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Un ejemplo clínico

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Me gustaría compartir un sueño traído por una paciente en su segunda visita. Lo que encontré fascinante –y pienso que muchos terapeutas tendrán una apreciación parecida– fue el contraste entre la forma primitiva de su pensamiento y las bellas metáforas que había sido capaz de construir en su producción onírica. Zoila era una mujer viuda, en sus cincuenta tardíos, que había desarrollado síntomas afines con una depresión reactiva con pensamientos suicidas, y quien había sido traída para evaluación por Norma, su única hija, casada con Héctor hacía muy poco tiempo, y recientemente ambos habían tenido que mudarse con Zoila en virtud de su situación económica. Norma estaba en análisis con un colega quien le había dado mi nombre para que evaluara la condición de su madre. Existían algunas diferencias entre Zoila y Héctor, lo cual Norma minimizaba y percibía como producto de un proceso de mutua adaptación. El esposo de Zoila había muerto repentinamente de un ataque cardíaco hacía exactamente cinco años y parecía, por el testimonio de Norma, que Zoila podría estar reaccionando inconscientemente a la proximidad de otro aniversario de la muerte de su esposo, y también posiblemente, al inicio de la menopausia. Zoila apenas si había terminado la escuela primaria y su pensamiento estaba dominado por defensas mágicas omnipotentes que no llegaban a un delirio. Por ejemplo tenía la certeza, y no dudaba en tratar de explicarlo, si se le interrogaba directamente, que de acuerdo a una serie de cálculos matemáticos complicados, podría adivinar el número ganador de la lotería, aunque nunca lo había logrado en virtud de “numerosos obstáculos” que ella racionalizaba.

En la segunda sesión trajo un sueño que explicaba con cierta claridad lo que le sucedía. Había una mujer tendida muerta y un hombre a su lado, quien lucía despreocupado y se estaba secando las manos con una toalla, la cual lanzó con desconsideración sobre la cara de la mujer, quien entonces abrió los ojos como si no estuviera muerta. Estaba muy pálida y su pecho descubierto tenía senos muy pequeños como de una niña. La mujer entonces subió sobre un muro alto para lanzarse al vacío.

Zoila no dio asociaciones y se quedó mirándome esperando que yo dijera algo. Le dije que el sueño parecía hacer énfasis sobre el comportamiento desconsiderado del hombre, quien no muestra respeto por una mujer que está muerta, por lo menos hasta ese momento. “Es verdad”, dijo Zoila con prontitud, “pero él no sabía que ella estaba viva”, generalizando luego, quizás como una forma de protesta, de que tal actitud existía en todos los hombres, explicando que su esposo también se comportaba de esa manera con ella al igual que su yerno Héctor, quien con frecuencia mostraba una conducta ruda hacia su hija. Hasta su padre, quien había muerto cuando ella tenía apenas 8 años, era en igual forma muy desconsiderado con su madre. Recordaba que luego de su muerte, no pudiendo su madre lidiar con sus ocho niños, decidió colocarla a ella y otros de sus hermanos por dos años en un internado donde permaneció por dos largos años. Pensé sin decirlo, que posiblemente el intento de la mujer del sueño de querer lanzarse al vacío, podría haber representado el intenso dolor mental que hubo de haber sufrido durante esa época y que ahora, cercana al aniversario de muerte de su esposo, volvían a atormentarle. Creí también que el tema central del sueño estaría relacionado con una sucesión de duelos sin resolver: por su padre cuando ella era una niña, que al igual que la mujer del sueño carecía de senos, los años que siguieron de separación en un internado y luego la muerte repentina de su esposo cuando era ya una mujer. Tenía rabia de la inconsideración de todos estos hombres, de haber muerto dejándola tan desamparada. A esto se añadía el que la hija y su esposo se hubiesen mudado con ella, lo cual en alguna forma parecía llenarla de envidia, al sentirse obligada a ser testigo de la relación y compañía que ellos compartían, en contraste con su vejez y la soledad sin esperanza que ahora vivía. Sentía rabia hacia Héctor por cuanto este era también desconsiderado por estar vivo, en comparación con los hombres suyos. Un intento de introducir algunas de estas hipótesis fue rechazado con mucha ansiedad; era obvio que ella no estaba preparada para ello.

Siempre nos sorprende, y nunca deja de ser absolutamente fascinante observar, cómo el inconsciente logra encontrar representaciones de tanta hermosura para denunciar toda la historia de sufrimientos de Zoila, su ambivalencia, razones suicidas, soledad, envidia, rabia, impotencia, etcétera, todo lo que ella había experimentado y continuaba sufriendo con tanta intensidad, eran condensadas en unas pocas imágenes de un breve sueño, más allá de una conciencia casi analfabeta y dominada por pensamientos primitivos y mágicos.

1. El latín antiguo sabía de la capacidad de la conciencia de engañar (tal y como se observa en las ilusiones y alucinaciones) y registró este descubrimiento al proveer una raíz común para designar las palabras mente y mentir.

2. Recuerda el poema de Sir Henry Wotton: You meaner beauties of the night, / that poorly satisfy our eyes / more by your number than your light; / You common people of the skies, / what are you when the sun shall rise?

El cual, traducido al español, diría: Ustedes, bellezas mezquinas de la noche, / que satisfacen pobremente nuestros ojos / más por su número que por su luz; / ustedes, común gente de los cielos, / ¿Qué serán cuando salga el sol?

3. “Otro”, con O mayúscula, diferente del “otro”, o “petite autre”, representa al “yo” en el orden imaginario, o relación narcisista, con el objeto.

4. Véase Capítulo IV sobre “Las tres caras del pre-consciente”.

5. Este dilema podría semejarse a la posible intención que presenta el himen en la sexualidad femenina, cuya presencia es como un sello, una señal que alerta ante el peligro de una maternidad prematura, por cuanto una niña de 11-12 años, quien podría tener relaciones sexuales y quedar embarazada, por lo general no se atreve a ello por temor a la violencia de la penetración, pero sí será capaz de hacerlo cuando tenga 17-18 años, garantizando esa espera el poder lograr así una capacidad más responsable hecha por una mujer ya adulta, quien obviamente sería una mejor madre que una niña de 11-12 años.

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