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EL AMOR DE LA MUJER SULAMITA

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Cantares es un libro que alberga increíbles riquezas y tesoros disponibles para el lector. En el texto conocemos a la mujer sulamita, que está obsesionada con su amado. Este viaje de amor abarca varias estaciones y lugares. Ello simboliza nuestra relación con el novio eterno; relación que puede parecer cíclica, pero está repleta de aventuras. Un momento ellos escalan una montaña, al siguiente exploran un jardín. Esta alegoría e historia de amor nos revela mucho sobre la identidad de novio de Jesús, quien ama con amor inagotable, y sobre nuestra identidad como Su novia, que recibe y responde con amor.

El libro inicia con el anhelo de la mujer sulamita de profundizar en esta relación, de experimentar más del amor de su novio, amor más grato que el vino.

Ah, si me besaras con los besos de tu boca…

¡grato en verdad es tu amor, más que el vino!

Grata es también, de tus perfumes, la fragancia;

tú mismo eres bálsamo fragante.

¡Con razón te aman las doncellas!

¡Hazme del todo tuya! ¡Date prisa!

¡Llévame, oh rey, a tu alcoba! (Cant. 1:2-4)

Ella está desesperada por Su amor y no se siente avergonzada. ¿Te identificas con esto? ¿Anhelas experimentar no solo el ministerio y las personas, sino a Jesús mismo?

A lo largo del texto, este amor es descriptivo, barroco y poético, tanto en el aspecto físico como en el emocional. En esencia, nos ilustra la intimidad entre dos amantes. En esa relación, ambos toman la iniciativa, responden y reciben al otro. Ellos van del banquete del amado a los árboles, se resguardan en las grutas entre rocas, pasean por viñedos, visitan el desierto y mucho más. En los capítulos 4 y 5 encontramos la imagen del jardín, que simboliza el corazón de la amada.

Jardín cerrado eres tú,

hermana y novia mía;

¡jardín cerrado, sellado manantial! (Cant. 4:12)

Unos versículos más adelante, ella describe con más detalle su corazón, el jardín de su amado.

¡Viento del norte, despierta!

¡Viento del sur, ven acá!

Soplen en mi jardín;

¡esparzan su fragancia!

Que venga mi amado a su jardín

y pruebe sus frutos exquisitos. (Cant. 4:16)

Salomón responde que disfruta mucho su jardín y ha quedado satisfecho.

He entrado ya en mi jardín,

hermana y novia mía,

y en él recojo mirra y bálsamo;

allí me sacio del panal y de su miel;

allí bebo mi vino y mi leche. (Cant. 5:1)

En el capítulo 5, la relación experimenta un cambio. Salomón, el novio, le pide a la mujer sulamita en el versículo 2 que salga de su aposento y que lo acompañe a subir una colina. Ella responde que permanecerá allí la noche y que está lista para dormir. Después se levanta y abre la puerta, pero él se ha ido. Ella lo rechaza y luego lo busca desesperadamente. Su corazón busca a su amado.

Le abrí a mi amado,

pero ya no estaba allí.

Se había marchado,

y tras su voz se fue mi alma.

Lo busqué, y no lo hallé.

Lo llamé, y no me respondió. (Cant. 5:6)

Ella busca ayuda para encontrarlo y sus amigos la auxilian.

Dinos, bella entre las bellas,

¿en qué aventaja tu amado a otros hombres?

¿En qué aventaja tu amado a otros hombres,

que nos haces tales ruegos? (Cant. 5:9)

Los amantes están separados y los amigos de la mujer le preguntan: ¿Por qué él es el indicado? ¿Por qué es su amor superior a otros y amerita tal búsqueda?

Más adelante, los amantes se rencuentran. Cada capítulo contiene símbolos de su amor, devoción y compromiso. Ella aprende a seguir a su novio, a escuchar sus palabras, consejos y deseos. En el capítulo 8, vemos que el amor de la novia madura, pues ha soportado las estaciones, las transiciones, la distancia y la intimidad. Los amigos, testigos de este amor, hacen un comentario interesante:

¿Quién es esta que sube por el desierto

apoyada sobre el hombro de su amado? (Cant. 8:5)

Ella les responde a sus amigos con seguridad y con un mayor conocimiento de su relación.

Grábame como un sello sobre tu corazón;

llévame como una marca sobre tu brazo.

Fuerte es el amor, como la muerte,

y tenaz la pasión, como el sepulcro.

Como llama divina

es el fuego ardiente del amor.

Ni las muchas aguas pueden apagarlo,

ni los ríos pueden extinguirlo.

Si alguien ofreciera todas sus riquezas

a cambio del amor,

solo conseguiría el desprecio. (Cant. 8:6-7)

Esta historia de amor representa la intimidad con Jesús. El propósito de nuestro amado es que crezcamos en Su amor y que conozcamos más sobre Él. Jesús desea inspirar en Su amada una mayor dependencia y confianza en Su amor y liderazgo. Él quiere que la intimidad y el amor guíen nuestro pensamiento, emociones, convicciones y liderazgo.

Hermanas

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