Читать книгу 17 Instantes de una Primavera - Yulián Semiónov - Страница 7

Оглавление

¿Quién es quién?

Al principio, Stirlitz no podía creerlo: en el parque cantaba un ruiseñor. El aire estaba helado, y aunque por los alrededores se advertían tímidos signos primaverales como en una acuarela fina, la nieve aún permanecía compacta, sin ese tímido azul interno que precede siempre al deshielo nocturno.

Los viejos y poderosos troncos de los árboles eran negros; el parque olía a pescado recién congelado. Aún no se percibía el intenso olor a pino y a álamo temblón, podridos desde el año anterior, que acompaña a la primavera; pero el ruiseñor cantaba con todas sus fuerzas: un torrente de trinos y cadencias, frágiles e indefensos en aquel parque sombrío y tranquilo.

Stirlitz recordó a su abuelo. Aquel viejo barbudo de cejas espesas sabía hablar con los pájaros. Llamaba a los estorninos y se sentaba bajo un árbol para contemplarlos durante largo rato, hasta que sus ojos empezaban a parecerse a los móviles ojos de los pájaros, y éstos no le tenían ya miedo alguno.

—Fiu, fiu, fiu —les silbaba su abuelo.

Ellos le respondían confiados, alegremente.

Con la puesta del sol, los negros troncos de los árboles volcaron sus sombras uniformes y lilas sobre la nieve blanca. «Se helará, pobrecito —pensó Stirlitz y, envolviéndose en el capote, regresó a la casa—. No es posible ayudarle: sólo hay un pájaro que desconfía de la gente: el ruiseñor».

Consultó el reloj: las siete en punto.

«Ahora vendrá —se dijo—. Siempre ha sido puntual. Le dije que viniera de la estación a través del bosque, para que no se encontrara con nadie. Esperaré. Es agradable esperar rodeado de tanta hermosura».

Stirlitz recibía siempre a aquel agente allí, en la pequeña villa junto al lago. Aquella vivienda clandestina resultaba cómoda y tranquila, alejada de las miradas indiscretas, en medio de un bosque de robles. Durante tres meses estuvo pidiendo a Pohl, Obergruppenführer de la SS, la suma para comprarles la villa a los hijos de los bailarines de la ópera, muertos durante un bombardeo. Pedían mucho por ella, y Pohl, responsable de la política económica de la SS y SD, se negaba categóricamente.

—¡Se ha vuelto usted loco! —decía—. Puede alquilar algo más modesto. ¿Por qué este afán de lujo? ¡No podemos despilfarrar dinero a tontas y a locas! ¡Es deshonesto actuar así con la nación que soporta el peso de la guerra!

Stirlitz tuvo que hacer venir a su jefe, Walter Schellenberg, dirigente del espionaje político del servicio de seguridad, Brigadeführer de la SS. De treinta y cuatro años, fino conocedor de la belleza, intelectual y hombre perspicaz, Schellenberg comprendía perfectamente que era imposible encontrar otro sitio mejor para entrevistarse con agentes de alto nivel. La compra se había realizado a través de testaferros, y un tal Bolsen, ingeniero jefe de Robert Ley, planta química del pueblo, obtuvo la autorización para utilizar la villa. Él mismo contrató a un guardián por un sueldo alto y buenas raciones extras. Bolsen era el Standartenführer de la SS Von Stirlitz.

… Después de poner la mesa, Stirlitz conectó la radio. Londres transmitía una música alegre. La orquesta del norteamericano Glenn Miller ejecutaba una pieza de la Sun Valley Serenade. Esa película le había gustado tanto a Himmler, que se compró una copia en Suecia. A partir de entonces la proyectaban con frecuencia en el sótano de Prinz-Albrechtstrasse, sobre todo durante los bombardeos nocturnos, cuando resultaba imposible interrogar a los detenidos.

Stirlitz llamó al guardián.

