que dominar tu vida familiar. Debemos mantener nuestras prioridades: la familia primero, después el ministerio y, por último, la recreación y otros intereses. No queremos que nuestros hijos se sientan menos importantes que el ministerio. Se necesita un esfuerzo consciente para continuar asegurándoles que ellos son nuestra prioridad y nuestra mayor bendición.

Estar al cuidado de padres enfermos o ancianos también será prioridad. Tuvimos a mi padre en nuestra casa el último año de su vida, cuando él necesitaba cuidado constante. No es necesario decir que gran parte de nuestro tiempo se consumía por eso, pero la familia y la iglesia comprendían la situación y nos alentaban a continuar.

5) No añadir a la carga de tu marido

¿Podría la siguiente situación pasar en tu hogar? “Cariño, ¿te has percatado que el cuarto de cunas necesita pintarse?” “La iglesia que está cerca de la nuestra tienen una cartelera muy llamativa, ¿no deberíamos hacer lo mismo?” “¿Cuándo vas a mandar a limpiar las hojas que se han acumulado por la oficina?” ¡Y así seguimos y seguimos! Si eres como yo, harás notar las necesidades que consideras que tu marido debe atender —personas que requieren ser visitadas o contactadas telefónicamente, cosas que requieren arreglo en la iglesia y eventos que deben estar en el calendario de la iglesia.

Nuestros maridos no necesitan presión extra de nuestra parte. Es su responsabilidad manejar la iglesia de Dios, no la nuestra. La Escritura nos dice, “Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro; porque cada uno llevará su propia carga” (Gálatas 6:1-5). Sin embargo, bastante a menudo, nosotros como esposas tomamos cargas que no nos corresponden y después pasamos esas cargas a nuestros maridos.

¿Cómo entonces podemos aligerar la carga de nuestro marido en lugar de añadir a ella? Para ayudar a mi esposo, los lunes por la mañana hago una lista con las necesidades que vi en la iglesia el domingo. Durante la semana, trabajo en esa lista (me gusta enviar tarjetas de “mejórate pronto”, notas de aliento, cartas de ánimo y tarjetas felicitando por un nuevo nacimiento). Esto ayuda a tomar algo de responsabilidad en el ministerio, sin añadir carga a mi esposo.

Si aún vemos la necesidad de darle alguna sugerencia, debemos tener cuidado en encontrar el tiempo indicado para hacerlo. Es especialmente importante el no traer el ministerio a la cama. Necesitamos dejar que nuestros esposos vayan a la cama en paz, sin un recordatorio de cosas que están pendientes por realizar. Esto es una tentación muy real, debido a que, muchas veces, es la única ocasión que tenemos la atención total de nuestro esposo. Pero, a esa hora del día, cuando ya nada productivo puede hacerse, las sugerencias parecen ser quejas.

Es bueno poner límites. Ya es suficiente, no podemos hacer todo. Por lo tanto, debemos confiar en que la gente de la iglesia se haga cargo de ciertas cosas, o bien, atenderlas en otro momento. Una grey bien instruida regularmente se hará cargo de las necesidades de otras personas, incluso antes de que lleguen a oídos del pastor.

6) Aceptar ayuda de otros

De la misma manera en que recibimos mayor gozo al dar que al recibir, debemos permitir a otros que nos ministren como familia. Así, ellos también podrán experimentar ese gozo. Pablo escribió lo siguiente sobre las iglesias en Macedonia,

Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aún más allá de sus fuerzas, pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos. Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios (2 Corintios 8:3-5).

Pablo permitió que los cristianos atendieran sus necesidades. Él les dijo que serían enriquecidos por la libertad de dar para el ministerio (2 Corintios 9:11). Si nosotros no permitimos que la grey atienda nuestras necesidades, entonces les estamos quitando la bendición.

Sería bueno que nos examináramos en esta área. ¿Sofocamos a veces los deseos que las personas tienen de ayudarnos, al no hacerle saber a nadie nuestras necesidades? Una forma de recibir ayuda y aliento es pedirle a una esposa de pastor más madura que nos enseñe, ya sea en persona o a través de una llamada telefónica. ¡Qué gran bendición puede ser esto para ambas!

