Читать книгу Redes peligrosas - Vik Arrieta - Страница 8
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El miércoles amaneció lluvioso y oscuro. La temperatura había bajado a 4° C. Era posible exhalar vapor al hablar, algo que siempre divertía a Piru. Jugaba hasta que la temperatura de su boca y del exterior se equiparaban y el humo desaparecía. Piru vivía a 7 cuadras del colegio, así que estaba obligada a caminar. Lo bueno de esas cuadras era que podía elegir entre varios caminos alternativos. A veces iba por la avenida, disfrutando la mirada somnolienta de los comerciantes que levantaban sus persianas. Otras, se metía por los pasajitos, para esquivar a los porteros de los grandes edificios que salían a baldear a esa hora. Piru estaba segura de que rompían las baldosas para reírse de las viejas que pasaban por su vereda y se empapaban con el agua negra que las salpicaba a través del pedazo de laja que oscilaba inseguro sobre su propia grieta.
Esa mañana, Piru decidió ir por los pasajes. A pesar de que la distancia era la misma, si no tenía que esquivar gente apurada y baldosas rotas, sentía que acortaba camino. Caminaba con el paso apretado, con la vista fija en algún lugar entre el piso y su bufanda verde. La lana le picaba en el labio superior y cada tanto lo relamía. Sin duda iba a tener los labios quebrados para el final de la tarde. Su cabeza divagaba entre el parcial de Matemática del viernes y una cartita que le había escrito a Juampi, un compañero del colegio con quien había chapado dos sábados atrás en una fiesta de otro colegio, pero del que nadie sabía nada. Juampi era genial, divertido… pero medio chueco y gordito. No era un “trofeo”, pero Piru se sentía muy bien cuando estaba con él. La hacía reír. Y a Piru le encantaba reírse.
De repente, una mano en el hombro la hizo salir volando de su ensoñación romántica, de la misma manera en que el jarrón vuela de la mesa cuando su gato lo atropella durante una imaginaria persecución.
—Piru –afirmó una voz masculina. Sin duda no se trataba de Juampi. Piru giró sobre sus talones.