Читать книгу Los grandes mitos de Occidente - Ana-Grace Avilés Martínez - Страница 8
ОглавлениеIntroducción.
El estado de nuestro Planeta Tierra
El pacto por un suicidio global
El hombre occidental, tomando las palabras de Descartes como consignas, se ha creído en el deber de dominar a la Naturaleza y no ha parado de someterla y de someter todo lo que proviene de ella a cada uno de sus caprichos. Hoy, sin embargo, se pueden mirar las cosas desde otras perspectivas; la tecnología actual nos permite ver lo que Descartes y sus congéneres eran incapaces de observar. Gracias a las numerosas imágenes que circulan en la red, podemos ser testigos de lo que el modelo occidental provoca: sobre las aguas del océano Pacífico flota una isla artificial de ¡100 millones de toneladas de basura! Es más grande que la isla de Cuba; esa isla de 4,5 millones de kilómetros cuadrados, es el resultado del modelo industrial del desperdicio y de lo desechable, de la obligación cotidiana de botarlo todo para volver a comprar, para que las industrias del mundo sigan fabricando aquello que nos sentiremos en la obligación de tirar el día de mañana, todo bajo el pretexto de generar riquezas para que funcione la economía.
El crecimiento económico se funda sobre los recursos naturales que parecían, hasta hace unas décadas, ser fuentes inagotables, eternas. Ese modelo económico basado en el consumo está llevándonos hacia un desastre enorme. Los gobernantes y poderosos del mundo, en su gran ignorancia, siguen pactando por un suicidio global y, al parecer, aún no han podido darse cuenta. Ese modelo de sociedad, ese sistema, ese mundo no son solamente una terrible amenaza para las generaciones futuras, ese sistema es injusto también para la gente de hoy, negativo y malsano incluso para aquellos que detentan el poder y dominan. A muchos les cuesta entender que son gigantes montados sobre torres de arena; a muchos les cuesta creer que nosotros y nosotras, los seres humanos, no somos si no una parte muy pequeña del inmenso tejido natural del ecosistema y que no podremos sobrevivir sin naturaleza porque somos naturaleza. A muchos les cuesta entender que la tecnología, tan moderna y avanzada, no habría podido ser inventada sin la observación humana del mundo vivo y, sin mundo vivo, no habrá más ni humanidad ni tecnología.
Muchísimos estudios, de muchísimos investigadores y científicos de muchos países del mundo y de varias disciplinas, afirman el carácter preocupante del estado de nuestro Planeta Tierra y de su biosfera. ¿Tendrá que ocurrir un drama para que los seres humanos logren restablecer contacto con su propia sensibilidad y volverse paradójicamente «humanos»? ¿Tendrá que suceder una catástrofe para que surja un cambio real? ¿Tendrán que estallar muchas más guerras para que sintamos el deseo de vivir como seres vivos en este mismo Planeta?
El final de esta era
Las tragedias que podemos evitar y las injusticias que somos capaces de reparar tendrían que mantenernos alerta. Estamos asistiendo al final de un mundo, no del mundo, estamos presenciando el final de una civilización, de un tipo de sociedad, de un sistema; eso nos obliga a cuestionar todas las creencias, todas las certezas, todas las representaciones mentales, todas las ideas, todos los conceptos. Examinar cada una de las creencias puede conducirnos a maneras muy distintas de comportamiento.
Los colibríes
Un estudio realizado en los primeros años del siglo XXI por sociólogos y antropólogos de la universidad de Michigan en los Estados Unidos de América, consistió en preguntar a un número de personas sobre sus valores. Los investigadores que realizaron el estudio notaron que, además de la gente que vive totalmente sumergida en la corriente dominante —publicitada y difundida por los medios masivos de información— hay gente que vive de modos muy diferentes. A estas personas las llamaron «mutantes», en este libro hemos preferido llamarles «colibríes», ya veremos más tarde por qué. Lo que más atrajo la atención de los investigadores de tal estudio, es que aquellos «colibríes» habían pasado a la acción dado que sus hábitos de vida cotidianos eran la puesta en práctica de sus maneras de pensar1.
