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Capítulo seis “Al filo… del rumor”

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Después de caminar a paso veloz se me escapaba mi último aliento pues no podía igualar el paso de Flariel y aún no recuperaba del todo mis fuerzas y mis heridas seguían molestando un poco.

—Descansemos aquí —dijo Flariel muy seguro y yo simplemente me desplomé en el suelo jadeando.

— ¿Por qué vamos tan rápido? —pregunté sin aliento.

—Quiero estar lo menos posible en este bosque —contestó, asegurándose de que nadie nos siguiera—. Descansemos por ahora y mañana al mediodía estaremos en Heim —mencionó, mientras le quitaba las monturas a Sphider y le daba un respiro.

—¿Por qué crees que el árbol me ayudará? —le pregunté, ya recuperada de la gran caminata.

—Dicen que en la época oscura ayudó a regresar a las bestias de la oscuridad al mundo del que vinieron —contaba y a la vez tendía en el suelo una manta y se acostó en ella.

—¿Algo parecido a las criaturas de donde me encontraste?

—Si algo parecido, son incontables y nadie sabe cuántos tipos hay.

Me dio un escalofrío de tan solo pensar en que había más de esas cosas y me toqué el hombro preocupada.

—Pero dijiste que el árbol de Gera se las había llevado —repliqué, curiosa por el tema.

—Cuando el señor de la oscuridad trajo la gran guerra al mundo, trajo con él un cuantioso grupo de bestias de la sombras, pero otras más las creó ultrajando a las criaturas que ya había aquí, esas son las únicas que no pudo llevarse —contaba recostado boca arriba mirando hacia el cielo y yo recargada en un tronco caído le puse toda mí atención—. Y por las bestias que se quedaron hay muchos rumores de que siguen reuniendo fuerzas para traerlo de regreso.

— ¡Wow! —exclamé impresionada.

—No es tan increíble —se levantó, sacó una pequeña navaja y tomó un pedazo de tronco del suelo para tallarlo y seguía contando—. Se perdieron inconmensurables vidas, incluso culturas completas y parte de nuestra historia.

—¿Perdiste a alguien cercano? — pregunté un poco seria.

Flariel soltó una pequeña risita —No para nada, eso fue hace siglos.

—Oh, es que, bueno, yo pensé… —me interrumpí antes de decir otra tontería y volví a tomarme de mi hombro lo cual me dio un poco de dolor pues aún estaba sensible.

Flariel se dio cuenta y me preguntó amablemente: —¿Estás herida? Puedo revisarte, si me lo permites.

—No es necesario, estoy bien, solo me molesta un poco —contesté. Realmente no quería que viera mi desagradable muñón, aunque, a diferencia de cómo debió haber estado antes de que el lobo me curara, creo que estaba bastante mejor.

—¿Estás segura? —cuestionó sin creerme—. Parece que te molesta.

—Claro que me molesta —dije un poco gruñona. Mi falta de brazo era realmente molesta.

Antes de que lo notara él ya estaba a mi lado e intentó hacer la capa a un lado para revisarme, me sorprendió y no lo aparté.

—Si te molesta es por algo, tal vez está infectada. Déjame revisarla —Se ofreció amablemente y sí que tenía razón, pues hasta ese momento no se me ocurrió que la mezcla de saliva de lobo y sangre de criatura extraña fueran la mejor combinación y luego recordé que había dicho que era caballero de algo por lo que me imaginé que si había peleado por su reino habría visto peores heridas.

Dejé que revisara y naturalmente se sorprendió. —Esta horrible, lo sé —reaccioné.

—Lo siento, es solo que supuse que era una herida reciente —explicó.

Yo solo me quedé callada, no quise dar información de más y no podía saber cómo tomaría el hecho de que un lobo me ayudó.

—Entonces, ¿está infectada? —Lo distraje, para que no me hiciera más preguntas.

Tardó unos segundos en contestar casi entendiendo lo que pensaba. —No, todo apunta a que está sanando bastante bien. Pero te pondré un ungüento de hierbas y te vendaré para que se calmen las molestias.

