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IACTANTIÆ LIBROS QVÆRVNT. LIBROS DE LUJO EN EL OTOÑO MEDIEVAL

Francisco M. Gimeno Blay Universitat de València

BELLI IN SUPERLATIVO GRADO

El librero florentino Vespasiano da Bisticci refiriéndose a los manuscritos de la biblioteca de Federico III Montefeltro de Urbino decía que eran belli in superlativo grado, todos ellos miniati elegantisimamente.1 Ciertamente sus consideraciones se refieren a los libros que representan la estética del humanismo, sin embargo permiten aproximarse a la comprensión del libro de lujo. A gran distancia geográfica, también el marqués de Santillana compartía los mismos intereses que el duque de Urbino; para el castellano el texto y la materialidad formaban un todo indisociable. A propósito de la biblioteca del Marqués de Santillana disponemos del testimonio de Hernando del Pulgar y, más recientemente, del de Mario Schiff. El primero, decía de don Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana: «Tenía grand copia de libros, e dávase al estudio, especialmente de la filosofía moral, e de cosas peregrinas e antiguas. Tenía siempre en su casa doctores e maestros con quien platicaua en las ciencias e leturas que estudiaua».2 Más explícito resulta el comentario que, a siglos de distancia, escribió el estudioso Schiff, según el cual:

L’homme qui a réuni tous ces volumes, les faisant souvent venir de fort loin, unissait au goût du livre. Il amait les beaux exemplaires, le vélin sans tache, l’écriture nette et claire, les miniatures, les rubriques, les titres dorés, les médaillons, tous les petits luxes qu’un lecteur délicat se plait à rencontrer sur les feuillets des muets compagnons de ses veilles ou de ses méditations. 3

Históricamente, los libros, trasmisores de textos de diverso género, han visto modificada sensiblemente su finalidad principal, cuando el dispositivo ornamental que les acompañaba ha aumentado considerablemente. Y así sucedía porque a sus propietarios les interesaba más la decoración que su contenido literario. Una circunstancia que, ocasionalmente, han celebrado algunos manuscritos recordando la singularidad de las imágenes incorporadas, tanto por su calidad estética como por el ciclo narrativo en ellas incluida. Así lo proclama el manuscrito del libro de Horas del emperador Carlos V,4 en cuyo primer folio se lee:

En ses presentes heures est demonstre en bref le Viel Testament et auxi le Nouveau. Et au kalendrier est note a chascun toute la forme et maniere de vivre en ce monde, se peu de temps que Dieu nous a preste pour acroistre en bien et en vertuz pour le salut de l’âme. Et fault entendre que tout au cas pareil sera celuy paye comme il fera, car sy labeure a chastier son corps qui ne cesse de vouloir dominer contre l’esprit pour le faire dampner pour tout certain il aura Paradis, aultrement non.5 [fig. 4.1]

El programa iconográfico de dicho manuscrito es excepcional. Todas y cada una de sus páginas están ricamente ilustradas, sin embargo no es este el único caso. Podrían mencionarse otros muchos ejemplos en los que resulta casi más importante el aparato iconográfico que el propio texto. El límite máximo lo representaría un conjunto de manuscritos en los cuales el texto ha ido perdiendo el espacio a él reservado. En ocasiones se inscribe en una cartela formando parte de la miniatura de una página entera, en la que el texto se dispone armónicamente en dicho conjunto, como sucede, entre otros, con los versículos finales del Ps 138, 17 («Michi autem nimis honorati sunt amici tui, Deus; Nimis confortatus est principatus eorum»6) y el principio de Ps 138 (1-2: «Domine, probasti me, et cognovisti me; Tu cogno[visti]») incorporados al martirio de san Andrés en las Muy ricas horas del Duque de Berry.7 Paulatinamente, asistió a su desplazamiento hacia una posición marginal. Así sucede con la antífona sálmica: «Domine, labia mea aperies et os meum annuntiabit laudem tuam»8 (Ps 50, 17), que en el folio 141v de las Muy ricas horas del Duque de Berry el miniaturista ha situado en el primer peldaño de la escalera que da acceso al templo y que bien puede pasar inadvertida.9 También podría recordarse, en esta ocasión, entre otros muchos, el libro de oraciones de Juan el Pacífico, duque de Clèves, posterior al año 1511.10 En el folio 7v el texto en mayúsculas: SCIT OTE·QVONIAM·DIES·ILLA·VENIET ha quedado desplazado a los márgenes, lateral izquierdo e inferior, destinando la parte más importante del folio a la imagen que ilustra la página. Incluye, igualmente, dicho manuscrito algunas páginas en las que predomina completamente la imagen habiendo desaparecido completamente el texto.11

El libro, ahora, ya no interesa tanto por el texto contenido. Éste mismo se ha convertido en una excusa para decorarlo profusamente, su mayor o menor suntuosidad depende de la posición social del mecenas que lo encargó. A buen seguro, los espacios de la sociabilidad urbana y personal permitirían que el propietario mostrase a sus más allegados sus adquisiciones bibliográficas más recientes. Y ante ilustraciones tan singulares, el propietario no resistiría la tentación de exhibirlas, de mostrarlas, con o sin jactancia; con toda seguridad su contemplación por parte de los presentes abriría la posibilidad de conversar sobre sus excelencias. La mirada atenta y escrutadora invitaría a entablar un diálogo sobre la idiosincrasia de la nueva adquisición bibliográfica, que podría dar lugar a otras consideraciones propias de bibliófilos relativas a los libros atesorados por el comitente. No resulta complicado reconstruir, idealmente, el escenario, si damos rienda suelta a la imaginación. Con toda seguridad los interlocutores ante el ejemplar establecerían comparaciones oportunas, referirían sus similitudes y desemejanzas en relación con otros libros manuscritos de contenidos próximos. Además, como informa Vespasiano da Bisticci, cuando el Panormita le leía al rey Alfonso el Magnánimo las Décadas de Tito Livio no se encontraban solos, se hallaban acompañados por otros nobles y miembros del séquito y comitiva real

[Amava assai i litterati, come e detto, e sempre mentre che istava a Napoli, ogni dì si faceva leggere a messer Antonio Panormita le Deche di Livio, alle quali lezioni andavano molti signori. Facevasi leggere altre lezioni della Scrittura santa, ed opere di Seneca, e di filosofia (…) In questo tempo, sendo di state, ogni dì si leggeva una lezione di Livio per lo Panormita, e andavanvi tutti quegli signori che aveva seco, ch’era cosa degna a vedere, che in luogo dove molti perderebbono tempo in giudicare, sua Maestà lo spendeva in queste lezioni. Aveva suo maestri in Teologia e Filosofia singularissimi].12

Ciertamente, el texto mencionado remite a una corte y un ambiente exclusivos, habida cuenta del empeño que puso el rey Magnánimo en rodearse de intelectuales humanistas, aunque no se alejaría mucho de lo que sucedía en ambientes aristocráticos y nobiliarios comparativamente más modestos. Cabría interpretar, de este modo, las consideraciones que Hernando del Pulgar dedicó al marqués de Santillana y su acopio de libros ya mencionado;13 también aquí la biblioteca fue el lugar de reunión de intelectuales y bibliófilos que se deleitaban con la lectura, la contemplación de ediciones diversas de un mismo texto, así como con la conversación amical y entusiasta.

A los efectos de conocer lo que significó la presencia del libro de lujo en el contexto de la cultura medieval14 resultará oportuno aproximarse a las personas y los ambientes en los que se utilizaron los libros. Realmente no puede afirmarse que el libro constituyera un objeto que se empleara diariamente, ni tampoco que estuviera presente del mismo modo para todas las clases sociales. Su existencia se veía limitada por un analfabetismo ampliamente extendido, por el elevado precio de los libros15 y por el escaso interés que suscitaban los temas abordados por la cultura escrita fuera del restringido círculo de alfabetizados.16 Así las cosas, el libro, per se, constituye un objeto, en su materialidad, escasamente presente fuera de determinados ambientes. Al margen de las colecciones bibliográficas de corporaciones religiosas, universitarias, bibliotecas nobiliarias y aristocráticas, las de los profesionales liberales y, finalmente, las de algunos burgueses que durante la tardía Edad Media comenzaron a hacer acopio de libros para sus bibliotecas personales, con vista más a su exhibición que a su lectura, constituye una excepción.

De este modo, la presencia del libro fuera de los ambientes mencionados resulta un hecho singular. Necesariamente, su excepcionalidad aumenta si al texto se le adjuntan ilustraciones y sus páginas albergan conjuntamente ambos. El registro icónico presenta posibilidades heterogéneas. Los manuscritos ponen al descubierto una variadísima gama decorativa, en estrecha relación con la inversión realizada por el mecenas que lo costeó; su intervención es la que ayuda a comprender la riqueza múltiple que presentan los manuscritos medievales. A guisa de ejemplo resultará ilustrativo comparar diferentes manuscritos concluidos en tiempos y ambientes alejados para así poder percibir el carácter relativo del significado del lujo. Servirán, a guisa de ejemplo, los siguientes manuscritos: (1) el Psalterium Laudatorium de Francesc Eiximenis, copiado y decorado en Valencia entre los años 1442-1443 por encargo del rey Alfonso el Magnánimo;17 (2) la Biblia del rey Wenceslao, copiada y decorada en Praga entre los años 1389-1400;18 (3) el Breviario de Matías Corvino, Florencia, 1487-1492, miniado por Attavante degli Attavanti;19 y (4) la versión italiana de Lanzarote del Lago, del siglo XV.20

Convendría recordar además, aunque lo estudia con mayor énfasis la Dra. López-Vidriero, la encuadernación que constituía, de forma decisiva, a crear un objeto de lujo.21

Pero ¿qué podría entenderse por un libro de lujo? Diversos diccionarios se refieren al lujo aludiendo a la riqueza que se exhibe sin restricción, a su abundancia o a su superfluidad. Así, por ejemplo, de las tres acepciones del Diccionario de la Real Academia Española interesan, en esta ocasión, las dos primeras: «Demasía en el adorno, en la pompa y en el regalo» y «Abundancia de cosas no necesarias».22 Así pues, si la demasía y la abundancia de lo innecesario definen el lujo, el libro de lujo será aquél en el que el aparato decorativo supere las necesidades explicativas del texto al que acompañan y cuya comprensión facilitan. Superada, pues, la necesidad de comprensión, todo lo que excede en la parte ornamental resulta superfluo y, en este momento, la decoración responde a otros intereses.

Por libro de lujo puede entenderse aquél que destaca por: (1) la calidad de los materiales utilizados en su confección (pergamino, vitela, papel); (2) por la ejecución armónica y elegante de las escrituras utilizadas en la transmisión del texto, sean éstas manuscritas o impresas; (3) por la decoración que acompaña al texto, (4) así como por los materiales utilizados en la encuadernación. En definitiva, los libros belli in superlativo grado que refería Vespasiano da Bisticci, libros hermosos y bellos en grado excelente. ¿Cómo adquirían dicha condición? Copistas y mecenas eran conscientes de que para obtener un producto con dichas cualidades debían hacen confluir una serie de elementos materiales: pergaminos y vitelas de calidad, escritura caligráfica si es manuscrita y la decoración, tanto de las escenas incorporadas al texto como de las capitulares.

Da la impresión de que sus propietarios actuaron motivados más por la vanidad y la auto-celebración que por otros intereses. Y casi con toda seguridad, todos ellos eran conscientes de que, como objetos, los libros de lujo constituían una vana ilusión, momentánea, transitoria, efímera y caduca, que el tiempo desvanecía. No obstante, a pesar de que eran conscientes de este carácter transitorio, se complacían con su posesión. Quienes acumulan libros, sin necesidad, lo hacen por jactancia.23 La vanagloria la han practicado para mostrar el estatus social alcanzado, fruto del cual han podido atesorar una rica colección bibliográfica. Su exhibición y deleite, compartido éste último con el círculo de amistades, constituyen la consecuencia final de su misma colección.

Petrarca se refirió, de forma crítica, a los coleccionistas y bibliófilos que atesoraban libros por jactancia. En diversas ocasiones criticó a aquellos que lo hacían, animados más por el ánimo y voluntad de posesión que por razones de estudio. Recordaré en este momento dos circunstancias. La primera la que da título a esta intervención procedente del diálogo: De librorum copia, incorporado a su De remediis utriusque fortunæ.24 Más ilustrativo resulta el segundo. En esta ocasión refiere el uso ornamental que de los libros hacen algunas personas como decoración de ciertos habitáculos. Las críticas, ahora, se exponen en la larga epístola dirigida a Juan de la Incisa (Ad Iohannem Anchiseum, cui librorum inquisitio committitur)25 en la que le encomienda la búsqueda y localización de libros, principalmente, textos clásicos, con el deseo de colmar su irrefrenable deseo, casi compulsivo, de poseer libros; enfermedad de la cual no puede liberarse: libros satiari nequeo. Y, en este contexto, en un momento determinado le decía: Sunt enim qui libros, ut cetera, non utendi studio cumulent, sed habendi libidine, neque tam ut ingenii presidium, quam ut thalami ornamentum.26

Y es que en la segunda mitad del Trecento, la producción de libros de lujo, en los que parece interesar más la decoración y el ornato que el texto, iba adquiriendo dimensiones considerables y ganaba, a la postre, cada vez más adeptos.27 Ahora bien, si del registro literario se aspira a conocer la realidad tangible, convendría dar respuesta a un conjunto de interrogantes relativos a: (1) los ambientes sociales en los cuales el libro se transformaba, paulatinamente, en un objeto de lujo, dominado por la suntuosidad, por el exceso, por la abundancia, etc.; (2) quiénes fueron las personas que los encargaron, actuando como mecenas de estas obras de arte en las que se conjuga un texto con una decoración, más o menos rica, etc.; (3) y, finalmente, cuáles fueron los lugares y los ambientes en los que se produjeron dichos libros.

