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COMPATIBILIDAD EMOCIONAL

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La historia de Evan y Dora no es inusual. Con frecuencia, la visión que tienen los padres de la vida emocional de sus hijos se distorsiona cuando el temperamento de su bebé choca con su propio estilo emocional. En el caso de la madre de Chloe, por ejemplo, ella misma parecía un poco necesitada de afecto y su deseo de proximidad física le impedía ver el verdadero carácter de su hija. Lo cierto es que tú, querida lectora o lector, así como cualquier otro progenitor que lea este libro, tienes un temperamento único e irrepetible. También fuiste un bebé una vez y encajabas en alguna de las cinco categorías que he definido antes; o bien, eras una mezcla de dos o más. Una serie de experiencias te han ido influenciando desde entonces, pero tu temperamento —tu estilo emocional— continúa siendo un factor importante en la forma en que te relacionas con la gente y las situaciones.

Stella Chess y Alexander Thomas, dos reputados psiquiatras pioneros en el estudio del temperamento de los bebés, en el año 1956 ya acuñaron el término goodness of fit, beneficios de la compatibilidad, para describir el grado de compatibilidad existente entre los padres y sus bebés. En otras palabras, un desarrollo sano no depende exclusivamente del temperamento de tu bebé; también tiene que ver con tus propias exigencias y expectativas; es decir, con tu capacidad de ver a tu bebé como es en realidad y poder adaptar tus estrategias a sus necesidades, no sólo a las tuyas. A pesar de que no dispongo de ninguna investigación basada en los siguientes tipos de padres, mi experiencia al haber trabajado con miles de ellos me ha proporcionado una idea bastante clara de lo que sucede cuando una madre o un padre con determinado estilo emocional interactúa con cada uno de los tipos de bebé:

LOS PADRES CONFIADOS y seguros de sí mismos son tranquilos y flexibles, por lo que encajan bien con todos los tipos de bebé. Cuando son padres por primera vez, tienden a adaptarse a los cambios que se producen en su vida y a los altibajos que implica serlo. No suelen agobiarse por el trabajo; se dejan guiar por sus instintos «naturales», confían en sus intuiciones y se les da muy bien interpretar las señales de su hijo. Puesto que acostumbran a tomárselo todo con calma y son pacientes, no tienen problema con los bebés gruñones, están predispuestos a dedicar a los bebés susceptibles el tiempo extra que éstos necesitan y disponen de la energía y la creatividad que requiere criar a un bebé movido. Los padres confiados suelen ver lo mejor de las personas y, por eso, también buscan el lado más positivo del carácter de sus niños. Aunque tienen sus propias opiniones sobre diversos aspectos de la paternidad, también están muy abiertos a nuevas ideas y enseguida se dan cuenta cuando sus propias motivaciones están implicadas en algo que hace su bebé.

LOS PADRES AL PIE DE LA LETRA lo hacen todo literalmente… «al pie de la letra». A veces se exponen a mucha frustración porque esperan que su bebé no se desvíe de la norma. Cuando surgen los problemas, este tipo de padres consultan ávidamente libros y revistas y buscan como locos en Internet, a fin de encontrar una situación exactamente igual a la suya y una receta para enderezarla. Acuden a mi página web quejándose de que su bebé no hace esto o aquello. Intentan que su hijo se adapte a lo que es típico, no necesariamente porque sea bueno para él, sino porque es «lo normal». Para estos padres, lo ideal es un bebé de libro que vaya superando las distintas etapas justo en su tiempo. También les va bien con los bebés angelito, ya que son niños con una gran capacidad de adaptación. No obstante, puesto que los padres al pie de la letra desean tan desesperadamente seguir un horario, es muy posible que se les pasen por alto las señales que su hijo les envía. Por tanto, no son del tipo más adecuado para los bebés susceptibles, que son sumamente sensibles, ni para los movidos, que no son nada conformistas. Los padres al pie de la letra suelen dar vueltas en círculo, probando diferentes horarios y estrategias según el libro o experto al que hayan decidido seguir aquel día. Probablemente la peor combinación sea con un bebé gruñón, al cual cada nuevo cambio le disgusta más. El punto fuerte de esta clase de padres estriba en su habilidad para investigar y solucionar problemas. Además, están totalmente abiertos a cualquier tipo de sugerencias.