No supe si era sugerencia u orden pero era mejor alternativa que tenerlo al descubierto.

Parecía un poco incómodo al momento de vendarme y ayudarme a vestirme. Supuse que tal vez no estaba muy acostumbrado a la cercanía de la piel de una mujer y cuando terminó de un brinco se alejó. —Está bien, vamos a descansar un poco —Se echó en su capa que estaba en el suelo y se giró dándome la espalda y se quedó callado.

—Gracias —dije sin respuesta alguna, tal vez estaría muy avergonzado. Me recosté boca arriba contemplando el oscuro cielo y poco a poco se me cerraban los ojos.

Desperté pero me sentía muy cansada, el cuerpo me pesaba y me resultaba difícil fijar la vista. Flariel no estaba ni su lechuza y tampoco Sphider, me encontraba sola de nuevo. Me levanté tan rápido como mi pesadez me dejó para poder seguir algún rastro que hubieran dejado y poder alcanzarlos pero en cuanto quise ver a mi alrededor una espesa niebla cubrió todo el lugar, no lograba ver más allá de un par de pasos, miré a mi alrededor pero era en vano, empecé a escuchar ruidos extraños y solo quería pensar que mi mente me estaba jugando alguna broma, escuchaba ramas quebrándose y pasos de algo pesado, volteaba en la dirección del sonido pero no lograba distinguir nada, de repente aparecieron un par de luces verdes lo que me hizo pensar enseguida en aquel lobo y me alegré por un momento pero ambas lucecitas se alejaron una de la otra, empezaron a salir más de esas luces pero ahora había unas rojas y las verdes se empezaron a tornar rojas al mismo tiempo, se escuchaban pequeños gruñidos y no pude evitar pensar en las cosas voladoras que se llevaron mi brazo, cada vez las escuchaba más cerca, estaba rodeada. Escuché en un susurro mi nombre detrás de mí y algo rozó mi hombro haciéndome voltear de inmediato y me di cuenta de que una de esas lucecitas se acercaba a mí a gran velocidad y logré evitarla, así pasaron varias veces esquivando a esas cosas gracias a la voz que me llamaba, empecé a correr sin rumbo pero me sentía aún tan pesada que no lograba correr tan rápido como quería y no lograba casi avanzar, aquellas bestias estaban aún más cerca y frente a mí apareció una bestia enorme con la que choqué por salir de la nada, emitió un gruñido muy poderoso, de nuevo escuché mi nombre, esta vez alguien lo gritaba y la gran bestia se abalanzó contra mí con sus enormes fauces y de nuevo alguien dijo mi nombre pero esta vez sonaba fuerte, claro y masculino. Sentía cómo mi cuerpo se mecía adelante y atrás, como si algo me jalara.

—Theva, despierta de una vez.

Parecía la voz de Flariel, lo escuchaba claramente llamándome, algo se conectó dentro de mí lo que me hizo reaccionar, desperté de golpe tomando una gran bocanada de aire.

—Theva, ¿estás bien? —preguntó Flariel, llevándome hacia él en un abrazo—. Tranquila, todo está bien solo fue un sueño.

—Parecía muy real —Trataba de controlar mi respiración y calmarme.

Me ofreció su saco de agua. —Ten, toma un poco, ¿quieres contarme? —preguntó.

—Estaba sola de nuevo —Le contesté, viendo a la nada.

Me tomó de la barbilla y me vio a los ojos. —No lo estás y prometo no dejarte sola —prometió con esa mirada y sonrisa dulce, que era imposible no sentirse aliviada—. Vamos, tenemos que seguir —Se levantó y me ayudó a levantarme y se me quedó viendo.

—¿Tengo algo en la cara? —pasaba la mano por mi rostro esperando no tener lagañas o baba seca pero él solo se quedó ahí mirándome.

Se acercó a mí y tomó una hoja que estaba enredada en mi pelo y lo acomodó detrás de mí oreja. —Te sientan bien las mañanas —dijo con una sonrisa coqueta y se alejó con Sphider, yo solo sentía cómo me subía el color al rostro, sacudí la cabeza para que se me quitara y empecé a caminar con ellos.

