Читать книгу Flush - Virgina Woolf, Pato Segovia - Страница 8

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“Oh, Flush”, dijo Miss Barrett, y por primera vez lo miró a la cara. Flush también miró, por primera vez, a la dama tendida en el sofá. Se sorprendieron el uno al otro.

Espesos rizos caían a ambos lados del rostro de Miss Barrett; sus ojos resplandecían y su boca grande sonreía. Espesas orejas caían a ambos lados del rostro de Flush; sus ojos también eran grandes y brillantes, y su boca, ancha. Había cierta semejanza entre los dos, y, sin embargo, estaban separados por un abismo. Ella tenía la palidez de una inválida privada del aire, del sol y de la libertad. En cambio, en el tosco rostro de Flush se reflejaba la vitalidad de un animal joven, todo instinto, salud y energía. Ambos parecían provenir de un mismo molde y haberse desdoblado después.


Además, existía entre ellos la mayor separación que puede haber entre dos seres. Ella hablaba y él no. Ella era una mujer y él un perro. Y, sin embargo, a pesar de no poder comunicarse con palabras, siguieron mirándose, compenetrados, hasta que Flush se subió de un salto al sofá y se echó adonde habría de echarse toda su vida: acurrucado a los pies de Miss Barrett.

Flush

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