LIBROS DE LUJO: TRADICIONES MANUSCRITAS

El análisis material de los manuscritos conservados del periodo permitirá recuperar los ambientes en los que se experimentó esta producción de lujo. El punto de partida del recorrido se sitúa, en esta ocasión, en la segunda mitad del siglo XIV, aunque sus consecuencias se proyectan hasta finales de la Edad Media.

Libros litúrgicos

Del conjunto de la producción del libro manuscrito consideraré tres ambientes en los que el lujo alcanzó, paulatinamente, cada vez más importancia. Con toda seguridad el espacio en el que el lujo estuvo presente de forma más llamativa fue el de los libros litúrgicos,28 destacando especialmente los encargados por los miembros de la jerarquía eclesiástica: pontífices, cardenales, arzobispos y obispos; y el clero en general, regular o secular –tanto a nivel personal como institucional–. Entre los manuscritos litúrgicos por ellos comisionados pueden mencionarse los siguientes: misales (servirá co mo ejemplo el conocido como «misal rico del cardenal Cisneros» copiado entre 1503 y 1518,29 [fig. 4.2] breviarios (por ejemplo el del papa Martín V, copiado entre 1360-1370 ca.),30 pontificales (como el romano de Giovanni Barozzi, copiado en Bergamo entre 1450 y 1462),31 antifonarios (como el del papa León X, copiado entre 1513 y 1521),32 leccionarios (como el del papa Julio II, copiado entre los años 1550 y 1555),33 y libros de coro (como el minado en Nápoles por Cristoforo Majorana el año 1491).34 Aunque destinado a un laico, podría recordarse también el breviario-misal de Fernando el Católico, copiado entre los años 1510-1512.35

Interesa, sobremanera, recuperar los contextos de uso de los libros litúrgicos pertenecientes a las jerarquías eclesiásticas. En este dominio los libros fueron ampliamente utilizados por sus propietarios en ocasiones especiales. Algunos de estos manuscritos se escribieron para momentos de excepción, como por ejemplo el texto del Pontifical romano empleado en la coronación del emperador Carlos V, transcrito, ex professo, el año 1530.36

Ahora bien, en esta circunstancia el lujo inherente a estos manuscritos permite una doble interpretación. Ciertamente auto-celebra, como sucede en los otros contextos de la producción manuscrita, a quién es el mecenas o también la persona destinataria última del libro. Cabe, no obstante, una segunda interpretación ligada estrechamente a la explicación teológica de la belleza terrenal que se interpreta, de forma anagógica, como remedo de la belleza suprema que encontraría su expresión más perfecta en la misma divinidad. Esta doble dimensión de lo bello es la que permite comprender algunos manuscritos litúrgicos excepcionales como los señalados con anterioridad.37

Entre los miembros de la aristocracia europea y de la burguesía urbana destacan, por la exhuberancia de sus decoraciones, los libros de Horas, considerados como los breviarios de los laicos.38 El número, cuantitativamente importante, de los manuscritos catalogados como libros de Horas conservados en la actualidad pone al descubierto la importancia que adquirieron en Europa durante el otoño de la Edad Media. Las colecciones de los conservados tanto en la Biblioteca Apostólica Vaticana39 como los de la Biblioteca Nacional de Francia,40 así como los de otras bibliotecas, constituyen una prueba más que suficiente de cuanto se afirma. Servirán a guisa de ejemplo los de: (1) el libro de Horas de Juana de Evreux, copiado entre 1325 y 1328;41 (2) el libro negro de oraciones de Galeazzo Maria Sforza, 1466-1476;42 [fig. 4.3] y (3) un libro de horas negro según la liturgia de Roma, Brujas ca. 1475, de la Pierpont Morgan Library.43

Los mecenas, durante la época de la cultura manuscrita, intervinieron de forma decisiva en la configuración definitiva de los mismos; decidieron sus decoraciones, incorporaron o excluyeron determinados textos, e incluso integraron sus respectivos retratos. Con cierta frecuencia sus propietarios/ as no leyeron los textos en ellos transcritos.44 Una sugerente interpretación a la que invitan algunos de los retratos incluidos en los Libros de Horas y en los que el propietario orante en el reclinatorio se le representa acompañado de un libro abierto; el orante no dirige su mirada al libro abierto, con o sin texto escrito, en ocasiones sólo evidenciado mediante líneas horizontales o por caprichosos trazos de escritura. Se trata, por otra parte, de una imagen que mantuvo viva la iconografía de la Anunciación, en la que la Virgen María escucha la salutación angélica: «Ave gratia plena: Dominus tecum: benedicta tu in mulieribus» (Lc 1, 28) acompañada de un libro abierto en el reclinatorio que en ocasiones incluye el texto de la profecía de Isaías, concretamente 7, 14-15 (Ecce virgo concipiet, et pariet filium. Et vocabitur nomen eius Emmanuel. Butyrum et mel comedet, ut sciat reprobare malum, et eligere bonum).45 Cabe la posibilidad de que sus propietarios los utilizasen como el complemento de la escena de la devoción privada. Posiblemente, el propietario sólo se interesaba por su presencia física, independientemente de su lectura; al mismo tiempo, era contemplado también por aquellos que perteneciendo a una misma clase social frecuentaban los mismos espacios de devoción y participaban de idénticas gestualidades.

El retablo mayor de la cartuja de Miraflores, en Burgos, realizado por Gil de Siloe (1496-1499), incorpora en la parte inferior, en los laterales derecho e izquierdo, las figuras orantes de Juan II de Castilla y de su esposa, Isabel de Portugal, padres de la reina Isabel la Católica, acompañados de sus respectivos escudos heráldicos; en ambos casos sobre los dos reclinatorios reposan sendos libros abiertos que acompañan la actitud devota del orante. Adosado al muro del Evangelio, del mismo modo el sepulcro del infante Alfonso, hijo de Juan II e Isabel de Portugal, incorpora un reclinatorio sobre el que descansa un libro abierto. Ninguno de los tres personajes mencionados dirige su mirada hacia el libro interesándose por su contenido.46

Y, tal vez, así se comprende la acerada crítica escrita por Jaume Roig, médico valenciano, de aquella mujer que aún poseyendo un libro de horas ricamente decorado no le servía para leer en el mismo la colección de textos litúrgicos transcritos. Dice así:

A totes horesses belles Hores,ystoriadeshe ben pintades,d’or tancadós,molts giradóssovint obria.Cert, no sabiaconéxer lletres.Arreu los metres.fingint legia;los hulls vogiadeçà i dellà.47

COMPILACIONES Y TEXTOS JURÍDICOS

Del mismo modo que sucedía en el ámbito de los manuscritos litúrgicos, a partir de los años centrales del siglo XIV, el poder político (real, señorial, urbano, etc.) se sirvió de manuscritos relativamente lujosos en los que recogía las colecciones de textos legales y jurídicos que a ellos les interesaban. En modo alguno, a pesar del lujo de algunas de estas tradiciones manuscritas, sus productos alcanzaron el nivel de excelencia que consiguieron los libros litúrgicos a los que se ha aludido. Algunos ejemplos servirán para advertir la voluntad de definir un producto de lujo que se desea excepcional. En este contexto, limitaré el recorrido a compilaciones jurídicas del ámbito de la Corona de Aragón, destacando: (a) las Leges Palatinae regni Maioricarum;48 [fig. 4.4]; (b) las Ordinacions de la casa i cort de Pedro el Ceremonioso; de entre todos los manuscritos de esta rica tradición textual,49 pueden recordarse el manuscrito Phillips,50 o los conservados en la Biblioteca nacional de Francia, Espagnol 8, copiado en 1461,51 y el Espagnol 99, transcrito entre 1370 y 1380;52 (c) el manuscrito de los Furs de València,53 copiado por Bonanat Ça Pera, y (d) el Llibre del Consolat de Mar,54 decorado por Leonardo Crespí.

Un episodio interesantísimo de la historia del libro manuscrito, íntimamente relacionado con la definición de un producto de lujo, lo constituye un conjunto de manuscritos de ambiente jurídico copiados en la Península Ibérica, en los que se imita la mise en page característica de los libros de derecho copiados a la sombra del Studium Bononiæ. Servirá, como ejemplo, el ms misceláneo: Constitucions i altres drets de Catalunya,55 en el que la parte de los Usatges imita el modelo de libro universitario, mientras que el resto de páginas de dicho manuscrito presentan el texto a doble columna.56 Con cierta frecuencia los textos jurídicos que dieron lugar a una glosa explicativa de los pasajes oscuros o de difícil comprensión generaron una página, cuya parte central estaba reservada al texto jurídico y los márgenes a las glosas explicativas autorizadas. La relación que se establecía entre ambos queda perfectamente manifiesta a través del diferente módulo de la escritura gótica redonda empleada, de tamaño mayor en el centro y menor en los escolios. Asimismo un complejo dispositivo de signos gráficos y extra gráficos guiaba y ordenaba la lectura de dicho entramado textual, acompañando al lector en su deambular.57 De modo similar sucedía en el ámbito de la producción de manuscritos con el texto glosado de la Biblia.58

TRADICIONES ROMÁNICAS

No permanecieron al margen del encargo de lujo las tradiciones manuscritas de los textos en lenguas románicas. En los primeros pasos de su largo caminar se sirvieron de productos manuscritos pertenecientes a la tradición eclesiástico-universitaria. Y, posiblemente, en este contexto nada más representativo que los manuscritos producidos por la corte alfonsí en la transmisión de textos en castellano y galaico-portugués. Ilustrarían, perfectamente, estos momentos iniciales manuscritos tales como el códice rico de las Cantigas de santa María59 de Alfonso X o el Libro de axedrez, dados e tablas,60 por citar algunos ejemplos.

A partir del siglo XIV las literaturas románicas dispondrán de un modelo de libro propio, no prestado, que Armando Petrucci definía como el libro registro,61 caracterizado por el empleo del papel como soporte y escrituras cursivas de procedencia documental, ejecutadas de manera caligráfica y armónica. También este contexto estrechamente vinculado a los ambientes culturales alejados de las tradiciones eclesiástica y universitaria vio como los bibliófilos invirtieron definiendo el libro registro de lujo. Este modelo de libro estuvo presente, desde la segunda mitad del siglo XIV en todas las tradiciones textuales románicas. Su mayor o menor decoración fue el resultado de la posición social alcanzada por los futuros propietarios, que encargaban las copias de dichos manuscritos. Unos pocos manuscritos servirán para ilustrar el comportamiento y las actitudes características de este ambiente de la cultura escrita tardo medieval, como por ejemplo la L’Épitre d’Othéa à Héctor62 de Christine de Pisan, copiado entre 1404 y 1408; de Sancho IV, el bravo, los Castigos y documentos;63 el Breviari d’Amor de Matfré Ermengaud;64 [fig. 4.5] o de la Commedia de Dante Alighieri el ms Strozzi florentino.65

No obstante durante la segunda mitad del siglo XIV y todo el siglo XV continuó utilizándose el libro cortés de lectura, cuando el comitente decidía encargar un libro de lujo: Grandes crónicas de Francia de Carlos V.66

LIBROS HUMANÍSTICOS

Las formas de los manuscritos, descritas hasta el momento, le resultaban muy familiares a una persona como Francesco Petrarca.67 Tal vez estas modalidades exuberantes eran las que atesoraban todos aquellos que se servían de los libros para decorar habitáculos y estancias de sus respectivas viviendas. Sus críticas no se detuvieron en este uso auto-celebrativo más que discutible de los libros, y alcanzaron aspectos tales como la escritura y la decoración de los libros de la época gótica. En efecto, en sendas cartas dirigidas a Giovanni Boccaccio, datadas los años 1366 (Fam XXIII, 1) y el 11 de abril de 1355 (Fam XVIII, 3), respectivamente, propuso un modelo de libro alternativo en el que se producía una renuncia expresa a la estética del libro gótico bajomedieval, principalmente el vinculado a la tradición eclesiástico-universitaria y al lujo gobernado por el horror vacui. Se mostró muy crítico con la escritura gótica que considera: luxurianti littera (qualis est scriptorum seu verius pictorum nostri temporis, longe oculos mulcens, prope autem afficiens ac fatigans, quasi ad alium quam ad legendum sit inventa). Frente a la gótica él propuso una letra «castigata et clara» cuyo modelo encontró en los manuscritos carolinos del siglo XI. De las escrituras de dicha centuria admirará la «vetustioris littere maiestas».68 Y frente a los modelos góticos del libro de lujo, exuberantes, Petrarca oponía un modelo diferente. Él prefería el sobrius ornatus de época carolina, como se lo explica a Giovanni Boccaccio (Ad Iohannem de Certaldo, gratiarum actio pro transmisso Augustini libro in psalterium daviticum) Huic tali amicitie tue dono, preter eam quam loquor magnitudinem, et libri decor et vetustioris littere maiestas et omnis sobrius accedit ornatus […].69

Su propuesta libraria dio lugar, a partir de los primeros años del siglo XV, a un producto de elite, el libro humanístico.70 Sobrio y elegante, pero exquisito al mismo tiempo.71 Éste fue el modelo de libro que triunfó entre las cortes humanísticas del Quattrocento italiano. A este tipo de libros y sus decoraciones es al que se refería Vespasiano da Bisticci cuando valoraba los libros que conformaban la biblioteca de los Montefeltro en Urbino.