—¿Quieres montar? —Me ofreció Flariel después de escucharme bostezar un par de veces, acepté sin pensarlo pues no soy la persona más activa por las mañanas, además Flariel seguía caminando tan rápido que no lograba seguirlo. Me ayudó con toda calma pues me fue difícil hacerlo con una sola mano.

Los primeros rayos del día alumbraban nuestro camino mientras se despejaba una leve bruma que te incitaba a encogerte para entrar en calor, todo se veía tan claro: como el verde de las plantas, los gruesos troncos a nuestro alrededor y las hojas de mil colores caídas de los árboles. Todo se sentía tan pacifico como si el bosque aún no despertara, los únicos apurados aquí éramos nosotros. Garla iba y venía de vez en cuando casi diciéndonos que era la dirección correcta y Flariel guiándonos con su paso apresurado. Me dediqué a contemplar el paisaje pues este bosque parecía sacado de un cuento de hadas.

Después de unos cuantos kilómetros recorridos empecé a notar que Sphider movía las orejas de un lado a otro más de lo normal queriendo captar un sonido, yo no escuchaba nada en particular, así que traté de ver hacia donde sus orejas apuntaban pero no lograba ver nada más que troncos y unos cuantos matorrales espesos, confiaba más en su oído que en mi pobre visión, parecía que tampoco lograba detectar de dónde venía aquel sonido que solo él captaba y empezó a mover la cabeza de un lado a otro un poco desesperado por saber lo que era. Flariel sentía los jalones que daba y trató de calmarlo pero Sphider estaba muy alterado.

Escuchamos cómo un par de árboles caían rápidamente y el crujir de otros, un eco metálico estremecedor se acercaba a nosotros y solo así Sphider se calmó poniendo atención al sonido igual que nosotros como si eso fuera lo que trataba de escuchar.

Aún sobre el lomo de Sphider se lograba sentir cómo la tierra se agitaba y detrás de unos árboles violentamente arrancados se dejó ver una criatura enorme; parecida a la de mi sueño; que al toparse con nosotros se mostró muy agresiva y nos demostró lo intimidante que era con un largo y fuerte rugido que sentí cómo alborotaba mi cabello y pude sentir su horrible aliento en mi cara. Sphider relinchó y Flariel de inmediato lo montó sentándose detrás de mí e hizo a Sphider correr como nunca.

La bestia nos seguía, pisándonos los talones y lo que para Sphider era fácil moverse en este boscoso terreno, para esa enorme criatura era todo un obstáculo el perseguirnos pues los árboles lo entorpecían, aunque no le evitaban pasar pero eso nos daba cierta ventaja. Sentíamos cómo a cada paso la tierra temblaba y sin tener mayor visibilidad más que unos cuantos metros por delante no sabíamos a donde llegaríamos, por suerte Garla nos seguía de cerca y nos señalaba el mejor camino.

El bosque se abrió frente a nosotros dejándonos ver una planicie seca y terrosa que podría ser tanto ventaja como desventaja pues Sphider podría correr sin obstáculos pero tampoco la gigante bestia los tendría, pero aún así Flariel tomó el riesgo y siguió adelante. Salimos del bosque con la bestia detrás de nosotros pero lo que creímos ver no era más que una saliente de tierra con un barranco al frente, Sphider derrapó para dar vuelta y correr por el borde, apenas se logró equilibrar y solo unas cuantas piedritas cayeron al fondo que estaba repleto de rocas filosas. La bestia hizo exactamente lo mismo que nosotros pero al querernos atrapar dio un gran brinco y con su largo brazo apenas rozó las patas traseras de Sphider, lo que hizo que perdiera el equilibrio y cayera, por la velocidad Flariel y yo salimos disparados hacia el frente, el terreno era demasiado arenoso lo que nos hizo derrapar y como veníamos muy cerca del borde Flariel no logró detenerse y cayó por el filo del barranco. La bestia seguía fúrica pero la nube de polvo que había creado la atontó un momento y no lograba verme, empanizada por la caída traté de quitarme la tierra de los ojos, logré ver que Sphider se levantó sin problema y me arrastré unos cuantos centímetros hacia el borde y me asomé, pero la nube de polvo no me dejaba distinguir bien y aún tenía polvo en los ojos, pero al fin logré ver que Flariel estaba colgando, aferrado a una roca que sobresalía del muro.

