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Confusión entre las dimensiones diacrónica y sincrónica

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Si se preguntase a algún astrónomo, de escoger entre la representación del universo de acuerdo al “geocentrismo aristotélico”, en lugar del heliocéntrico de Copérnico, con gran seguridad y sin ninguna duda escogería el último, significando con esto que la fuerza progresiva de los nuevos descubrimientos se impone. En psicoanálisis, sin embargo, quizás debido a la abstracción insustancial de las construcciones mentales, la sincronía se impone sobre lo diacrónico, induciendo a muchos psicoanalistas a considerar la existencia de “diferentes modelos”, tanto históricos como geográficos, negando así el peso de un progresivo diacronismo. Aun cuando las contribuciones de Freud, Klein, y Bion –para mencionar solamente los descubrimientos más importantes en psicoanálisis– siguen un orden histórico con varios años de diferencia entre ellos, podrían ser considerados, lado a lado, como si fuesen contemporáneos, negando así la posibilidad de constituir diferentes y progresivos descubrimientos. Tal dificultad de integrar conocimientos de acuerdo a una evolución diacrónica es con frecuencia entorpecida por el fanatismo; es decir, la necesidad de defender a ultranza entre lo que es considerado como perteneciente a uno, en relación a cualquier otro “modelo de psicoanálisis” que se estime ajeno; como si existiera una especie de confusión narcisista de identidad, o dificultad para diferenciar entre observador y aquello que se observa, y en esta forma poder develar la verdad. Con este propósito, Bion ha utilizado el modelo de “continente-contenido”, y así discrimina entre diferentes formas de vínculos entre el continente y el contenido, tales como “comensal”, “simbiótico” y “parasitario”. En el comensal, ambos, continente y contenido se benefician uno del otro; como por ejemplo, cuando el analista establece un vínculo comensal con el paciente al producir una interpretación perspicaz que beneficie tanto a este como al analista mismo, quien así aprende en su investigación. En este tipo de vínculo, existe cierto grado de independencia entre el pensador y el sujeto investigado, por cuanto hay un reconocimiento de que “la verdad no necesita de un pensador”, por cuanto la verdad siempre preexiste por ella misma, similar al concepto de Platón sobre las Formas. Si hasta la fecha nadie hubiese hecho ese descubrimiento, indudablemente que en cualquier otro momento alguien lo haría, porque la verdad siempre está allí por sí misma, como un pensamiento silvestre que en cualquier momento puede ser develado.

En la forma simbiótica del vínculo, un elemento, ya sea continente o contenido, destruirá al otro. Por ejemplo, si el observador –el psicoanalista en nuestro caso– es “contenido” por una idea y dependiendo de su pasión, tal observador podría perder la neutralidad y convertirse en un creyente, muchas veces un fanático. Podría entonces tratar de defender su creencia, como lo pudiese hacer un activista político, o un fan de un partido de fútbol, induciendo una lucha artificial con el propósito de probar que su partido es el mejor. El fanatismo religioso se encuentra presente en la actualidad en la mayoría de las guerras, donde una fuerza intenta establecer, matando al enemigo, que su Dios es mejor que el otro. Las religiones son también un buen ejemplo de cómo la sincronicidad se impone, cuando se establece, por ejemplo, que antiguos libros escritos hace miles de años, pueden ser todavía utilizados para hacer del “pasado” un “presente” y hasta un “futuro”. El hecho que personas religiosas se consideren ellos mismos como judíos, musulmanes, cristianos, católicos, protestantes, etcétera, resulta similar a como muchos psicoanalistas se consideran a ellos mismos, como freudianos, kohutianos, kleinianos o bionianos. Esta forma de confusión no existe en otros campos del conocimiento, tales como la astronomía, donde no encontraríamos a nadie haciéndose llamar aristotélicos, galileanos o einsteanos. Cuando en 1972, durante una invitación hecha por la Sociedad Psicoanalítica de Los Ángeles, el psicoanalista británico Donald Meltzer consideró que el psicoanálisis kleiniano representaba el verdadero psicoanálisis contemporáneo mientras el análisis clásico podría ser considerado como un psicoanálisis del 1800, muchos psicoanalistas norteamericanos lo sintieron como “como una arrogancia inflamatoria de superioridad”. (Kirsner, 2000, pp. 174-175).

En el vínculo parasitario, tanto el contenido como el continente se destruyen a sí mismos, como por ejemplo el uso de la medicación como terapia de preferencia en el tratamiento de patologías neuróticas, o cuando el sistema de seguros del Estado, tal y como existe de muchos países, excluye el intercambio de dinero como pago al servicio prestado. Durante el proceso psicoanalítico, el dinero representa la diferencia indispensable entre la realidad y la transferencia, asegurando que el analista no es una figura parental que presta servicios gratuitos al paciente. El analista solamente puede proveer una asistencia condicionada a la existencia de un estipendio; pero cuando este pago proviene del Estado, el paciente puede tener la fantasía de que el servicio es gratuito, tal y como pudo haberlo tenido de sus padres cuando niño. La presencia del dinero ayuda al progreso analítico, al paso de lo esquizo-paranoide a lo depresivo, por cuanto muestra que la ausencia de aquello no obtenido en la infancia por parte de los padres es lo que ahora induce la necesidad de tener ayuda. El proceso analítico debe inducir separación, individualidad y duelo frente al objeto perdido, lo cual a su vez promueve la creación del símbolo y una garantía del crecimiento mental. La ausencia del dinero en la transacción analítica puede dificultar el proceso de separación y duelo, y así entorpecer la terminación del análisis, lo cual podría convertirse en una tarea difícil, necesitando ser introducida como una imposición artificial en lugar de ser un proceso natural, similar a como la fruta ya madura se desprende por sí sola del árbol. Es una situación que recuerda la forma como Freud impuso la terminación del análisis al Hombre de los Lobos. Este conocimiento ha motivado a algunas asociaciones de psicoanálisis, a optar por abandonar el seguro del Estado.

1. Rex Extensa y Rex Cogitans o Nóumeno y Fenómeno, desde un punto de vista cartesiano o kantiano.

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