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CAPÍTULO 2
«Realmente, somos lo que comemos»
Оглавление«MIENTRAS EL HOMBRE CONTINÚE SIENDO EL DESTRUCTOR DESPIADADO DE SERES VIVIENTES A LOS QUE CONSIDERA INFERIORES, NUNCA CONOCERÁ LA SALUD O LA PAZ, MIENTRAS LOS HOMBRES MASACREN A LOS ANIMALES,SE MATARÁN LOS UNOS A LOS OTROS.
»INDISPUTABLEMENTE, AQUEL QUE SIEMBRA LA SEMILLA DEL ASESINATO Y EL DOLOR NO PUEDE COSECHAR GOZO Y AMOR».
Pitágoras De Samos
(Filósofo De La Antigua Grecia).
Mucho antes de que nosotros, como familia, tuviéramos la buena fortuna de encontrarnos con Sri Sathya Sai Baba por primera vez, ya habíamos adoptado la dieta vegetariana, pues estábamos convencidos de que el único camino para enseñar adecuadamente a nuestros hijos a amar todo lo que existe era inculcarles los maravillosos misterios de la compasión, desde una edad temprana.
Por supuesto que sabíamos que un cambio tan radical en nuestro comportamiento social, como lo sería el abandonar el consumo de proteína de origen animal, traería a nuestras vidas el aislamiento, pero no estábamos preparados para lo que en verdad sucedió cuando eliminamos la carne de nuestro menú.
Al principio, fue un poco doloroso observar que muchos de nuestros amigos y familiares huyeron despavoridos al recibir la noticia de nuestra decisión. Y por supuesto que podíamos olvidarnos de ser invitados a comer en otra casa, ya que nos convertimos en unos malvivientes de la noche a la mañana.
La mayoría de la sociedad moderna acepta la matanza de animales como una parte esencial de la vida y, por lo general, prepara a nuestros niños para tomar parte en esta experiencia sin preocuparse por el bienestar de los que llamamos «los grados inferiores de la existencia».
Es más, en el idioma inglés existen palabras específicas que identifican a los animales que han sido sacrificados para el consumo humano como, por ejemplo, a la carne de un cerdo muerto se la denomina pork y lo mismo ocurre con las gallinas, las vacas y otros animales de granja.
La dieta humana se basa en la crueldad y la ignorancia, y no es sorprendente que suframos de tantas enfermedades mentales al haber estado consumiendo el terror y la agonía contenida en la carne muerta de las pobres criaturas que masacramos por millones, en el nombre de nuestra glotonería insaciable.
La raza humana demuestra una total indiferencia hacia algunos hechos bien conocidos en relación con lo que comemos y la sociedad toda es la que paga el alto precio ocasionado por nuestra ceguera.
No nos importa que nuestros dientes y órganos internos no hayan sido diseñados para comer carne, como sí lo fueron los de otros animales que son naturalmente carnívoros. Pero, ya que el presente texto no pretende ser una tesis sobre asuntos médicos, me apegaré al lado espiritual de la realidad y veremos cómo seguimos.
Los humanos somos responsables por la muerte despiadada e innecesaria de millones de animales inocentes, lo cual nos obliga a pagar una enorme deuda kármica como grupo humano. Pero además tenemos una tendencia natural a que nos desagrade el olor, la apariencia y el gusto de la carne cruda, lo cual explica la necesidad de cocinarla para poder comerla.
Si alguien se atreviera a decirme «yo como carne porque me gusta su sabor», yo lo desafiaría a matar una vaca con los dientes y a luego comerla mientras su cuerpo todavía esta tibio y el corazón aún late, porque eso es lo que un animal carnívoro tiene que hacer en la naturaleza. Lo que realmente les gusta a estas personas es el sabor de las especias agregadas a la carne cocida, pero no la carne en sí.
Nuestro sistema digestivo ha sido perfectamente diseñado para deshacer y procesar diferentes tipos de proteína vegetal, como frutas o semillas, hojas verdes y nueces, pero cualquier otro elemento de origen animal sería indigerible para nosotros, y por lo tanto es dañino para nuestro organismo.
Nuestros Guías nos habían dicho que, si deseábamos trabajar en estrecha relación con las Fuerzas Fundamentales de la Naturaleza, deberíamos estar física y mentalmente puros, para poder así acceder a la información que los Devas nos ofrecían.