—Hoy puede irse a la ciudad a ver a sus hijos —le dijo—. Venga mañana a las seis de la mañana, y si aún no me he marchado, hágame un café fuerte, lo más fuerte que pueda…

De Justas a Alex. Desde Berlín.

Información sobre fuerzas y efectivos de los grupos de Ejércitos en el Frente Oriental durante el mes de febrero.

1. Grupo de ejércitos Curlandia 20 divisiones

Total 232.000

Efectivos 110.000

2. Grupo de ejércitos Norte 28 divisiones

Total 384.000

Efectivos 141.000

3. Grupo de ejércitos Vístula 37 divisiones

Total 527.000

Efectivos 280.000

4. Grupo de ejércitos Centro 43 divisiones

Total 413.000

Efectivos 191.000

5. Grupo de ejércitos Sur 35 divisiones

Total 449.000

Efectivos 143.000

Total de fuerzas 2.005.000

Total de efectivos 865.000

Fuente: Teniente coronel del Ejército de la reserva, Justas.

Dt Schwarz a Alex. Desde Viena.

Contenido: Fuerzas del Ejército de reserva, con fecha de 2 enero de 1945:

personal de reserva, incluidos los convalecientes 546.000

personal permanente en las

unidades de entrenamiento 147.000

cadetes de las escuelas y cursos militares 113.000

en los hospitales 650.000

milicias populares 205.000

unidades de guarnición 18.500

otros servicios y unidades 143.000

h) personal no clasificado 310.000

Total 2.132.500

Fuente: Documentos taquigráficos del Estado Mayor.

Schwarz.

De Greta a Alex.

Documentos obtenidos permiten calcular que, en enero de 1945, la industria de Alemania producía:

Municiones 3 veces más que en 1941

Armamentos 2 veces más que en 1941

Tanques 7 veces más que en 1941

Aviones 3 veces más que en 1941

Buques 1 1/2 veces más que en 1941

Fuente: Secretario del asesor de Speer, ministro de Planificación y Armamento del Reich.

Greta.

De Siegfried a Alex. Desde Copenhague.

Ayer, dos altos oficiales del SD subieron a bordo de un yate con bandera española. El yate, Azul del cielo, zarpó rumbo a Estocolmo. Los oficiales del SD, provistos con documentos de ingenieros-hidrólogos, embarcaron en él. Fueron despedidos por Schellenberg, jefe del espionaje político.

Fuente: funcionarios portuarios de cuarentena.

Siegfried.

Gisela a Alex. Desde Munich.

A la sección local de seguridad llegan autos de altos oficiales de la SS. Aquí toman otros automóviles, casi siempre de marcas francesas o norteamericanas, y se van a Suiza.

Cinco de estos coches partieron ayer para Suiza.

Fuente: Mecánico del servicio técnico de la zona fronteriza.

Gisela.

De Thomas a Alex. Desde Leipzig.

El Banco del Comercio transfiere cada día considerables sumas de dinero a los Bancos españoles (no se ha podido averiguar aún a cuáles). De 100.000 a 400.000 marcos depositan los miembros del partido o sus esposas. Según los datos obtenidos, este dinero no puede pertenecerles.

Fuente: Cajero del Banco.

Thomas.

Todos estos datos, enviados a Alex, jefe del espionaje soviético, fueron verificados minuciosamente hasta donde fue posible. El triple control confirmó la veracidad de las Comunicaciones recibidas. Después fueron enviadas a todos los miembros del Comité Estatal de Defensa.

El jefe del espionaje suponía, con razón, que en los próximos días tendría una tarea sumamente compleja, porque la situación se presentaba interesante, bastante complicada y con muchos interrogantes.

—Para cualquier imprevisto, póngase en contacto con la sección de radio —dijo a su secretario—. Que preparen una transmisión especial para Justas. Nada concreto: que espere una misión. Hay indicios que me hacen suponer que la cumplirá. Tengo muchas esperanzas de que será así y de que será la última.

