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Érase una vez

La Historia, con mayúsculas, comienza mucho antes.

Tal vez empezó con Adán y Eva, cuando Dios creó al mundo, cuando dice “no es bueno que el hombre esté solo”. Claro, en esa parte no dice nada de la mujer… ni de que esté sola. En el Génesis Dios les dice que no tienen que comer del árbol de la sabiduría, que pueden hacer todo lo que quieran en el paraíso excepto comer de ese árbol. Pero Eva no se aguantó… alguien seguro pensará que Eva fue mala, o tonta porque fue y comió la manzana prohibida. Yo hubiera hecho lo mismo, me parece. Entonces Dios se enojó y los expulsó del paraíso. ¿Empieza ahí la Historia?

¿O empieza con los Pueblos Originarios? ¿O cuando llega Colón a América? ¿O el día de la Revolución de Mayo, cuando se forma el Primer Gobierno Patrio? No, mejor empieza cuando se declara la Independencia. Tampoco. ¿Cuándo se sanciona la Constitución?... o cuando se la viola.

No sé cuándo empieza La Historia. ¿Empieza? ¿Termina?

EL 2 DE AGOSTO DE 2002 EL CONGRESO DE LA NACIÓN SANCIONA LA LEY 25.633. SE DECIDE QUE, EN ADELANTE, CADA 24 DE MARZO SE CONMEMORARÁ A LAS VÍCTIMAS DEL GOLPE DE ESTADO DE 1976.

Yo ya era maestra y fue toda una novedad para mí abordar este tema.

No he pedido ni solicitaré cheques en blanco.

Vengo, en cambio, a proponerles un sueño: reconstruir nuestra propia identidad como pueblo y como Nación; vengo a proponerles un sueño que es la construcción de la verdad y la Justicia;

vengo a proponerles un sueño que es el de volver a tener una Argentina con todos y para todos.

Les vengo a proponer que recordemos los sueños de nuestros patriotas fundadores y de nuestros abuelos inmigrantes y pioneros, de nuestra generación que puso todo y dejó todo pensando en un país de iguales.

Pero sé y estoy convencido de que en esta simbiosis histórica vamos a encontrar el país que nos merecemos los argentinos.

Vengo a proponerles un sueño: quiero una Argentina unida, quiero una Argentina normal, quiero que seamos un país serio, pero, además, quiero un país más justo.

Anhelo que por estos caminos se levante a la faz de la Tierra una nueva y gloriosa Nación: la nuestra.

Discurso de asunción de Néstor Kirchner

25 de mayo de 2003

Su historia (la de mi papá) empieza antes de este decreto. Me cuesta definir cuándo. ¿El día en que nació? ¿El día que nació su padre (mi abuelo)? ¿Cuando ingresó a la policía? ¿La primera vez que torturó?

28 de octubre de 2003

El comisario Eduardo Kalinec es declarado “apto para el ascenso”, “no obstante ello, no fue incluido en la propuesta de ascenso respectiva”.


7 de febrero de 2004

Acá estoy después de tanto tiempo queriendo continuar esta historia sin saber cómo ni por dónde. Pasaron muchas cosas que espero poder ir narrando, pero la más importante es que actualmente estoy embarazada, pasando los ocho meses, y al encontrar este cuaderno se impuso a mí el deseo de escribirle a Gino, para que conozca un poco más de los papás que le tocaron en suerte.

Nos casamos el 7 de enero de 2002.

8 de febrero de 2004

Ya pasaron más de dos años desde que nos casamos, y casi cinco desde que estamos juntos. Meses antes del matrimonio falleció tu abuelo Domingo (el papá de Luis). Dadas las circunstancias, decidimos casarnos y venir a vivir con tu abuela Amelia para que no se quedara sola. Estuvimos un año viviendo con ella en la calle Pedernera del barrio de Flores y luego, a principios de junio de 2003, nos mudamos a dos cuadras, a una casita a medio construir: no había agua caliente, ni gas, ni entrepiso, ni piso, ni muebles, ni otros tantos detalles. Estábamos juntos y felices. Pero la felicidad llegó a su punto culminante cuando el día 5 de julio y con cinco días de atraso me hice el test de embarazo y dio positivo. Ya estabas con nosotros, una inmensa felicidad se instaló en nuestra casa.

9 de febrero de 2004

Comenzamos a disfrutar tu presencia desde el inicio. Habíamos decidido esperar al día lunes para hacer el test, pero la ansiedad pudo más que yo. Me lo hice estando sola. En realidad, estaba con Simona, una gatita que hacía unos días habíamos adoptado. Al ver el resultado positivo los ojos se me llenaron de lágrimas y una sensación que jamás podría describir invadió mi corazón.