Sentí alivio al verlo y me estiré lo más que pude para tomar su mano. Le tendí mi mano para que se la sujetara y me tomó de la muñeca sin dudar, además de que la roca de la que se aferraba era muy pequeña para ambas manos.

—Aguanta un poco —dije con esfuerzo. Buscaba otra roca o raíz que sobresaliera de la pared pero era extrañamente demasiado lisa, no había nada con lo que pudiera escalar y yo no podía sostenerme del todo bien. Con mis piernas trataba de hacer contrapeso y aferrarme al suelo para no ceder. Él solo tenía asombro y algo de temor en su mirada por mi osadía de ir a ayudarlo con todo en nuestra contra.

—¡Flariel! —Se me escapó su nombre pues ya no aguantaba, mi brazo temblaba y me era muy difícil respirar puesto que mi diafragma estaba presionado contra la orilla y empezaba a lastimarme con pequeñas piedritas filosas— Ayúdame, Flariel, ¡sube! —supliqué, él hizo un pequeño impulso con los pies pero en lugar de ayudar eso provocó que nos resbaláramos un poco.

Me di cuenta que la nube de polvo se había disipado lo suficiente como para que la bestia nos viera de nuevo, y así fue pues la enojada criatura hizo retumbar el suelo y rugió orgullosa de su poder, aquel temblor hizo que me resbalara un poco de la orilla y Flariel también resbaló de mi mano, traté de tomarlo más fuerte y él solo seguía con su mirada de preocupación, volvió a hacer un ligero esfuerzo pues creo que él sabía que si jalaba lo suficiente para impulsarse hacia arriba y tomarse de la orilla, eso me haría caer al instante pues no tenía ningún punto de agarre; si tan solo hubiera tenido mi otro brazo.

Escuché cómo Sphider se enfrentó con la bestia distrayéndolo para poder subir a Flariel, volteé y Sphider lo esquivaba ágilmente y Garla no se podía perder de la diversión revoloteando en su cara y picoteándolo; esos dos sí que querían a Flariel; regresé la mirada con el hombre que estaba aferrado a mi mano.

—Solo suéltame y vete ya —ordenó, con voz serena y firme.

Me sorprendieron sus palabras pero me hicieron enfadar y mi frustración creció. —No, no te voy a soltar —grité, con lágrimas de frustración rodando por mis empanizadas mejillas.

Aquel par seguía distrayendo a la bestia pero daba aún más zancadas y hacia más difícil poder sostener a Flariel, ya que en con cada temblor me resbalaba un poco más de la orilla.

—Resiste un poco más. ¡Por favor! —le supliqué con esfuerzo tratando de jalarlo mientras usaba la poca fuerza que tenía en mi abdomen y espalda y jalaba hacia atrás tratando de alguna manera que llegara a tomar la orilla, pero mis esfuerzos seguían siendo inútiles pues con cada movimiento mío, de Flariel o de la enojada bestia me resbalaba un centímetro más hacia una caída segura.

Algo me llamó la atención del intento de distracción de la bestia, así que volteé y vi cómo Garla salía disparada hacia un lado y la bestia logró vernos y se abalanzó hacia nosotros y en cada zancada me resbalaba un poco más, traté de poner toda mi atención en Flariel y le dediqué una mirada como de disculpa. Vi una gran sombra negra pasar sobre mí, escuché a la bestia quejarse y unos gruñidos que me parecían familiares llamaron mi atención, el gran lobo de nuevo al rescate. ¿Por qué solo aparecía en los momentos más críticos, quería hacerse el importante o qué?

