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LO QUE NO SABEMOS DE LA LOCURA


¿Qué es la locura? Frente a ella se pueden adoptar dos posiciones: o bien, como Pascal, decidimos que todos los hombres están locos —«los hombres están tan necesariamente locos que no estar loco sería estar loco con otro tipo de locura»—, o bien calificamos de locos solo a ciertos individuos y consideramos que los otros son «normales», aunque esta posición no puede sostenerse científicamente.

Cuando la palabra psiquiatría fue creada (1842), el término locura fue rechazado por los psiquiatras, porque no lo consideraron científico. Así, en el momento en que la locura se convirtió en una «enfermedad mental», solo quedaba aplicar a la psiquiatría los métodos de la medicina, con la esperanza de descubrir la causa y el tratamiento de la enfermedad.

En 1826, Antoine Bayle (1799-1858), médico del manicomio Charenton,6 descubrió que la parálisis general —enfermedad de Bayle7— estaba asociada a la meningitis crónica. Hubo que esperar casi un siglo para que esa meningitis revelara su origen sifilítico. La vía estaba trazada: si se estudiaba el cerebro, se encontraría la causa de los trastornos mentales. Esta ilusión se reforzó cuando se diseminó, en los años 20, una epidemia de encefalitis letárgica, conocida también como «enfermedad de Von Economo» o «mal del sueño».8

Hoy en día, debido a los avances de la ciencia y la tecnología, se puede estudiar más a fondo el cerebro, pero nuestra ignorancia sobre la naturaleza y las causas de la locura no es por ello menos considerable.

Durante mucho tiempo, un comportamiento determinado podía pasar de excentricidad a locura, de acuerdo con la época, la región y las circunstancias sociales.

Manía, delirio, alienación…

Es lo opuesto a la razón, un estado que ha padecido el hombre desde el inicio de los tiempos. No sabemos dónde buscar respuestas o dónde encontrar su causa: acudimos a la magia, creemos en los humores, como Hipócrates, o en el alma, como la psicología.

EL DOMINIO PSIQUIÁTRICO

Para calificar a un paciente como «enfermo mental», se deben poseer criterios científicos sólidos e irrefutables, y las nociones de salud, enfermedad y normalidad son tan triviales que no tienen nada de científicas. Un psiquiatra nunca se arriesgará a extender un certificado de «perfecta salud mental». De modo que, si existe una diferencia entre «locura» y «no locura», ésta no es cualitativa, sino cuantitativa, y corresponde a la época y la cultura. Dos hombres que se besen en la boca no serán considerados del mismo modo en Moscú que en París. ¿Cómo sería tratada hoy Juana de Arco? No cabe duda de que no podría acercarse al presidente.

Se estima que solo el 10 % de los esquizofrénicos necesitan quedarse en un hospital permanentemente y que, incluso, el aislamiento social y la miseria económica son factores de hospitalización más importantes que la enfermedad en sí. Un gran número de enfermos con condiciones sociales y económicas favorables no llega a recurrir nunca al psiquiatra. Incluso, algunos —pienso en Hitler y en Stalin—, debido a su poder político, llegan a hacer partícipe a todo un pueblo de ideas que podrían considerarse verdaderamente delirantes.

LA PSIQUIATRÍA NO TIENE BASE

Para una ciencia se necesitan principios y una teoría. La psiquiatría carece de ambos. Desconocemos los códigos que las neuronas utilizan para comunicarse e intercambiar información; de hecho, ignoramos todo sobre el contenido informativo del cerebro. ¿Cómo se convierten los fenómenos neuronales, puramente electroquímicos, en imágenes —sonoras, visuales u otras—, en sensaciones, en sentimientos y en afectos? En esto, nuestra ignorancia es total.

