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AYUDA A TU BEBÉ A DESARROLLARSE

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Criar y educar a un hijo siempre implica conseguir ese frágil equilibrio entre estar ahí para proteger al niño y darle libertad para que pueda explorar el mundo por su cuenta. A fin de recordarles a los padres que busquen ese punto medio, yo les sugiero «H. E. L. P.». 5

Reprímete: No acudas inmediatamente. Concédete unos minutos para averiguar por qué llora tu bebé o por qué se aferra a ti como si le fuera la vida en ello.

Fomenta la exploración: Deja que tu bebé o tu niño descubra por sí solo la maravilla que son sus dedos o el nuevo juguete que acabas de colocar en su cunita. Si necesita tu ayuda, ya te lo hará saber.

Pon límites: Probablemente tú conoces el umbral de resistencia de tu bebé. Limita la cantidad de estímulos que recibe al día, el tiempo que está despierto, el número de juguetes que lo rodean y las opciones que se le presentan. Intervén antes de que sufra un exceso de estimulación.

Elógialo: Desde que es un bebé, empieza a aplaudir los esfuerzos de tu hijo, no los resultados («¡Mira qué bien! Estás metiendo el brazo en la manga del abrigo»). Sin embargo, tampoco te pases (Tu hijo no es «el chico más listo del mundo», ¡por muy inteligente que a ti te parezca!). Un elogio adecuado no sólo incrementa la autoestima de tu hijo, también le sirve de acicate.

4. RESPETA EL ESPACIO FÍSICO DE TU BEBÉ. Incluso aunque creas que él no entiende tus palabras, explícale lo que estás a punto de hacer. Por ejemplo, cuando vayas a cambiarle el pañal, dile: «Ahora voy a levantarte las piernecitas y a ponerte un pañal limpio». Si te dispones a salir con él de paseo: «Ahora vamos a ir al parque y como hace frío voy a ponerte el abrigo». Y sobre todo, cuando lo lleves al pediatra, cuéntale lo que está pasando y tranquilízalo: «Cariño, ahora el doctor Schneck tiene que examinarte. No te preocupes, yo estaré aquí contigo». (Véase el recuadro de la página 83, «¡Horror, la temida consulta del médico!»)

5. NO IGNORES JAMÁS LOS LLANTOS DE TU BEBÉ Y EMPIEZA A DESCRIBIR SUS SENTIMIENTOS MUCHO ANTES DE QUE CREAS QUE ÉL PUEDE COMPRENDERLOS. Tu bebé intenta decirte algo sobre cómo se siente. Tú puedes hacer que se familiarice pronto con el lenguaje de las emociones dando nombre a sus distintos tipos de llantos («Tienes hambre: claro, hace tres horas que no comes» o «Ahora estás cansado y tratas de dormir un poco»).

6. DEJA QUE LOS SENTIMIENTOS DEL BEBÉ GUÍEN TUS ACCIONES. Por ejemplo, si cada vez que conectas el móvil cerca de tu bebé susceptible él se pone a llorar, significa que te está diciendo: «Esto es demasiado para mí». Deja que mire el aparato, pero sin la música.

7. AVERIGUA CON QUÉ MÉTODOS LOGRAS SOSEGAR A TU BEBÉ. Aunque envolver a los bebés es casi siempre una técnica efectiva, los de tipo movido y gruñón todavía se ponen más nerviosos cuando se sienten atados. Del mismo modo, a pesar de que el método palmadita con susurros (página 185) suele ayudar a dormir a un bebé, a uno de tipo susceptible probablemente le parecerá demasiado invasivo. El hecho de distraerlos funciona con casi todos los bebés, pero es posible que a los de tipo movido, gruñón o susceptible sea necesario alejarlos de una situación demasiado estimulante para que puedan calmarse.

8. TOMA MEDIDAS PARA ASEGURARTE DE QUE TU BEBÉS E ESTÁ ALIMENTANDO BIEN, YA DESDE EL PRINCIPIO. Si tienes problemas a la hora de darle el pecho a tu hijo y los consejos de este libro no te ayudan, contacta de inmediato con una especialista en lactancia. Sufrir durante la fase de aprendizaje de su madre puede hacer que un bebé angelito o uno de libro se vuelvan desagradables, pero es particularmente perturbador para los bebés de tipo susceptible, movido y gruñón.

9. HAZ QUE NO SE SALTE SUS SIESTAS Y DUERMA LAS HORAS NECESARIAS POR LA NOCHE. Un bebé que duerme lo que necesita está más preparado emocionalmente para enfrentarse a lo que se le presente. Si tu bebé es del tipo susceptible, ten especial cuidado en ubicar la cuna en un lugar tranquilo y seguro y en apagar todas las luces a la hora de la siesta.

10. NO SOBRE PROTEJAS A TU HIJO ; DEJA QUE EXPLORE Y DISFRUTE DE SU INDEPENDENCIA. Recuerda mi acrónimo H. E. L. P. (véase el recuadro de la página anterior) cuando mires jugar a tu bebé. Observa qué clase de actividades le gusta hacer y respeta su ritmo. Si quiere volver a sentarse en tu regazo, deja que lo haga. En el caso de un bebé susceptible o gruñón, es más probable que se atreva a descubrir cosas nuevas si sabe que tú estás ahí para ayudarlo si te necesita.

11. PROGRAMA LAS ACTIVIDADES PARA LOS MOMENTOS EN QUE TU BEBÉ ESTÉ MÁS PREDISPUESTO. Agotar o sobreestimular a un bebé es casi siempre garantía de provocarle emociones desbocadas. Ten en cuenta el temperamento de tu hijo y la hora del día cuando hagas planes para hacer recados, visitar a parientes o quedar con otras mamás. No planifiques un encuentro para jugar con otros niños cuando a tu bebé le falte poco para la hora de la siesta. Si los bebés son más mayorcitos y, por tanto, ya pueden dar golpes, empujones y moverse de un lado a otro, evita juntar a un bebé susceptible con uno movido.

12. ASEGÚRATE DE QUE QUIENES SE ENCARGAN DE CUIDAR A TU BEBÉ, ADEMÁS DE TI, COMPRENDEN Y ACEPTAN SU TEMPERAMENTO. Si has contratado a alguien para que cuide de tu hijo, pasa unos cuantos días con esa persona para ver cómo reacciona tu bebé. Puede que a ti te encante una niñera, pero no pretendas que tu hijo la acepte sin un periodo previo de adaptación (véase el apartado «Ansiedad ante los extraños», página 374).

Guía práctica para tener bebés tranquilos y felices

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