Читать книгу Los grandes mitos de Occidente - Ana-Grace Avilés Martínez - Страница 9
ОглавлениеEl ser humano en el mundo
El mundo
El filósofo italiano Gramsci en la década de 1930 afirmaba vivir en una época muy extraña, en la cual el antiguo mundo estaba muerto, pero el nuevo tardaba mucho en venir y en ese contexto se produjo la Segunda Guerra Mundial. La catástrofe es un imperativo que nos empuja a reconocer que somos y hacemos parte del lugar en el que vivimos. Se ha podido demostrar a través de estudios antropológicos que después de una catástrofe las víctimas vuelven al lugar del drama o que, inclusive, se quedan allí. Durante una catástrofe y después de que ocurra, la gente busca espontáneamente las maneras de rehacer su mundo, eso sucede de modos muy concretos: construyendo lugares de refugio, buscando alimentos, buscando agua. Se hace mundo cada vez que construimos un sistema en el cual podemos existir. Los seres humanos necesitamos un mundo para existir, si por mundo entendemos el lugar en el cual nos es posible desenvolvernos; hacer mundo significa encontrar maneras para interactuar con la vida, con los seres y las cosas que hacen parte de nuestro entorno. Quienquiera que fuera, en una situación dramática, no se abandona a la suerte, no se deja morir cuando se siente necesario, cuando se siente útil porque sentirse parte de un todo, de un grupo, de un lugar, de un ecosistema, permite retomar aliento para mantenerse en vida.
La realidad y la memoria
Nuestros cerebros sintetizan y reconstruyen la información percibida por cada célula de nuestros organismos. Aquello que solemos llamar realidad es algo subjetivo, lo real no son las cosas que percibimos, ni los sucesos que vivimos y que se impregnan en nuestras memorias, porque la experiencia es algo que se construye y reconstruye continuamente. Nuestra realidad es una realidad entre muchas otras; los seres humanos no podemos, por dar un ejemplo, ni ver los rayos ultravioletas, ni escuchar ultrasonidos. En la memoria de cada ser vivo se construye y se reconstruye información, es por eso por lo que cuando los recuerdos vuelven a la consciencia, nunca son lo que fueron. Todo va transformándose, todo está en constante movimiento, así es como toman forma en nuestras mentes uno u otro concepto, así toma forma la realidad que conocemos y que somos capaces de concebir.
Investigaciones actuales han demostrado que en el interior de un cerebro hay tanta información que se necesitan índices para encontrar lo que se busca; una fotografía, por ejemplo, puede ayudarnos a traer a la memoria consciente un evento remoto que será recordado gracias a las imágenes que se observan. La memoria nos ayuda a conservar recuerdos y a evocarlos, pero sobre todo nos ayuda a sintetizar información porque la memoria es también olvido. Todo organismo vivo se halla expuesto a muchísima información, al sintetizar la información, la memoria guarda solamente una parte, esto sucede de manera inconsciente y constante.
Para poder recordar es necesario ser capaces de sintetizar información, eso significa que es necesario que la memoria esté en la capacidad de seleccionar tanto eso que será recordado como aquello que deberá olvidarse, tal como se hace con las imágenes tomadas por una cámara fotográfica numérica. Con el fin de conservar el computador en estado eficiente es necesario proceder a una selección, de imágenes en el caso de las fotografías, conservando unas y borrando otras; un exceso de información almacenada hace que el computador deje de funcionar. Ese trabajo de síntesis y de organización es muy útil para poder hacer uso de la información almacenada, tanto en el caso de un computador como en el caso de un cerebro vivo. Sin embargo, antes de la invención y de la fabricación de los computadores, los documentos escritos, los documentos impresos, los libros, las revistas… funcionaron, y todavía funcionan, de la misma manera. Para sintetizar es necesario organizar, la organización implica conservar, pero también conlleva la capacidad de eliminar excesos. Para recordar algo, es necesario olvidar; cuando algo se recuerda, algo más ha debido de quedar en el olvido.
Las representaciones mentales
Toda representación mental es el resultado de una abstracción del entorno, dicha abstracción se reconstruye inmediatamente en el cerebro para ser interpretada. Los seres humanos aprendemos a leer las imágenes del mundo que nos rodea mucho antes de aprender a leer las letras, las palabras y las frases que hacen parte de nuestras respectivas lenguas. Ambas lecturas suceden gracias al mismo mecanismo: cualquier imagen, cualquier objeto, cualquier cosa, refleja la luz del sol que no absorbe, esa luz se impregna en las retinas de nuestros ojos, lo que despierta una serie de reacciones en cadena que permiten la construcción de representaciones mentales, de percepciones, ideas que surgen en nuestras conciencias. Nuestro cerebro no solamente percibe formas, colores y matices, también percibe temperaturas, distancias, sonidos, contornos, profundidades, volúmenes y todas las características que nos permiten conocer y reconocer uno u otro tipo de objeto, señal, fenómeno, suceso5.
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5 Ameisen, 2012.
