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Оглавление14 de marzo - Adventismo
El hombre que amaba el mar – parte 3
“Eran lanzados hasta el cielo y hundidos hasta el fondo del mar; ¡perdieron el valor ante el peligro! Se tambaleaban como borrachos; ¡de nada les servía su pericia!” (Sal. 107:26, 27).
Afortunadamente, la bomba de achique funcionó. Animado por el giro de los acontecimientos, el maestre principal gritó:
–¡Suelten las drizas del juanete y de la gavia! ¡Suelten las sogas y las escotas! ¡Bajen y aseguren las velas superiores!
Como Bates más tarde lo describió: “Quitarle el viento a las velas alivió de inmediato al barco, y como una palanca que se desliza bajo una roca, se separó de su posición desastrosa, y se quedó en equilibrio con un costado hacia el hielo”.
De alguna manera, el barco, con su parte delantera destrozada y su mástil recogido, logró salir del hielo. Catorce días después desembarcaron en Irlanda, e hicieron las reparaciones necesarias para continuar el viaje a Rusia. Se unieron a un convoy de más de doscientos barcos británicos y luego, después de una tormenta, partieron en solitario a lo largo de la costa de Dinamarca.
De repente, dos corsarios daneses comenzaron a dispararles con cañones. Los corsarios los capturaron y los llevaron a Copenhague, Dinamarca, para ser juzgados. El barco y su carga fueron condenados, por orden de Napoleón Bonaparte, por su fraternización con los británicos.
El dueño del barco rogó a la tripulación que jurara que no habían tenido ningún contacto con los británicos. Joseph insistió en que no podía mentir. Casualmente, fue el primero que llamaron a testificar.
–¿Sabes qué significa hacer un juramento, jurar decir la verdad? –le preguntó un juez en inglés.
–Sí –dijo Bates.
Joseph juró contar la verdad de lo que hizo. Cuando lo liberaron, trató de regresar a Irlanda, pero en Liverpool lo secuestraron y lo obligaron a ingresar a la marina británica. Intentó nadar hacia la libertad, pero fue capturado. Terminó dirigiéndose hacia el Mediterráneo para luchar contra el ejército de Napoleón.
Joseph trató de contactar a sus padres. Cuando por fin recibieron una carta de él, su padre le pidió ayuda a James Madison, que era el presidente de los Estados Unidos en ese momento. El presidente y el gobernador de Massachusetts se propusieron ayudarlos, pero repentinamente estalló la guerra.
Continuará…