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Introducción
ОглавлениеOm Sri Sai Ram
Al nacer, mis padres me llamaron Víctor Daniel González Díaz y tengo algo para confesar; en el año 2006 comencé a escuchar voces. Sé que uno jamás debería contar estas cosas raras a nadie, porque podría darse que uno termine encerrado en una celda acolchada, sin acceso a visitas y que nunca más vea la luz del sol. Pero tengo que decir que solo era una voz la que yo escuchaba. Era muy dulce al hablarme y solamente me hablaba de Amor y de Compasión, por lo que, naturalmente, me dispuse a escucharla.
La adorable y melodiosa voz que yo podía oír claramente en mi cabeza me decía que debía amar todo y a todos, tal como me amo a mí mismo. Obviamente, para poder hacer lo que la voz me sugería, en primer lugar, debería amarme y, luego, y solo entonces, podría yo poco a poco extender ese maravilloso sentimiento de paz interior al resto de la Creación.
Pero al principio, mi corazón y mi cabeza estaban tan embrutecidos por el miedo, que yo no podía comprender ese concepto absolutamente básico. Era evidente que yo no estaba todavía listo para amarme como se me estaba indicando.
Ocurre que amarse a sí mismo es lo más difícil que uno podría considerar hacer, porque por muchísimo tiempo se nos ha dicho que somos hijos del pecado y que jamás podríamos siquiera contemplar la idea de ser como Jesús de Galilea u otro Gran Maestro.
Pero la voz insistía en decirme que yo tenía algo para hacer, algo que sería de ayuda no solo para mí, sino para muchos otros, por lo que empecé a concentrarme un poco más seriamente en el mensaje que al parecer provenía de lo más profundo de mi ser.
Escuchando las escasas comunicaciones que llegaban al principio, pude entender que la idea principal era la de escribir un libro que hablase sobre la forma peculiar en la que vivimos nosotros, es decir, esta familia que reside en una pequeña aldea rural ubicada en las colinas del oeste de Victoria, Australia.
Nosotros, mi familia y yo, nos habíamos mudado desde una gran ciudad algunos años antes siguiendo una de mis meditaciones, así que la idea de escuchar voces dentro de mi cabeza no era nueva para mí. Pero resulta que yo soy carpintero de oficio y que mi única educación formal fue haber completado la escuela primaria en mi ciudad natal, Montevideo, la capital de Uruguay, hace muchos años. Por lo tanto, sé leer y escribir, pero ¿me animaría a escribir un libro?
En ese entonces, la idea misma de escribir algo me resultaba tan foránea que jamás hubiera considerado tener esa clase de ambición, así que, al principio, simplemente ignoré el llamado. Sin embargo, la voz persistía, y era claro que no iba a desaparecer con tan solo mirar hacia otro lado.
Pues, un buen día decidí considerar la posibilidad de escribir algo para ver si podía hacerla callar, aunque la pregunta que rondaba por mi cabeza era: ¿escribir sobre qué?
Mis meditaciones siempre habían sido muy personales e indiscutiblemente demasiado extrañas para compartirlas con alguien, a excepción de mi esposa Cristina, por lo que seguí haciendo otras cosas y por un tiempo olvidé todo el asunto acerca de escribir un libro.
A su debido tiempo, la perseverancia amorosa pero definitivamente firme de la petición volvió a llamar mi atención, y entonces comencé a registrar en cuadernos algunas de las experiencias de nuestra familia. Pero, en ese momento, ponerlo todo en forma de libro no era algo que yo pudiese considerar seriamente.
Unos dos o tres años más tarde, una serie de circunstancias peculiares me llevaron de nuevo a la India para ver a Sri Sathya Sai Baba. Una vez allí, algunos devotos que había conocido en viajes anteriores me sugirieron que aquello que yo había escrito podría convertirse en un «libro interesante». Fue así que decidí arriesgarme y, aunque llevó años metérmelo en la cabeza, me propuse empezar a escribir un breve relato de cómo terminamos viviendo aquí, haciendo lo que hacemos.
Finalmente, con profunda devoción, le presenté el manuscrito de la primera edición de Tiempos Divinos a mi Divino Maestro, y el libro fue publicado por el Sri Sathya Sai Trust, a finales del año 2009, y nosotros, Cristina y yo, decidimos ofrecerlo como una donación para esa institución.
Entonces, todos estos años más tarde, luego de recibir mis nuevas órdenes, estoy listo para escribir un nuevo y mejorado recuento de mis experiencias personales con el Ser que yo considero es El Gran Avatar de esta Era, Bhagavan Sri Sathya Sai Baba.
Nosotros, Cristina, Nicolás, Mercedes y yo, como grupo familiar hemos tenido la maravillosa oportunidad de haber vivido algunas magníficas experiencias con Baba, tanto personalmente como a través de sueños y visitaciones en estos más de veinte años de devoción, y más de una vez se nos ha indicado que deberíamos hacer el esfuerzo de compartir nuestras vivencias con cualquier persona interesada en asuntos de este tipo.
Una de las intenciones detrás de la publicación del presente texto fue la de alentar a gente común como nosotros a hablar acerca de sus encuentros con Baba, ya que sabemos por experiencia propia que cualquier persona que haya tenido la gran oportunidad de conocerlo, aun brevemente, tendrá algo maravilloso para contar.
Cristina y yo creemos firmemente que escuchar estas historias personales podría darnos un mejor entendimiento sobre lo que realmente significa haber tenido la dicha de nacer durante la Era del Advenimiento del Gran Avatar.
Sri Sathya Sai Baba nos dice que practicar Satsang (2) nos enriquece, tanto a nosotros como a quien escuche las narraciones. Entonces, esos millones de historias personales serán contadas algún día, y lo narrado se considerará como un reporte objetivo del momento más sagrado que la humanidad haya tenido la oportunidad de presenciar, pero esta es nuestra contribución, la humilde historia de la familia González y el Gran Purna Avatar.
Algunas partes de lo que aquí describiremos podrían ser usadas como una guía básica sobre cómo vivir una vida orgánica, aunque es esencial entender que las personas interesadas deberán realizar algunos ajustes a nuestros métodos de trabajo, teniendo en cuanta su propio estilo de vida y su ubicación geográfica, para así asegurar el correcto funcionamiento de las diferentes técnicas.
Ahora puedo ver que mi primer intento de plasmar algunas de las experiencias que tuvimos la dicha de vivir fue demasiado pobre, pero fue, después de todo, solo un ensayo.
Lo que me dispongo a hacer ahora no pretende ser una obra maestra de la literatura, y sé que no integrará la lista de bestsellers, pero al menos será un poco más generoso que el primero, o eso espero.
Dedico humildemente este modesto trabajo a los Pies de Loto del Gran Purna Avatar de la presente Era, Bhagavan Sri Sathya Sai Baba.
VïDâ González, Casterton, siete de mayo del año 2019
2 Satsang / Satsanga es una palabra sanscrita que significa asociación con personas santas, o estar en compañía de gente piadosa. También simboliza reunirse en grupo para escuchar relatos sagrados en busca de conocimiento.