Читать книгу Es de sol - Ana Fernández de Nazar Anchorena - Страница 8

Introducción

Оглавление

Este es el relato de mi vida y la de mi amada familia. Es la historia del sufrimiento profundo que nos atravesó y del renacimiento que ensayamos todos los días desde el más hondo de los dolores: el de la muerte de dos de nuestros hijos, Amparo y Blas. Es una historia de lucha implacable, de la batalla sólida que dimos mi marido Pedro y yo, junto a Simón y a Santos, los hijos que nos siguen acompañando en el camino de este lado del mundo.

Quería escribir un libro, pero no sobre la muerte de mis hijos, sino un libro sobre nuestra historia y sobre la senda de transformación hacia una vida nueva, pero sobre todo, hacia una vida posible.

Muchas veces me atreví a intentarlo. Pensaba que era algo que podía hacer bien. Necesitaba ponerle palabras a nuestro camino, pero quería escribir con el corazón, para que otros pudieran abrigar la alegría, la tristeza, las ganas de reír o incluso de llorar a mares leyéndome, empatizando con algo de lo que sentí yo en el momento que me tocó transitarlo.

Durante años había intentado concebir una buena historia, una trama que valiera la pena ser contada. Nunca nada me parecía lo suficientemente bueno o relevante. En general porque me gusta escribir de mí misma. Y no es que mi vida fuera especialmente interesante, sino que narrar lo que nos pasa es terapéutico y tiene un efecto liberador que además es sanador. Supongo será por eso que escribir es una actividad que nunca dejé de hacer, aunque solo quedara en la intimidad de mis notas, llevando un pequeño diario o ensayando escuetas oraciones en alguna libreta linda que llegara a mis manos. Dependía del momento, dependía mucho de lo que estuviera pasándome.

Me di cuenta, una vez, que en general había algo especialmente creativo y fructífero en las etapas de dolor, en los ratos de tristeza y en las noches que parecen largas o más oscuras que las demás. Sé mucho de esas noches, incluso antes de la historia que quiero contarles en este libro. No sé por qué. Quizás Dios me haya ido preparando para el dolor, quizás Dios me fuera moldeando y entrenando sin que yo lo supiera, a lo largo de los primeros años, incluso desde el principio de mi vida.

De modo que buscando una buena historia para contar, la historia me encontró a mí. Nace desde lo más profundo del alma, desde las emociones más intensas y en el estado más puro que pudiera sentir jamás. Se la ofrezco en estas páginas, dándome la posibilidad de sanar también yo, escribiéndola y siendo leída.

Descubrí enseguida que escribir suponía una disciplina que no tenía, porque las oraciones más geniales, verdaderas y llenas de sentido, aparecían siempre cuando no tenía lápiz y papel a mano, mucho menos una computadora. En general se trataba de momentos de mucha introspección y soledad o después de rezar, cuando las emociones y recuerdos venían a mí en forma más ordenada y apacible. Eran ratos en los que caminaba por mi jardín o me hacía un rico café por la mañana. Cuando el alma está absolutamente destrozada, los pequeños placeres de la vida son todo. Cada minúsculo momento que antes parecía trivial y mecánico, se transformaba en un pequeño ritual de sanación y de mucho aprendizaje también. Me preguntaba cuántos cafés había tomado en mi vida, calentitos y al reparo de mi bella cocina, una mañana helada de invierno mientras todos mis hijos estaban a salvo en casa o en el colegio, ¡y yo ni siquiera lo había notado, mucho menos agradecido! Seguramente dirán que esto es propio de las personas que han vivido situaciones traumáticas y que no se puede ir por la vida pensando en la rica comida que acabamos de comer, ni mirar con el asombro de un niño el milagro que representa la vida de nuestros hijos, pero se equivocan. Esto no solo debería salirnos intuitivamente del corazón, sino que además es casi una invitación obligada a ponernos en sintonía con nuestra capacidad de reconocer y venerar todo lo que permite que nuestra existencia tenga sentido y esté tan llena de amor y de paz.

Escribí las primeras líneas sentada en mi cocina y me parece tan acertado; porque de algún modo aquí empezó todo, en esta cocina. Aquí comenzó la historia que intento contarles lo más fielmente posible con este relato.

Es de sol

Подняться наверх