La bestia huyó sin oportunidad contra este enorme lobo, yo solo luchaba contra el cansancio de mi brazo que temblaba sin cesar por el esfuerzo y el peso de Flariel. Sphider se acercó y dejó caer sus riendas, Garla lo jaló de la capa aligerando un poco el peso y soltó la roca de la que se sostenía y tomó la rienda de Sphider que me ayudó a jalar hasta que pudimos subirlo. Me dejé caer en el suelo boca arriba ya cuando Flariel estuvo a salvo, aún podía sentir mi brazo temblar y la presión sobre mi diafragma. Giré mi cabeza y a mi lado derecho estaba tumbado Flariel al igual que yo jadeando en el suelo.

—¿Estás bien? —pregunté, tratando de recobrar el aliento y él solo asintió con la cabeza y me dedicó una sonrisa.

Nos levantamos al mismo tiempo y cuando Flariel se enderezó logró ver al gran lobo parado frente a nosotros como si esperara un gran agradecimiento, Flariel se sorprendió tanto que con un paso se posó frente a mí y desenvainó su espada amenazando al lobo de no acercarse.

La reacción de Flariel era obvia ante tan imponente criatura, pero él no sabía que el lobo no nos haría daño; bueno yo tampoco estaba tan segura aún. El lobo respondió a la amenaza dejando ver su enorme fila de dientes que eran iguales o más afilados que la espada frente a él.

Estos dos adversarios tenían tan fija la mirada uno en el otro que fácilmente podrían dejar sus filosas herramientas de lado. Un silencio abrumador se apoderó de la escena, no sabía si interponerme entre sus intimidantes miradas o solo dejar que estos dos hicieran lo suyo; después de todo solo parecían dos machos queriendo saber quién era el más fuerte.

—¿Qué hace un Ruklarkroliano fuera de su pestilente agujero? —Al fin dijo Flariel en tono de burla, pero solo logró que el lobo se enojara aún más adoptando una posición de ataque listo para taclear a Flariel en cualquier momento. De tan solo imaginarme eso era evidente quien sería el vencedor y no quería que nadie saliera lastimado; además acabábamos de salvar a Flariel. Puse mi mano sobre la empuñadura de su espada e hice un poco de presión hacia abajo. —Baja eso, no lo necesitas —pedí nerviosa pero al ver que se mantenía firme tomé valor y decidí ponerme frente a el—. Este lobo nos acaba de salvar y ese no es buen agradecimiento —Señalé su espada mirándolo con firmeza, después de unos segundos de la misma manera me dirigí con el lobo—. Tú también guarda tus garras —ordené y sus verdes ojos me vieron fijamente y al ver que no me arrepentí de mis palabras el lobo pasó de tener el pelaje todo erizado a tomar una postura relajada pero orgullosa—. Muchas gracias por salvarnos —Le dediqué una de mis mejores sonrisas y él con la cabeza en alto y viéndome de reojo me contestó: —Esta será la última vez.

—Eso espero.

—El también debería agradecerme —demandó viendo de nuevo a Flariel que ya había guardado su espada al ver el cambio de actitud del lobo. Me giré hacia el caballero que por su cara parecía no entender nada de la situación, con mi mirada y un movimiento de mi cabeza le señalé al lobo, frunció el ceño con una interrogación enorme en su rostro.

—El lobo espera que te disculpes y le agradezcas por salvarte —expliqué.

—¿Qué? —preguntó sorprendido.

—Por décima vez, ya te dije que no me llames así —expresó el lobo un poco molesto.

—¿Ah, sí? — traté de recordar pero no lo logré.

—Hasta este remedo de caballerito supo distinguir mi gran porte —orgulloso se tumbó en el suelo después de un gran bostezo. Volteé a ver a Flariel que estaba más que sorprendido con nuestra conversación.

—Es cierto, ¿cómo es que lo llamaste hace rato? —pregunté.

—Ruklarkroliano —contestó Flariel un poco confundido.

—Si eso, se supone que tú eres de esos lobos ¿no?

—Que no soy un lobo —gruñó—. Los lobos son ruidosos y molestos.

Ante su respuesta me quedé pensando, ¿entonces cómo serían los otros lobos?

