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Introducción

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Mi época en la universidad estuvo marcada por las dificultades económicas. Aunque me habían concedido una beca, destinaba la mayor parte a pagar mi alojamiento. Me quedaba muy poco para vivir. No podía permitirme comprar ningún libro de texto. No le pedía dinero a mi madre, porque sabía que lo estaba pasando mal. Sabía que si se lo pedía, me conseguiría el dinero como fuera, lo mismo que había hecho toda su vida, aunque tuviera que quedarse sin comer.

Por lo general, me administraba bien. Podía salir de fiesta con mis amigos con regularidad, nunca pasaba hambre, y tampoco tenía que usar siempre la misma ropa. Ganaba algo de dinero con encargos que hacía por Internet, como diseños de página personalizados en MySpace.

Durante un trimestre de verano volví a casa para tomarme un descanso. No me quedaba dinero y todo me parecía muy difícil. No quería volver a la universidad porque estaba desilusionado con los estudios y me faltaba motivación para completar la tarea que me habían encargado para el verano. Tras haber pasado gran parte del año estudiando, me vi obligado a encontrar un trabajo estival para poder mantenerme cuando volviera a la universidad. Todos mis amigos estaban planeando pasar juntos esas vacaciones que tanta falta nos hacían, y no podía permitirme ir con ellos. Además, tenía problemas con una chica. Las dificultades que experimentaba en mis relaciones sentimentales y platónicas me enfurecían constantemente, y no estaba contento con mi vida.

Una noche, descubrí un libro llamado El secreto. 1 La gente decía que le cambiaba la vida, y que podía ayudar a todo el mundo. Se basaba en un principio simple: la ley de la atracción.

La premisa de la ley de la atracción es que creamos aquello que pensamos. En otras palabras, podemos atraer las cosas que queremos a nuestras vidas si nos dedicamos a pensar en ellas. Esto se aplica tanto a lo que quieres como a lo que no quieres; sencillamente, aquello en lo que te centres llegará a ti. Por lo tanto, la ley de la atracción enfatiza la importancia de pensar en lo que quieres, en lugar de enfocarte en aquello que te preocupa o temes.

La ley de la atracción hace mucho hincapié en el pensamiento positivo.

Me parecía demasiado bueno para ser verdad, así que empecé a investigar y leí sobre gente que afirmaba que la ley de la atracción le estaba trayendo cambios asombrosos. ¿Podría aplicarlo a mi vida también?

Sabía exactamente lo que quería: irme de vacaciones con mis amigos. Necesitaba unas quinientas libras esterlinas para conseguirlo. Así que seguí las pautas generales y traté de ser lo más positivo posible.

A la semana siguiente, recibí una carta de la oficina tributaria en la que me decían que podría haber pagado demasiados impuestos. ¿Era esto una señal de que la ley de la atracción estaba funcionando? Rellené el formulario para proporcionarles más detalles y lo envié por correo tan pronto como pude. Pasó una semana y no tuve noticias. Mis amigos se estaban preparando para reservar sus vacaciones, y yo me sentía fatal por no poder acompañarlos. Aún mantenía la esperanza de una posible devolución de impuestos.

Cada vez más frustrado, llamé a la oficina tributaria y les pregunté si habían recibido mi carta. Me confirmaron que lo habían hecho, y que recibiría noticias pronto. En aquel momento me sentía entusiasmado, pero se me estaba acabando el tiempo. El trimestre de verano estaba terminando y mis amigos se marcharían pronto.

Pasó otra semana sin noticias. Estaba empezando a renunciar a la idea y les dije a mis amigos que reservaran las vacaciones sin mí. Decidí centrarme en otras cosas y mejorar mi estado de ánimo leyendo material motivacional. Al menos eso me haría sentir un poco mejor.

Pasaron unos días más y luego llegó un sobre de la oficina de impuestos. Lo abrí nerviosamente. Dentro había un cheque por valor de ochocientas libras. Estaba asombrado, abrumado y encantado. Fui al banco tan rápido como pude para depositar el cheque. Por lo general, los cheques tardan hasta cinco días en liquidarse, pero este estuvo en mi cuenta a los tres días.

El lunes siguiente, mis amigos y yo reservamos unas vacaciones de última hora y salimos en avión cuatro días más tarde. Lo pasé de maravilla. Pero, lo que es más importante, me convertí en un creyente en la ley de la atracción.

Decidí que la usaría para cambiar por completo mi vida.

Vibrar en positivo, vivir en positivo

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