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1. Historia y poética: biopics, el deseo de ver y recordar

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Teresa Téramo

Al observar los títulos de los últimos años del cine argentino, comprobamos que no son pocas las películas basadas en historias de vida. Personalidades de impacto cultural cobraron protagonismo para el cine reciente. Estas películas incluso tuvieron buena taquilla. Un caso paradigmático es el de Gilda, no me arrepiento de este amor (2016), film dirigido por Lorena Muñoz, guionado por la misma directora y Tamara Viñes, éxito comercial que sorprendió incluso a sus hacedores. La película se basa en la vida de la cantante argentina Miriam Alejandra Bianchi, apodada artísticamente Gilda, intérprete de grandes éxitos musicales, muerta trágicamente en 1996. Siguieron a este estreno otros títulos como Yo soy así, Tita de Buenos Aires (2017), sobre la vida de la reconocida cantante de tangos y milongas Tita Merello, film escrito y dirigido por Teresa Costantini. En 2018 se estrenó Yo, Sandro, sobre el popular cantante argentino, film escrito y dirigido por Miguel Mato, que narra la historia de un “pibe de barrio”, Roberto Sánchez, transformado en triunfador intérprete, actor e ídolo de multitudes. Por su parte, la directora de Gilda, Lorena Muñoz, dio forma a otro film, El Potro, lo mejor del amor (2018), biopic sobre una figura emblemática del mundo de la música nacional y popular argentina, ícono del cuarteto cordobés, el carismático Rodrigo Bueno.

Al interés sobre cantantes y músicos se suma la mirada sobre deportistas, políticos, criminales… Maradona, Monzón, el “Gordo” Valor y Susana Giménez, cuyas historias se prefiguran para asomar en las pantallas de las nuevas plataformas digitales en formato de series de cinco, ocho o trece capítulos. El consolidado director Israel Adrián Caetano (Bolivia, Un oso rojo, Crónica de una fuga, El otro hermano) parece haber encontrado una fórmula de éxito al realizar para Telefé en 2018 los trece capítulos de Sandro de América, serie que obtuvo cuatro premios Martín Fierro y el amplio reconocimiento del público; luego, en 2019, realizó la serie de ocho capítulos Apache, estrenada en Netflix, que narra la transformación de Carlos Martínez en Carlitos Tévez, el futbolista argentino, ídolo de Boca Juniors. Con esta serie, Caetano pudo dar cauce al proyecto fílmico sobre la vida de Tévez que había forjado más de una década atrás y por temas financieros no había podido llevar a cabo:

Aquel proyecto duró poco porque la productora quebró. No supe más de ellos ni tampoco del proyecto. Lo había olvidado como se olvidan las cosas casi para siempre. Se había concebido como una película en tiempos en los que las series de televisión eran cosa del pasado, como las telenovelas. Ahora todo vuelve, en tiempos donde la poca creatividad hace mirar al pasado para ver si se puede inventar algo nuevo. Igual atesoro ese contrato, como cualquier otro. Quién sabe las vueltas que dan estas cosas. (Caetano, citado por Respighi, 2019)

¿A qué se debe el creciente interés del público y las productoras por esas “vidas de película”? ¿Las biopics son una tendencia solo actual, o el auge en una determinada época puede asociarse a factores externos al cine? ¿Acaso estos films aportan cierta esperanza basada en modelos de vida, en personalidades imitables? ¿Cómo logran cautivar al espectador? La casi totalidad de los estudios sobre biopics que busca dar respuestas a estos y otros interrogantes se halla en lengua inglesa y francesa. En ese concierto de voces académicas sobresale la española de José Luis Sánchez Noriega, quien ha investigado las tendencias del paradigma ficción/no ficción en el discurso audiovisual español reciente (2000-2010), y la italiana de Francesco Arlanch, con un estudio sobre el film biográfico en el cine de Hollywood y en la televisión italiana. La escasa bibliografía en castellano es lo que motiva las páginas de este libro, así como la búsqueda de dar sentido a un fenómeno que puede relacionarse con la necesidad de encontrar certezas en un mundo donde la verdad parece ocultarse o verse desplazada, y donde el juego narrativo de la biopic lleva al espectador al lugar de testigo de un fragmento de historia más o menos íntima, más o menos épica, que actualiza el deseo de ver y de recordar.

Las historias biográficas concuerdan con el mecanismo dramático propio del cine para mantener la atención: la necesidad de contar historias con puntos de giro fuertes, historias cuyo protagonista pasa de la desdicha a la fama, donde se opera una transformación absoluta del personaje. Tal el caso, por ejemplo, de un Jorge Bergoglio transformado en papa, en las dos versiones de Francisco: Francisco, el padre Jorge (2015), de Beda Docampo Feijóo y Llámame Francisco (2015), de Daniele Luchetti; o de un Ernesto Guevara transformado en el mítico Che en Diarios de motocicleta (2004), de Walter Salles, con guion de José Rivera.

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