Читать книгу La última vez que fue ayer - Agustín Márquez - Страница 15

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Los niños se tapan los oídos y los perros aúllan en distintos idiomas.

La ambulancia llega. La ambulancia se detiene junto al cuerpo.

Ya no se escuchan las sirenas. Chico A decía que las ambulancias utilizan las sirenas para ahuyentar a la muerte.

Los niños liberan sus oídos y los perros vuelven al movimiento cansino y ahogado de sus lenguas.

Las luces de la ambulancia siguen emitiendo destellos.

Una mujer y un hombre bajan de la ambulancia. El hombre se arrodilla junto a Chico B.

–Te lo he dicho: en cuanto me encienda un cigarro tendremos un aviso –dice.

Se levanta y se dirige a la parte de atrás del vehículo donde espera la mujer.

–Este no tiene pulso –dice el hombre.

La mujer saca un desfibrilador. Es una palabra difícil, tanto como rombicosidodecaedro. El hombre saca una bolsa pequeña. Se arrodillan los dos junto a Chico B y lo vuelven. La parte izquierda de su cuerpo parece un trabajo de Picasso en su época de mayor esplendor.

–Qué te parece, con una esvástica el muy pringao –dice la mujer.

¿Y tus pies, Chico B? Creo que tendrán que volver a operarte los pies.

Le colocan las dos planchas sobre el pecho. Suena como el disparo de un fotomatón. El cuerpo de Chico B se convulsiona.

–Otra –dice la mujer.

Otra instantánea.

–Otra vez –repite–. Otra. Otra. Otra. Otra. Otra. Otra. Otra.

Diez descargas. Diez. Como las diez plagas de Egipto. Como los diez mandamientos. Diez intentos de resucitación.

Rezo.

Rezo por lo bajo para mantener oculta la fe, pero viva la esperanza.

El hombre se pone en pie y se acerca a la ambulancia. Se enciende un cigarro que saca de un maletín de plástico y que está a medio fumar. Coge una especie de sábana metálica. Vuelve dando caladas. Se arrodilla sobre el cuerpo de Chico B. Cae ceniza sobre su torso abrasado. El hombre tapa el cuerpo con esa especie de papel Albal. Listo para llevar.

La última vez que fue ayer

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