7) Descansar un día a la semana

Bob y yo estábamos muy interesados en escuchar lo que el presidente de nuestro seminario diría en su conferencia titulada: “Cómo Sobreponerse al Estrés del Ministerio”. Su punto principal establecía que la mejor manera de manejar el estrés es el tener un día de descanso cada semana—eso es, obedecer el cuarto mandamiento. ¡Qué solución tan sencilla para un problema tan grande!

Descansar un día a la semana, no es sólo una buena idea, es idea de Dios, una ordenanza de la creación.

Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó (Éxodo 20:9-11).

Dios siempre sabe lo que es mejor. No puedo exagerar esta verdad. Debemos descansar. Es por el bien de nuestro cuerpo y alma, y para tener una mayor productividad que debemos seguir el patrón establecido por Dios. Es especialmente importante debido al peso constante de las responsabilidades del ministerio sobre nuestros hombros.

Entender nuestras limitantes físicas es parte del cuidado de nuestro cuerpo, el cual es templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19-20). No hay duda de que tener el tiempo adecuado de descanso debe ser una prioridad.

Ya que el domingo no es un día de descanso para nosotros en el ministerio, como debe serlo para los demás en nuestras iglesias, sería sabio el tener otro día libre de ser posible. El personal de nuestra iglesia toma los viernes como descanso. La razón para tomar este día es porque toda la preparación para el domingo está terminada, y los pastores pueden relajarse de una mejor manera que si descansaran los lunes. Algunos pastores eligen descansar el lunes porque necesitan reposo después de un día en donde han estado muy ocupados enseñando y predicando. Nos hemos percatado de que es importante hacer algo divertido y relajante durante nuestro día libre, cosas como conducir a la montaña, leer en nuestras sillas de patio, hacer una caminata o jugar tenis. Un cambio de ritmo es importante para nuestra salud emocional y espiritual—especialmente porque estamos rodeados de gente casi todo el tiempo. Las actividades al aire libre parecen particularmente refrescantes, debido a que nuestros esposos pasan la mayor parte del tiempo en una oficina.

Una meta que tengo es tener las tareas de la casa hechas, para que Bob no tenga que ayudarme con ellas en su día de descanso. Hay ocasiones en que las hacemos juntos, si ha sido una semana muy ocupada para mí. Entonces, el sábado lo usamos como la mayoría de la gente. Hacemos tareas en casa, trabajo de mantenimiento o vamos de compras. Es parte de los seis días en los que debemos laborar y hacer todo nuestro trabajo. Cuando nuestras tareas del sábado están terminadas, entonces podemos tomar algo de tiempo para recreación.

¿Qué debe hacer una esposa cuando su esposo no toma un día libre? Se sabe de un pastor que dijo, “El diablo no toma un día de descanso, así que ¿por qué debería hacerlo yo?” a ello le respondieron, “No sabía que el diablo era nuestro ejemplo.” Eso es muy cierto. Dios es nuestro ejemplo en que Él descansó en el séptimo día.

Desafortunadamente, algunos hombres en el ministerio no toman tiempo para dedicar a sus familias. Su vida es el ministerio y a la familia, si acaso, apenas se le da el tiempo sobrante. Una esposa expresó, “Para poder pasar un momento con mi marido, tendría que tener un problema a solucionar. Entonces podría hacer una cita para que me dé una hora de su tiempo.” Esto es muy triste, ya que el primer ministerio que un ministro tiene es su familia.

Si tu esposo no descansa, deberías apelar a él con espíritu de mansedumbre y orar para que Dios le haga sensible a tu preocupación. Podrías decir, “quisiera tener la oportunidad de preguntarte algo. ¿Puedes en este momento?” Si puede, entonces procede a decirle algo así: “¿Cómo crees que podamos planear tomarnos un día a la semana como día de descanso? ¿Qué podría hacer yo para que esto ocurra? Debido a que llevas una carga muy pesada en lo que haces, creo que es importante que descanses. Sé que yo lo necesito también.”

Esto debería iniciar una buena plática sobre tus preocupaciones. Si tu esposo no está convencido sobre la importancia del descanso, tienes dos opciones. Puedes pedirle a Dios las fuerzas necesarias para seguir apoyando a tu esposo (1 Pedro 4:8), o puedes confrontarlo bíblicamente siguiendo el proceso que indica Mateo 18:15-29. Sea lo que sea que hagas, no debes dejar que el odio y el resentimiento se aniden en tu corazón. Dios puede darte paciencia y perseverancia, a medida él trabaja en el corazón de tu esposo.

