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1 ¿POR QUÉ NECESITAMOS DORMIR?

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Thomas Alva Edison, a quien le debemos uno de los grandes avances de la historia de la humanidad —la bombilla—, consideraba que dormir era una auténtica pérdida de tiempo. No sabemos si esa percepción le sobrevino ya de niño, cuando su familia tuvo que sobrevivir a varias crisis y él soñaba con tener una vida mejor (y no se permitía «desaprovechar» ni un minuto de su tiempo), o era consecuencia de la curiosidad desbordante por aprender que dominó toda su vida y que le supo infundir su madre tras ser expulsado del colegio con tan solo 7 años. Pero, fuera cual fuere la razón, lo cierto es que él dormía únicamente 3 o 4 horas por la noche y no tenía reparo alguno en manifestar que quienes «desperdiciaban» el tiempo durmiendo acababan siendo menos inteligentes, más aburridos e indolentes.

Pese a todo, el cuerpo le debía demandar algo más de descanso del que le daba, ya que solía echarse varias siestecillas —sobre un poco de césped, en un catre desvencijado o en un taburete si no disponía de nada más— a lo largo del día.

Todavía más alterado estaba el patrón de sueño de Leonardo da Vinci, de quien cuenta la historia que, en lugar de descansar por la noche (a veces consentía hacerlo durante 2 horas), se echaba una siesta diurna de unos 20 minutos. Y eso mismo repetía cada 4 horas. «Ciclo de Uberman», lo llaman... Y parece tener muchos seguidores. El perfil de quienes se apuntan hoy en día a esa forma de descanso suele corresponder a personas con grandes responsabilidades empresariales que, al hacerlo, buscan el máximo rendimiento de todo lo que hacen o idean. Pero... ¿es saludable?

Lógicamente, no en todos tiene el mismo efecto y, aunque cada individuo responde a unas necesidades de sueño concretas (según su ritmo interno y su entorno), la inmensa mayoría no funcionamos del todo bien sin cumplir unos mínimos de descanso.

Combatir el insomnio

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