Interpretar el mundo
Gracias a nuestras experiencias, base fundamental del aprendizaje, podemos y damos sentido a los estímulos constantes que recibimos del entorno. Mientras nuestros ojos miran, nuestros otros sentidos están a su vez percibiendo sonidos, sensaciones, olores, sabores, etc. Al contrario de lo que sentimos conscientemente, nuestros ojos no ven los objetos, ni entienden los sucesos, de modo directo. Ver un objeto, aprehender un suceso, es el resultado de una traducción cerebral. Nuestras mentes interpretan en formas, texturas, colores, etc., los rayos de luz que impactan en nuestras retinas, de manera que, al mirar —sin darnos cuenta conscientemente—, pintamos de colores el mundo que nos rodea, le damos además temperatura, textura, sonido... le damos también significados distintos. Ver el mundo es una operación de extracción y de reconstrucción compleja de una serie de formas, de volúmenes, de sombras, de colores, de matices, de movimientos, de superficies, de contornos... Percibimos todo eso y más, en momentos distintos, con luces diferentes, al interior de contextos versátiles que están en movimiento6.
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6 Ídem 5.
La sinestesia
La combinación de sensaciones nos permite sentir emociones complejas, pues los colores se combinan con los sonidos, las formas con los colores, etc. Esos procesos de percepción ponen en marcha un arsenal de recuerdos grabados en nuestras memorias. Nuestra audición, nuestro tacto, nuestro olfato, nuestros ojos, cada una de nuestras células nos permiten vivir experiencias de sinestesia, porque esta ocurre cuando se mezclan entre ellas las sensaciones percibidas gracias a órganos sensoriales diferentes. La sinestesia se parece a la metáfora, porque esta se da cuando se utiliza una palabra, o una frase, con un significado similar, análogo o semejante; la metáfora hace parte esencial del lenguaje humano.
El modernismo y las vanguardias tratan el término de sinestesia como experiencias multisensoriales; también se habla de sinestesia cuando se mezclan sensaciones con sentimientos como la tristeza, la alegría, etc. Antiguamente la palabra sinestesia significaba «sentir al mismo tiempo», las interpretaciones actuales van más allá de la asociación de sensaciones vividas por una sola persona para transformarlas en sensaciones compartidas, es decir, en experiencias de sinestesia colectivas.
Las analogías
La intuición y el conocimiento provienen de la analogía ya que, con el fin espontáneo de comprender, el cerebro humano hace constante y naturalmente analogías7. Los filósofos de la época llamada post-mítica tal como Protágoras, Empédocles o Platón, utilizaron los mitos como alegorías. La alegoría es una figura retórica que consiste en representar una idea figuradamente a través de formas humanas, animales o cosas. Se puede decir, además, que una alegoría es un discurso argumentativo. Una alegoría puede contener una serie de imágenes metafóricas que representan pensamientos más complejos como cuando Platón inventa y hace uso del mito de la caverna.
La alegoría es un instrumento del conocimiento asociada al razonamiento analógico. Las analogías son argumentaciones muchas veces anecdóticas. La analogía es un marco de interpretación que consiste en hacer comparaciones para que unas cosas, unos hechos o sucesos, correspondan a las cosas conocidas y a las experiencias vividas8. Nuestras mentes hacen espontánea y constantemente analogías, pues es así como logramos registrar a diario muchísima información al interior del espacio finito de nuestros cerebros.
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7 Hofstadter y Sander, 2013.
8 Ídem 7.
La lectura del mundo
El mismo mecanismo de abstracción mental, de reconstrucción y de interpretación, se pone en marcha en nuestro cerebro cuando se leen imágenes del mundo y cuando se leen palabras o frases escritas. Ver, implica una lectura de imágenes del mundo, y leer, conlleva ver imágenes escritas. Para entender el mundo que nos rodea, tuvimos que aprender a leerle. Leer es también un proceso de abstracción, reconstrucción e interpretación de formas elementales. Antes de escribir, aprendimos a dibujar imágenes más complejas; la reproducción de figuras a través del dibujo nos ayuda a crear una primera forma de lenguaje «escrito». La historia, las leyendas, las religiones fueron transcritas primero en imágenes, por artistas sobre muros en las cavernas, y sobre vitrales después, al interior de las iglesias. Asimismo, los infantes comienzan por dibujar imágenes que figuran el mundo en el que viven, luego aprenden —en la mayoría de los casos— a dibujar las letras y las palabras del lenguaje que les enseñan.
Las palabras escritas han reemplazado las imágenes figurativas de la comunicación iconográfica de otros tiempos, ya que pueden decir mucho más utilizando menos espacio y, por ende, en menor tiempo. Una forma simple (estilizada) se dibuja y/o escribe, más rápidamente y en menor espacio. La comunicación —a través del intercambio de imágenes figurativas— se ha enriquecido con el intercambio de palabras. La escritura de palabras es una estilización, o simplificación, de las formas complejas de las representaciones figurativas que son, tanto el dibujo como la pintura. Estilizar significa en este caso, hacerlo simple, suprimir detalles, guardar solamente los trazos elementales para sugerir las formas complejas que representan.