La razón por la que puedes decidir seguir el proceso de Mateo 18 es porque tu esposo también es tu hermano en Cristo. El pasaje dice “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra (Mateo 18:15-16). Si le pides a un líder de la iglesia que te acompañe a hablar con tu esposo sobre este asunto, muy probablemente tu esposo atenderá antes de que el problema avance más. La mayoría de los líderes se preocupan por las necesidades de la familia del pastor, por lo que con gusto animarán al pastor a tomar un día de descanso. El mismo principio aplica para cualquier persona a la que tengas que enfrentar sobre un pecado.

8) Cuidar de tu cuerpo

Aceptémoslo, el ministerio nos pasa factura físicamente. Nos cansamos y agotamos. Pablo comparó nuestro cuerpo a un tesoro en un vaso de barro. Un vaso de barro es frágil y fácilmente se astilla y rompe. Nos cansamos y enfermamos y estamos sujetos a padecimientos que limitan nuestra capacidad en el ministerio.

A veces, al estar tan ocupadas, no comemos, descansamos o nos ejercitamos lo suficiente para estar en condiciones óptimas. Bob y yo nos hemos percatado que nos sentimos mejor y tenemos más energía cuando nos ejercitamos varias veces en la semana. El ejercicio mejora nuestra energía, resistencia y bienestar físico.

Si estamos sobrecargados, necesitamos encontrar el motivo, debido a que la sobrecarga añade mayor tensión a nuestros cuerpos. Si tenemos un desorden alimenticio, debemos de someterlo al control del Espíritu Santo. El estar en el ministerio, a menudo significa que nos ofrecerán comidas que incluyen ricos postres. En nuestra primera iglesia, las mujeres creían que su tarea era engordar a su joven pastor. Debemos de encontrar respuestas amables para rechazar alimentos que pueden ser dañinos para nuestra salud. Pablo dijo, “sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1 Corintios 9:27).

Somos llamados a ser buenos mayordomos de nuestros cuerpos y eso incluye pedir a Dios que nos provea de auto-control y crear disciplina para la piedad (1 Timoteo 4:7). Aunque nuestra apariencia física no es el factor más importante de nuestra vida, debemos de cuidar de nosotros mismos en una forma que refleje positivamente a Dios y le traiga gloria.

Del gran reformador Juan Calvino, se dice que fue a su tumba a una edad temprana, a los 55 años, debido a la vida sedentaria que llevaba y aunado a su enorme carga de trabajo, lo que finalmente lo llevo a ser víctima de enfermedades.4

Dios mediante, con un cuidado apropiado de nuestros cuerpos, podremos disfrutar de un largo y saludable ministerio para la gloria de Dios.

9) Tomar Vacaciones

Algunos pueden ver las vacaciones como un lujo, pero es una obligación para las familias del ministerio. La mayoría de las iglesias reconocen la necesidad de un descanso completo de las presiones del ministerio y permiten que el pastor tome un mes o más de vacaciones. Nosotros tomamos cinco semanas de vacaciones y aprovechamos parte de ese tiempo para ir a conferencias en donde Bob y yo generalmente servimos como expositores. Pero cuando hacemos esto, el propósito de las vacaciones no se cumple debido a que no tomamos un descanso completo de nuestras responsabilidades en el ministerio.

¿Es extravagante el viajar o tomar vacaciones? No lo creo. “(Dios) nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (1 Tim 6:17). El mundo es nuestro como creyentes y es para explorarlo y disfrutarlo. Las vacaciones puedes ser comparables a las fiestas del Antiguo Testamento, las cuales Dios le ordenaba a Su pueblo celebrar durante el año. Estaban la fiesta de la Luna Nueva, la fiesta de Pentecostés, la de Purim, la de los Tabernáculos, la Pascua, la fiesta de las Trompetas, las fiestas de Aniversario, la del Año Sabático y la del Jubileo. Él era tan generoso en darles ocasiones para detener el trabajo y celebrar como familias y pueblo de Dios.