La célula de prospectiva de la comisión europea, a principios del año 2000 realizó el mismo estudio, constatando a su vez que había un buen número de «colibríes» en Europa, en una proporción similar a la encontrada en los EE. UU., es decir, alrededor del 20 % del total de la población2. Sorprendidos con tales resultados, los investigadores quisieron saber por qué esas personas no habían creado un nuevo partido político, el partido de los «colibríes». Las personas interrogadas respondieron diciendo que no se puede reemplazar un sistema con las mismas reglas que ese sistema utiliza: «Si creásemos un partido político, caeríamos en la lucha egocéntrica de poder y nos perderíamos. Lo único que podemos hacer es dar testimonio de nuestras convicciones al interior del entorno en el que vivimos, siendo testimonios vivos de nuestras ideas. No queremos ser solamente teoría, queremos ser la encarnación misma de nuestros principios y valores, contagiando poco a poco al resto, en las sociedades en las que vivimos»3 4.
Aquellos que vivimos distinto sabemos que el sistema industrial sometido a las máquinas y al mercado, no durará eternamente. El 20 % de la población mundial sabe que los seres humanos deben utilizar su inteligencia no para dominar la naturaleza, sino para aprender a vivir en ella. Vivir mejor con la naturaleza es vivir mejor consigo mismo, consigo misma, porque los seres humanos somos naturaleza. Los seres humanos suelen sentirse mal consigo porque sus valores son en general animados por el miedo, por la necesidad de protegerse y, en consecuencia, por la necesidad de poseer, de controlar, de dominar. Un mundo basado en valores ligados a la confianza no posiciona a los seres humanos al exterior ni debajo ni por encima de la naturaleza, sino al interior mismo de ella, porque de ella somos y ella nos hace, sin naturaleza no hay humanidad posible, de ella hacemos parte, somos naturaleza. No se puede vivir en solitario, es por eso, que sería maravilloso que todos los colibríes del Planeta lograran comunicarse, aún mejor sería que los colibríes del mundo logren inspirar y transformar a todas aquellas personas que detentan poder, tarea difícil…
Vivimos una era de cambios profundos en las creencias y representaciones sobre la sociedad y sobre aquello que la gente piensa y siente de sí misma. No estamos asistiendo al final de un tipo de sociedad, sino a una transformación más profunda, estamos presenciando el final de la civilización. Cuestionarnos nos hará parte del cambio, sin embargo: ¿qué cuestionar?, ¿por dónde comenzar?, ¿qué pensar?, ¿qué decir?, ¿qué hacer?, ¿qué sabemos de nosotras y de nosotros mismos?, ¿quiénes somos?, ¿cómo somos?, ¿cómo es el mundo en el que vivimos?, ¿cómo son nuestras sociedades?, ¿de dónde hemos venido y hacia dónde vamos?, ¿qué es lo que nos ha llevado al punto en el que estamos ahora? Estudiemos cada una de estas preguntas detenidamente.
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1 Janssen, 2013. Ver además: http://www.worldvaluessurvey.org/ «World Values Survey» Valores y cambios culturales en las sociedades de todo el mundo.
2 Ídem, 1. Se puede visitar el sitio: http://www.europeanvaluesstudy.eu, de la « Association pour la recherche sur les systèmes de valeurs », ARVAL, Asociación para la Investigación sobre los Sistemas de Valores, que está formada por un grupo de educadores e investigadores en ciencias políticas y sociología de diferentes universidades y laboratorios de toda Francia. Cada nueve años realizan una gran investigación a través de cuestionarios que son titulados: «Los valores de los franceses». Estas investigaciones se insertan al interior de un conjunto más grande sobre lo que han llamado: «Los valores de los europeos». El mismo cuestionario es utilizado en cada país, lo que permite lograr comparaciones muy interesantes. De una temporada a la otra, el cuestionario es, en gran parte, el mismo para identificar los cambios de valores a través de los años: http://valeurs-france.upmf-grenoble.fr
3 Ibidem, 1.
4 El número especial de la revista Futuribles N.º 200 de julio de 1995 se consagró al estudio titulado, «L’évolution des valeurs des européens», La evolución de los valores de los europeos. Estudios sobre el mismo tema fueron publicados en julio de 2013 por la revista Futuribles International N.º 395 en cooperación con la Asociación para la Investigación sobre los Sistemas de Valores, ARVAL: http://www.futuribles.com/fr/base/revue/200/levolution-des-valeurs-des-europeens-numero-specia/