Читать книгу Flush - Virgina Woolf, Pato Segovia - Страница 5
ОглавлениеLos primeros meses de su vida los pasó en el campo; aunque en realidad pasaba casi todo el tiempo dentro de la casa con su dueña, Miss Mitford, que cuidaba a su padre y escribía.
Los spaniels son comprensivos por naturaleza, y Flush, como lo demuestra su biografía, tenía la capacidad –hasta excesiva– de percibir las emociones humanas. Cuando por fin salían de paseo y veía a su querida dueña respirando aliviada el aire fresco, dejando que la brisa le despeinara su cabello blanco, Flush se sentía inundado por una alegría que expresaba con unos saltitos excitados, y que era, en parte, consecuencia de la felicidad que su propia dueña experimentaba.
A medida que su dueña avanzaba entre el pasto crecido, Flush correteaba de acá para allá, abriendo surcos en la cortina verde. La tierra, a veces dura, a veces más blanda, más fría o más caliente, le hacía cosquillas en las suaves almohadillas de sus patas. Una mezcla sutil de los más variados olores le hacía estremecer las aletas de la nariz: olor a tierra fuerte, olor dulce de las flores, olor a hojarasca y arbustos.
Pero de repente el viento traía un olor más intenso, más nítido, más incisivo que todos los demás, un olor que le atravesaba el cerebro y le despertaba millones de instintos y recuerdos dormidos: el olor a liebre, el olor a zorro. Entonces, corría a toda velocidad y se olvidaba de su dueña y de todo el género humano.