El manuscrito humanístico se caracterizó por presentar orlas en la primera página del texto y en las correspondientes a los principios de cada capítulo o libro, única y exclusivamente. La elegancia de la página se alcanza gracias al perfecto equilibrio entre la caja de escritura alojada en el centro del folio, envuelta por un amplio margen blanco. Decisivamente contribuyeron a conseguir esta imagen las vitelas empleadas, todas ellas de extrema calidad. Fundamental resultó la escritura, la humanística antiqua, sobria, legible y carente de abreviaturas; admirable en definitiva. El ideal estético del humanismo renacentista chocó con la obsesión medieval por colmar el espacio, como sucedía con el manuscrito gótico.

La lista de los manuscritos humanísticos podría ser extensísima,72 sin embargo a los efectos de recuperar el modelo ideal de todos los producidos bajo esa nueva estética bastará con recordar, en este momento, algunos de los manuscritos copiados y decorados por Bartolomeo de Sanvito y Gaspare da Padova, como ilustra perfectamente la Iliada73 bilingüe, griego-latín, copiada entre 1477 y 1483.

El modelo de libro humanístico, concebido como un producto de elite, inalcanzable a los bibliófilos más modestos, circuló ampliamente entre las bibliotecas de los príncipes humanistas y fue utilizado como vehículo transmisor de textos pertenecientes a las literaturas clásica, principalmente, a la medieval y renacentista, así como a traducciones humanísticas de los clásicos. La decoración de sus primeras páginas resulta inigualable, revela una estética elegante y exquisita muy alejada de la medieval. Los incipit, de una obra o de los libros que la componen, suelen presentarse decorados con orlas que enmarcan todo el texto o con portadas de tipo arquitectónico que alojan en su interior el comienzo de la obra, como muestra entre otros el manuscrito copiado en Nápoles el año 1481 con la Vita e fabule de Esopo, en italiano;74 o impaginando el texto a guisa de inscripción epigráfica, como se puede apreciar en el manuscrito, también napolitano de 1473, con el Liber elegantiarum de Lorenzo Valla;75 escrita, en ocasiones, con tintas de colores diferentes de manera alternante. Del mismo modo, las escrituras utilizadas –la antiqua o la cursiva itálica–en la transcripción del texto son inigualables y ponen al descubierto junto con las mayúsculas,76 la jerarquía del orden gráfico humanístico.

La mayor o menor suntuosidad de los manuscritos se halla en estrecha relación con los comitentes. Los que encargaron la copia de los libros querían, a toda costa, auto-celebrar la posición social alcanzada permitiéndoles invertir en la adquisición de obras de dicha naturaleza. De la riqueza decorativa que caracteriza al manuscrito humanístico, derivada de la nueva estética, informan en algunos manuscritos un medallón o cartela situada en el folio 1v, donde se reclama la atención del lector a propósito de la decoración utilizando, como hacía Vespasiano da Bisticci, el adjetivo ornatus en grado superlativo, como puede leerse en el manuscrito con el Ab urbe condita de Tito Livio:

IN HOC ORNATI

SSIMO CODICE

CONTINENTVR

TITI LIVII PATAVI

NI DE SECVNDO

BELLO PVNICO

LIBRI ·X·77 [fig. 4.6].

El medallón en el cual se halla inscrita dicha inscripción está decorado con esmaltes y piedras preciosas. Esta advertencia preliminar se puede leer también en los manuscritos que transmiten versiones italianas de los textos clásicos como sucede en el manuscrito con la segunda guerra púnica del mismo Livio:

IN QVESTO VO

LVME SI CONTIENE LA

TERZA DECA DI TITO LIV

IO PADOVANO HISTORICO

NOBILISSIMO DELLA SE

CONDA GVERRA

PVNICA.78

El carácter excepcional de la decoración empleada en los manuscritos humanísticos respondía, como ya se ha dicho, a una nueva estética. Sin embargo, no fue este el principal elemento que determinó aquel carácter. Contribuyeron de manera decisiva las ediciones de los textos clásicos, cuyos autores estuvieron más atentos a la lengua y al texto como no lo habían hecho durante la baja edad media. Esa preocupación filológica por el texto provocó como corolario que dichos manuscritos se vieran acompañados de nuevos elementos que contribuirían a definir una nueva excepcionalidad, en modo alguno, lujosa. Se trata de la intervención autógrafa del autor en algunas versiones manuscritas como sucede en el manuscrito que Francesco Filelfo dedicó y regaló al rey Alfonso el Magnánimo el año 1449. A la elegancia formal del ejemplar con el que había decidido obsequiar al rey, el autor incorporó un colofón que incrementaba todavía más el aprecio y valor del libro. En efecto en el folio 128v se lee:

FRANCISCVS PHILELPHVS HVIC SATYRARVM OPERI EXTREMAM MANVM MEDIOLANI APPOSVIT DIE MARTIS KALENDAS DECEMBRIS ANNO A NATALI CHRISTIANO M CCCC XLVIIII.79

Completaría el círculo de elementos textuales que contribuyeron a determinar el carácter excepcional de los libros humanísticos las anotaciones de carácter filológico practicadas por algunos lectores e incorporadas a los libros, cómo sucede en el ejemplar manuscrito con las Opera de Publio Virgilio Marón conservado en la Biblioteca de la Universidad de Valencia.80 Entre sus páginas se localizan notas propias de un filólogo que colaciona diversos manuscritos que transmiten el mismo texto; cómo puede leerse en el f. 91v, coincidiendo con Aen 2, 566-589, donde anotó:

Desunt hic II et XX illa carmina quibus Aeneas inuehitur contra Helenam, quae quoniam (ut multorum opinio fert) a Virgilio etiam si licuisset ei opus castigare, deleta essent, et a Tucca, et Varo excepta sunt, consulto etiam ipse praeterii. Siquis tamen ea quaesierit in multis librariorum codicibus non deerunt. 81

En otros momentos, el corrector/lector se refiere a los otros libros en los que consulta el texto virgiliano y anota: deest in antiquis omnibus codicibus (Aen 2, 767, f. 95r); in codice mira antiquitate (Aen 8, 642, f. 198r); o in antiquissimo codice invenitur (Aen 10, 313, f. 224r), entre otras muchas.

MECENAS, ESCUDOS HERÁLDICOS

Los manuscritos analizados hasta este momento no dejan ningún lugar a la duda sobre quienes fueron los mecenas que encargaron la copia y decoración de los libros. Frecuentemente dichos libros suelen incorporar en sus páginas y en lugar destacado el escudo de armas del propietario, el cual adquiere una doble función. Principalmente actúa como ex libris recordando la colección de la que forma parte. Constituye, al mismo tiempo, el símbolo indicativo de que su propietario es capaz de invertir en un objeto de lujo; la persona y, sobre todo, la familia a la que pertenece gozan de una posición económica solvente y desahogada, que les permite destinar importantes recursos a la obtención no ya de libros, sino de libros de lujo. La finalidad, aun siendo siempre la misma, es decir la de la vanagloria y la ostentación, presenta matices diversos. Especialmente, en el caso de la biblioteca napolitana, la adquisición de dichos libros constituyó la adhesión al programa cultural que representó el humanismo filológico, cuyas propuestas bibliográficas acogieron con gran entusiasmo algunas cortes humanísticas. La biblioteca representó, de ese modo, el símbolo externo de la asunción de las propuestas humanísticas; sirva, a modo de ejemplo, el que incluyeron en el manuscrito copiado en Florencia el año 1438, con los Stratagemata de Julio Frontino82 [fig. 4.7].

La presencia de las armas de la familia nobiliaria que comisionaba los libros campea por doquier y en lugar destacado del manuscrito. La tipología textual es múltiple y plural, cualquier libro es susceptible de incorporarlas. Los ejemplos podrían multiplicarse ad infinitum. A modo ilustrativo me gustaría recordar en esta ocasión, en ámbito de los libros de Horas:

(1) el de las Grandes Horas del duque de Berry,83 en cuyo folio 96r incorpora diversos escudos heráldicos pertenecientes a las diferentes familias integradas en el ducado en el momento de la confección del manuscrito; (2) el escudo de Giner Rabasa de Perellós, barón de Dos Aguas, incorporado en el folio 15r de un libro de Horas copiado a principios del siglo XVI;84 (3) otros libros de Horas excepcionales, atendiendo a los mecenas que los comisionaron, podrían ser el libro de horas de Isabel la Católica,85 o (4) el de Catalina de Medici, reina de Francia, datado en 1561.86 De igual modo actuaron los miembros de la jerarquía eclesiástica (pontífices, cardenales, etc.), quienes incorporaron sus escudos heráldicos a los manuscritos litúrgicos por ellos comisionados. Podrían mencionarse, a guisa de ejemplo, los siguientes: (1) el Breviario de Martín V, 1360-1370 ca.;87 (2) el Misal Papal de Pablo II, 1410-1423 ca.;88 (3) el Breviario del cardenal Giordano Orsini, 1423;89 (4) el Misal del obispo Pedro Donato, 1433-1436 ca.;90 (5) el Misal del cardenal Bessarione, 1455-1458;91 (6) el Misal de Martín de Roa de mediados del siglo XV,92 el cual presenta en el f. 10r una filacteria, situada entre san Pedro y san Pablo y el escudo de armas, en la que proclama: HOC MISSALE SCRIBI FECIT MARTINVS DE ROA. Además en el f. 423v se lee «Explicit missale secundum consuetudinem Romane Curie. Laus Deo. Orate pro scriptore». Añadido en el margen:

Venerabilis ac reverendus presbiter dominus Martinus de Roa archidiaconus de Campos in ecclesia palentina, scriptore apostolicus, basilice principis apostolorum de Urbe canonicus, ac olim felicis recordationis Nicolai pape quinti cubicularius secretus hoc presens (sic) missale eidem basilice sancti Petri vivens donavit pro salute sui anime et corporis. Anno Domini MCCCC LXXV, die XXIIII mensis iulii. Pontificatus sanctissimi domini nostri domini Sicti? pape quarti anno quarto;

y, finalmente, (7) el Misal de Sixto IV copiado para la basílica de san Pedro, 1471-1484;93 la leyenda que acompaña su blasón proclama: SYSTVS PAPA IIII SACRIS DICAT.

LA CONTRATACIÓN/ENCARGO: ESPACIOS, MODALIDADES, PARTICIPANTES

La inclusión del escudo heráldico entre las primeras páginas manuscritas, así como el dispositivo iconográfico que acompañaría al texto transcrito, se pactaría en el momento de la contratación de la obra. El interesado solicitaría los servicios de un profesional, acudiendo –tal vez–a su taller o reclamando su presencia en las dependencias de su residencia o palacio. Las modalidades de actuación, en esta circunstancia, pueden ser múltiples habida cuenta de que la ciudad bajo medieval proporcionó una rica y plural variedad de modalidades. Los bibliófilos de la época, una vez que habían decidido invertir en la adquisición de un libro de lujo, podían dirigirse a un profesional de la escritura, dedicado a copiar libros; éste profesional, laico o eclesiástico, podía actuar por su cuenta o dependiendo de una oficina de copia de libros de las que surgieron en las ciudades universitarias. Cabe también la posibilidad de que formase parte de alguna orden regular y, además de su condición religiosa, estuviese dotado de aptitudes caligráficas. Las oficinas de copia organizadas estuvieron activas durante todo el período, como prueba suficientemente el taller de Vespasiano da Bisticci.94 Algunos mecenas, principalmente las monarquías, destinaron a la copia de libros escribanos y copistas de sus respectivas cancillerías.95 Las bibliotecas humanísticas contaron, del mismo modo, con calígrafos, escribas profesionales, de plantilla a los efectos de satisfacer las necesidades bibliográficas de sus respectivos señores. En estos casos, como se verá más adelante, la orden del señor, configurada casi como una iussio, resultaba más que suficiente.

Más interesante resulta el encuentro practicado entre el futuro propietario y el copista profesional. En este momento, se pactan las condiciones y se fijan las características materiales de la copia a realizar. A guisa de ejemplo servirá la miniatura francesa del siglo XV en la que se muestra la visita de un comitente, acompañado por diferentes miembros de su séquito, al taller de un copista profesional96 [fig. 4.8].