Le tenía que contar a Luis… en realidad a todo el mundo, pero a Luis antes que a nadie. Lo llamé al celular de Guillermo (un amigo con quien trabajaba en aquel entonces). Como no estaban juntos, le dejé dicho que me llamara al celular.

No me podía contener, fui de casa rumbo a la escuela ya que estaban por salir del jardín Franco y Carolina (tus primos) y mi mamá los iría a buscar. Estando en el colectivo, recibí la llamada de tu papá y le di la feliz noticia. Hubiera deseado verle la cara.

Llegué a la puerta de la escuela y le di la noticia a mi mamá. También se lo había contado al colectivero y a la señora que se sentó a mi lado en el colectivo.

Ese día almorcé con mi mamá y mis sobrinos. Llegué a la escuela donde trabajaba gritando a los cuatro vientos que estaba embarazada. Era una fiesta.

A la salida estaba tu papá, mirando con cara de desconcierto y esperando a que saliera. Nos abrazamos y no hizo falta decir nada.

14 de febrero de 2004

Se acerca el día en que por fin te voy a ver. Es difícil de explicar, las sensaciones que tengo son muy variadas y hasta contradictorias.

Hoy se cumple un mes del fallecimiento de tu abuela Amelia, se descompuso el 6 de enero, hacía veinte años que la habían operado producto de un cáncer de útero, logrando salvar su vida. Justo se cumplían 20 años de esa operación. Se descompensó y el 14 de enero falleció. El embarazo estaba ya llegando al octavo mes. Antes de que nacieras ya nos habíamos mudado a la casa natal de tu papá. Comenzamos a acondicionarla con cierta urgencia dado que estabas por llegar. Lo primero fue arreglar la habitación que ibas a compartir con Flor, y armar la cuna. Hace tres días que nos instalamos definitivamente y, aunque aún faltan algunos detalles, estamos ansiosos y listos para recibirte.

16 de febrero de 2004

Te cuento que a solo unos días de tu llegada comenzamos a pensar en tu nombre. Hasta ayer y durante mucho tiempo, tu nombre iba a ser Gino Joaquín, pero poco antes del nacimiento nuevamente surgieron las dudas. No te das una idea de lo difícil que es pensar en un nombre. El que me más me gusta es Bruno, pero a papá no le gusta (me parece que porque le remite a su primo Bruno de Italia, que es extremadamente mamero). Tal vez tu nombre sea Máximo o Maximiliano, aún no sabemos.

En este cuaderno, como habrás podido notar, estoy tratando de dejar registrada tu historia. La historia que comenzó el día en que Luis y yo nos conocimos. Pasó mucho tiempo y por eso algunas cosas te las voy contando de manera desordenada, a medida que las voy recordando o que van sucediendo.

17 de febrero de 2004

Tu nombre será Luis Ezequiel. Te vamos a decir Gino, porque así te llamé durante todo el embarazo.

Una vez, poco tiempo antes de casarnos, estábamos haciendo una lista con aquellas cosas que queríamos concretar en el transcurso de diez años a partir de que nos casáramos. Vos eras lo primero en esa lista.

2 de marzo de 2004

¡Todavía no naciste! Ayer fuimos al hospital porque comenzaron las contracciones, pero volvimos a casa ya que aún no es el momento. De a poco se va desprendiendo el tapón mucoso, todo indica que falta poco para que salgas. El teléfono no para de sonar, estamos todos expectantes de tu llegada. Hablo con mi mamá varias veces al día y la nona me llama todas las noches.

16 de marzo de 2004

Naciste hace doce días, el 4 de marzo a las 17.45 hs. y si no escribí antes vos sos el responsable.

Estábamos durmiendo y a las cinco de la mañana desperté porque sentí que me estaba mojando. Pensé que era incontinencia, fui al baño y me di cuenta que había roto bolsa. Con mucha tranquilidad lo desperté a papá. Saltó de la cama, le dije que se quedara tranquilo, que no tenía dolores. Me fui a bañar y despacio partimos rumbo al hospital Churruca. Antes de salir la llamé a mi mamá.

Llegamos y me dijeron que quedaba internada, eran ya pasadas las seis de la mañana. Mi mamá y Titi ya estaban afuera. Yo estaba preocupada porque si bien tenía contracciones, no sentía ningún dolor.

