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1. SINOPSIS

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Después de vivir 45 años en Alemania como un “Gastarbeiter” (trabajador invitado) turco, Hüseyin Yilmaz, setenta años cumplidos, anuncia a su familia que ha comprado una casa en Turquía y que todos deben volver con él para hacer las reformas necesarias. La familia no se siente en absoluto atraída por la idea y todos empiezan a discutir acaloradamente. Por si no fuera bastante, Canan, una nieta de Hüseyin, decide anunciar que está embarazada y que el padre es su novio inglés, del que nadie sabía nada. Para consolar a su primo Cenk, de seis años, al que trataron de “extranjero” el primer día de colegio, Canan decide contarle la fantástica historia de por qué acabaron todos en Alemania a pesar de no ser alemanes.

Viajan en el tiempo a un maravilloso lugar donde una pequeña familia turca descubre una tierra poblada de gigantes rubios que comen cerdo, sacan a unas ratas muy gordas a pasear con correa, beben agua llamada Coca-Cola, adoran a un hombrecito en una cruz de madera y usan un galimatías ininteligible, una tierra llamada ALMANYA.

El colegio es una época de formación para todos los niños, y debe serlo para Cenk Yilmaz, de seis años. Pero las primeras experiencias de Cenk en el colegio le sorprenden. Cuando ni los niños alemanes ni los turcos le escogen para jugar en el equipo de fútbol, se da cuenta de que es “diferente”. Por primera vez en su corta vida, el hijo de un turco y de una alemana se enfrenta al tema de la identidad. ¿Qué es realmente, turco o alemán?

Canan, la prima de Cenk, tiene 22 años y problemas de otra índole: está embarazada. Su familia no tiene ni idea de que se ha enamorado de David, un inglés. Durante una reunión familiar, Canan se entera de los problemas de Cenk en el colegio. Para consolarle, decide contarle la historia de cómo su abuelo Hüseyin dejó Turquía hace 45 años y se fue a Alemania para ser un “Gastarbeiter”.

Así, Cenk aprende cómo su abuelo conquistó el amor de su esposa Fatma en la lejana Anatolia de los años sesenta. La joven pareja tuvo tres hijos en Turquía: Veli, Muhamed y Leyla. Después de trabajar como albañil con un sueldo muy bajo, Hüseyin decidió escuchar la llamada de Alemania y la promesa de un salario mejor. Al llegar a ese lejano país, descubrió que era el “Gastarbeiter” núm. 1.000.001. No tardó en ir a Turquía para llevar a su familia a “Almanya”.

Después de casi 40 años en Alemania, Hüseyin y Fatma decidieron pedir la nacionalidad. Pero unos años después, ocurre algo que ningún miembro de la familia Yilmaz podía prever: el abuelo Hüseyin deja boquiabiertos a sus seres queridos al anunciar que ha comprado una casa en Turquía y que toda la familia debe regresar con él a la tierra natal. Ni siquiera Fatma esperaba algo así de su marido. Al principio la familia se niega, pero acaban por rendirse ante la evidencia y aceptan su suerte. Harán el viaje.

En las vacaciones siguientes, toda la familia va a Turquía. Hüseyin está radiante y se siente muy orgulloso de haber sido invitado a una ceremonia en Berlín que se celebrará a su regreso. En calidad de “Gastarbeiter” núm. 1.000.001, debe hablar delante del canciller de Alemania. Sin embargo, rechaza la invitación.

Durante el largo viaje, Canan entretiene a Cenk contándole la historia de la familia: Cómo Fatma y los niños tuvieron que adaptarse a un entorno nuevo sin saber alemán; cómo se mudaron a un piso grande y cómo se sorprendían ante esos extraños alemanes y sus costumbres. Por ejemplo, ¿por qué tienen a “su” dios (el pobre está clavado a una cruz) colgado en la pared del salón? Canan le cuenta a Cenk que su padre Ali nació en Alemania.