En ocasiones el encargo se sustanciaba mediante un contrato notarial en el que participaban el futuro propietario y el copista, sobre el objeto de la copia y las obligaciones recíprocas según la práctica notarial boloñesa.97 Un contrato notarial boloñés datado el 10 de abril del año 1300, autorizado por el notario Franciscus Petri de Chaçiptis, recoge el pacto suscrito entre el copista, Laurentius q. Modenexii scriptor de cappella S. Proculli, y el mecenas, en este caso el notario Scanabecco q. Bonvixini, en el que se compromete el primero a copiar un Digestum novum in testu et apparatu d. Accursii; entre las obligaciones pactadas, el escribano presentó al comitente una muestra de la escritura que debía utilizar (…de tali littera vel eque bona vel meliori si siverit vel poterit ut scripsit in quodam quinterno…).98 Del mismo modo, el contrato notarial firmado en Valencia el día 1 de febrero del año 1422 entre Francisco Maresme, prior de la cartuja de Portaceli, y el presbítero Pedro de Cardona, párroco de Liria, permite reconstruir completamente la formalidad de la contratación.99 En aquella ocasión, Francisco Maresme contrató con Pedro de Cardona la copia del Vita Christi de Ludolfo de Sajonia. El contrato recoge los tiempos de ejecución del trabajo, las obligaciones de cada una de las partes, la calidad del pergamino a utilizar, el tipo de escritura que utilizará, pactada entre ambos (de semblant letra com és la que ha donat per mostra en I troç de pergamí, liurat per ell al dit mossén prior); así como el resultado final de la copia que debe reproducir fielmente el antígrafo que el futuro propietario entregará al copista (e ab semblants spays com són los del libre original d’on ha a tralladar lo dit libre…notant en los màrgens, de tinta, algunes notes e noms que ha en lo dit original allà on ha al·legacions, possant generalment una ralla de vermelló deiús la letra, segons que està en lo dit original). De este modo, el copista se limitaba a reproducir íntegramente el texto y la materialidad del modelo.

Si el interesado disponía de copistas a su servicio, es decir disponía de una cancillería, ordenaba la copia y decoración a los profesionales que en ella trabajaban o contrataba los de profesionales libres.100 A este respecto resultará suficiente con recordar, en esta ocasión, el encargo realizado por el rey Alfonso IV, al pintor Ferrer Bassa para que decorase un libre dels Usatges de Barcelona y constitucions de Catalunya, como muestra una carta datada el 9 de agosto del año 1333 en la que insta a Pedro Agustín, lugarteniente del tesorero, para que apremie al pintor y concluya, lo más rápidamente posible, la decoración del libro que le había encargado.101

Se ha recordado hace un momento que las bibliotecas de los príncipes humanistas tuvieron a su disposición copistas profesionales, excelentes calígrafos, destinados a satisfacer las necesidades bibliográficas de sus respectivos señores. Quisiera recordar, en este momento, la actividad caligráfica de Gabriel Altadell, extraordinario pendolista, capaz de escribir distintos tipos de escritura, que trabajó al servicio del rey Alfonso el Magnánimo, como recuerda el colofón de un manuscrito con las Comœdiæ de Publio Terencio Africano que concluyó en Nápoles el año 1450.102 Destinado al mismo monarca concluyó el 11 de noviembre del mismo año 1450 un manuscrito gramatical misceláneo con las Regule gramatice de Guarino de Verona y el De verborum proprietate de Bartolomé Facio;103 además de estos se conserva un conjunto interesante de manuscritos copiados por él y firmados con su respectivo colofón. Escribió, asimismo, un tratado de caligrafía titulado de arte scribendi, ca. 1468, en el que expone diversas consideraciones sobre el arte de escribir, las tipologías gráficas que conocía y empleaba.104 Además de Gabriel Altadell, el Magnánimo utilizó los servicios de Giacomo Curlo, Pietro y Virgilio Ursúleo y Giovanni Cruder teutónico.105 Para Ferrante copiaron libros calígrafos de la talla de Giovan Marco Cinico, Antonio Sinibaldi, «Omnium rerum vicissitudo est», Pietro Ippolito Lunense, Giovan Rinaldo Mennio, entre otros.106 De igual suerte también el cardenal Juan de Aragón tuvo a su servicio a escribanos excepcionales como Antonio Sinibaldi y Pietro Strozzi,107 entre otros.

Se ha recordado hace poco que desde la baja edad media existían talleres organizados en los que se realizaban todas las actividades relacionadas con la copia de libros. Lo recordaba Francesco Petrarca en la epístola Familiar XVIII, 5 dirigida a Ad Gerardum monachum cartusiensem, sepe doctorum hominum libros incorrectiores esse quam reliquorum, el 25 de abril desde Milán (Mediolani, VII kalendas maias, ad vesperam). Allí se refiere a diversas actividades relacionadas con la producción del libro manuscrito, practicadas todas ellas en una oficina de copia organizada: Sicut apud nos alii membranas radunt, alii libros scribunt, alii corrigunt, alii, ut vulgari verbo utar, illuminant, alii ligant et superficiem comunt.108 Nuestra mirada en época humanística tendrá que dirigirse, necesariamente, a la tienda florentina del librero Vespasiano da Bisticci. Perteneciente al siglo XV podríamos considerar también la oficina de copia de este «librarius florentinus», como lo anuncia un colofón,109 cuya actividad de distribución de libros humanísticos entre los bibliófilos del Quattrocento lo recuerdan algunos colofones de los manuscritos que se copiaron gracias a su intervención.110 Así, por ejemplo, el copista Gerardo del Ciriagio concluía el año 1472 un libro para el duque Federico de Montefeltro, habiendo intervenido el librero Vespasiano.111 El mes de junio del mismo año 1472 concluía para el Duque de Calabria la transcripción de un ms, cuyo contenido son el De excellentibus ducibus exterarum gentium de Cornelio Nepote y los Carmina Lactantii Firmiani de phenice. También en esta ocasión había mediado la intervención del librero Vespasiano al que designa como «príncipe de todos los libreros florentinos.» 112

Vespasiano da Bisticci,113 tal y como lo recuerdan algunos copistas en diversos colofones, ordenó la copia y transcripción de libros,114 en otras ocasiones se refieren a su actividad con el perfecto curavit;115 actuó como librarius116 en Florencia, según informan los colofones.117 De la importancia adquirida por Vespasiano ilustra el siguiente pasaje de A. Decembrio:

solent igitur ex Hetruria florentinaque civitate potissimum libri quam venustissime facti comparari feruntque ibi Vespasianum quendam eximium bibliopolam librorum librariorumque solertissimum ad quem omnis Italica regio, longinquae etiam nationis homines confluunt quicumque libros ornatissimos venales optant.118

CUADERNOS DE MODELOS

En el momento de la contratación entrarían en juego un conjunto de materiales interesantísimos, presentes en el taller del copista y que servirían a las partes contratantes para definir las características materiales que presentaría la copia resultante. En este momento pudo jugar un papel importantísimo el antígrafo utilizado por el copista para realizar la copia. Tal vez, como sucedió en ocasiones, el nuevo ejemplar que se encargaba debía limitarse solamente a reproducirlo íntegramente: texto, puesta en página y decoración. Debía imitar de manera escrupulosa el original, proporcionado tanto por el mecenas como por el propio copista, sirviéndose de los que tuviera en el obrador.

En el caso de que no se solicitara la reproducción completa del modelo, el mecenas tendría que exponer al copista sus deseos, al objeto de que éste definiera las características definitivas del libro manuscrito cuya copia se contrataba en aquel momento. Entre el mobiliario, el profesional contaría, a buen seguro, con ejemplos de modelos. El copista profesional disponía de cuadernos con modelos de escrituras y de dibujos, de los que se servía para concretar los pormenores de la copia con la parte contratante. En ellos, a juzgar por los conservados, se encuentran modelos para casi todas las fases del proceso productivo del libro manuscrito. Procedentes de ambientes alejados entre sí, disponemos en la actualidad de colecciones de modelos de tipologías gráficas diferentes, tanto del periodo gótico como del humanístico. Se conocen, gracias a los affiches publicitarios y placcard de los maestros de escritura, ambulantes o con sede fija,119 cuáles eran los tipos gráficos que exigían una ejercitación mayor. Existieron también tratados teóricos en los que los calígrafos expusieron su doctrina de elaboración de algunos tipos gráficos120 tales como los de Hugo de Spechtshart,121 el de la abadía de Melk,122 el Tractatus in omnem modum scribendi,123 el de la biblioteca Karlova de la Universidad de Praga,124 y el de arte scribendi de Gabriel Altadell.125 De la segunda mitad del siglo XV y procedentes de ambiente italiano, especialmente véneto, se conservan las instrucciones explicativas del modo de proceder en la realización de las capitales de época clásica. Entre los conservados merece destacarse el Alphabetum romanum de Felice Feliciano de Verona,126 la anónima Regola a fare lettre antiche127 o el anónimo con la propuesta de elaboración del alfabeto mayúsculo custodiado en la Newberry Library de Chicago.128 Hubo ocasiones en las que el mismo cuaderno integraba modelos de escritura y diseños de imágenes al mismo tiempo. En este sentido conviene recordar el muestrario de modelos del calígrafo y miniaturista Giovannino dei Grassi,129 anterior al año 1398, donde se exhiben entre sus diseños el de un alfabeto gótico cuyo polo de atracción gráfica lo representaría la minúscula gótica textual, en la que el espacio interior de las respectivas letras ha sido decorado convenientemente con motivos de muy diverso género.130 [fig. 4.9] El alfabeto de Giovannino dei Grassi decorado con motivos de carácter antropomórfico resulta muy próximo al que años después, entre 1494 y 1514, recogió Hartmann Schedel en su Ars letteraria131 y en otros manuscritos pertenecientes a su biblioteca.132

De igual modo, existieron libros de modelos con los que decorar los libros ilustrados.133 Uno, entre otros, es el del escribano Stephanus, activo en Stuttgart a finales del siglo XV.134

Los interesados, además de conocer la manera de trabajar del copista profesional, podían contemplar y admirar los trabajos por él realizados, los cuales esperaban en el taller a ser recogidos por los interesados. Los comitentes revisarían con esmero cuantos ejemplos les mostrase el copista antes de decidirse por cual de los exhibidos optaban. Tendrían que imaginar en este momento cuál sería el resultado final, la obra acabada. No obstante, el cuaderno de modelos también permitiría hacerse una idea del aspecto definitivo que presentaría el libro por ellos requerido.

Concluido el libro, el interesado advertido por el copista, revisaría con atención y de manera escrupulosa el ejemplar resultante, antes de incorporarlo a su colección bibliográfica. El bibliófilo comisionario no podía menos que deleitarse contemplando acabados los manuscritos que él había encargado, el goce de sus sentidos lo tenía asegurado, tan sólo restaba encontrar la ocasión para mostrarlo, para exhibirlo y darlo a conocer en el círculo de sus amistades, especialmente entre los que compartían la misma pasión coleccionadora de libros manuscritos. Los espacios de la sociabilidad, medieval y renacentista, proporcionarían los lugares adecuados para mostrar a sus allegados las excelencias de los manuscritos atesorados. Ante ellos exhibiría su satisfacción por el nuevo ingreso, y en ese momento se transformaría, además, en instrumento de auto-celebración del propietario. Pequeño testimonio de la vanidad humana.

NOTA: Cfr. F. Petrarca: «De librorum copia», F. Petrarca: De remediis utriusque fortunae, a cura di G. Contini publicado en Mostra di codici petrarcheschi laurenziani, Firenze maggio-ottobre 1974, Florencia, Leo S. Olschki, MCMLXXIV, pp. 73-81, el texto citado en p. 75. La investigación que se expone seguidamente se enmarca entre los objetivos del proyecto: «Edición crítica de textos medievales valencianos» (HAR2009/12183), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación. Subdirección General de Proyectos de Investigación.

1Cfr. V. da Bisticci: Vite di uomini illustri del secolo XV, scritte da…, stampate la prima volta da Angelo Mai e nuevamente da Adolfo Bartoli. Florencia, Barbera Bianchi e Comp., 1859, p. 99.

2Cfr. F. del Pulgar: Claros varones de Castilla, edición y notas de Jesús Domínguez Bordona, Madrid, Ediciones La Lectura, 1923, capítulo titulado: «[Título IV:] El marqués de Santillana», pp. 39-50, el texto citado en p. 48.

3Cfr. M. Schiff: La bibliothèque du Marquis de Santillane. Étude historique et bibliographique de la collection des livres manuscrits de don Íñigo López de Mendoza, 1398-1458, marqués de Santillana, conde del Real de Manzanares humaniste et auteur espagnol célèbre, París, École des Hautes Études, 1905 («Bibliothèque de l’École des Hautes Études, Paris. Sciences Historiques et Philologiques», fascicule 153) [Amsterdam, Gérard Th. Van Heusden 1970], p. LXXXIII.

4Madrid. Biblioteca Nacional, ms Vitr 24-3, cfr. La descripción del mismo en A. Domínguez: Libros de horas del siglo XV en la Biblioteca Nacional, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1979, pp. 82-105. La reproducción íntegra del ms en Libro de Horas de Carlos V, Biblioteca Nacional Vitr 24-3. Catálogo y comentarios por A. Muntada Torrellas y E. Varela Rodríguez. Con la colaboración de J. Martín Abad y F. M. Gimeno Blay, 2 vols. Madrid, Club Bibliófilo Versol, 1999.