LOS PADRES TENSOS son muy sensibles. Puede que sean tímidos y, por tanto, para ellos es difícil acercarse a otros padres en busca de compañía o apoyo. Durante los primeros días de su reciente maternidad, las madres tensas lloran con frecuencia y se sienten incompetentes. Por su lado, los papás tensos tienen miedo de coger al bebé. Con un bebé angelito o de libro, este tipo de padres suele llevarlo bien, pero si la criatura tiene un mal día, como les ocurre de vez en cuando a todos los bebés, piensan que es culpa suya. No toleran demasiado bien los ruidos y les molestan enormemente los llantos, así que un bebé susceptible o gruñón raramente será lo más adecuado para ellos. Es probable que la mayor parte del tiempo se sientan frustrados y con las lágrimas a flor de piel. Si tienen un bebé gruñón, posiblemente se tomarán de forma personal sus cambios de humor. He conocido a parejas que me han llegado a decir: «El niño nunca sonríe porque nos odia». Los padres tensos tienden a sentirse abrumados, sobre todo, por los bebés movidos, los cuales enseguida se dan cuenta de que tienen la sartén por el mango. Aunque su extrema sensibilidad también tiene un lado positivo: les resulta muy fácil sintonizar con el bebé.

LOS PADRES DINÁMICOS y ambiciosos siempre están activos, siempre andan metidos en algún proyecto u otro. Son padres que no pueden quedarse quietos; y tal vez tengan problemas con el hecho de que un bebé los obligue a bajar el ritmo. También puede que tengan bastante genio. Los padres dinámicos acostumbran a ignorar los consejos. A pesar de que muchos de ellos me llaman para preguntarme qué deben hacer, si les diseño un plan, es probable que me salgan con un montón de «Sí, pero…», o de preguntas del tipo «¿Y qué pasa si…?». Dado que normalmente arrastran al bebé con ellos a todas partes, estos padres podrían agotar incluso a un equilibrado bebé angelito o a uno de libro; o peor, los podrían hacer sentir inseguros en medio de tanto caos. Y en el proceso, a menudo se pierden lo que tienen delante: la alegría de haber tenido un bebé que ya les gustaría a la mayoría de padres. Los padres dinámicos pueden enfadarse con un bebé susceptible, sentirse ofendidos por el mal humor o la falta de flexibilidad de un bebé gruñón y chocar con un bebé movido. Tienden a ser algo rígidos y a actuar de forma más bien drástica, como dejar llorar al bebé hasta el agotamiento, por ejemplo, en lugar de adoptar una solución más gradual y compasiva para los trastornos del sueño de su hijo. Empujados por sus propias necesidades, son muy estrictos y, en consecuencia, tienden a verlo todo en blanco y negro. La rutina E. A. S. Y. no les convence, ya que cuando oyen la palabra «rutina», piensan inmediatamente en un horario. Por otro lado, son padres muy creativos que exponen a sus hijos a un amplio abanico de experiencias y los animan a probar cosas nuevas y a asumir riesgos.

LOS PADRES TESTARUDOS parecen creer que lo saben todo y se sienten contrariados cuando su bebé no reacciona como ellos piensan que debería hacerlo. Se aferran con fuerza a sus ideas, a menudo son muy obstinados y les cuesta comprometerse. Este tipo de padres siempre se están quejando. Incluso aunque tengan un bebé angelito o uno de libro, encontrarán y se obsesionarán con la única cosa que su hijo no hace o, según su opinión, hace mal. A los padres testarudos les resulta difícil tolerar los llantos de un bebé susceptible. No les gusta la molestia de tener que estar continuamente calmando o persiguiendo a un bebé movido. Y se enfadan al descubrir lo terco que es su bebé gruñón y lo poco que sonríe, quizás porque les recuerda a su propio carácter. En definitiva, estos padres siempre encuentran la manera de criticar y censurar a todas horas a su hijo, independientemente del tipo de bebé que sea. Y para empeorar más las cosas, hablan mal de sus hijos y se quejan ante otras personas en presencia de sus bebés; y al hacerlo, estos padres convierten a sus pequeños precisamente en aquello que constantemente les dicen que son. Lo bueno de los padres testarudos es que tienen mucho aguante y tesón. En cuanto reconocen un problema, se muestran abiertos a escuchar sugerencias y están dispuestos a perseverar, incluso cuando el camino se pone difícil.

Tened en cuenta que los estilos emocionales descritos anteriormente son retratos llevados al extremo. Nadie encaja perfectamente en ninguna de estas categorías; la mayoría de nosotros podemos ver rasgos de nuestro propio carácter en cada una de ellas. Sin embargo, si somos sinceros, sabemos quiénes somos la mayor parte del tiempo. Con esto no estoy insinuando que los padres no puedan cometer errores. Sencillamente son humanos. Sus propias necesidades bullen siempre bajo la superficie y también tienen una vida e inquietudes, además de sus hijos (lo cual es muy positivo). Mi objetivo a la hora de mostraros estos posibles escenarios de «incompatibilidad» es agudizar vuestras conciencias, a fin de que tengáis un poco más presente cómo vuestra forma de ser y comportamiento puede afectar a la salud emocional de vuestro hijo. Desafortunadamente, cuando los padres son incapaces de ver a través del velo de sus propios intereses personales y cuando sus exigencias y expectativas no son compatibles con el temperamento y las aptitudes de sus hijos, su actitud puede dificultar seriamente la salud emocional del niño, especialmente el desarrollo de la confianza.

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