Los Devas, los Ángeles, los Gnomos y otros Seres de Luz o Semidioses que aparecen en el folklore de gran parte de las diferentes culturas del mundo son absolutamente reales y pueden ser contactados por los seres humanos en cualquier momento. Por supuesto nuestras intenciones deberán ser puras para que ellos respondan a nuestro llamado, pero una persona que practique una dieta carnívora no puede siquiera aspirar a tal cosa.
Por lo tanto, si teníamos buenas intenciones, los Devas se comunicarían con nosotros y nos guiarían en todos los asuntos relacionados con el cultivo de diferentes plantas, ya sea que nos refiramos a las verduras para consumo humano o a la forma correcta de hacer que dos plantas totalmente distintas se ayuden la una a la otra.
Una vez establecidos en nuestro nuevo entorno, debíamos ser capaces de alimentar a la familia y de asegurarnos que los suelos regresaran a su condición ideal, antes de que nos encontráramos con otros temas más complicados que también eran parte de nuestro trabajo. Todo este proceso nos llevó un largo tiempo, pero seguíamos avanzando.
Fue por esa época en que las comunicaciones con Sri Sathya Sai Baba se tornaron más ricas y complejas, cuando Él comenzó a transmitirme algunos aspectos de Su Avatara que incluso hoy en día no son bien conocidos o, quizá deba decir, no son entendidos totalmente por Sus seguidores.
Empecé a recibir fórmulas alquímicas en la forma de ecuaciones geométricas visuales y mi tarea, según me lo dio a entender, era la de preparar una serie de presentaciones audiovisuales que Swami llamó las «Parábolas Holográficas».
Estas presentaciones, combinadas con un profundo cambio en nuestra dieta, iniciarían la expansión cerebral necesaria que originaría el despertar y nos ayudarían a ponernos en sintonía con la nueva realidad que enfrentábamos al acercarnos al final de la Kali Yuga y a la víspera de La Edad de Oro, la Satya Yuga.
La forma en la que me llegaban las imágenes que componían estas presentaciones es un tanto difícil de explicar, pero intentaré hacerlo de la mejor forma posible para el beneficio del lector. Todo comenzaba con la meditación matinal y, una vez que yo podía alcanzar ese estado de serenidad absoluta, se me invitaba a visitar realidades alternativas donde pude presenciar situaciones que no se correspondían en absoluto con lo que los humanos vemos diariamente.
«Nuestra civilización humana» se desarrolla en la tercera dimensión, la cual es la más baja de las dimensiones en las que puede ocurrir la vida orgánica. Sri Sathya Sai Baba, o un Ser de Luz designado por Él, me llevaba a visitar dimensiones más altas que la tercera, y yo debería recordar las imágenes vistas en nuestros viajes.
Mas tarde, cuando la meditación llegaba a su fin, se me instruiría sobre cómo fusionar las imágenes y mezclarlas con música, para poder así transmitir mensajes crípticos a la sociedad. De esa forma comenzaría el desmantelamiento de las viejas y rígidas estructuras de pensamiento, creando así un espacio para poder acomodar la nueva información sin que hubiese ningún tipo de interferencia.
Debo mencionar que gran parte de lo que me fue mostrado en meditación era demasiado complejo para que yo pudiese entenderlo, dado que mi cerebro todavía estaba lejos de haber alcanzado su estado óptimo, pero se me dijo que no me preocupara por hacer una elaboración intelectual que no me conduciría a ninguna conclusión que yo pudiese entender en ese momento.
En cuanto finalizó la primera serie de once Parábolas Holográficas, y los seres que estaban en estado receptivo tuvieron acceso a ella, se me ordenó comenzar a trabajar en la segunda serie de once presentaciones que ayudaría a establecer la información en el cerebro de estas personas.
La nueva forma de hacer las cosas requeriría «ajustes» para que nuestro cerebro pudiera trabajar correctamente dentro del marco de una nueva realidad, pero eso se fue haciendo a medida que íbamos avanzando en nuestra labor.