Además, las vacaciones no tienen que ser costosas. Cuando nuestro presupuesto era poco, íbamos a acampar o a visitar amigos o familiares. Acampar no es sólo económico, sino que da la oportunidad de disfrutar y explorar hermosos paisajes como lagos u océanos. Tanto como era posible, empacábamos nuestras maletas y salíamos a alguna aventura. Desde que nuestros hijos eran pequeños, Bob y yo los llevábamos a lugares lejanos para experimentar los diferentes sabores de diferentes partes del país. Amigos y familiares nos recibían con brazos abiertos. Claro, no los visitábamos sólo por razones monetarias, sino que ha sido una prioridad para nosotros el pasar tiempo con nuestros familiares a pesar de que estamos en puntos opuestos del continente.

Otra forma de pasar vacaciones es en campamentos cristianos o conferencias bíblicas. Mis padres invirtieron en una cabaña que se encuentra en un centro de conferencias bíblicas en las montañas y ahí pasábamos la mayoría de los veranos de mi infancia.

Fue una inversión sabia para todos los miembros de la familia. Siguiendo el ejemplo de mis padres, Bob y yo hemos experimentado algunas de nuestras mejores vacaciones familiares en campamentos cristianos donde hemos sido refrescados tanto espiritualmente como físicamente.

Algunos argumentan que, a pesar de todo lo que gastas en unas vacaciones, no te quedan más que fotografías para un álbum. Yo diría que construyes en las vidas de tus hijos la unidad, amor y gozo de la familia que es tan importante en nuestro mundo actual—junto con fotografías para el álbum.

Nuestros dos hijos están ahora casados, pero aún vacacionan con nosotros como parejas—un evento muy importante en el año. A veces es necesario viajar hasta el otro lado del mundo para vacacionar con nuestros hijos misioneros, pero vale la pena. No se puede exagerar la importancia de tomar tiempos de descanso en el ministerio para ser rejuvenecidos y reanimados.

10) Tomar pequeños descansos

Es grandioso poder tomar pequeños descansos con tu esposo para tener tiempo a solas con Dios por un día o parte de un día. Nosotros vamos a un parque en la montaña y tomamos nuestras Biblias para tener un encuentro con Dios. En la prisa y el ajetreo de nuestras vidas ocupadas, este es un tiempo para estar quietos y escuchar a Dios, disfrutar su presencia y enfocarnos en el por qué hacemos lo que hacemos. Jesús dijo, “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Al ir hacia Él, alejándonos del clamor de nuestras vidas y escuchando su voz, recibimos descanso y nuevo aliento para nuestras almas.

Jesús nos dejó ejemplo con ésta práctica. A menudo, Él se escapaba de su ocupado ministerio para comunicarse con Su Padre. En una ocasión, “Él les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer. Y se fueron solos en una barca a un lugar desierto” (Marcos 6:31-32).

Otro propósito de estos pequeños descansos es pasar un tiempo a solas como pareja para establecer metas y realizar evaluaciones. Algunos amigos toman un día cada 6 meses para evaluar si están cumpliendo las metas que se han fijado como pareja.

11) Compartir cargas con el personal

Si trabajas con otros miembros del personal de la iglesia o con otros misioneros, es importante reunirse de manera regular como esposas para tener compañerismo y compartir las cargas. Nuestros esposos tienen juntas de personal y se reúnen regularmente para sentirse como un equipo, pero nosotras como esposas podemos sentirnos aisladas y solas con nuestras cargas y responsabilidades. Esto es especialmente cierto si tus hijos son pequeños y debes pasar la mayor parte del tiempo en casa.

La unidad que tenemos en el ministerio no es casualidad; requiere de esfuerzo el tener una camaradería cercana, porque cada quien está ocupado en su área del ministerio. Las semanas y meses pueden pasar sin que tengamos contacto con otras esposas de pastores de la iglesia. Es importante que alguien del personal inicie este vital compañerismo.

Las esposas del personal de la iglesia vienen a nuestra casa a desayunar a las 6:30 a.m. una vez al mes. Vienen temprano para que nuestros esposos puedan estar en casa con los niños. Es un gran tiempo de compañerismo, en donde compartimos y escuchamos lo que acontece en cada una de nuestras vidas. También oramos unas por las otras, conscientes de nuestras posiciones como esposas de ministros.

Así como nuestros esposos deben dar cuentas de ciertas cosas en sus reuniones de personal, nosotras hemos elegido también asignar tareas, haciendo algunas preguntas para estimular nuestro andar con Dios. Consulta el apéndice, en donde encontrarás una lista de preguntas.