Al llegar a Turquía, Cenk está entusiasmado. Hüseyin parece cansado y sin fuerzas, pero feliz. Durante un alto en el largo viaje, Hüseyin se acerca a su nieta y le pregunta qué le preocupa. Canan lo niega, pero Hüseyin le dice que está embarazada. Añade que lo nota, su esposa tuvo cuatro hijos. Canan admite que tiene razón y se siente aliviada cuando su abuelo se limita a sacudir la cabeza y se muestra comprensivo.

Siguen su camino en el microbús alquilado. Ya están cerca de Erzincan, en lo más profundo de Anatolia, donde Hüseyin ha comprado la casa, y Canan cuenta el final de la historia al pequeño Cenk. En una visita a Turquía hace años. Hüseyin, Fatma y sus hijos se sorprendieron al descubrir que se habían distanciado de sus parientes y amigos turcos. De hecho, se habían acostumbrado a una vida cómoda y decidieron quedarse para siempre en Alemania. El viaje al pasado da pie a muchos recuerdos y a divertidas anécdotas, alimentando la alegría que reina en el vehículo.

Hüseyin no reacciona cuando alguien cuenta un chiste, y descubren con horror que se ha dormido para siempre en el asiento delantero de pasajeros. El silencio se apodera de la familia Yilmaz. Pero esa misma noche, y a pesar del dolor que todos sienten, la muerte de Hüseyin abre la puerta a enfrentamientos latentes, como, por ejemplo, la disputa entre los hermanos Muhamed y Veli. Canan se arma de valor para contarles a su madre y a su abuela que tiene un novio inglés llamado David. Las dos mujeres exclaman: “¿No podías haber encontrado a un alemán al menos?” Pero acaban por darle su bendición.

Entierran a Hüseyin en su tierra natal. El pequeño Cenk busca una forma de aceptar la muerte de su adorado abuelo. Después de hablar con su padre, llega a la conclusión de que su abuelo se ha “evaporado” como el agua. La familia tiene otra sorpresa al descubrir la casa que compró Hüseyin. Muhamed se da cuenta de que su hogar está realmente en Turquía.

De vuelta a Alemania, Cenk, que ha adquirido una gran seguridad en sí mismo, representa a su abuelo en la ceremonia donde el canciller de Alemania rinde homenaje al “Gastarbeiter” núm. 1.000.001, Hüseyin Yilmaz. Cenk sube al escenario, coge el micrófono y se dirige al público.

Nos encontramos ante una comedia familiar de sabor entrañable y nostálgico, premiada en varias ocasiones (en 2011, en el Festival de Berlín: Sección oficial largometrajes (Fuera de competición) y en 2010, con 2 Premios del cine alemán: 2.ª mejor película y mejor guion) que logra cautivar por la atractiva camaradería y relación entre los personajes, una convivencia no exenta de peleas y rencillas, pero donde la unidad familiar es el hecho por excelencia capaz de superar cualquier barrera. La directora Yasemin Samdereli y su hermana coguionista Nesrin Samdereli evocan la que pudo ser una de las miles de historias acontecidas en la realidad, y para ello recogen muchos elementos autobiográficos de su propia infancia de inmigrantes turcas. En los años 60 Alemania demandaba mano de obra cualificada y hacia ese país emigraron millones de hombres de multitud de países, pero sobre todo dieron muy buenos resultados los trabajadores turcos. En un país absolutamente distinto, en donde adoran a un “hombre muerto clavado en una cruz”, con un idioma que les resulta un galimatías y donde todas las costumbres son distintas (la escena de la Navidad es paradigmática), la familia de Hüseyin no lo tiene fácil, y ese problema de sentirse entre dos aguas lo sufren también las siguientes generaciones, encarnadas en el film por la tierna y sufridora Canan y el pequeñín Cenk, quien se siente rechazado en el colegio.

Hay muchos detalles en que la directora sabe hablar con imágenes que llegan con fuerza al espectador, como ese sueño tragicómico con el funcionario alemán, la relación entre los hermanos, etc. Además, la directora logra ejemplarmente contar la historia en acciones paralelas en dos tiempos, de un modo sencillo: la que narra el viaje a Turquía en la actualidad y la que evoca el pasado de la familia casi medio siglo atrás. Y ayuda al resultado que todo el reparto está estupendo.

Inmigración y Cine (III)

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