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FRENTE AL ESPEJO

Yo, que comí la cáscara

por no merecer la pulpa.

Yo, que le creí a la culpa

y me escondí tras su máscara.

Yo, que me abofeteé y me dije

los más obscenos insultos,

que me negué a darme indultos

condenándome a estar triste.

Yo, que suicidé a mi anhelo

para lograr ser querido.

Yo, que me enemisté conmigo,

truncando todos mis vuelos

Yo, que me escupí en la cara,

abusador de mí mismo.

Yo, que complací al cinismo,

sobornando a quien me amara.

Yo: exigente y despiadado

con nadie como conmigo.

Yo: mi más cruento enemigo,

mi juez y mi sentenciado...

Me levanté esta mañana

cansado de no quererme,

de apagarme, oscurecerme…

(que mi luz no encandilara).

Vi en el espejo mis ojos

mirándome en mi mirada,

tantas veces empañada

por mirarme con enojo.

Y me di ternura. Y vi,

en ese rostro cansado,

que me observaba extrañado,

lo bello de lo que fui:

me vi ante los que han sufrido

amparando el desamparo.

Me vi austero,. Me vi honrado.

Me vi noble. Me vi erguido.

Me vi alentando lo Hermoso.

Me vi reparando heridas

con confianza agradecida,

sincero, ingenuo y gozoso.

Me vi venciendo al Abismo

sin mancha ni cicatriz.

Y quise hacerme feliz

honrando que soy yo mismo.

Que soy franco, solidario.

Que soy leal y confiable,

y que cuando envainé mi sable

aposté a lo humanitario.

Sin autocompasión malsana,

fui piadoso ante mi pena,

y levanté mi condena

como el que amando, se ama.

Aprecié que, pese a todo,

pese al error y al acierto,

siempre elegí estar despierto,

sin sumergirme en el lodo.

Y mirando mi mirada

me pedí perdón, llorando.

Y de mirarme mirando…

amé a ese a quien miraba.

Quiero empezar a regarme,

jardinero de mí mismo,

(porque no es egocentrismo

abrir mi Esencia y mostrarme).

Vine a Ser. Y eso decido.

Dispongo abrirme a la Vida.

Ya basta de tanta herida,

siendo heridor… ¡y el herido!

Mi propio Lázaro: ¡anda,

levántate dignamente,

resucítate y, valiente,

sé el que obedece... y quien manda!


El fin del autoodio

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