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1. LA MOROCHA Y LA RUBIA MIREYA, REPRESENTACIONES EN EL CINE

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Con una severa raya al medio grabada en su melena morena, los ojos delineados con trazos expresionistas y una sucesión de vestidos de flapper porteña y de batones de percal, Tita Merello vaticinó el manual de estilo del tango desde, justamente, ¡Tango! (Luis José Moglia Barth, 1933), el primer film sonoro argentino. Dos décadas más tarde y desde el afiche oficial de la película Arrabalera (Tulio Demicheli, 1950), santificó una blusa azul con lunares y una falda lápiz como outfit milonguero. Pero lo que la galería de estilos indumentarios instaurada por la actriz y cantante Laura Ana Merello (Buenos Aires, 1904-2002) enalteció a partir de su filmografía fueron los adustos uniformes de trabajo y los ropajes despojados de artificios. El realismo indumentario que predicaba se exhibió en Los isleros (Lucas Demare, 1951), cuyos créditos de vestuario remiten a la “Sastrería Machado”. (1) Tita Merello encarnó a su personaje más austero desde la vestimenta interpretando a Rosalía, apodada la Carancha, quien vistió ropas de paisana –una blusa blanca, el pelo sujetado con dos torzadas y un pañuelo al cuello–. La única extravagancia de su ropero fue un frasco de colonia que el isleño interpretado por Arturo García Buhr le ofrendó al invitarla a vivir lejos del continente: “Huele más fuerte que las flores, es para que te lo pongas en el pelo”, le aconsejó sobre la fragancia.

Con el orgullo de una modelo del pueblo vistió ropajes de operaria en una fábrica de cigarrillos y de dependienta de una carnicería. El guardapolvo de trabajo matizado con una cofia y un delantal superpuesto representó su atuendo cotidiano en Mercado de Abasto (1955). Una variante indumentaria que quiebra los indicios de uniformidad en el film irrumpe en la celebración del Día de los Puesteros: en una competencia de trabajadores, Merello representa el tango “Se dice de mí”, y para ello cambia sus ropas de faena por una falda recta, con un suéter ceñido de estilo cache-coeur y un foulard en el cuello. Otra variante de su traje de operaria viró al uniforme símil tailleur matizado con un sombrero de las jornaleras de una fábrica de cigarrillos en el film Para vestir santos (Leopoldo Torre Nilsson, 1955). “Estoy con el traje nuevo puesto, todo sea por la moda, parezco una campana”, se justifica al acicalarse para ir al baile anual de la factoría.


Figura 1. Tita Merello, fotografiada con joyas de su colección privada por Annemarie Heinrich para la portada de la revista Radiolandia. Cortesía Museo del Cine Pablo C. Ducrós Hicken.

La ficha técnica de Filomena Marturano (Luis Mottura, 1950) encargó el vestuario a Héctor Ferngó –tal fue el seudónimo del diseñador Héctor Fernández Gómez, quien tuvo una casa de modas en la calle Florida al 900–. La protagonista vistió primero una camisa con polka dots y una falda larga, que ante el imperativo del dueño de un cabaret de tango debió mudar por un atuendo más osado: una falda muy corta, un top a rayas abrigado con un pañuelo al cuello y una flor engalanando el pelo.


Figura 2. En Mercado de Abasto (Lucas Demare, 1955), Tita Merello lució uniforme de guardapolvo y cofias blancas, que en sus espectáculos de canto matizó con faldas rectas y pañuelos al cuello. Cortesía Museo del Cine Pablo C. Ducrós Hicken.

Lejos de sus días de cantante en cabarets, Filomena sumó trajes sastre y trench coats como los que Humphrey Bogart inmortalizó en Casablanca (Michael Curtiz, 1942). Los tapados de piel emergieron en Amorina (1961), el film de Hugo del Carril en el que representó su papel más burgués. La secuencia de títulos revela que los diseños de Merello habían pertenecido a “Pedro y Héctor”, y suma agradecimientos a la casa “Marilú Bragance” (2) y a “Maximilian Pieles”.

