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2. AGREGACIÓN DE LA CASA DE DÉNIA

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El 1 de mayo de 1653 se produjo en Lucena un enlace matrimonial que comportaría, años después, la mayor agregación de casas nobiliarias conocidas hasta ese momento. Ese día contrajeron matrimonio en la ciudad cordobesa Juan Francisco de la Cerda, futuro VIII duque de Medinaceli, y Catalina de Aragón, hija del VI duque de Segorbe, VII duque de Cardona y V marqués de Comares, además de otros muchos títulos a estos agregados.

Durante la primera mitad del siglo XVII, la Casa de Segorbe-Cardona se encontraba en la cúspide del estamento nobiliario de la Corona de Aragón, máxime cuando el VI duque de Segorbe acababa de contraer matrimonio con la III duquesa de Lerma. Pero ninguno de estos títulos estaba destinado a Catalina de Aragón. El duque de Segorbe había tenido una extensa progenie con su primera mujer, pero la fragilidad del estamento nobiliario pronto situó a Catalina, como hija mayor, en primera línea de la sucesión, tras la prematura muerte de todos sus hermanos. A la muerte, en el año 1651, de Mariana de Sandoval y Rojas, III duquesa de Lerma y VII marquesa de Dénia, le sucedió en el Ducado su hijo Ambrosio, de tan solo un año, quien también estaba destinado a asumir, tras la muerte de su padre, los ducados de Segorbe y Cardona, el Marquesado de Comares y el resto de los títulos. Pero Ambrosio Folch de Cardona vivió nueve años y la sucesión en los mayorazgos de Lerma y Dénia pasó a su hermana mayor, Catalina.

Explicitemos brevemente el origen y evolución de esta casa nobiliaria. Dénia-Lerma estuvo representada, hasta su agregación a la Casa de Medinaceli, por dos linajes diferenciados. El primero de ellos se configuró en la dinastía condal de Ribagorza. El antiquísimo Condado pirenaico de Ribagorza había dejado de existir a mediados del siglo XI, al pasar a formar parte del Reino de Aragón, pero el rey Jaime II lo reinstauró en 1322 para cederlo a su hijo menor Pedro de Aragón. En su empeño de dotar cumplidamente al nuevo conde, Jaime II enajenó del patrimonio real las villas de Gandía y Dénia y el lugar de Xàbia, y las concedió como señorío a su hijo Pedro.12 Comenzaba así un periodo de esplendor económico y cultural para estos territorios valencianos, y su señor, Alfonso de Aragón, llamado Alfonso el Viejo, se consolidó como uno de los hombres más poderosos de la Corona de Aragón, como prueban la concesión del título de conde de Dénia en el año 1355, el título nobiliario más antiguo entre los valencianos, y el de duque de Gandía en 1399, el primer título ducal valenciano.13

No obstante, el poder de la Casa señorial pronto se vio truncado por la muerte en 1422 sin descendencia legítima del II conde de Dénia, Alfonso el Joven. Seguiría un periodo de acentuada inestabilidad por la sucesión, agregándose los territorios valencianos a la Corona. Una incorporación al patrimonio real que fue poco prolongada en el tiempo: en 1431, el rey Alfonso V de Aragón concedía a Diego Gómez de Sandoval, adelantado mayor de Castilla, el Condado de Dénia, con lo que rompía definitivamente la unión de este señorío con el de Gandía e instauraba en la Casa de Dénia el segundo de los linajes que la iban a representar hasta el siglo XVII, el de los Sandoval.

Diego Gómez de Sandoval sería el artífice del inicio del poder de los Sandoval. Diego siempre mantuvo una fraternal y leal amistad con el infante Fernando de Antequera, futuro rey de Aragón, acompañándolo en 1410 en la conquista de las ciudades andaluzas de Antequera y Ronda, y apoyándolo en la cuestión sucesoria de Aragón. Sus servicios al infante fueron recompensados en 1412 con la concesión de la villa burgalesa de Lerma, territorio al que se unirían con posterioridad los de Cea y Gumiel,14 con lo que se conformaba un señorío de relativa importancia en el juego de poder de la época. Como destaca Antonio Feros,15 la promoción de los Sandoval les permitió situarse en el centro del poder en el Reino de Castilla y participar en las luchas dinásticas entabladas en el reinado de Juan II, en especial las sostenidas por los llamados infantes de Aragón, hijos de Fernando de Antequera, y el propio rey castellano junto a su favorito don Álvaro de Luna. En un primer momento, el conflicto dinástico le reportó francas ventajas, consiguiendo en 1426 el Condado de Castro, pero la fidelidad a los infantes de Aragón cuando los acontecimientos fueron esquivos le reportó graves consecuencias,

don Diego fue declarado traidor al rey, sus tierras castellanas fueron confiscadas, al igual que sus títulos y oficios reales. Sin ellos, los Sandovales perdían sus bases de poder e influencia en Castilla, y solamente el apoyo de sus aliados vino a salvarlos de la ruina total. En compensación por las tierras que había perdido en Castilla, Diego Gómez recibió nuevas, aunque no tan importantes, posesiones en los territorios de la Corona de Aragón, incluyendo las ciudades de Borja, Magallón, Balaguer y Denia.16

