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CARTA A FOUQUÉ, DE HITZIG

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¡YA TENEMOS LAS CONSECUENCIAS de tu desesperada decisión de imprimir el relato de Schlemihl, que debíamos haber guardado como un secreto entre nosotros! No solamente lo han traducido los franceses, los ingleses, holandeses y españoles, y lo han reimpreso los americanos e ingleses, de lo que informé ampliamente en nuestro culto Berlín, sino que también en nuestra querida Alemania se prepara una nueva edición con las ilustraciones de la edición inglesa que el famoso Cruikshank hizo sacadas del natural.5 Con lo cual la historia, sin duda, se conocerá más ampliamente. Y te hubiera acusado públicamente por tu manera arbitraria de proceder (pues en 1814 no me dijiste ni una palabra de la publicación del manuscrito) si no te considerara suficientemente castigado por el hecho de que nuestro Von Chamisso, durante su vuelta al mundo en los años 1815-1818, ya se quejó de todo en Chile, en Kamchatka6 y en casa de su amigo, el difunto Tameiamaia7 de Oahu.

Pero, aparte de esto, lo hecho, hecho está y también es verdad que tienes razón, porque muchos, muchos amigos en estos trece años pasados están encantados, como nosotros, con el libro desde que vio la luz. Jamás olvidaré el momento en que se lo leí a Hoffmann.8 Estuvo pendiente de mis labios, divertido y lleno de interés, hasta que lo terminé. No pudo esperar a conocer personalmente al poeta y, a pesar de que odia toda imitación, no resistió la tentación de hacer una variante (bastante desdichada) de la idea de la sombra perdida en su relato “La aventura de la noche de san Silvestre” con la pérdida de la imagen de Erasmus Spikher en el espejo. Y es verdad que entre los niños también ha sabido nuestra maravillosa historia abrirse camino. Una vez que en un claro atardecer de invierno subía yo por la calle Burg con el autor, cogió a un chico que iba patinando y que se rio de él, lo metió debajo de su abrigo de piel de oso —que tú conoces tan bien— y lo arrastró. El muchacho no dijo nada, pero cuando se encontró libre en el suelo y a conveniente distancia del otro, que seguía como si no hubiera ocurrido nada, gritó a voces a su raptor: “¡Me las pagarás, Peter Schlemihl!”.

Espero que este tipo extraño siga divirtiendo a muchos (que no lo vieron con su sencilla kurtka de 1814) con su nuevo y refinado traje. Por lo demás, unos y otros pueden encontrarse sorprendidos al reconocer en el historiógrafo del célebre Peter Schlemihl también al botánico, navegante alrededor del mundo, antiguo y bien retribuido oficial prusiano del rey y a la vez poeta lírico.9 Él, cantando en versos al estilo lituano o malayo, hace saber a todos que tiene un poético corazón en su sitio.

Por eso, querido Fouqué, a pesar de todo y a fin de cuentas, te doy las gracias cordialmente por haber hecho la primera edición y recibe, con nuestros amigos, mi felicitación por la segunda.

EDUARD HITZIG

Berlín, enero de 1827

5 George Cruikshank (1792-1878), caricaturista inglés, hizo ocho grabados para la edición inglesa (1823 y 1838), los cuales contribuyeron mucho a la popularidad del relato en Alemania e Inglaterra. [N. de la T.]

6 Península de la Siberia Oriental, entre el mar de Ojotsk y el de Bering. [N. de la T.]

7 Tameiamaia es Kamehameha I, rey de Hawái (O'ahu en hawaiano), muerto en 1819. [N. de la T.]

8 Ernst Theodor Amadeus Hoffmann (1776-1822), autor de reconocidos y famosos cuentos, como “Don Juan” o “La señorita de Scuderi”, conoció a Von Chamisso a través de Hitzig en 1807 y se vieron luego varias veces. Von Chamisso colaboró con Hoffmann en La novela del señor de Vieren (1814) y dio a Hoffmann la idea para el relato “Datura fastuosa”. En el relato de Hoffmann “La aventura de la noche de san Silvestre”, en el último capítulo, Giulietta, la amante del héroe, Erasmus Spikher, le pide que, ya que tiene que abandonarla, le deje por lo menos su imagen en el espejo, y al instante la imagen de Spikher en el espejo empieza a moverse independientemente de él y lo abandona. Como no puede ser un “honorable” padre de familia sin su imagen en el espejo, se va a recorrer el mundo en busca de la perdida imagen. [N. de la T.]

9 Por entonces, Von Chamisso había conseguido fama de poeta. [N. de la T.]

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