12) Reconocer las diferentes etapas de la vida

Podemos descansar al saber que hay diferentes épocas de la vida para distintos enfoques. Tu rol en el Cuerpo de Cristo cambiará con el transcurso de los años. Bob y yo nos encontramos en la etapa del “nido vacío”, es decir, nuestros “polluelos” ya no están en casa, lo que me permite hacer mucho más trabajo relacionado a la iglesia.

Recuerdo cuando Daniel se fue a la escuela después de tener, durante 8 años seguidos, al menos un niño que permanecía en casa todo el día; sentí una nueva libertad. Podía involucrarme más en la vida de Bob y el ministerio. Aun cuando los niños estaban en la escuela, no podía hacer tantas cosas como ahora. Cuando ambos hijos se fueron a la universidad, hubo otro gran ajuste para cambiar el enfoque de mi vida, de mis hijos a otras metas. Dios está ahí para nosotros, y puedo decirles honestamente que esta etapa es igual de enriquecedora.

A continuación, encontrarán un extracto de mi diario en una semana típica de la actual etapa de mi vida:

Domingo Después de la iglesia, organicé la clase de membresía en nuestra casa. Serví a 9 personas – lasaña, pan francés, ensalada y tarta de manzana hecha en casa. Trabajé en la escuela dominical
Lunes Fui de compras con una amiga, quien es nueva en la ciudad y visitó nuestra iglesia, con el propósito de que se familiarice con la comunidad. Una pareja de la iglesia cenó en casa.
Martes Trabajo relacionado a madres adolescentes. Por la tarde asistí a nuestro estudio bíblico con Bob.
Miércoles Dirigí un grupo pequeño en el estudio bíblico de mujeres. Asistí al almuerzo que siguió al estudio bíblico. Visité a una mujer que se encuentra en el hospital, luchando contra el cáncer.
Jueves Organicé el desayuno para esposas de pastores. Trabajo relacionado a madres adolescentes.
Viernes Tuve el día libre con Bob.
Sábado Tuve un día de entrenamiento en “Enseñanza para mamás”. Bob asistió a un retiro de ancianos.

En una etapa de nuestro ministerio, cuando nuestros hijos eran bebés, mi esposo me pidió que dejara todos los ministerios de la iglesia y me dedicara por completo a mis hijos y a las responsabilidades del hogar, que incluía la hospitalidad. Ahora que los niños han crecido, puedo estar más activa en el trabajo de la iglesia. Si tus hijos son pequeños, déjame animarte en esta etapa de tu vida—dedicada al cuidado de ellos—ya que es igual de valiosa a los ojos de Dios que el trabajar al lado de tu esposo en tareas específicas de la iglesia.

Una joven esposa de misionero, quien es madre de siete hijos (el mayor tiene nueve años), encuentra consuelo al denominar esta etapa como sus “años encubiertos”. Si se dedica solamente a la crianza de hijos temerosos de Dios, imagina la plataforma que tendrá en los años venideros. Las mujeres querrán saber cómo lo hizo y cómo pueden aprender de ella.

Cualquiera que sea la etapa de tu vida en la que te encuentras, saboréala y disfrútala al máximo, porque no será eterna.

Te recomiendo usar estos consejos para ayudarte a disminuir las demandas físicas del ministerio. En lugar de estar derrotada, espero que puedas—con la gracia de Dios—encontrar Su fortaleza para tu camino.

Repasemos, te aconsejo:

• Enfócate en tu rol en el Cuerpo de Cristo

• Recluta y entrena a otros

• Establece prioridades y organízate

• Mantén a la familia primero

• No añadas a la carga de tu esposo

• Acepta ayuda de otros

• Descansa un día a la semana

• Cuida de tu cuerpo

• Toma vacaciones

• Toma pequeños descansos

• Lleven la carga unos de otros como equipo

• Reconoce las diferentes etapas de la vida

Espero que veas cada una de estas áreas y puedas percatarte de qué pasos necesitas dar para evaluar tu vida como esposa de pastor y como pareja. Planea ahora sentarte con tu agenda o calendario y evalúa con tu esposo los cambios que sean necesarios—y entonces dedícate a realizar esos cambios para mejorar tu vida como pareja en el ministerio.

En unión sagrada con un pastor

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