En medicina, los criterios de clasificación son bastante precisos: causa de la enfermedad, naturaleza de las lesiones y demás. En psiquiatría hay que limitarse a clasificar a los enfermos en función de los síntomas, como en la medicina del siglo XVIII. Nunca se puede decir si las anomalías observadas son la causa o el efecto de la enfermedad. A finales del siglo XIX, se denominó locura al comportamiento que rechazaba las normas.

LOCURA
Hay tres maneras de interpretar el fenómeno de la locura si lo apartamos del universo de la magia o de la religión. La primera consiste en hacerla entrar en el marco nosológico construido por el saber psiquiátrico y considerarla una psicosis —paranoia, esquizofrenia, psicosis maníaco-depresiva—; la segunda radica en la elaboración de una antropología de sus diferentes manifestaciones en las distintas culturas —etnopsiquiatría, etnopsicoanálisis, sociología, psiquiatría transcultural—; la tercera, finalmente, propone abordar la cuestión desde el ángulo de una escucha transferencial de la palabra, del deseo o de
la vivencia del hombre loco —psiquiatría dinámica, análisis existencial, fenomenología, psicoanálisis, antipsiquiatría—. De hecho, estas tres maneras de interpretar la locura siempre se han cruzado. Es difícil concebir la verdad de la locura con independencia de la razón que la piensa, aunque esta verdad desborde la razón.*
* http://psicopsi.com/Diccionario_de_Psicologia_letra_L-Locura.asp consultada el 5 de noviembre de 2012.

NUESTRA IGNORANCIA DE LAS CAUSAS

El hombre es, sin duda, el ser más complejo de la naturaleza; su cerebro, el más complejo de sus órganos, y su vida, el más complejo de los acontecimientos. Existen afecciones cerebrales sin trastornos mentales y trastornos mentales sin afecciones cerebrales detectables. El cerebro y el espíritu no son uno solo, y la naturaleza de los trastornos depende tanto del cerebro como de la historia vital y de la personalidad del paciente.

Veamos un ejemplo muy simple: el alcohol es un tóxico que, con cierta dosis —diferente para cada uno— modifica el estado psíquico. ¿Por qué produce efectos tan diferentes como euforia, tristeza o violencia, según los individuos?9

¿Innato o adquirido? No sabemos qué procede de la herencia y qué del medio. Por ejemplo, en contra de lo que suele creerse, los estudios sobre gemelos monocigóticos que fueron separados al nacer permiten apreciar los efectos del genoma, sino los del entorno.

UN TRATAMIENTO EMPÍRICO

El tratamiento de la locura se ha abandonado al empirismo. Ahora disponemos de armas terapéuticas relativamente eficaces contra los síntomas más manifiestos: depresión, agitación, angustia, delirio; pero estas moléculas no nos revelan el origen de los trastornos. A pesar de los progresos realizados, nuestro desconocimiento acerca de la forma de acción exacta de los medicamentos sigue siendo grande, debido a la misma complejidad del cerebro.

NOTAS

6 Charenton fue un manicomio francés fundado en 1645 por los padres de la caridad en Charenton-Saint-Maurice —hoy solo Saint-Maurice—. Ahí fueron internados, hasta su muerte, el Marqués de Sade, el músico y compositor Jérôme-Joseph de Monigny, el caricaturista André Gill y el matemático André Bloch. Hoy se llama Hospital Esquirol, en honor a Jean-Étienne Dominique Esquirol, su director en el siglo XIX. [Las notas son del editor.]

7 Deterioro del funcionamiento mental causado por una sífilis no tratada, que puede manifestarse después de 15 años. Los síntomas incluyen, entre otros, funcionamiento mental disminuido, alucinaciones, delirios, debilidad, dolores agudos, afasia y cambios de personalidad.

8 Este mal, que ataca al cerebro dejando a las personas como estatuas, sin poder hablar ni moverse, mató aproximadamente a un millón de personas. La película Despertares (1990), de Penny Marshall, aborda el caso.

9 E, incluso, ¿por qué en el mismo individuo no produce siempre los mismos efectos?

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