En 1941, Tita interpretó a Mademoiselle Elise, directora de una casa de modas ficticia llamada del mismo modo. Los relatos del aristocrático salón de modas salían al aire todos los martes y viernes a las nueve y cinco de la noche por Radio Belgrano. Fuera de la pasarela del cine, el fondo de placar de Merello admitió diseños de moda de los hermanos Ferngó, Carola, (3) Fridl Loos, (4) Madame Auguste, (5) y los sombreros de Ercily y de Carmencita.

El imaginario de Merello tuvo su revival en el film Yo soy así, Tita de Buenos Aires (Teresa Costantini, 2017), cuyo vestuario fue diseñado por Julio Suárez. Ambientado entre 1920 y 1950, el disparador de los diseños fueron los manuales de moldería emblemática de esa época. La realización del vestuario requirió tres meses de producción, durante los cuales se confeccionaron cuarenta y dos conjuntos.

De un recorrido por los figurines trazados por el costume designer de la película surge la siguiente bitácora de atuendos, según las escenas y el guion.

Tita, 1921. Ropa Interior/Cambio 3 (Escena 8). Allí el conjunto consiste en un viso de color rosa Dior, plus un corpiño cuasi deportivo, una bombacha símil short de seda y medias de seda que emulan polainas, sujetadas por portaligas.

Tita, 1927. Affaire con Mario del Castillo/Cambio 14 (Escenas 34-35). Bata símil kimono con estampas pictóricas en tonos de marrón y vivos negros.

Tita, 1935. En el Tigre Hotel/Cambio 18 y Cambio 19 (Escenas 41-42). Solero con estampas vegetales provisto de un cinturón, con plisados en el frente, acompañado por una pequeña capa en composé y un foulard en color beige.

Tita, 1935. Festejo Restaurante/Cambio 16 (Escena 39). Corresponde a una falda larga y recta de paño gris combinada con una chaqueta de mangas cortas, una blusa color crudo con jabot, unos guantes símil leopardo y una boina animal print a tono.

Tita, 1938. Ve a Sandrini con una joven/Cambio 24 (Escena 50). Abrigo Perramus en crudo, boina marrón oscuro y zapatos bajos a tono.

Tita, 1940. Fiesta de Año Nuevo/Cambio 25 (Escenas 51-55 y 58-59). Vestido de seda plisado en color ocre con una blusa también de seda con lazo y un tocado de flores turquesa.

Tita, 1951. Premiación/Cambio 35 (Escenas 75-76). Vestido de seda verde con escote en V y línea A. Lleva tablas a ambos lados, que concluyen en un broche-joya.

Los pañuelos de seda y las chalinas con geometrías de los años veinte son el accesorio omnipresente en la trama visual de Yo soy así, Tita de Buenos Aires. Llama especialmente la atención un foulard que, según destaca el guion, le regaló a Tita el actor Luis Sandrini, uno de los amores más pasionales de Merello. “Cuando se separaron, ella iba a la peluquería Anahí de la avenida Córdoba porque desde la ventana podía observar si Sandrini visitaba a su madre, que vivía en el edificio contiguo” (Romano, 2001).

Julio Suárez resolvió mostrar a Tita Merello con una camisa masculina y una falda recta en algunas ocasiones, pero también decidió que fuera del escenario vistiera pantalones. Mercedes Funes, la actriz que representó a Tita, en dos ocasiones usó, por ejemplo, pantalones color camel. Además, para vestir sus actuaciones, el diseñador recreó vestidos de tarde en tonos suaves con transparencias y acentuó los modismos de Merello, lejos de los días de cabarets junto a la orquesta de Francisco Canaro. “Pensé en la representación del estilo argentino y en la letra del tango con las gráficas del momento, y especialmente en los tonos de una gráfica de yerba mate de la época”, señaló Suárez.

Vemos en la película que más tarde, en 1955, Tita tuvo que exiliarse en México como consecuencia de la Revolución Libertadora, cuando los militares que encabezaron el golpe prohibieron a los artistas que simpatizaban con el gobierno de Juan Domingo Perón. A su regreso, cuando vuelve a cantar, Tita Merello viste un traje de noche con brillos y un tajo, emulando la estética del star system argentino, proclamada por las fotografías de Annemarie Heinrich, dispuestas en las portadas de la revista Sintonía.

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