Читать книгу Prohibido nacer - Trevor Noah - Страница 12
ОглавлениеLa genialidad del apartheid fue convencer a una población que constituía la mayoría aplastante del país para que se volvieran los unos contra los otros. En inglés apartheid suena como «apart» y «hate», ‘separar’ y ‘odiar’, y eso mismo es lo que hizo. Separar a la gente en grupos y hacer que se odiaran entre ellos para poder aplastarlos a todos. Por entonces la población negra de Sudáfrica superaba en número a la blanca en una proporción de casi cinco a uno, pero estaba dividida en tribus distintas que hablaban idiomas distintos: zulú, xhosa, tswana, sotho, venda, ndebele, tsonga, pedi y otros.
Mucho antes de que existiera el apartheid, aquellas facciones tribales ya estaban enfrentadas e iban a la guerra entre ellas. El régimen de los blancos se limitó a aprovechar aquella animosidad para dividir y conquistar. Tanto aquellas tribus como otra gente no blanca fueron sistemáticamente clasificadas en grupos y subgrupos. Luego a esos grupos se les otorgaron distintos niveles de derechos y privilegios para mantenerlos enemistados.
Quizás el más cruel de estos enfrentamientos era el que mantenían los dos grupos dominantes de Sudáfrica: los zulú y los xhosa. El hombre zulú es conocido como guerrero. Es orgulloso. Baja la cabeza y lucha. Cuando los ejércitos coloniales invadieron su tierra, los zulús se lanzaron a la carga sin nada más que lanzas y escudos contra hombres armados con fusiles. El invasor masacró a miles de zulús, pero ellos siguieron luchando. Los xhosa, en cambio, se enorgullecen de ser los pensadores. Mi madre es xhosa. Nelson Mandela era xhosa. Los xhosa también libraron una larga guerra contra el hombre blanco, pero después de experimentar la futilidad de presentar batalla a un enemigo mejor armado, muchos jefes xhosa adoptaron una estrategia más sagaz. «Estos blancos se van a quedar aquí nos guste o no», dijeron. «Vamos a ver cuáles de sus herramientas nos pueden ser útiles. En vez de resistirnos al inglés, aprendamos inglés. Así entenderemos qué dicen los blancos y podremos obligarlos a negociar con nosotros.»
Los zulús fueron a la guerra con el hombre blanco. Los xhosa jugaron al ajedrez con el hombre blanco. Durante mucho tiempo ninguna de las dos tribus tuvo apenas éxito, y cada una de ellas culpó a la otra de un problema que ninguna de ellas había creado. La amargura se enquistó. Durante décadas aquellos sentimientos se vieron refrenados por un enemigo común. Luego el apartheid se vino abajo, Mandela salió libre y la Sudáfrica negra fue a la guerra contra sí misma.