5Madrid. Biblioteca Nacional, ms Vitr 24-3, f. 1r.

6Tanto para las citas biblícas latinas como para su puntuación utilizo la versión de la Biblia sacra iuxta vulgatam clementinam. Nova editio logicis partitionibus aliisque subsidiis ornata a a A. Colunga y L. Turrado. Septima editio. Matriti, La Editorial Católica, MCMLXXXV («Biblioteca de Autores Cristianos», 14).

7Chantilly. Museo Condé, ms 65, f. 201r, reproducido en Las muy ricas horas del duque de Berry. Con las 131 miniaturas facsímiles a todo color del manuscrito del Museo Condé de Chantilly. Prefacio de Rogelio Buendía. Textos de Jean Lognon y Raymond Cazelles, Madrid, Editorial Casariego, 1989, p. 139; en p. 221 se explica el por qué de la presencia del oficio de san Andrés en este manuscrito.

8Cfr. Corpus Antiphonalium Officii. Vol. III: Invitatoria et antiphonae. Editio critica. Editum a Renato-Joanne Hesbert, Roma, Casa editrice Herder, 1968, antífona n.º 2355, p. 166.

9Chantilly. Museo Condé, ms 65, f. 141v, reproducido en Las muy ricas horas del duque de Berry, p. 105.

10Ciudad del Vaticano. Biblioteca Apostólica Vaticana, ms Vat Lat 3768, cfr. G. Morello: Libri d’Ore della Biblioteca Apostólica Vaticana. Catalogo della mostra, Salone Sistino, Zúrich, Belser Verlag, 1988, pp. 36, 39 y 43.

11Ciudad del Vaticano. Biblioteca Apostólica Vaticana, ms Vat Lat 3770, f. 171v, cfr. G. Morello: Libri d’ore della Biblioteca Apostólica Vaticana, tav. VI, ilustración 4 (f. 83v), pp. 30 y 35-36.

12Cfr. V. da Biscticci: Vite di uomini illustri del secolo XV, op. cit., pp. 58-59.

13Cfr. F. de Pulgar: Claros varones de Castilla, edición de M. A. Pérez Priego, Madrid, Cátedra, 2007, pp. 112-113.

14Cfr. E.-R. H. Curtius: Literatura europea y Edad Media latina. 6.ª reimpr. 2 vols., México, Fondo de Cultura Económica, 1999, pp. 423-489.

15Véanse, a modo de ejemplo, los trabajos de Caterina Tristano (C. Tristano: «Completus in testu et glosis. Il libro giuridico a Bologna tra XIII e XIV secolo: il mercato dell’usato», Nuovi Annali della Scuola Speciale per Archivisti e Bibliotecari, 12 (1998), pp. 63-116; Idem: «Economia del libro in Italia tra la fine del XV e l’inizio del XVI secolo: il prezzo del libro vecchio», Scrittura e Civiltà, 14 (1990), pp. 199-242; Idem: «Prezzo e costo del libri in epoca medievale. Presentazione di una recerca», Scrittura e Civiltà, 14 (1990), pp. 271-280; Idem: «Economia del libro in Italia tra XV e XVI secolo: il costo del libro nuevo», Bulletin du Bibliophile, 2 (1991), pp. 273-298).

16Sirvan, a modo de ejemplo, las consideraciones que efectuó, en su momento, Maxime Chevalier a propósito de la sociedad española del Siglo de Oro, cfr. M. Chevalier: Lectura y lectores en la España del siglo XVI y XVII, Madrid, Ediciones Turner, 1976, pp. 13-31, y más en general, resultará de interés, la síntesis de H. J. Graff: The legacies of literacy: Continuities and contradictions in Western culture and society. Bloomington, IN. Indiana University Press, 1987, de la que existe una traducción italiana con el título: Storia dell’alfabetizzazione occidentale, Bolonia, Il Mulino, 1989.

17Valencia. Universidad de Valencia. Biblioteca Histórica, ms 726, f 1r, cfr. descripción en M. Gutiérrez del Caño: Catálogo de los manuscritos existentes en la Biblioteca Universitaria de Valencia, 3 vols., Valencia, Librería Maraguat, 1913, tomo primero, n.º 241, pp. 101-102; véanse además: P. Bohigas: La ilustración y la decoración del libro manuscrito en Cataluña. Contribución al estudio de la historia de la miniatura catalana, 3 vols., Barcelona, Asociación de Bibliófilos de Barcelona, 1967, vol. II: Periodo gótico y Renacimiento, pp. 67-69; T. de Marinis: La biblioteca napoletana dei re d’Aragona, Milán, Hoepli, 1947, vol. II, p. 137 y vol. IV, facs. 202; J. Domínguez Bordona: Manuscritos con pinturas. Notas para un inventario de los conservados en colecciones públicas y particulares de España, Madrid, Centro de Estudios Históricos, 1933, vol. II, p. 261, n.º 1965; A. Villalba Dávalos: La miniatura valenciana en los siglos XIV y XV, Valencia. Institución Alfonso el Magnánimo, 1964, pp. 91-92, 142, 144 y 145, facs. 85.

18Viena. Österreichische Nationalbibliothek, Codex Vindobonensis ms 2759, f. 2v, cfr. reproducción en I. F. Walther y N. Wolf: Códices ilustres. Los manuscritos iluminados más bellos del mundo desde 400 hasta 1600, Colonia, Taschen, 2005, pp. 242-248.

19Ciudad del Vaticano. Biblioteca Apostólica Vaticana, ms Urb lat 112, f. 7v, cfr. reproducción en I. F. Walther y N. Wolf: Códices ilustres. Los manuscritos iluminados más bellos del mundo desde 400 hasta 1600, op. cit., pp. 392-393.

20Florencia. B. Nazionale Centrale, ms Pal. 556, f. 24r.

21Cfr. a modo de ejemplo los gastos desembolsados con motivo de la encuadernación del libro de Horas de Alfonso el Magnánimo (Londres, British Library, ms Add 28962) editados por A. Villalba Dávalos: La miniatura valenciana…, op. cit., documentos: 49 (7 de marzo de 1443), 50 (13 de marzo de 1443), 52 (11 de abril de 1443), y 55 (16 de abril de 1443).

22Diccionario de la lengua española, vigésima primera edición, Madrid, Real Academia Española, 1992, vol. II: h-z, p. 1275. Véase, también, el Diccionari català-valenciàbalear, inventari lexicogràfic i etimològic de la llengua catalana en totes les seves formes literàries i dialectals recollides dels documents i textos antics i moderns, i del parlar vivemt al Principat de Catalunya, al Regne de València, a les Illes Balears, al departament francés dels Pirineus orientals, a les Valls d’Andorra, al marge oriental d’Aragó i a la ciutat d’Alguer de Sardenya. Obra iniciada per mossèn A. M. Alcover Moll. Tom VI: Forn-Llex. Redactat per F. de B. Moll. Segona edició corregida i posada al dia. Amb la col·laboració de M. Sanchis Guarner, Palma de Mallorca, Editorial Moll, 1979, p. 863.

23Resultan de gran interés, en este sentido, las definiciones de la voz jactancia proporcionadas por el Tesoro de la lengua de Covarrubias (cfr. S. de Covarrubias Orozco: Tesoro de la lengua castellana. Edición de F. C. R. Maldonado, revisada por M. Camarero. 2.ª ed. corregida, Madrid, Editorial Castalia, 1995, p. 676) y por el Diccionario de autoridades (Diccionario de la lengua castellana en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad con las phrases o modos de hablar, los proverbios o refranes y otras cosas convenientes al uso de la lengua […] Compuesto por la Real Academia Española. Tomo quarto que contiene las letras: G, H, I, J, K, L, M, N. En Madrid, En la imprenta de la Real Academia Española. Por los herederos de Francisco del Hierro. Año de 1734, p. 315).

24Cfr. F. Petrarca: «De librorum copia», F. Petrarca: De remediis utriusque fortunae, a cura di G. Contini en Mostra di codici petrarcheschi laurenziani, Firenze maggio-ottobre 1974, Florencia, Leo S. Olschki, MCMLXXIV, pp. 73-81.

25Cfr. F. Petrarca: Le Familiari. Edizione critica per cura di V. Rossi. Volume primo: Introduzione e libri I-IV. Con un ritratto e sei tavole fuori testo, Florencia, G. C. Sansoni editore, 1933 (<Edizione Nazionale delle Opere di Francesco Petrarca> X) [Ristampa anastatica 1968], pp. 138-142.

26Cfr. F. Petrarca: Le Familiari. Edizione critica per cura di V. Rossi. Volume primo, p. 141.

27Cfr. G. Duby: Arte y sociedad en la Edad Media, Madrid, Taurus, 2011, p. 105 y, en general, el último apartado, pp. 92-117.

28Cfr. F. Cabrol: Les livres de la liturgie latine, París, Librairie Bloud & Gay, 1930; J. M. Fernández Catón: «El libro litúrgico», en H. Escolar (dir.): Historia ilustrada del libro español. Los manuscritos, Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1993, pp. 401-433; J. Janini: «Liturgia romana», en Diccionario de historia eclesiástica de España, dirigido por Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez, J. Vives Gatell. Vol. II: Ch-Man, Madrid, CSIC, Instituto Enrique Flórez, 1972, pp. 1320-1324, en las pp. 1307-1310, apartado dedicado a la clasificación de los manuscritos litúrgicos; J. Pinell: «Liturgia», Diccionario de historia eclesiástica de España. Vol. II: Ch-Man, pp. 1303-1320. De gran utilidad resultarán los catálogos de manuscritos litúrgicos de J. Janini: Manuscritos litúrgicos de las bibliotecas de España. Vol. I: Castilla y Navarra, Burgos, Ediciones Aldecoa, 1977, y vol. II: Aragón, Cataluña, Valencia, Burgos, Ediciones Aldecoa, 1980; J. Janini y J. Serrano: Manuscritos litúrgicos de la Biblioteca Nacional, Madrid, Dirección General de Archivos y Bibliotecas, 1969; J. Janini y R. Gonzálvez: Catálogo de los manuscritos litúrgicos de la catedral de Toledo, Toledo, Diputación Provincial del Toledo, 1977.

29Madrid. Biblioteca Nacional, mss. 1540, 1541, 1542, 1543, 1544, 1545 y 1546, cfr. J. Janini y J. Serrano: Manuscritos litúrgicos de la Biblioteca Nacional…, op. cit., pp. 65-72, especialmente pp. 65 y 71, y A. Muntada Torrellas: Misal rico de Cisneros, Madrid, Diputación de Toledo, Fundación Real de Toledo, Caja Castilla la Mancha, 1992.

30Ciudad del Vaticano. Biblioteca Apostólica Vaticana, ms Vat lat 14701; cfr. Liturgia in figura, pp. 85-89, figs. 1-4.

31Ciudad del Vaticano. Biblioteca Apostólica Vaticana, ms Vat lat 1145; cfr. Liturgia in figura, n.º 14, pp. 121-126, figs. 36-39.

32Ciudad del Vaticano. Biblioteca Apostólica Vaticana, ms Capp. Sist 10; cfr. Liturgia in figura, n.º 36, pp. 186-192, figs. 88-92.

33Ciudad del Vaticano. Biblioteca Apostólica Vaticana, ms Capp. Sist 213; cfr. Liturgia in figura, n.º 44, pp. 209-211, fig. 106.

34Valencia. Universidad de Valencia. Biblioteca Histórica, ms 391, M. Gutiérrez del Caño: Catálogo de los manuscritos existentes en la Biblioteca Universitaria de Valencia, vol. II, n.º 1299, pp. 203-204; J. Domínguez Bordona: Manuscritos con pinturas, II, n.º 2038, fig. 684, pp. 291-292; La biblioteca reale di Napoli al tempo della dinastia aragonese. La biblioteca real de Nápoles en tiempos de la dinastía aragonesa, ed. por G. Toscano, Valencia, Generalitat Valenciana, 1998, n.º 32, pp. 588-589.

35Ciudad del Vaticano. Biblioteca Apostólica Vaticana, ms Chigi C VII 205; Liturgia in figura, n.º 66, pp. 247-279, figs. 164-169.

36Ciudad del Vaticano. Biblioteca Apostólica Vaticana, ms Borg lat 420; Liturgia in figura, n.º 73, pp. 295-297.

37Cfr. G. Duby: Arte y sociedad en la Edad Media, op. cit., pp. 9-10.

38Cfr. V. Leroquais: Les livres d’heures manuscrits de la Bibliothèque Nationale, 3 vols., París, Maçon, Protat frères impr., 1927; G. Morello: Libri d’Ore della Biblioteca Apostólica Vaticana. Catalogo della mostra. Salone Sistino, Zúrich, Belser Verlag, 1988; F. M. Gimeno Blay: «Committenza e uso dei libri d’ore nel Basso Medioevo», en G. Cavallo (dir.): Pregare nel segreto. Libri d’ore e testi di spiritualità nella tradizione cristiana, Roma, Ministero per i Beni Culturali e Ambientali. Ufficio Centrale per i Beni Librari e gli Istituti culturali, 1994, pp. 23-28 (traducido al español en F. M. Gimeno Blay: Scripta manent. De las ciencias auxiliares a la historia de la cultura escrita. Edición a cargo de M. L. Mandingorra y J. V. Boscá, Granada, Universidad de Granada, 2008, pp. 161-170).