—No sé por qué te molesta tanto si nunca me has dicho tu nombre. —puse la mano en mi cintura y noté que Flariel tenía la boca tan abierta y los ojos como platos que le pregunté qué le ocurría.

—¿Qué estás haciendo? —contestó con otra pregunta y ahora me veía como si estuviera loca.

—Hablando con el lobo —De nuevo me gruñó—. Perdón, no le gusta que le digan así pero aun así no me ha dicho cómo debo llamar a esta espléndida criatura de tan gran porte —me burlé exagerando mis palabras y el lobo se levantó de inmediato y me asusté un poquito pues recordé que aún podía comerme sin problema.

Me miró fijamente con los ojos entre cerrados analizando mi comentario y dando un paso atrás contestó. —Mi nombre es Ralock hijo de Scrorch… —se interrumpió y solo hizo una pequeña reverencia con su cabeza.

—Sí te queda ese nombre —mencioné asombrada.

—Espera, espera —interrumpió Flariel asombrado y confundido a la vez—. ¿De verdad estás entablando una conversación con este? —concluyó despectivamente.

—Flariel te presento a Ralock —Los presenté como si eso lo distrajera de su hostilidad.

—¿Cómo sabes su nombre? —preguntó curioso.

—Me lo acaba de decir —contesté con toda naturalidad.

—¿En serio puedes entenderle? —seguía muy confundido.

—Sí, ¿tú no? —me extrañaba su actitud empezaba a creer que de verdad solo yo podía escuchar a Ralock.

—¡No! —expresó casi gritando— Es un animal.

—No creo que le guste que le digan así —susurré y Ralock no expresó nada ante su acusación.

—No puede ser —dijo tras un gran suspiro y caminó hacia Sphider—. Después de todo sí estás desequilibrada.

—¿Qué? —Lo seguí unos pasos—. No estoy loca, Ralock dile… —grité y ahora sí parecía loca así que traté de controlarme.

—No puede entenderme —Me recordó Ralock con apatía.

—¿Cómo esperas que crea esto después de la manera en que te conocí? Una mujer extraña, vestida de una forma aún más extraña, llegando de la nada, hablando del árbol de Gera. Realmente esperas que crea que estás totalmente cuerda —Se desahogaba mientras acomodaba la montura de Sphider.

—¿Por qué dices todo eso? —Me decepcionó su actitud y me temblaba la barbilla—. Dijiste que me creías y que me ayudarías también —¿Siempre dudó así de mí? Me pregunté, y solo me quedé ahí detrás de él esperando que el caballero apareciera de nuevo.

—¿De verdad creíste que el árbol de Gera es real? —Montó a Sphider que renegaba— Cree cuando te digo Theva que yo también quisiera que fuera real, pero solo son cuentos de la gente.

—Pero… —me detuve al entender que todo lo que me había dicho era mentira y que ni él creía en sus palabras. Quise sacar la carta de que lo acababa de salvar, pero no quise verme desesperada ni mendigar su atención.

—¿El árbol de Gera? —mencionó Ralock, mientras Flariel batallaba con Sphider que se negaba a irse.

—Sí, él dijo que me llevaría.

—Sí es real, pero hace siglos que no aparece y mucho menos lo encontrarán por este rumbo —comentó Ralock muy seguro. Le dediqué una mirada a Flariel de decepción.

—¿Qué pasa? —preguntó Flariel recargado en la silla, fingiendo que todo iba bien con Sphider.

—Además de todo, Ralock dice que este camino no es el correcto —dije con desaliento y Flariel vio a Ralock con cara de pocos amigos.

—¿Ahora sí crees que le entiendo? —Levanté una ceja retándolo.

—Si siguen por aquí llegaran a Lencil donde los llevaran al puerto de Tonen, donde probablemente por mar él quiera ir a Evolet —explicó Ralock muy seguro.

—Dice que quieres llegar a Evolet —enfrenté a Flariel muy segura aunque no supiera ni dónde estaba ese lugar, y ahora Flariel se veía sorprendido y añadí—. ¿Por qué quieres ir ahí?

