Читать книгу Mar de voces - Ana Gabriela González Martínez - Страница 9
ОглавлениеJosé de Jesús Aguilera Silva
Preparatoria de Tonalá Norte
Mi amigo Artaud
i
Conocí a Antonin un día en la biblioteca
el olor a libro recorría los pasillos
afuera llovía
Los días se desdoblaban de a poco
como si alguien los jalara para enrollarlos en el dedo.
Su voz crujía en los muros
era un ruido como de témpano
un grito de manicomio que se estiraba
Yo enmudecía de tanto mundo
caminaba como despojado del tiempo
La ciudad se me cerraba en la boca
y la mano temblaba por el encuentro.
Artaud gritaba desde el fondo de su vientre
me decía que los médicos mienten
que hay voces en los muros
que se contienen de reír
y de llorar para que la gente no tema.
Lo conocí un día que la garganta se me hacía un nudo
Eran las palabras y la poesía
arremolinándose
carcomiendo la idea
y la palabra
Lo escuché hablar de los tiempos y de las horas
me hizo entender a Pessoa
y desconocer a Eliot
Me hizo saber que el tiempo no existe
que las palabras son un témpano
que las imágenes están vivas
y se retuercen en las manos
en espera del vocablo exacto.
Conocí a Artaud un día que me quedé sin palabras
un día que fui témpano
y nada.
Su voz era el grito contenido
era mil infancias
Trago amargo y dolor en alguna parte del cuerpo
lo escuché gritar en los libros de la biblioteca
lo vi desdoblarse en los pasillos de la facultad
Era una mirada ardiente
en busca de las palabras exactas para decir el mundo
Supe de su angustia y su indiferencia
Supe de todas sus cartas escritas en arrebatos
lo vi moverse lento y en círculos en el salón
Escuché su carcajada burlona
cuando el maestro hablaba de semántica
vino y me tomó de la mano
Me hizo escribir cartas de reclamos
a Dios
al tiempo (que también es Dios)
a las horas y a los días
al cuerpo que se enrosca en las manos
a las palabras que nunca salen
y se aglutinan en el vientre.
Conocí a Artaud un día
caminaba por los pasillos
se adhería a los muros de los edificios de la facultad
reía a carcajadas cuando alguien filosofaba
En el jardín repleto de humo
enmudecía
Sus labios sólo se abrían para blasfemar
o insultar a la autoridad en turno
Me decía que las hojas de los árboles
dicen toda la verdad del mundo
que las manzanas deben estar podridas siempre
que el frío Ártico es abrasador
y que las ideas flotan sobre el asfalto.
ii
Artaud caminaba en silencio
perseguía témpanos
y luciérnagas
Escapaba del manicomio
pensando en los días
y en las palabras
Se detenía de vez en cuando
y escribía en la arena del parque
cosas indescifrables.
Encontré a Artaud un día
hace una década
Él perseguía murciélagos
y palabras
Se despertaba del dolor
de cabeza y caminaba por los hilos
delgados del pensamiento
Yo caminaba las horas y los días
pensaba en el autobús
sentía cómo el sol se metía por mis poros
y se volvía palabras
o témpanos en la garganta
sus manos sostenían libros
incomprensibles
Sus dedos estaban llenos de lenguas
de fuego furiosas
que lo decían todo
su voz era un incendio en los pasillos de Letras
yo guardaba silencio.
Conocí a Artaud un día
mientras la cadera dolía como ha de doler la vida
Mi cuerpo temblaba de dolor de ser
Mis manos se sujetaban fuerte del sillón
de los muros
de la muerte.
Conocí a Artaud un día
mientras leía un poema extenso
y pensaba que la vida es breve
y las palabras muy largas.