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LA VIDA URBANA DE LAS FAMILIAS Y EL DESARROLLO DE NIÑAS Y NIÑOS EN LA INFANCIA

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Las condiciones de vida contemporánea, en especial en las zonas urbanas, son cada vez más complejas y presentan una diversidad de dificultades y vulnerabilidad para sus habitantes.

Debido a la idea de encontrar más servicios y mejores condiciones de vida, se van desarrollando las zonas urbanas como lugares de gran concentración de habitantes, con lo que se generan diversas problemáticas que se agregan al hacinamiento, entre estas encontramos la contaminación y la repercusión en los tiempos y distancias en los traslados para atender a las necesidades de la vida cotidiana, de tal manera que las condiciones de trabajo se ven vulneradas, en especial para el género femenino. Otras problemáticas que agregar a lo anterior serían la extrema inseguridad y violencia, o la falta de servicios básicos para algunos sectores de la población, así como la necesidad de espacios públicos seguros para la infancia.

Ante tal contexto, las familias van trasformando sus prácticas de vida cotidiana, sus formas de organización y distribución de tiempos para atender a las diversas actividades necesarias en la vida de sus miembros, afectando las formas de relación y la calidad de las interacciones que tal organización implica y permite, así como, en general, su estilo de vida, aspectos que pueden provocar efectos importantes en el desarrollo infantil.

Los estudios acerca de la vida de las familias han señalado las marcadas trasformaciones que se identifican actualmente en la composición de estas, en sus roles y en las responsabilidades de las familias y los hogares. Sin embargo, a nivel social, el modelo de familia tradicional y de estructura nuclear, compuesto por padre proveedor, madre ama de casa e hijos, sigue prevaleciendo como referente normativo y simbólico (Tuirán, 2001), a pesar de que, en la realidad contemporánea, la heterogeneidad de las familias presenta una diversidad de problemáticas que no han sido estudiadas de forma suficiente y para las que se requiere hacerlo, como lo señala Enríquez (2013, 2016).

La familia, en distintas regiones del mundo, sigue mostrando relaciones inequitativas entre los géneros. Lo mismo ocurre en el panorama latinoamericano y mexicano que tradicionalmente ha mostrado tal inequidad y donde, además, ahora se advierte el debilitamiento de la protección social tradicional que aportaba la solidaridad familiar.

En el plano laboral, la mujer, al igual que en otras partes del mundo, ha incrementado su participación en este ámbito, contribuyendo a la economía, pero en Latinoamérica, persiste la desigualdad que se muestra en la diferencia de salarios percibidos por hombres y mujeres para un mismo tipo de trabajo y jornada. Este es el caso de México (Martínez Jasso & Acevedo Flores, 2004) y en especial para el caso de Jalisco, el cual se encuentra entre los primeros tres estados con mayor brecha salarial de género (Instituto Nacional de las Mujeres, 2016).

En el caso de las madres de familia, su participación en el mundo del trabajo, con su consecuente contribución a la economía del hogar, implicaría un necesario reajuste en las responsabilidades y tareas del hogar, pero este no se logra percibir plenamente en nuestra sociedad. Como expresa Esteinou (citada en Enríquez Rosas, 2016; Enríquez Rosas & Zohn Muldoon, 2020), la familia patriarcal sigue prevaleciendo en México, por lo que, ante la permanencia de las mujeres en el mercado laboral en algunos estratos socioeconómicos, se presentan tres desafíos alternativos:

a) Se mantienen las orientaciones de valores tradicionales en las relaciones de género.

b) Los hombres mantienen una concepción tradicional mientras que las mujeres luchan por una división del trabajo más equitativa, lo que trae como consecuencia situaciones de tensión, conflicto y posible violencia.

c) Ambos miembros de la pareja modifican sus orientaciones de valor con respecto a la estructura de roles tradicionales.

En muchas de las familias en que las madres tienen trabajo remunerado, los roles van cambiando de forma tan gradual que se deriva en la generación de tensiones, conflictos y desgaste al interior de las familias. De ahí la importancia de investigar diversos aspectos alrededor de la organización de la vida cotidiana familiar, por ejemplo: cómo es la organización cotidiana y a cargo de quién o quiénes está; si en esta organización se han reconfigurado los roles con una redistribución de las tareas y responsabilidades familiares; si tal reconfiguración incluye la trasformación del rol del padre de familia en el hogar; así como identificar el impacto que la vida urbana tiene en las condiciones de vida diaria de las familias y en especial en las condiciones para el desarrollo de los hijos.

Las trasformaciones en las condiciones de vida cotidiana familiar se identifican en particular en las formas de enfrentar la vida, es decir a través de las estrategias y formas de organización familiar, las cuales se convierten en estilos de vida que a la larga crean condiciones para el desarrollo familiar e infantil con consecuencias importantes.

