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Presentación

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Alfredo Ortega sabe que el oficio de un escritor es mostrarnos nuestra realidad humana a través de los personajes que protagonizan las historias. Ellos nos revelan mucho de lo que somos, de lo que anhelamos; también de lo que nos hace soñar, sufrir, imaginar.

La Bruja contiene seis cuentos muy distintos entre sí, en especial por la estructura narrativa, los temas y los espacios donde se desarrollan las historias. Sin embargo, los une un tono que linda en la nostalgia, el abandono, la tristeza, los recuerdos, la esperanza.

A pesar de que los cuentos de este libro son de largo aliento, la gran virtud del autor es mantener la tensión desde sus primeras líneas hasta concluir, lo cual no es fácil de conseguir.

En La Bruja, Alfredo nos muestra una gran capacidad para narrar múltiples hechos, un amplio uso del lenguaje, un buen abanico de temas y el uso de varios recursos estilísticos para contar.

En estos cuentos encontraremos diversos actores: políticos, brujas, niños, pescadores, capitanes, monjas, estudiantes… Todos viven conflictos constantes —de otra manera no se puede concebir un cuento— que a lo largo del texto van resolviendo. La descripción física, sicológica, social e ideológica de los protagonistas es muy precisa. Con pocos detalles que el autor nos ofrece, es fácil adentrarnos a la cosmovisión de cada uno. A veces esto es suficiente con pocos adjetivos, algunas expresiones en los diálogos o ciertas acotaciones del narrador.

Los finales de los cuentos de La Bruja son tristes, otros alegres, otros trágicos. Augusto Monterroso comentaba que “la literatura está más hecha de lo negativo, de lo adverso y, sobre todo, de lo triste. El bienestar, y específicamente la alegría, carecen de prestigio literario”. En estos seis cuentos sucede igual.

El mismo Monterroso escribió que “un cuento es un fragmento de vida cotidiana que luego la vida misma va complicando; por eso, no debemos estorbar su desarrollo con la acumulación de datos u objetos superfluos”. En estos seis cuentos, Alfredo Ortega nos ofrece descripciones y diálogos ágiles, sin abrumarnos con datos innecesarios.

Julio Cortázar dijo alguna vez que el cuento “es algo que tiene un ciclo perfecto e implacable; algo que empieza y termina satisfactoriamente como la esfera en que ninguna molécula puede estar fuera de sus límites precisos”. En estos cuentos —y en los otros que ha escrito— Ortega sigue al pie de la letra estas palabras.

De los libros de cuentos publicados por Ortega, vale decir que son diferentes entre sí, lo que habla de un escritor que ha buscado diversos caminos para contar. Luego de leer El cumpleaños de la maniática pirómana, La inapetencia de Pedro, El Pato cabalga/El secreto de La Señora, Yo no quiero ir en tren, advertimos una gama muy amplia de temas, recursos, personajes, espacios, etcétera. Sin embargo, en La bruja se advierte a un escritor más consolidado en su estilística narrativa. Seis cuentos lo demuestran.

Jorge Orendáin

La bruja

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