Me llevaron a una habitación del sexto piso del hospital para ver si comenzaba con el trabajo de parto. Me dijeron que, si en 24 horas no se iniciaba, me iban a “inducir”. Mi cama estaba al lado de una ventana. Estaba amaneciendo, era un soleado día jueves. En la cama que estaba junto a la mía había una pareja con un bebé que había nacido de 36 semanas, era re chiquito. Estaban con el televisor prendido y el noticiero comentaba que sería un día hermoso. Me preguntaba si nacerías hoy.

Titi se fue a trabajar y mi mamá se fue a buscar a Franco al jardín. Quedamos con papá, comenzaron las contracciones con dolor al mediodía. En ese momento lo noté nervioso, me quejaba del dolor y él no sabía qué hacer.

Llegó Florencia acompañada por Mónica, su mamá (la ex esposa de Luis). Los dolores continuaban. Mónica se iba a almorzar con Flor y Luis se ofreció para ir él. Nos quedamos con Mónica, que me acompañó y tomaba la frecuencia de las contracciones.

Pasadas las dos de la tarde no aguantaba más el dolor. Llamamos al médico, tenía siete de dilatación. Me llevaron al séptimo piso a sala de pre-parto.

En ese momento quedé sola en una cama, acompañada por médicos y enfermeras que no conocía y que me trataban cariñosamente.

Las contracciones eran muy intensas y comencé a asustarme. Por más que hubiera leído o me hubieran contado, solo en ese momento pude comprender lo que es el trabajo de parto y lo que son las contracciones.

Comencé a llorar del miedo, se me acercó el médico y me explicó que durante cada contracción dejaba de llegar oxígeno al bebé y que era fundamental dejar de llorar y respirar serenamente. Intenté tranquilizarme y hacer todo lo que me indicaban.

A las 17 hs. fue el cambio de guardia y escuché que el doctor le decía a la doctora que ya tenía dilatación completa. El problema era que “no bajabas”, yo hacía fuerza cada vez que venía la contracción, la enfermera me dijo que si no me daban ganas ni hiciera fuerza para no cansarme. Yo le dije que tenía ganas de que salieras y que por eso hacía fuerza.

Se intensificaron más los dolores. Llamé a la doctora, me dijo: “Cuando llegue la contracción hacé fuerza”. Hice fuerza y salió agua. “Bueno, vamos”, fueron las palabras de la doctora. Debían trasladarme unos metros hasta la sala de partos, trajeron una silla de ruedas. En ese momento me acordé de Luis y pedí que lo fueran a buscar. Afuera estaba mi mamá, Titi, Florencia, Mónica, Adriana y Ana Claudia con su hijo (dos compañeras maestras de la escuela en la que trabajo).

Cuando llegué a la sala de parto, debía subir a una cama por una escalerita (todavía me pregunto cómo hice para lograrlo). En el momento en que subía, me vino una contracción y la doctora me gritó que no hiciera fuerza.

Quedé acostada en la camilla y lo vi llegar a papá con el ambo y cara de desorientado. Su presencia me dio tranquilidad.

Vino otra contracción, hice fuerza y la doctora dijo que ya podía verte el pelo. Pasada la contracción, debía esperar las otras para seguir haciendo fuerza. Entre contracción y contracción, lo sentía y escuchaba a Luis que estaba a mi lado dándome ánimo y tranquilidad.

Solo tuve que pujar dos veces más, y saliste. Te trajeron unos segundos a mis brazos y vi que en tu frente tenías una mancha roja igual a la mía. Te dije “Hola Gino, bienvenido. Te estábamos esperando. Sos hermoso”. Te llevaron enseguida para hacerte los controles de rutina mientras salía la placenta y me cosían. Luis se retiró medio descompuesto. Yo ya estaba tranquila, feliz de haberte visto y desesperada por tenerte en mis brazos.

Me llevaron a la misma habitación del sexto piso de antes. Estaba sola ya que a la otra familia le habían dado el alta. Al rato de estar en la habitación, te trajeron y te quedaste conmigo. Esa noche mi mamá se quedó acompañando. La noche del viernes nos quedamos con papá. Estabas un poco inquieto y yo muerta de cansancio. Pesaste al nacer 3,750 kg.

El sábado a las 17.25 hs., una vez que cumplieras 48 hs., nos darían el alta. Al efectuar tu chequeo, nos mandaron hacer una placa de tu hombro izquierdo y nos comunicaron que tenías una fisura en la clavícula.

Llevaré su nombre

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