La forma en la que se me explicó, para facilitar mi entendimiento, fue que reemplazaríamos el antiguo cableado de cobre del cerebro con la más avanzada fibra óptica, lo cual nos permitiría tener acceso a la información idónea, y esta a su vez desbloquearía nuestro ingreso a la Era Dorada.
Algo un tanto desagradable que debo incluir en este punto es que, una vez que la meditación diaria acababa, yo sentía la necesidad de ir al baño para poder así evacuar todo lo acumulado a través de los años.
Con el tiempo, mi cuerpo físico, haciendo uso de una combinación de ejercicios de Yoga, la Meditación diaria, las Parábolas Holográficas y una buena dieta, pudo transitar entre las diferentes dimensiones con facilidad.
Cuando pedí detalles acerca de por qué debía pasar por una disciplina tan estricta, la respuesta de Swami fue que, una vez que mi cuerpo pudiese hacer algo, dada la naturaleza holográfica del Universo, todos los demás podrían también hacerlo. De esa manera entendí que estaba siendo utilizado como una clase de prototipo que más adelante se reproduciría en el resto de la humanidad.
Realmente, somos lo que comemos, pero, como dijo Swami muchas veces, nuestra dieta es todo lo que ingresa a nuestro cuerpo a través de los órganos sensoriales, ya sea que hablemos de sonidos, de imágenes o de pensamientos, por lo tanto, era lógico que tuviésemos que mantenernos alejados de las tentaciones a las que la mayoría de las personas están expuestas día a día.
Los que integramos este humilde proyecto hablamos sobre el amor incondicional porque este nos ofrece la única oportunidad que tendrá la humanidad de reencontrarse consigo misma, con su verdadera esencia, en mucho tiempo. Esa es, a grandes rasgos, la propuesta de este programa.
Nuestra intención al presentar el trabajo que hacemos cada día es simplemente la de mostrar que es posible vivir de otra manera, para poder así existir en armonía con el mundo que nos rodea.
Cuando hablamos sobre la necesidad que tiene la humanidad de regresar a la huerta, nos referimos al hecho de que con solo presenciar el maravilloso proceso de creación que ocurre cuando cultivas tu alimento, los seres humanos serían capaces de entender que la sociedad ha sido engañada por un grupo de compañías multinacionales que no poseen una identidad reconocible ni decencia y que, gracias al uso de astutos trucos de marketing, nos controlan tan fácilmente.
Los gobiernos de muchos países son regidos por reglas dictadas por estos monstruos. Pero, debido a que somos nosotros los que elegimos a esos gobiernos, todos somos en parte responsables por lo que sucede en nuestra sociedad. Deberíamos poder controlar nuestras propias vidas y dejar de culpar a esas aberraciones que nosotros ayudamos a crear.
Al establecer huertas comunitarias, podemos enriquecer nuestras vidas de tantas formas que de momento nos están vedadas.
Por otra parte, hay algo positivo con respecto a las grandes ciudades que a menudo pasamos por alto, el gran número de gente que las habita y la variedad de culturas que, cuando se les da buen uso, benefician a todos sus ciudadanos.
Al ser parte de una comunidad bien organizada, nuestros hijos adquirirán habilidades y conocimientos que quizá podrían no tener valor comercial, al menos en un principio, pero que los prepararán para la vida.
Una vez más, Sri Sathya Sai Baba ha dicho: «NINGUNA ENFERMEDAD PUEDE ATACAR A UN CUERPO SANO», y es esa nuestra fuente de inspiración.
Las enfermedades son el producto de una sociedad profundamente inmersa en su propia ignorancia. Nadie necesita estar enfermo. Todos vamos a morir algún día, porque todo lo que alguna vez nació debe morir, pero, aunque el dolor es inevitable, el sufrimiento no es necesario.
«...ES IMPORTANTE NOTAR QUE AQUELLOS QUE SE ALIMENTAN CON COMIDA VEGETARIANA SON MUCHO MENOS PROPENSOS A ENFERMEDADES, MIENTRAS QUE LOS NO-VEGETARIANOS SON PROPENSOS A TENER MUCHAS ENFERMEDADES. ¿POR QUÉ? PORQUE EL ALIMENTO ANIMAL NO ES COMPATIBLE CON LAS NECESIDADES DEL CUERPO HUMANO».
Sri Sathya Sai Baba, Lluvias De Verano 1990, P. 34