39Cfr. G. Morello: Libri d’Ore della Biblioteca Apostólica Vaticana, op. cit.

40Cfr. V. Leroquais: Les livres d’heures manuscrits de la Bibliothèque Nationale, op. cit.

41Nueva York, The Metropolitan Museum of Art, The Cloisters, Acc 54 (1.2), ff. 34v-35r, cfr. reproducción en I. F. Walther y N. Wolf: Códices ilustres. Los manuscritos iluminados más bellos del mundo desde 400 hasta 1600, op. cit., pp. 208-211.

42Viena. Österreichische Nationalbibliothek, Codex Vindobonensis, 1856, f. 33r, cfr. reproducción en I. F. Walther y N. Wolf: Códices ilustres. Los manuscritos iluminados más bellos del mundo desde 400 hasta 1600, op. cit., pp. 362-363.

43Nueva York. Pierpont Morgan Library, ms 493, ff. 18v-19r, cfr. reproducción en I. F. Walther y N. Wolf: Códices ilustres. Los manuscritos iluminados más bellos del mundo desde 400 hasta 1600, op. cit., pp. 372-373.

44Cfr. F. M. Gimeno Blay: «Committenza e uso dei libri d’ore nel Basso Medioevo», cit.

45Cfr., a modo de ejemplo, la Anunciación del Maestro de Bonastre, Valencia, Museo de Bellas Artes, cfr. reproducción en X. Company: Museo de Bellas Artes San Pio V. Valencia. Obras Maestras. Valencia, 1995, pp. 28-29, y La clave flamenca en los primitivos valencianos. Dirección científica F. Benito Doménech y J. Gómez Frechina. Museo de Bellas de Valencia del 30 de maig al 2 de setembre de 2001, Valencia, 2001, p. 193.

46Cfr. J. Yarza: «El retablo mayor de la Cartuja de Miraflores», en Actas del congreso Internacional sobre Gil de Siloe y la escultura de su época, Burgos, Institución Fernán González, 2001, pp. 207-238, y La Cartuja de Miraflores. II. El retablo. Cuadernos de restauración de Iberdrola XIII, [Madrid], Fundación Iberdrola, 2007, pp. 7-68 y especialmente las pp. 60-61.

47Cfr. J. Roig: Spill. Estudi, transcripció i notes a cura d’A. I. Peirats Navarro, 2 vols., Valencia, Academia Valenciana de la Llengua, 2010, vol. I, versos 3991-4003.

48Bruselas. Bibliothèque Royale Albert Ier, cod. 9169, cfr. Una reproducción en Jaime III, rey de Mallorca: Leyes Palatinas, cod. N.º 9169 de la Bibliothèque Royale Albert I. Presentación y transcripción de L. Pérez Martínez. Introducciones de G. Llompart y M. Durliat. Traducción de M. Pascual Pont. Fotografías de F. Llompart Mayans, Palma de Mallorca, Olañeta editor, La Isla de la Calma, 1991.

49Cfr. O. Schena: Le leggi palatine di Pietro IV d’Aragona, Cagliari, Consiglio Nazionale delle Ricerche, Centro di studi sui rapporti italo-iberici, 1983, pp. 38-67.

50Palma de Mallorca. Biblioteca Bartolomé March, ms Phillips n. 2633, cfr. P. Bohigas: «El manuscrit Phillips de les Ordinacions del rei en Pere», Cuadernos de Arqueología e Historia de la Ciudad, 12 (1986), pp. 101-111; El manuscrito de San miguel de los Reyes de las Ordinaciones de Pedro IV. I. Estudio, por B. Palacios Martín. II. Traducción de las Ordenaciones de Pedro IV, por Miguel Clemente, protonotario de Aragón (1562), 2 vols., Valencia, Scriptorium S. L.-Ediciones Limitadas, 1994; O. Schena: Le leggi palatine di Pietro IV d’Aragona, op. cit., pp. 44-45.

51París. Bibliothèque Nationale de France, ms Esp. 8, cfr. A. Morel Fatio: Catalogue des manuscrits espagnols et des manuscrits portugais, París. Bibliothèque Nationale. Departement des manuscrits. Imprimerie Nationale, 1892, p. 14, n.º 51; P. Bohigas: Sobre manuscrits i biblioteques. Pròleg d’Amadeu-J. Soberanas i Lleó, Barcelona, Curial edicions Catalanes-Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1985, p. 117; Manuscrits enluminés de la Péninsule Ibérique, par F. Avril, J.-P. Aniel, M. Mentré, A. Saulnier y Y. Zaluska, Paris, Bibliothèque Nationale, Departement des Manuscrits, Centre de Recherches sur les manuscrits enluminés, 1983, notice n.º 137, pp. 122-123, planche LXXIII, LXXIV y CXIII; O. Schena: Le leggi palatine di Pietro IV d’Aragona, op. cit., p. 51.

52París. Bibliothèque Nationale de France, ms Esp. 99, A. Morel Fatio: Catalogue des manuscrits espagnols et des manuscrits portugais, op. cit., p. 14 n.º 52; P. Bohigas: Sobre manuscrits i biblioteques, op. cit., pp. 109-117; Manuscrits enluminés de la Péninsule Ibérique, notice n.º 109, pp. 95-96, y planche LVI; O. Schena: Le leggi palatine di Pietro IV d’Aragona, op. cit., pp. 45-46.

53Valencia. Ayuntamiento de Valencia, Archivo Municipal, cfr. J. Domínguez Bordona: Manuscritos con pinturas, II, n.º 1846, fig. 602, pp. 208-209.

54Valencia, Ayuntamiento de Valencia, Archivo Municipal, cfr. J. Domínguez Bordona: Manuscritos con pinturas, op. cit., II, n.º 1845, figs. 603-604, pp. 208, 210 y 211; Llibre del Consolat del Mar. Reproducción del manuscrito de Valencia, Madrid, Dirección General de Relaciones culturales, 1955; L. N. Ramón Marqués: La miniatura medieval valenciana. Domingo Crespí y el Llibre del Consolat de Mar del Ayuntamiento de Valencia. Tesis de licenciatura presentada por…, dirigida por A. Serra Desfilis, Valencia, Universitat de València, Departament d’Història de l’Art, 1999.

55Lleida. Paeria de Lleida, Archivo municipal, ms Constitucions i altres drets de Catalunya, cfr. Edición facsímil y estudio en Ustages i constitucions de Catalunya. Lleida, Ajuntament de Lleida, 1997.

56Idéntica disposición presenta el ms con las Constitucions i altres drets de Catalunya de la Biblioteca Apostólica Vaticana. Vat Lat 3058.

57Cfr. los reproducidos por J. Destrez: La pecia dans les manuscrits universitaires du XIII et du XIV siècle, París, Éditions Jacques Vautrain, 1935, facs. 22 (Decreto de Graciano con el aparato de Barthélemy de Brescia. París, Bibliothèque nationale de France, ms Nouv acqu Lat 2598, f. 121v), 23 (Decreto de Graciano con el aparato de Barthélemy de Brescia. Ciudad del Vaticano. Biblioteca Apostólica Vaticana, ms Urb lat 161, f. 222r), 24 (Digestum vetus con la Glossa de Accurse. París. Bibliothèque nationale de France, ms Lat 14339, f. 203v) y 25 (Clementinas con el aparato de Juan Andrés. París, Bibliothèque nationale de France, ms Lat 4104ª, f. 46v).

58Cfr. a modo de ejemplo la Biblia glosada que le regaló el papa Luna, Benedicto XIII, a san Vicente Ferrer, cuando fue su confesor, Valencia, Universitat de València, Biblioteca Histórica, ms 45 y 46, cfr. Gutiérrez del Caño: Catálogo de los manuscritos existentes en la Biblioteca Universitaria de Valencia, op. cit., vol. I, n.º 227, pp. 87-88; en general sobre los manuscritos bíblicos con y sin glosa, véase: R. Branner: Manuscript painting in Paris during the reign of saint Louis. A study of styles, Berkeley, Los Ángeles, Londres, University of California Press, 1977.

59El Escorial. Biblioteca del monasterio, ms T.I.1, cfr. J. Domínguez Bordona: Manuscritos con pinturas. Notas para un inventario de los conservados en colecciones públicas y particulares de España. Tomo II: El Escorial-Zaragoza, n.º 1645, pp. 106-107, fig. 509; H. Escolar (dir.): Historia ilustrada del libro español. Los manuscritos, Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1993, pp. 194-197 y especialmente p. 196. Existe una reproducción íntegra del ms publicada en El ‘códice rico’ de las Cantigas de Alfonso X el Sabio, ms T.I.1. de la Biblioteca de El Escorial. «El códice» por M. López Serrano; «El texto» por J. Filgueira Valverde, con un apéndice de R. Lorenzo Vázquez; «Las miniaturas», por J. Guerrero Lovillo; «La música», por J. M. Llorens Cisteró, 2 vols, Madrid, Edilán, 1979.

60El Escorial. Biblioteca del monasterio, ms T.I.6, cfr. J. Domínguez Bordona: Manuscritos con pinturas. Notas para un inventario de los conservados en colecciones públicas y particulares de España. Tomo II: El Escorial-Zaragoza, n.º 1629, pp. 99-101, fig. 503-504; H. Escolar (dir.): Historia ilustrada del libro español. Los manuscritos, op. cit., p. 193.

61Cfr. A. Petrucci: «Il libro manoscritto», en Letteratura italiana, a cura di A. Asor Rosa, II: Produzione e consumo, Turín, Giulio Einaudi ed., 1983, pp. 497-524 [Traducción española: A. Petrucci: Libros, escrituras y bibliotecas. Edición al cuidado de F. M. Gimeno Blay (en prensa)].

62París. Bibliothèque Nationale de France, ms français 606, cfr. Ingo F. Walter-Norbert Wolf: Obras maestras de la iluminación. Los manuscritos más bellos del mundo desde el año 400 hasta 1600, op. cit., pp. 262-263.

63Madrid. Biblioteca Nacional, ms 3995, cfr. J. Domínguez Bordona: Manuscritos con pinturas, op. cit., I, n.º 570, fig. 241, pp. 269 y 271; existe una edición facsímile íntegra del manuscrito con el título: Castigos e documentos del rey don Sancho. Privilegio rodado del rey don Sancho, Madrid, Club Bibliófilo Versol, 2002).

64Madrid. Biblioteca Nacional, ms Res 203; cfr. descripción en J. Domínguez Bordona: Catálogo de los manuscritos catalanes de la Biblioteca Nacional, Madrid, Blass, S.A. tipográfica, 1931, pp. 119-122; J. Domínguez Bordona: Manuscritos con pinturas, op. cit., I, n.º 852, fig. 280, pp. 332 y 334. Existe una edición facsímile íntegra del manuscrito: M. Ermengaud: Breviari d’amor. Manuscrit valencià del segle XV (Biblioteca Nacional de Madrid). Introducció, transcripció i traducció per A. Ferrando i Francés. 2 vols., Valencia, Gràfiques Vicent, 1980.

65Florencia. Biblioteca Medicea Laurenziana, ms Strozzi 152, f. 30r.

66París. Bibliothèque Nationale de France, ms français 2813, cfr. Ingo F. Walter-N. Wolf: Obras maestras de la iluminación. Los manuscritos más bellos del mundo desde el año 400 hasta 1600, op. cit., pp. 230-233.

67Cfr. A. Petrucci: La scrittura di Francesco Petrarca, Ciudad del Vaticano, Biblioteca Apostólica Vaticana, 1967; A. Petrucci: «Libro e scrittura in Francesco Petrarca», en Libri, scrittori e pubblico nel Rinascimento. Guida storica e critica, a cura di A. Petrucci, Roma-Bari, Laterza, 1979 (Universale Laterza, 542), pp. 3-20 [Traducción española: A. Petrucci: Libros, escrituras y bibliotecas. Edición al cuidado de F. M. Gimeno Blay (en prensa)].

68Cfr. A. Petrucci: Breve storia della scrittura latina. Nuova edizione riveduta e aggiornata, Roma, Il Bagatto Libri, 1992, p. 164.

69Cfr. F. Petrarca: Le Familiari. Edizione critica per cura di V. Rossi. Volume terzo: Libri XII-XIX. Con un ritratto e quattro tavole fuori testo, Florencia, G. C. Sansoni editore, 1937 (Edizione Nazionale delle Opere di Francesco Petrarca, XII) [Ristampa anastatica 1968], pp. 278-280; textos citados en pp. 278 y 280 respectivamente.

70Cfr. A. Derolez: Codicologie des manuscrits en écriture humanistique sur parchemin, 2 vols. Turnhout, Brepols, 1984.

71Coinciden la mayor parte de los autores en señalar como primer libro en antiqua un manuscrito con el tratado De verecundia de Coluccio Salutati, datado en 1402-1403, Florencia. Biblioteca Medicea Laurenziana, ms Strozz 96, cfr. A. Petrucci: Breve storia della scrittura latina, op. cit., p. 171.

