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El habla y la comunicación no surgían

Como padres festejábamos cada vocal, cada mirada cómplice y cada sonrisa que abundaban, hasta sus dos años, y su cara de ángel transmitía paz, eso me dejaba en calma; siempre fue un bebé cariñoso y carismático, todos lo querían y pedían un abrazo suyo, ya que no tenía problemas con el contacto corporal, todo lo contrario, le gustaba la sensibilidad sensorial del abrazo, y tenía cariño por sus terapeutas o maestras en el día a día.

Algunos especialistas nos hicieron notar que a veces tienen trastornos sensoriales a partir de los dos primeros años en general, de no querer que les toquen la cabeza, de tener problemas al ducharlos, que no se dejen cortar las uñas, así como pánico a la atención odontológica, pero en general, fue apareciendo más tardío en Luciano, a partir de los 3 años notamos que algunos ruidos lo alteraban, por no comprender qué está pasando a la misma velocidad que se suceden las cosas, tal es el hecho de ingresar a otro ambiente como un cumpleaños, donde el desorden o alboroto no se traducía en felicidad, ni se integraba. Prefería estar en calma.

La explicación radica en que el área cognitiva estaba adormecida, y no lograba disfrutar de sonidos o ruidos en esas reuniones o cumpleaños, de forma literal, no lo disfrutaba, lo cual fue solo en esa primera etapa, se tapaba los oídos o quería irse, pero, al ir avanzando, lo superó ampliamente, ya que ahora los disfruta con plenitud. Recorro esos años, y lo tortuoso que era, integrarnos a festejos, festivales, por su escasa atención.

Comenzó a caminar en su primer año de vida, todo perfecto, dijimos, justo era el Día de la Madre, FESTEJOS COMO MADRE Y CON LAS ABUELAS; ese sentimiento cómplice de comprender esa sensación de ser madre y de ellas ser madres, así como coincidió con el cumpleaños de su abuelo paterno Bogos, en la misma fecha, el caminar de Luciano, su mejor regalo.

Pero la motricidad no es lo único importante para monitorear a los niños en el desarrollo primario, si bien, al desconocer en mi caso, sobre esta temática, se piensa que, con largarse a caminar, ya se pasa el examen total.

Un gran alivio invadió mi alma. ¡¡¡Ya camina!!! ¡¡¡Aprendió a caminar!!!

Si bien hacía los controles pediátricos no habíamos notado su retroceso cognitivo a esa edad, 12 a 13 meses, pensábamos tenía tiempo para asimilar, imitar, y es ahí cuando tendrían que haberse detectado los primeros síntomas.

Bautismo y festejo por su primer año, mis padres realizaron una reunión, hasta invitamos a una odalisca y en una de sus danzas, realizó la Danza del Bautismo oriental con candelabros, por ser descendiente de armenios de ambos padres, y nunca pensamos que para el siguiente año, con mi esposo, no íbamos a tener las energías para continuar con los festejos, sino que nos íbamos a embarcar en un peregrinaje de clínicas y médicos por una década más.

La historia de Luciano

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