Читать книгу Combatir el insomnio - Francisco Marín - Страница 7

DORMIR, DE TODOS MODOS

Оглавление

Conviene echar la vista a nuestro alrededor, porque todo ser vivo necesita «resetear» el cerebro, dejarlo en reposo durante unas horas y eliminar los desechos que —como ocurre con otros órganos— va acumulando. Cada uno a su manera, pero lo hacemos. Incluso las criaturas sin cerebro, como las medusas, duermen. ¿Y cómo se sabe que lo hacen? Pues no hace demasiado tiempo que se descubrió; tan solo unos cuantos años atrás los científicos se preguntaron por qué el vaivén de su cuerpo, ese latido tan característico de las medusas que hace que se contraigan y se expandan, se ralentizaba en ciertos intervalos de tiempo. Partían de la idea de que estos animales marinos no necesitaban dormir puesto que no tienen cerebro ni, claro está, sistema nervioso central. Pero se llevaron la enorme sorpresa de que cuando iban «al ralentí» era eso precisamente lo que hacían: ¡dormir!

Ese hallazgo cambió muchas cosas, ya que a partir de entonces se aceptó la posibilidad de que el sueño apareciera antes de que hubiera una evolución de las especies y de que surgiera el primer ser vivo con un sistema nervioso central (al menos el primero identificado), un crustáceo de tan solo tres centímetros. Es decir, ahí se aceptó lo que con los años ha quedado más que demostrado: que no es necesario tener cerebro ni neuronas para sentir la necesidad de dormir.

Otra muestra de ello lo tenemos en el reino vegetal. El plancton marino, por ejemplo, presenta ciclos de actividad y de descanso. Últimamente científicos alemanes han descubierto que la misma hormona que regula nuestros ciclos de sueño y vigilia (la melatonina, también llamada hormona de la oscuridad) propicia que cierto tipo de plancton migre de las áreas más cercanas a la superficie hasta aguas más profundas «para descansar».

Y si esto no es suficientemente sorprendente, ahí va otro dato que no deja lugar a dudas: los árboles también duermen. No debería asombrarnos: todos hemos visto cómo una determinada flor se ha cerrado por la noche y se ha abierto por la mañana. Algo hay en su ADN que les envía la orden de hacerlo, puesto que incluso si se colocan en un sótano siguen dos tipos de ritmo, su especial ciclo de vigilia y sueño. Y, volviendo al tema de los árboles, un grupo de investigadores austríacos, finlandeses y húngaros ha demostrado que inclinan sus ramas y hojas durante la noche y las recolocan al amanecer.

Todo lo dicho hasta ahora nos lleva a pensar que dormir tiene una función más allá del propio reposo y de la «limpieza» neuronal que se produce durante el sueño en los humanos. Seguramente dormir tenga mucho que ver con la preservación de la vida, de la existencia (ya se trate de humanos, animales o plantas). Y si no que se lo pregunten a quienes sufrieron los métodos de tortura de la Inquisición en la Edad Media, ya que privarlos de sueño era uno de los martirios. Impedir por todos los medios que durmieran acababa con sus vidas antes que la privación de comida.

Combatir el insomnio

Подняться наверх