En diversas partes del mundo, existe desde hace años una preocupación en grupos y redes científicas acerca de las consecuencias inmediatas y a largo plazo que pueden tener las complejas condiciones de vida contemporánea en el bienestar físico y psicológico de las personas. En el caso de las familias con hijos, algunos de los cambios en las condiciones de la vida actual en las zonas urbanas que se pudieran asociar a las dificultades en el logro del bienestar son: la disminución de los tiempos de convivencia entre padres, madres, e hijos; el mayor aislamiento de las familias entre sí y, por lo mismo, el debilitamiento de sus redes de apoyo social, —tan necesarias para lograr la sobrevivencia, en especial en las familias que viven en pobreza—. Paradójicamente, se vive de manera aislada en una multitud de sistemas que conforman las zonas urbanas.

En cuanto al desarrollo infantil, la familia ha sido considerada el pilar y la responsable absoluta; sin embargo, desde fines del siglo XX se empezaron a advertir diversos problemas que no se circunscriben de forma exclusiva al ámbito del hogar y que afectan tanto al desarrollo familiar como al infantil, de forma particular a la etapa de la infancia media; por mencionar un ejemplo, el incremento en el bullying en el contexto escolar (véase por ejemplo Perales–Franco, Arias–Castañeda & Bazdresch–Parada, 2014).

La familia se mueve cotidianamente en diversos ámbitos, de manera que es importante considerar, en el desarrollo de la familia, la influencia de diversos contextos cotidianos de vida tanto en la familia, como una entidad, así como en cada uno de sus miembros (Bronfenbrenner, 1979). Sin embargo, en México es escasa la investigación del desarrollo familiar e infantil desde esta perspectiva ecológica y que toma en cuenta la variabilidad de los contextos en que participan las familias o sus miembros, y la diversidad de participantes más allá de los miembros de la familia que inciden también en el desarrollo en la infancia media.

En el caso del desarrollo infantil, el reporte anual del año 2012 del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, 2012) se enfatiza, como preocupación central, las condiciones de vida de niñas y niños en zonas urbanas. Este reporte indica que la mitad de las niñas y niños del mundo viven en áreas urbanas, al igual que ocurre en México que experimenta un incremento en la migración de las personas de áreas rurales hacia las ciudades más pobladas del país, razón por la cual la Unicef urge a atender a las condiciones de vida de la infancia en estas zonas. Sin embargo, tampoco en esto se encuentra investigación relevante en México, es decir, investigación que aborde cómo la vida en los contextos urbanos afecta las prácticas de vida de familias y niños, y cómo tales prácticas afectan su desarrollo psicológico y sociocultural. Es poco lo que se conoce acerca del impacto que tienen las dinámicas y organización familiar en estos aspectos críticos del desarrollo infantil, mucho menos se conoce qué influencia tienen otros contextos de vida cotidiana más allá del familiar, en las vidas y desarrollo de las niñas y niños urbanos.

En el caso del desarrollo infantil en México, una revisión extensa y cuidadosa de las investigaciones en este campo durante los últimos 20 años muestra un mayor énfasis en la investigación de la infancia temprana (de 0 a 5 años de edad), mientras que en el caso de la infancia media (entre 6 y 11 años de edad) se enfatiza la investigación de los desempeños escolares, así como alguna investigación acerca de los factores y las problemáticas relacionadas con la salud. Existe muy poca investigación en México que se enfoque al estudio de las variables críticas del desarrollo infantil en esta etapa, como lo son la cognición social, el desarrollo socioemocional y, en general, el desarrollo social (Mejía–Arauz, Toledo–Rojas & Aceves–Azuara, 2013) y cómo estos pueden afectarse según las condiciones de vida en diferentes entornos.

La complejidad de la vida actual, en particular en el entorno urbano, incide en las formas de relación y en las oportunidades de desarrollo familiar y, de forma más específica, en el desarrollo infantil. Por ejemplo, las exigencias del trabajo y de instituciones en que participan los diversos miembros de la familia pueden incidir en el modo en cómo los padres estructuran la vida de los niños; esto y sus propias concepciones y experiencias orientan sus formas de relación con los hijos a través de diferentes estilos de crianza. Dichos aspectos influyen en los tiempos que se dedican a la convivencia, o los tiempos que los niños pasan en otros escenarios no familiares y con otros adultos que intervienen en su desarrollo.

Esta organización familiar también puede tener repercusiones en las formas cotidianas en que niñas y niños participan en los ámbitos privados, familiar y escolar, y en los espacios públicos. Sin embargo, como ya se ha señalado, este es un aspecto que poco se ha investigado, no obstante que desde el discurso teórico académico y político existe un reconocimiento a la importancia de que los niños y niñas participen en las decisiones que afectan su propia vida y la vida de la comunidad en la cual viven.

Organización familiar en la vida urbana

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