Con el paso del tiempo, Dénia fue el único estado señorial de los Sandovales fuera del reino de Castilla, pero la concesión en 1484 del título de marqués de Dénia17 supuso, al convertirse en el estado titulado con mayor rango, que este título valenciano asumiera la jefatura y representatividad del patrimonio de toda la Casa, y se convirtió, además, en uno de los primeros veinticinco títulos de la Grandeza de España.

En sus orígenes, el Marquesado de Dénia solo incluía las villas de Dénia y Xàbia, con unas rentas ciertamente parcas, escenario similar al del conjunto de la Casa nobiliaria, donde la situación económica no corría pareja a la importancia de la posición aristocrática. Esta realidad cambió con el V marqués de Dénia, Francisco Gómez de Sandoval, quien introdujo en su estado valenciano el cultivo de la caña de azúcar, decisión que comportaría la posterior compra del lugar de El Verger.18 Pero el marqués siempre tuvo claro que su «fortuna dependía de su éxito cortesano»,19 y no existía mejor meta que conseguir ser el favorito del rey. Con la llegada al trono en 1598 de Felipe III, Sandoval asumió el cargo de primer ministro durante dos décadas, con lo que acumuló un inmenso poder que utilizó para hacerse extraordinariamente rico. En 1599 se le nombró I duque de Lerma, por lo que ostentó desde ese momento en primer lugar el título de la villa burgalesa. En el mismo año se le tituló marqués de Cea y tres años más tarde, conde de Ampudia. El duque de Lerma aprovechó su posición para dotar de cuantiosas rentas a sus estados señoriales, aunque por el objetivo de este trabajo limitaremos el análisis a sus dominios valencianos: el Marquesado de Dénia.

Hasta la privanza del duque de Lerma, las percepciones señoriales en el estado de Dénia se limitaban al arriendo de los derechos dominicales de tres señoríos, Dénia, Xàbia y El Verger, así como a las rentas derivadas del ejercicio de la jurisdicción suprema sobre los lugares que estaban bajo la demarcación del Marquesado.20 Felipe III concedió al duque las escribanías de las ciudades de Alicante y Orihuela, las de las villas de la demarcación de Xixona y las de la Bailía General del Reino de Valencia;21 también le otorgó el privilegio en exclusividad de calar almadrabas en toda la costa del Reino de Valencia;22 y, por último, confirmó la donación de los derechos de Peaje, Lleuda, Quema, Italia, Saboya, Alemania y otros que se cobraban en Dénia y Xàbia.23 La adquisición de nuevas propiedades por el duque de Lerma y los privilegios regios concedidos supusieron una apreciable alteración de la composición de la renta del Marquesado de Dénia, estructura que se mantuvo hasta los inicios del siglo XIX.

La línea directa del linaje de los Gómez de Sandoval se extinguió con Francisco Gómez de Sandoval, nieto del I duque de Lerma, a quien solo le sobrevivieron dos hijas. La mayor, Mariana, portadora del Ducado de Lerma, se casó con el VI duque de Segorbe, circunstancia que explica la inclusión tanto de ese Ducado como de los demás títulos agregados en la Casa de Segorbe-Cardona. En 1651, a la muerte de Mariana de Sandoval, el único hijo varón que le sobrevivió, Ambrosio, con tan solo un año de vida, se tituló IV duque de Lerma, VIII marqués de Dénia, IV marqués de Cea, IV marqués de Villamizar, IV conde de Ampudia, VI conde de Santa Gadea y XIII conde de Buendía.

No obstante, como ya sabemos, la prematura muerte de Ambrosio dejó a su hermana mayor, Catalina de Aragón, casada con el hijo mayor del duque de Medinaceli, como heredera de la rama principal de la Casa de Dénia-Lerma. Una sucesión que no estuvo exenta de un dilatado y costosísimo pleito judicial con la Casa del Infantado. Pleitos que, por otra parte, no eran nada inusuales para la nobleza de la época. Finiquitadas las conquistas militares y reducidas cada vez más las mercedes regias, «en un contexto de congelación progresiva del mercado de la tierra, el mejor medio de redondear un patrimonio no es la compra, sino el pleito».24

El ocaso de los dominios valencianos de los Medinaceli

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