(Del expediente del miembro del NSDAP1 , iniciado en 1930, Brigadeführer SS Krüger: «Ario genuino, fiel al Führer. Carácter nórdico, duro, sociable, trata bien a los amigos. Implacable con los enemigos del Reich. Hogareño. No ha tenido relaciones comprometedoras. En el trabajo es maestro insustituible en su oficio…»)

Después de que los rusos irrumpieron en Cracovia en enero de 1945 y la ciudad, tan cuidadosamente minada, quedó intacta, Kaltenbrunner mandó llamar a Krüger, jefe de la Sección Oriental de la Gestapo.

—¿Tiene usted alguna justificación lo suficientemente objetiva como para que el Führer pueda creerlo? —le preguntó Kaltenbrunner.

Aunque simplón y cándido en apariencia, Krüger esperaba aquella pregunta y tenía preparada su respuesta. Pero debía mostrar toda una gama de reacciones: quince años de desempeño en la SS y el partido le habían enseñado a actuar. Sabía que era tan inconveniente contestar en seguida como negar por completo su culpabilidad. Había aprendido la exactitud y el control que debía demostrar en todos los lugares y circunstancias. Hasta en su propia casa se descubría transformado en un hombre completamente distinto. Al despertarse por la noche permanecía a veces durante largo rato con los ojos abiertos, escuchando el silencio: le parecía que incluso allí, en un cuarto oscuro, alguien de ojos fríos y serenos continuaba observando. Al principio hablaba con su mujer por la noche, en un susurro pero, a medida que iban desarrollándose técnicas especiales —y Krüger mejor que nadie conocía sus éxitos—, dejó de decir en voz alta lo que a veces se permitía pensar. Hasta en el bosque, paseando con su mujer, callaba o le hablaba de nimiedades, porque le parecía que en el Centro ya habían inventado un aparato capaz de grabar a grandes distancias.

Así, paulatinamente, se había operado la transformación. El Krüger de antaño había desaparecido; en su lugar, y dentro de la envoltura de un hombre conocido por todos, sin ningún cambio externo, existía otro, creado por el anterior, desconocido para todos, que no sólo tenía miedo a decir las verdades, sino que temía incluso pensar estas verdades.

—No —dijo Kriiger con sentimiento, frunciendo el ceño y ahogando a duras penas un suspiro—, no tengo una justificación suficiente… Soy soldado, la guerra es la guerra y no espero indulgencia alguna.

Jugaba con precisión. Sabía que mientras más severo fuera consigo mismo, más posibilidades tendría de desarmar a Kaltenbrunner. Nada hace rabiar tanto a un galgo como la huida de una liebre. Claro que Krüger ignoraba el comportamiento de un galgo ante una liebre cuando ésta se detiene en su carrera y levanta las patitas; pero conocía bien las relaciones dentro de la SS: cuanto mayor fuese el rigor con que se castigase a sí mismo, tanto más suave sería Kaltenbrunner o cualquier otro en su lugar.

—No se comporte como una mujer —replicó Kaltenbrunner, encendiendo un cigarro. Krüger comprendió que su línea de conducta había sido acertada: se había salvado. Había que analizar el fracaso para que no se repitiera jamás.

Krüger dijo:

—Obergruppenführer, sé que mi culpa es enorme. Pero quisiera que escuchara usted al Standartenführer Stirlitz. Estaba al tanto de nuestra operación, y puede confirmar que todo fue preparado a conciencia. A él lo ascendieron, mientras que a mí…

—¿Qué tenía que ver Stirlitz con esta operación? — Kaltenbrunner se encogió de hombros—. Trabajaba en el servicio de espionaje y se ocupaba de otros asuntos en Cracovia.

—Sé que se ocupaba de un V-22 perdido, pero consideré que mi deber era informarle de todos los detalles de nuestra operación. Pensé que a su regreso le comunicaría al Reichsführer o a usted cómo habíamos organizado todo el asunto. Esperaba instrucciones adicionales de usted, pero nunca recibí nada.

