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UNA PALABRA INICIAL

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Mi plan en este libro es muy simple.

En primer lugar, quisiera estudiar tres palabras que nos indican qué fue lo que hizo nuestro Señor Jesús al morir en la cruz: redención, reconciliación y propiciación. Son palabras que cualquier cristiano conoce, pero ¿qué significan en realidad? ¿Es posible entender su verdadero significado? Yo creo que sí.

En segundo lugar, quiero buscar la respuesta a una pregunta que escuchamos con frecuencia: ¿Por quién murió Cristo?

De hecho, en un primer momento pensé hacer de este segundo punto el tema del libro entero. No existen muchas publicaciones que traten de lo que se conoce como “la extensión de la expiación”, así que me pareció que podría ser útil que hubiera una más.

Pero hay una buena razón para esta falta de libros. Cuando alguien pregunta ¿Por quién murió Cristo?, inmediatamente nos damos cuenta de que la respuesta depende de lo que hizo el Señor Jesús al morir. Y en cualquier caso, ¿qué tipo de acción es la expiación? Enseguida nos encontramos de frente con aquellas tres palabras que he mencionado antes, así que creo que lo mejor es seguir el plan que he trazado.

Cuando uno se sienta a escribir un libro como éste, se enfrenta desde el principio a un problema: la mayoría de las personas muestran cierta impaciencia hacia la teología. A menudo ni siquiera les gusta la palabra teología. Es como si les quitaran de las manos la Biblia que tanto aman y la apartaran bien lejos mientras que un desconocido les dice: “¡Lo siento mucho, pero usted no puede entender la Biblia sin mi ayuda!”

Bueno, todos sabemos qué hacer con ese tipo, ¿no es cierto? Si quiere llamarse a sí mismo teólogo, no tenemos ninguna objeción. Que se ponga el nombre que quiera, pero si insiste en interponerse entre nosotros y la Palabra de Dios, le decimos “no, gracias”, y dejamos que siga su camino.

Creo que este impulso es bueno en muchos sentidos. La Biblia debe ser leída –devorada, incluso– por personas que no se hacen llamar “teólogos”.

Es extremadamente importante saber que usted puede leer la Palabra de Dios por sí solo y comprender su mensaje básico. Puede estar bien con Dios por medio de la fe en Cristo y puede crecer como cristiano sin mucha ayuda externa. Ésta es una verdad fundamental, y debemos impacientarnos con aquellos que la niegan.

No obstante, un cristiano que se toma en serio su fe quiere saber tanto como pueda de la Palabra de Dios, y a menudo las grandes verdades de las Escrituras están vinculadas a palabras bastante difíciles. Estas palabras no están ahí para hacernos tropezar, sino para ayudarnos, y con frecuencia contienen mucha verdad. Si un amigo se nos acerca con la intención de ayudarnos a desmenuzar esa verdad, está demostrando ser un verdadero amigo.

Las Escrituras mismas nos enseñan que necesitamos la ayuda de otros para llegar a entender. ¿Quiénes eran los hombres del Nuevo Testamento que conocemos como “apóstoles”, “profetas”, “evangelistas” y “maestros”? Eran personas que jugaron un papel muy importante en la obra de la iglesia en el Nuevo Testamento, y todos eran maestros de una manera u otra.

Hoy en día seguimos necesitando maestros, y Dios nos ha dado, por ejemplo, a nuestros pastores. Por un lado, no debemos caer bajo el encanto de un simple hombre y tomar todo lo que diga como si fuera el evangelio mismo, sin pensar y sin orar al respecto. Eso sería un desastre. Pero por otro lado, no debemos despreciar a quienes intentan enseñarnos la Palabra de Dios, aunque parezca que quieren darnos una lección de teología. Compare lo que lea y oiga con la Biblia; ore y use su juicio.

Luego, espero que se una a mí en esto que, sin duda alguna, es uno de los estudios más importantes que un cristiano pueda hacer.

He diseñado los capítulos de este libro para ser leídos de dos posibles maneras. Puede leerlos ignorando los apéndices, o puede detenerse a leer cada apéndice tal y como aparece aquí. Aquellos que me sigan en el primer plan encontrarán, espero, un resumen sencillo de la verdad concerniente a la expiación de Cristo. Los que escojan el segundo plan podrán profundizar en algunos de los puntos controvertidos que surgirán en el camino. Sea cual sea su elección, ¡que el Señor lo bendiga!

El Precio de un Pueblo

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