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INTRODUCCIÓN

ABRIR EL LIBRO DE LA NATURALEZA

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¡Estoy convencida de que este libro será capaz de maravillarte sobre las capacidades extraordinarias, a nuestros ojos humanos, del mundo viviente, es decir, los animales, los vegetales e incluso las bacterias! Para nuestro cerebro, algunas adaptaciones son indispensables y constituyen una fuente inagotable para el desarrollo de los transportes, tanto terrestres como aéreos, la robótica, la ingeniería aeroespacial, la industria, la ecología, los materiales, la arquitectura, la ingeniería, la química, la medicina, etc. Por no hablar de los nuevos descubrimientos futuros de los que ni siquiera tenemos ni idea, por desconocimiento de capacidades animales y vegetales todavía insospechadas. Lector, déjate convencer por sus aptitudes extraordinarias, que pueden inspirarnos a nosotros, los seres humanos, para todo. Déjate convencer por las posibles implicaciones para nuestra supervivencia, la suya y, sobre todo, para nuestra humildad. Tenemos que olvidar nuestra arrogancia. Estoy segura de que no volverás a mirar a los animales y los vegetales como antes.

Desde hace cerca de cuatro mil millones de años, los organismos vivos colonizan el planeta. Por mecanismos evolutivos y adaptativos complejos, los animales y los vegetales se han diversificado para sobrevivir en entornos muy variados con imperativos específicos. Consecuencia: una gran diversidad de formas y estrategias adaptativas. Por lo tanto, el mundo animal es una fuente de inspiración sin fin, que evoluciona, se adapta, a veces desaparece y siempre sobrevive. La naturaleza sabe optimizar. La naturaleza sabe. Posee muchas soluciones, pero todavía muchos más misterios. A nosotros nos corresponde descubrirlos antes de que sea demasiado tarde. Descubrirlos para salvarla a ella, con su fauna y su flora. Descubrirlos para salvarnos a nosotros, los seres humanos. Nuestra protección y la de la naturaleza, juntas. Unos misterios y un ingenio tan apasionantes y sorprendentes que nos empujan a la humildad y a cuestionarnos como lo habíamos hecho antes.[1]

¿Cómo imaginar que un pajarito pudiera rivalizar con un avión de caza? ¿Cómo imaginar sin la naturaleza unos materiales irrompibles? ¿Cómo imaginar pegamentos resistentes bajo el agua? ¿Cómo inspirarse en la naturaleza para vencer el cáncer o el paludismo? ¿Cómo imaginar unos miembros amputados que vuelven a crecer? ¿Cómo imaginar, sin la naturaleza, vivir más tiempo y con buena salud? El mundo viviente ha desarrollado estrategias y sistemas increíbles para desplazarse, concebir, preservar, optimizar, curar, envejecer e incluso retrasar los límites de la muerte. No se excluye ningún campo de aplicación, del automóvil a la química, pasando por la ecología, la electrónica, la aeronáutica, la robótica, la inteligencia artificial y la medicina. «Copiar el gran libro siempre abierto de la naturaleza», decía el arquitecto Antoni Gaudí, que buscó durante toda su vida la inspiración en la naturaleza y fue uno de los pioneros de las estructuras bioinspiradas. Pero ¿durante cuánto tiempo estará abierto todavía este libro? Hacer todo lo posible para que no se cierre…

La obra que tienes en las manos pretende mostrarte hasta qué punto debemos comprender la naturaleza para intentar inspirarnos en ella, tanto para vivir mejor como para protegerla. Como habrás comprendido, trata de biomimetismo —enfoque conceptual interdisciplinario que toma como modelo a la naturaleza para enfrentarse a los retos del desarrollo sostenible (social, medioambiental y económico)— y, concretamente, de bioinspiración, enfoque creativo basado en la observación de los sistemas biológicos o también de la transferencia de los conocimientos y principios de las estrategias de los seres vivos para el diseño innovador. En 1997, la investigadora americana Janine Benyus[2] escribió que se trata de un «proceso de innovación que recurre a la transferencia y la adaptación de los principios y las estrategias elaborados por los organismos vivos y los ecosistemas, para producir bienes y servicios de manera sostenible y hacer compatibles las sociedades humanas con la biosfera». Se trata de un enfoque transversal; sin duda, por eso me fascina tanto. Esta consciencia medioambiental y este respeto por la biodiversidad subyacentes a esta definición constituyen una auténtica revolución, bioinspirada, que abre una nueva era: dejemos de aprovecharnos de la naturaleza, comprendámosla, a ella y su ingenio, e inspirémonos en ella. Utilizar la naturaleza, respetándola a la vez, y dejar de expoliarla. Es urgente. Créeme, los inventos y las adaptaciones de los seres vivos constituyen una fuente inagotable para las innovaciones humanas. Por otra parte, sin que a veces lo esperemos. Cómo podía imaginar que el trabajo sobre las estrategias de adquisición de alimentos y depredación de los cangrejos de río iba a interesar a… ¡los robóticos, sobre todo para la creación de nuevas prótesis! Las ciencias fundamentales son una fuente indispensable al servicio de las ciencias aplicadas. Algunas aplicaciones son relativamente evidentes, y otras no. Para nuestros científicos, es más rentable que centremos nuestros trabajos en temas interdisciplinarios en colaboración con investigadores de todos los horizontes. Este enfoque fascinante es el mío desde hace cerca de veinte años, y solo vislumbro una ínfima parte de las posibilidades de descubrimientos que se nos ofrecen, a mí, a nosotros, colegas, estudiantes, y del potencial beneficio de toda la sociedad.

Los seres humanos empezaron por imitar a las aves y a los murciélagos, y acabaron por inventar los aviones. Actualmente, podemos llevar el concepto todavía más lejos, inspirándonos en la eficacia de los animales y los vegetales, cuyo rendimiento, por su diversidad y sus adaptaciones, se ha optimizado gracias a millones, incluso miles de millones de años de evolución; ¡por miles de millones de años de investigación y desarrollo, podríamos decir! «Ve a aprender tus lecciones en la naturaleza, allí está nuestro futuro», decía Leonardo da Vinci. Esta famosa cita se ha ignorado durante mucho tiempo, como atestigua un tal… Victor Hugo, que señalaba: «Es muy triste pensar que la naturaleza habla y el género humano no escucha». Por suerte, en la actualidad, las contribuciones científicas internacionales sobre la bioinspiración no dejan de crecer, en todos los ámbitos.[3] Ha llegado el momento de que los retos biológicos y las necesidades económicas y sostenibles converjan…

Los animales y vegetales que nos inspiran

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