—¿Estaba incluido Stirlitz en la lista de personas que debían conocer esta operación?

—No lo sé.

Knltenbrunner llamó al secretario:

—Averigüe, por favor, si Stirlitz, de la sexta sección, estaba incluido en la lista de personas elegidas para llevar a cabo la «Operación Schwarzfeuer»3.

Cuando el secretario hubo salido, Krüger comprendió que había desviado demasiado pronto el golpe hacia Stirlitz y dio marcha atrás.

—Toda la culpa es mía —continuó, inclinando la cabeza, hablando en voz baja y con dificultad—. Para mí sería terrible que castigara usted a Stirlitz. Lo respeto profundamente como a un luchador fiel. No tengo justificación, y sólo podré expiar mi culpa con mi propia sangre en el campo de batalla.

—¿Y quién va a luchar contra los enemigos aquí? ¿Yo? ¿Solo? Es demasiado sencillo morir en el frente por la patria y por el Führer. Mucho más difícil es vivir aquí, bajo las bombas, y eliminar las inmundicias con hierro candente. ¡Aquí no sólo se necesita valor, sino cabeza! ¡Y una cabeza inteligente, Krüger!

Krüger comprendió que no lo enviarían al frente, que era el castigo más terrible. Terrible no por las balas rusas —por supuesto, él sería un gran jefe en el frente—, sino simplemente porque conocía el odio feroz que los oficiales del Ejército alimentaban hacia los antiguos funcionarios del SD. Siempre buscaban un pretexto para someter a la gente del SD a los procesos del partido o a un tribunal militar, y allí no se podía esperar misericordia; las leyes del frente son las de la muerte…

El secretario abrió sigilosamente la puerta y puso sobre la mesa de Kaltenbrunner varias carpetas delgadas. Kaltenbrunner las ojeó y, tras una exclamación de asombro, dijo:

—Gracias. Averigüe, por favor, si Stirlitz visitó a los jefes después de su regreso de Cracovia y, si lo hizo, con quién se entrevistó. Averigüe, además, qué problemas se discutieron.

—Ya lo he hecho —dijo el secretario—, por si acaso. A su regreso, Stirlitz comenzó a trabajar inmediatamente en el asunto del transmisor estratégico que envía informaciones a Moscú…

Krüger se acordó de cuando había escuchado en Cracovia la conversación grabada que había sostenido el coronel del Ejército, Berg, con el general Neubuth, en la cual el coronel pedía que lo mandaran al frente. Krüger decidió imitarlo: imaginó que, como todas las personas crueles, Kaltenbrunner se mostraría muy sentimental.

—Sin embargo, Obergruppenführer, pido su permiso para ir a la primera línea de combate.

—Siéntese —dijo Kaltenbrunner— y no se comporte como una Gretchen4. Hoy puede descansar, pero mañana escríbame detalladamente, paso a paso, todo lo relativo a la operación. Ya pensaremos después dónde mandarlo. Hay poca gente y mucho trabajo, Krüger. Mucho trabajo.

Cuando Krüger se hubo retirado, Kaltenbrunner llamó a su secretario:

—Revise todo lo concerniente a Stirlitz en los últimos dos años, pero hágalo de modo tal que no se entere Schellenberg. No hay por qué alarmarse: Stirlitz es un funcionario valioso y un hombre valiente, no debemos arrojar sobre él ninguna sombra de sospecha. Simplemente es un chequeo mutuo y de rutina entre compañeros… Prepare también una orden para Krüger: lo mandaremos como segundo jefe de la Gestapo a Praga, que ahora es un lugar caliente.



.................

1 Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán. N. del traductor.

2 Proyectil teledirigido. N. del T.

3 Fuego negro. N. del T.

4 Sinónimo de muchacha tímida y recatada. N. del T.

17 Instantes de una Primavera

Подняться наверх