72Cfr. A. Derolez: Codicologie des manuscrits en écriture humanistique sur parchemin, op. cit.

73Ciudad del Vaticano. Biblioteca Apostólica Vaticana, ms Vat gr 1626, reproducciones en J. J. G. Alexander: The painted page: Italian Renaissance book illumination 1450-1550. Exposition Royal Academy of Arts, London, The Pierpont Morgan Library, New York, Múnich-Nueva York, Pretel, 1994, pp. 104-106, reproducción 39 en p. 103; M. Buonocore (ed.): Vedere i classici. L’illustrazione libraria dei testi antichi dall’età romana al tardo medieovo, Roma, Fratelli Palombi editori, 1996, pp. 481-486, n.º 140; G. Bologna: Manuscritos y miniaturas. El libro antes de Gutenberg, Madrid, Anaya, 1988, p. 145; G. Canova Mariani (coord.): La miniatura a Padova dal medioevo al settecento. Catalogo a cura di Giovanna Baldissin Molli, Giordana Canova Mariani, Federica Toniolo, Modena, Franco Cosimo Panini, 1999, pp. 308-309; S. Maddalo: Sanvito e Petrarca. Scrittura e immagine nel codice Bodmer, Mesina, Università degli Studi di Messina, 2002, tav. IV.

74Valencia, Universidad de Valencia. Biblioteca Histórica, ms 758, f. 1r; cfr. descripción en M. Gutiérrez del Caño: Manuscritos existentes en la Biblioteca Universitaria de Valencia, op. cit., II, n.º 920, pp. 18-19; J. Domínguez Bordona: Manuscritos con pinturas, op. cit., II, n.º 1999, p. 269; La biblioteca real de Nápoles en tiempos de la dinastía aragonesa, op. cit., n.º 31, pp. 586-587.

75Valencia. Universidad de Valencia. Biblioteca Histórica, ms 408, f. 45r; cfr. descripción en M. Gutiérrez del Caño: Manuscritos existentes en la Biblioteca Universitaria de Valencia, op. cit., III, n.º 2368, pp. 276-277; J. Domínguez Bordona: Manuscritos con pinturas, op. cit., II, n.º 2111, fig. 725, pp. 336-337; La biblioteca real de Nápoles en tiempos de la dinastía aragonesa, op. cit., pp. 550-551.

76El proceso de recuperación de las mayúsculas epigráficas de época clásica, durante el Quattrocento, puede reconstruirse merced a las propuestas, entre otros, de: (1) Felice Feliciano de Verona: Alphabetum romanum, Ciudad del Vaticano, Biblioteca Apostólica Vaticana, ms Vaticano Latino 6852 (cfr. Felice Feliciano: Alphabetum romanum. Vat. Lat. 6852 aus der Bibliotheca Apostólica Vaticana, Zúrich, Belser Verlag, 1985); (2) Anónimo [Construcción letras alfabeto romano], Chicago, Newberry Library, ms ZW 141.481 [cfr. 2000 years of Calligraphy. A three part exhibition organized by the Baltimore Museum of Art, The Peabody Institute Library, The Walters Art Gallery. A Comprehensive Catalogue, Baltimore (Maryland), The Walters Art Gallery, 1965, n.º 54, pp. 72-73]; (3) Anónimo: Regola a fare lettre antiche. Sevilla. Biblioteca Capitular y Colombina, ms 5-1-3 [cfr. F. M. Gimeno Blay: Admiradas mayúsculas. La recuperación de los modelos gráficos romanos. Introducción de Francisco Rico, Salamanca, Instituto del libro y de la Lectura. Fundación Duques de Soria-Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 2005 (Serie Minor, 7)], y (4) al de H. Schedel: Ars letteraria, Múnich, Bayerische Staatsbibliothek, ms Clm 451, cuya edición estoy preparando en la actualidad.

77Valencia, Universidad de Valencia. Biblioteca Histórica, ms 384, f. 2v; cfr. descripción en M. Gutiérrez del Caño: Manuscritos existentes en la Biblioteca Universitaria de Valencia, op. cit., II, n.º 1314, pp. 208-209; J. Domínguez Bordona: Manuscritos con pinturas, op. cit., II, n.º 2040, figs. 687-688, pp. 293, 295 y 296; La biblioteca real de Nápoles en tiempos de la dinastía aragonesa, op. cit., n.º 47, pp. 626-627.

78Valencia, Universidad de Valencia. Biblioteca Histórica, ms 386, f. 6v, cfr. descripción en M. Gutiérrez del Caño: Manuscritos existentes en la Biblioteca Universitaria de Valencia, op. cit., II, n.º 1316, pp. 209-210; J. Domínguez Bordona: Manuscritos con pinturas, op. cit., II, n.º 2042, fig. 690-691, pp. 298-301.

79Valencia. Universitat de València. Biblioteca Histórica, ms 398 (olim 772), f. 128v; cfr. M. Gutiérrez del Caño: Catálogo de los manuscritos existentes en la Biblioteca Universitaria de Valencia, op. cit., III, p. 35, n.º 1791; Bénédictins du Bouveret: Colophons des manuscrits occidentaux des origines au XVIe siècle. Tome II: Colophons signés E-H (3562-7391). Friburgo, Éditions Universitaires Fribourg Suisse, 1967, p. 103, n.º 4355; J. Domínguez Bordona: Manuscritos con pinturas, op. cit., II, n.º 2069, p. 312; La biblioteca reale di Napoli al tempo della dinastia aragonese. La biblioteca real de Nápoles en tiempos de la dinastía aragonesa, op. cit., pp. 498-499.

80Valencia, Universitat de València. Biblioteca Histórica, ms 837, cfr. P. Vergilius Maro: Bucolica-Georgica-Aeneis. Kommentar zum Faksimile des Vergilcodex ms 837 der Universitätsbibliothek in Valencia. Herausgegeben von Antonie Wlosok, Valencia, Vicent García editors, 2001.

81Cfr. P. Vergilius Maro: Bucolica-Georgica-Aeneis. Kommentar, op. cit. pp. 53 y 88.

82París, Bibliothèque Nationale de France, ms Lat 7245, f. 1r, cfr. reproducción en M. C. Cabeza Sánchez-Albornoz y G. Toscano (coords.): La Biblioteca Reial de Nàpols d’Alfons el Magnànim al Duc d Calàbria, 1442-1550, Valencia, Biblioteca Valenciana. Antic monestir de Sant Miquel dels Reis, 23 d’abril-27 juny de 1999, Valencia, Generalitat Valenciana, 1999, pp. 49 y 51.

83París. Bibliothèque Nationale de France, ms Lat 919, f. 96r, cfr. S. Cassagnes-Brouquet: La passion du livre au moyen age, Rennes, Éditions Ouest-France, 2008, p. 42.

84Mallorca, Biblioteca Bartolomé March, ms 103.VI.3, cfr. F. M. Gimeno Blay: Un libro de horas de la casa de Dos Aguas (ms. 103-VI-3 de la Biblioteca Bartolomé March de Mallorca), 2 vols., Valencia, Ed. Grupo de Arte y Bibliofilía, 1993.

85Madrid. Real Biblioteca, ms II/ 2104, cfr. M. L. López Vidriero (dir.): Catálogo de la Real Biblioteca. Tomo XI. Manuscritos, vol. II, Madrid, Patrimonio Nacional, 1995, pp. 427-428; J. Domínguez Bordona: Manuscritos con pinturas, op. cit., I, n.º 1119, fig. 389, pp. 466-467; M. López Serrano: Libro de horas de Isabel la Católica. Estudio preliminar por…Madrid, Editorial Patrimonio Nacional, 1969; Libro de horas de Isabel la Católica. Estudio crítico de A. Domínguez Rodríguez. Madrid, Patrimonio Nacional, Testimonio, 1991.

86Ciudad del Vaticano, Biblioteca Apostólica Vaticana, ms Vat lat 14936, cfr. reproducción en G. Morello: Libri d’ore, tav. XXIV (f. 133r), ficha en pp. 91-92.

87Ciudad del Vaticano. Biblioteca Apostólica Vaticana, ms Vat Lat 14701, cfr. reproducción en Liturgia in figura, n.º 1, p. 86, fig. 1.

88Ciudad del Vaticano. Biblioteca Apostólica Vaticana, Vat. Lat. 4764, cfr. reproducción en Liturgia in figura, n.º 6, pp. 98-99, fig. 16.

89Ciudad del Vaticano. Biblioteca Apostólica Vaticana. Arch. Cap. S. Pietro B. 82; cfr. reproducción en Liturgia in figura, n.º 9, pp. 105-109, fig. 22.

90Ciudad del Vaticano. Biblioteca Apostólica Vaticana. Vat Lat 8700; cfr. reproducción en Liturgia in figura, n.º 11, pp. 112-116, fig. 29.

91Ciudad del Vaticano. Biblioteca Apostólica Vaticana. Barb Lat 562; cfr. reproducción en Liturgia in figura, n.º 18, pp. 133-136, fig. 48.

92Ciudad del Vaticano. Biblioteca Apostólica Vaticana. Arch. Cap. S. Pietro B 72; cfr. reproducción en Liturgia in figura, n.º 24, pp. 155-159, fig. 65.

93Ciudad del Vaticano. Biblioteca Apostólica Vaticana, ms Arc. Cap S. Pietro B. 69, cfr. reproducción en Liturgia in figura, n.º 27, pp. 162-164.

94Cfr. G. M. Cagni: Vespasiano da Bisticci e il suo epistolario, Roma, Storia e Letteratura, 1969. B. L. Ullman anunció hace tiempo que Albinia C. de la Mare preparaba una biografía del librero florentino, cfr. B. L. Ullman: The origin and development of humanistic script, Roma, Edizioni di Storia e Letteratura, 1960, p. 130, nota 11.

95Sirva, a modo de ejemplo, el manuscrito de la crónica del rey Jaime I copiado en 1380 por Juan de Barbastro a instancias del rey Pedro IV el Ceremonioso según el mismo copista lo anunciaba en el colofón: «Mandato serenissimi domini Petri, Dei gratia, regis Aragonum, Valencie, Maioricarum, Sardinie et Corsice, comitisque Barchinone, Rossillionis et Ceritanie, cuius ingenio gratia Dei preeunte, Petrus rex Castelle crudelissimus a regno ipsius durante guerra inter ipsos reges fuit debustatus et regressus manu illustris Henrici postea Castelle regis intra Castellam fuit gladio laceratus. Ego Johannes de Barbastro, de scribania predicti domini regis Aragonum, oriundus Cesarauguste iberi in civitate Barchinone anno a nativitate Domini Mº CCCº octuagesimo scripsi», Barcelona. Biblioteca de Cataluña, ms 1738, f. 173v, cfr. B. J. Concheff (ed.): Bibliography of Old Catalans Texts. Edited by…Madison, Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1984, p. 82 n.º 848; I. Kirchner: Scriptura gothica libraria. A saeculo XII usque in finem medii aevi. Monachii et Vindobonae, In ædibus Rudolphi Oldembourg, 1966, facs 42; F. M. Gimeno Blay: «Copistas y ‘committenza’ de manuscritos en catalán (siglos XIV-XV)», en Scribi e colofoni. Le sottoscrizioni di copisti dalle origini all’avvento alla Stampa. Atti del seminario di Erice X Colloquio del Comité International de Paléographie Latine (23-28 ottobre 1993), a cura di E. Condello e G. de Gregorio. Spoleto, Centro Italiano di Studi sull’Alto Medioevo, 1995, pp. 167-185, facs 4; F. M. Gimeno Blay: «Entre el autor y el lector: Producir libros manuscritos en catalán (siglos XII-XV)», Anuario de Estudios Medievales, 37 (2007), pp. 305-366, el texto en p. 336; J. Massó Torrents: «Historiografia de Catalunya en català durant l’epoca nacional», Revue Hispanique, XV (Nueva York, París) (1906), pp. 5-148, el texto en pp. 29-30.

96París, Bibliothèque Nationale de France, ms Latin 4951, f. 1r, reproducido por S. Cassagnes-Brouquet: La passion du livre, op. cit., p. 23.

97«Da una parte sta lo scrittore, che figura come locatore d’opera; dall’altra, come conduttore, sta la persona che richiede la prestazione. Il documento si presenta distinto in tre parti: la prima comprendente la promessa dello scrittore (locatore); la seconda quella del committente (conduttore); la terza fissante le pene ed i diritti reciproci delle parti, derivanti da eventuali inadempienze contrattuali», cfr. G. Orlandelli: Il libro a Bologna dal 1300 al 1330. Documenti. Con uno studio su «Il contratto di scrittura nella dottrina notarile bolognese», Bolonia, Zanichelli, 1959, p. 9. Véanse, además, algunos de los contratos de copia publicados en los docs n.º 1, p. 41, y n.º 8, p. 42, etc.

98Ibidem, n.º 8, p. 42.

