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ANIMALES DE COSTUMBRES

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Como hemos visto, los seres humanos no somos los únicos seres vivos para los que dormir resulta una imperiosa necesidad fisiológica. Cuando analizamos de qué manera «descansa» el reino animal nos seguimos llevando sorpresas que no hacen más que confirmar cuánto nos queda por descubrir sobre este tema.

Los murciélagos (en concreto una variedad denominada «café» por tener un color parecido a esa bebida) son los animales más dormilones. Pueden hacerlo hasta 20 horas al día. ¿Será por eso que viven hasta tres veces más que otros mamíferos de su tamaño?

Las ballenas duermen «a medias»: mantienen uno de los hemisferios cerebrales en estado de alerta mientras descansan. Así se ha demostrado en multitud de estudios realizados a estos mamíferos (y a los delfines, que tienen un sueño similar) a partir de realizarles electroencefalografías. Al mantener medio cerebro despierto, pueden controlar su respiración y buscar oxígeno si fuera necesario. De hecho, en ese momento evitan las aguas profundas y se mantienen cerca de la superficie. Durante ese descanso también pueden moverse y desplazarse por el agua, aunque los movimientos son lentos y torpes.

Los animales terrestres más altos, las jirafas, pueden dormir de pie (también acostados) y se ha comprobado que solo descansan unas 4 horas por la noche, pero realizan pequeñas siestas diurnas que duran unos pocos minutos. Los entendidos identifican que lo hacen porque permanecen inmóviles pero con el cuello más adelantado de lo habitual. Y, curiosamente, también pueden echar una cabezadita mientras mastican las hojas que comen, es decir, mientras rumian.

Unos párrafos más atrás apuntabámos que dormir era, posiblemente, un modo de supervivencia; ahora toca decir que algunos animales se aseguran de «sobrevivir» al sueño. Las nutrias marinas se cogen de la mano unas a otras en ese momento para que las corrientes marinas no arrastren a una de ellas. Y así permanecen todo el tiempo. Prima el instinto de supervivencia, así que no se permiten una excesiva relajación muscular (como sí se produce en los humanos durmientes) para no separarse del compañero durante el sueño.

Y aún otro dato sorprendente: es posible dormir y realizar otra tarea (y no nos referimos al sonambulismo, aunque bien pudiera servir de ejemplo). El ave conocida como vencejo real o vencejo alpino es un durmiente unihemisférico (como las ballenas que mencionamos anteriormente, o los cocodrilos, que también lo son). Eso implica que uno de sus hemisferios cerebrales sigue despierto, con lo que puede deslizarse y elevarse volando mientras duerme. No deja de tener su utilidad eso de mantener parte del cerebro despierto, con lo que la duda lógica es si los humanos —en caso de que el entorno fuera hostil y amenazante y necesitáramos dormir «con un ojo abierto»— también pudiéramos desarrollar esa habilidad. En la página 37 verás que quizá sí sea posible.

Combatir el insomnio

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