—Ese no es asunto tuyo —contestó muy serio mientras Garla se posaba en su hombro y él la acariciaba suavemente—. Vamos, Theva, estarás más segura ahí, te lo prometo —Me invitó a seguir con él.

—No gracias, que te vaya bien —Di media vuelta dándole la espalda.

Escuché un gran suspiro, se acercó despacio y con cautela y se detuvo a mi costado y me confesó: —Preferí llevarte ahí que dejarte sola en el bosque.

—Preferiste mentirme —reclamé sin siquiera mirarlo—. Pero está bien, puedo arreglármelas sola como hasta ahora —extrañé la actitud de caballero con la que lo conocí. Me dirigí a Ralock y le pregunté—. ¿Sabes dónde está ese tal árbol? —Me respondió con un seco y rotundo no, se levantó, se sacudió y se dirigió de nuevo al bosque y lo seguí suplicándole que me ayudara pues ya no tenía más opciones.

—Por favor Ralock, hace rato dijiste…

—Sé lo que dije y lo que dije fue que hace siglos que no aparece, ¿acaso crees que sabría dónde está ahora? —Seguía caminando sin si quiera verme y apresuraba el paso, trataba de seguirlo como pude y en uno de tantos tropiezo me di cuenta de que Sphider y detrás Flariel, cruzado de brazos, nos seguían.

—¿Qué haces? —le pregunté a Flariel con tono de desaprobación.

—Sphider insiste en seguirte, no sé lo que vio en ti pero lo que sí sé es que es afín a las personalidades fuertes, eso debe ser algo bueno —contestó sin ganas—. Además me salvaste la vida, creo que te debo una —dijo apenado y sin más remedio, se llevó la mano al pecho e inclinó la cabeza—. Mi espada ahora es tuya —agregó.

Me tropecé por el asombro de su tan fácil manera de volver a ser todo un caballero y a los pocos segundos ser un idiota. Traté de no perderle el paso a Ralock y le pedí ayuda de nuevo y se paró en seco y con su mirada clavada en mí y una voz un poco desesperada me contestó: —No puedo decírtelo porque no sé dónde está, no sé conoce su historia y no sé siquiera si aún exista. Todo lo que tu caballerito y yo sabemos son simples rumores e inventos de fuentes muy poco confiables —y así como se detuvo, siguió su camino.

Tomé una buena bocanada de aire y me tranquilicé de todo el desinterés que estos dos tenían en mi historia y en ayudarme por lo que quise hacer un intento más, esta vez debía ser inteligente.

—Entonces, ¿por qué los conocen? —Ambos se quedaron callados.

—¿De qué hablas? —cuestionó Flariel.

—De los rumores —aclaré—. Debe haber alguno que sea cierto —dije esperanzada, pero seguían guardando sus comentarios—. ¿Cómo se explican lo que me trajo aquí?

Con esa última cuestión Ralock se detuvo y volteó a verme. —Tal vez sí estás loca —dijo sin tacto y con todo afán de molestar, tal vez solo se quería liberar de mí de una vez por todas.

Hubo un silencio desalentador y se me escapó un gruñido de molestia y ahora que lo pienso bien sonó más a un berrinche. Traten de ponerse un poco en mi lugar, estaba desesperada y pensaba en todas las cosas que el no tener un brazo me impedirían hacer.

—Bueno, entonces si ustedes no quieren ayudarme buscaré a alguien que sí— dije con firmeza. Lo cual iba a ser bastante difícil y como estos dos los demás también me creerían loca.

Monté a Sphider con dificultad y sin importarme nada y empezó a trotar como si estuviera de acuerdo conmigo, creí haber escuchado a Flariel quejarse por mi acción. Estaba decidida a encontrar a alguien más que supiera de este dizque rumor, estaba consciente de que pudiera tardar demasiado tiempo pero ya estaba cansada de no tener ni idea de cada pasos que daba y por lo menos ahora me había entrado aunque sea una pequeña razón de seguir y por lo menos así tal vez, solo tal vez, pudiera averiguar qué es lo que me trajo a este lugar tan extraño y la cuestión más importante ¿Por qué carajos?

Memorias de Nehober

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