99Valencia, Archivo de la Catedral, Protocolo de Juan Llopis, 1 de febrero de 1422, vol. 3666, publicado por J. Sanchis Sivera: Estudis d’història cultural, edició de M. Rodrigo Lizondo, Valencia-Barcelona, Institut Interuniversitari de Filologia Valenciana-Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1999, pp. 61-62; F. M. Gimeno Blay: «Entre el autor y el lector: Producir libros manuscritos en catalán (siglos XII-XV)», cit., pp. 334-335.

100Cfr. A modo de ejemplo, la contratación de profesionales y encargos por parte de Pedro IV el Ceremonioso en F. M. Gimeno Blay: Escribir, reinar. La experiencia gráficotextual de Pedro IV el Ceremonioso (1336-1387), Madrid, Abada editores, 2006, especialmente el capítulo «7. Libros para el rey, libros para la corte», pp. 157-178.

101Barcelona, Archivo de la Corona de Aragón, Cancillería real, registro n.º 534, f. 1, editado por A. Rubió y Lluch: Documents per l’història de la cultura catalana migeval, Barcelona, Institut d’Estudis Catalans, Palau de la Diputació, MCMVIII, vol. I, doc. LXXX-VIII, p. 104 (edición facsímil Barcelona, Institut d’Estudis Catalans, 2000).

102«Publii Terencii Afri Phormio explicit. Deo gratias. Scripsit Gabriel Altadellus, librarius et scriptor domini regis Aragonum anno MºCCCCºLº. Hoc opus fuit factum amore pocius quam precio peccuniarum», Ravenna. Biblioteca Classense, 138.2.Z, cfr. Bénédictins du Bouveret: Colophons des manuscrits occidentaux des origines au XVIe siècle. Tome I: Colophons signés E-H (3562-7391). Friburgo, Éditions Universitaires Fribourg Suisse, 1967, n.º 4699; F. M. Gimeno Blay: «Una aventura caligráfica: Gabriel Altadell y su ‘de arte scribendi’ (ca. 1468)», Scrittura e Civiltà, XVII (1993) pp. 203-270, colofón en p. 261; I Manoscritti datati della Classense e delle altre biblioteche della provincia di Ravenna, a cura di M. G. Baldini. Con il contributo di T. de Robertis e M. Mazzotti, Florencia, Sismel, Edizioni del Galluzzo, 2004, p. 22, tav. 21.

103«Finis. Aragonum regiae maiestatis humilis servidor Gabriel Altadell eiusdem sacre maiestatis librerius hunc librum scriptum perfecit VIº ydus novembris anno a nativitate Domini millesimo quadringentesimo quinquagesimo. Deo gratias», Valencia, Universidad de Valencia, Biblioteca Histórica, ms 839; cfr. descripción en M. Gutiérrez del Caño: Catálogo de los manuscritos existentes en la Biblioteca Universitaria de Valencia, op. cit., II, 943, pp. 27-28 y n.º 1072, pp. 81-82; P. Bohigas: La ilustración, op. cit., vol. II, pp. 78-79 y 183; Bénédictins du Bouveret: Colophons des manuscrits occidentaux des origines au XVI siècle. Tome II, n.º 4700; T. de Marinis: La biblioteca napoletana dei re d’Aragona, vol. I, p. 15, vol. II, p. 80 y vol. III, facs. 111; A. Derolez: Codicologie, I, p. 136 n.º 125, II, p. 119, n.º 822; J. Domínguez Bordona: Manuscritos con pinturas, op. cit., II, 2000 y 2010, fig. 667; La biblioteca reale di Napoli al tempo della dinastia aragonese. La biblioteca real de Nápoles en tiempos de la dinastía aragonesa, op. cit., n.º 11, pp. 536-537.

104Ciudad del Vaticano, Biblioteca Apostólica Vaticana, ms Vat Lat 7179, cfr. F. M. Gimeno Blay: «Una aventura caligráfica: Gabriel Altadell y su «de arte scribendi» (ca. 1468)».

105T. de Marinis: La biblioteca napoletana dei re d’Aragona, I, 13-21; A. Derolez: Codicologie, I, p. 136, n.º 125; 140, n.º 161; 157, n.º 358; 163, n.º 404.

106T. de Marinis: La biblioteca napoletana dei re d’Aragona, I, pp. 42-70; A. Derolez: Codicologie, I, pp. 124 y ss.

107T. de Marinis: La biblioteca napoletana dei re d’Aragona, I, pp. 87-88; Albinia C. de la Mare: «The Florentine scribes of Cardinal Giovanni of Aragon», Il libro e il testo. Atti del convegno internazionale, Urbino 20-23 settembre 1982. A cura di Cesare Questa e Renato Raffaelli. Urbino: Università degli studi di Urbino, 1984, pp. 243-293.

108Cfr. F. Petrarca: Le Familiari. Edizione critica per cura di V. Rossi. Volume terzo: Libri XII-XIX. Con un ritratto e quattro tavole fuori testo, Florencia, G. C. Sansoni editore, 1937 (<Edizione Nazionale delle Opere di Francesco Petrarca> XII) [Ristampa anastatica 1968], pp. 282-283, el texto citado en p. 283.

109Budapest. Univ. 1 s. 15, f. 1v, cfr. Bénédictins du Bouveret: Colophons des manuscrits occidentaux des origines au XVIe siècle. Tome V: Colophons signés P-Z (14889-18951), Friburgo, Éditions Universitaires Fribourg Suisse, 1979, número 18393, p. 468.

110Cfr. Bénédictins du Bouveret: Colophons des manuscrits occidentaux des origines au XVIe siècle, pp. 468-469; B. L. Ullmann: The origin and development of Humanistic Script, pp. 131-133.

111«Scripsit Gherardus del Ciriagio florentinus a. 1472 pro magnifico domino d. Federico Urbini et Montisfereti domino. Procurante Vespasiano Filippi principe omnium librariorum florentinorum. Laus Deo». Ciudad del Vaticano. Biblioteca Apostólica Vaticana, ms Urb. Lat. 1314, f. 165. Cfr. Bénédictins du Bouveret: Colophons des manuscrits occidentaux des origines au XVIe siècle. Tome II: Colophons signés E-H (3562-7391), Fribourg, 1967, p. 208, n.º 5274.

112«FINIS LAVS DEO. Scriptus autem fuit liber iste in civitate Florentie per me Gherardum Iohannis del Ciriagio, civem et notarium florentinum, pro illustrissimo principe duce Calabrie filio regis Ferdinandi. De anno Domini MCCCCLXXIIº et de mense iunii. Procurante Vespasiano Philippi principe omnium librariorum florentinorum. FINIS PROBI EMILII». Valencia, Universidad de Valencia, Biblioteca Histórica, ms 765, f. 116v; Bénédictins du Bouveret: Colophons des manuscrits occidentaux des origines au XVIe siècle. Tome II: Colophons signés E-H (3562-7391). Fribourg, 1967, p. 208, n.º 5276; M. Gutiérrez del Caño: Catálogo de los manuscritos existentes en la Biblioteca Universitaria de Valencia, II, n.º 1533, pp. 501-502, n.º 1246, p. 169.

113Cfr. B. L. Ullman: The origin and development of Humanistic script. Roma, Edizioni di Storia e Letteratura, 1960, pp. 131-133.

114Cfr. Bénédictins du Bouveret: Colophons des manuscrits occidentaux des origines au XVIe siècle. Tome V: Colophons signés P-Z (14889-18951). Friburgo, Éditions Universitaires Fribourg Suisse, 1979, números 18392-18398, pp. 468-469.

115Cfr. Bénédictins du Bouveret: Colophons des manuscrits occidentaux des origines au XVIe siècle. Tome V, n.º 18397 y 18399.

116Sobre el significado de la palabra librarius en ambiente humanístico cfr. S. Rizzo: Il lessico filologico degli umanisti, Roma, Edizioni di Storia e Letteratura, 1984, pp. 84-85.

117Cfr. Bénédictins du Bouveret: Colophons des manuscrits occidentaux des origines au XVIe siècle. Tome V, números 18392, 18393, 18395, 18396, 18397, 18398, 18399, 18401 y 18402.

118Citado por S. Rizzo: Il lessico filologico degli umanisti, p. 82, nota 1.

119En este momento podrían recordarse: (1) el de Wilhelm Reider de Zürich [Basilea. Universitätsbibliothek, ms N. 16 u. 39, cfr. M.n Steinmann: «Ein mittelalterliches Schriftemusterblatt», Archiv für Diplomatik, XXI (1975), pp. 450-458]; (2) el del maestro Hermann Strepel [Hague, Koninklijke Bibliothek, ms 76 D. 45, IV A, reproducido en B. Bischoff: Latin Palaeography. Antiquity and the Middle Ages. Cambridge, 1990, p. 132, pl. 18]; (3) de Gregorius Bock, Suabia 1510, se conservan unos folios con modelos de letras góticas textuales [New Haven, Yale University, Beinecke Library, ms 439, ff. 1v-2r, cfr. A. Derolez: The Palaeography of gothic manuscript books. From the twelfth to the early sixteenth century. Cambridge, Cambridge University Press, 2006, facs. 15-16]; (4) del maestro Johan vom Hagen, activo en baja Sajonia en el temprano siglo XV, se conservan unas muestras de escritura [Berlin. Staatsbibliothek Preuss. Kulturbesitz, ms lat f. 384v, cfr. reproducción en A. Derolez: The Palaeography of gothic manuscript books. From the twelfth to the early sixteenth century, facs. 17]. Christopher de Hamel reproduce varias páginas con muestras caligráficas sin indicar la biblioteca en la cual se conservan, cfr. Ch. de Hamel: Copistas e iluminadores. Madrid, Ediciones Akal S.A., 1999, ilustraciones 30 (p. 38), 31 (p. 40) y 41 (p. 49). La lista podría ampliarse con la información proporcionada por J. J. G. Alexander: Medieval illuminators and their methods of work, New Haven [et al.], Yale University, 1992, pp. 126-127 y 174-175.

120Cfr. F. Gasparri: «Enseignement et techniques de l’écriture du moyen âge a la fin du XVI siècle», Scrittura e civiltà, 7 (1983), pp. 201-222.

121Cfr. S. H. Steinberg: «The ‘Forma scribendi’of Hugo Spechtshart», Transactions of the Bibliographical Society, XXI, 1 (1940-1941) pp. 264-278.

122Cfr. B. Bischoff: Ein neuendeckter Modus scribendi des XV Jahrhunderts aus der Abtei Melk, Berlín, Privatdruck der setzmaschinen Fabrik Monotype Gesellschaft M. B. H., 1939; S. Morison-B. Bischoff: A fifteenth century ‘modus scribendi’ from the Abbey of Melk, Cambridge, University Press, 1940.

123Cfr. F. Gasparri: «L’enseignement de l’écriture à la fin du moyen âge: a propos du ‘Tractatus in omnem modum scribendi’, ms 76 de l’abbaye de Krensmünster», Scrittura e civiltà, III (1979), pp. 243-265.

124Cfr. H. Palm: «Eine Anweisung zur Kalligraphie aus dem 15. Jahrhundert», Anzeiger für Kunde der deustchen Vorzeit, neue Folge XII, 2, Feb. 1865, cols. 49-53 y XIII, 3, Marz 1865, cols. 89-92.

125Cfr. F. M. Gimeno Blay: «Una aventura caligráfica: Gabriel Altadell y su ‘de arte scribendi’ (ca. 1468)», cit.

126Ciudad del Vaticano. Biblioteca Apostólica Vaticana, ms Vat lat 6852, cfr. F. Feliciano: Alphabetum romanum. Vat. Lat. 6852 aus der Bibliotheca Apostólica Vaticana.

127Sevilla. Biblioteca Capitular y Colombina, ms 5-1-3, cfr. edición de F. M. Gimeno Blay: Admiradas mayúsculas. La recuperación de los modelos gráficos romanos, op. cit.

128Chicago. Newberry Library, ms Z. W. 141.481, cfr. 2000 years of Calligraphy, op. cit., n.º 54, pp. 72-73.

129Cfr. G. de Grassi: Taccuino di disegni di Giovannino de Grassi. Biblioteca Civica «Angelo Mai» di Bergamo Cassaf 1.21, Modena, Il Bulino, 2003.

130Cfr. G. de Grassi: Taccuino di disegni di Giovannino de Grassi, op. cit., f. 30v.

131Múnich, Bayerische Staatsbibliothek, ms Clm 451, ff. 98r-109r.

132Múnich, Bayerische Sataatsbibliothek, ms Clm 266, ff. 61v-62r, cfr. B. Hernad: Die Graphiksammlung des Humanisten Hartmann Schedel, Múnich, Prestel-Verlag, 1990, pp. 304-305 y facsímil 32.

133Fundamental resulta en este sentido el estudio de R. W. Scheller: Exemplum. Modelbook drawings and the practice of artistic transmission in the Middle Ages (ca. 900-ca. 1470). Translated by M. Hoyle. Amsterdam, Amsterdam University Press, 1995.

134Múnich, Bayerische Staatsbibliothek, ms Cod. Icon 420, cfr. M. y H. Roosen-Runge: Das spätgotische Musterbuch des Stephan Schreiber in der Bayerischen Staatsbibliothek München, cod. Icon 420, 3 vols., Wiesbaden, Reichert, 1981.

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