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Capítulo Uno “Sueños”

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Caer por el borde de un desfiladero, ir volando por el cielo desorientada y caer al instante. Entrar a una oscura cueva y caer por un agujero negro donde el agua amortigua tu caída, pero se siente tan espesa que incluso flotar es difícil. Sé que esto suena un poco deprimente y tenebroso pero son los sueños más locos, o por lo menos más frustrantes que he tenido el último año. Te preguntarás qué tiene de especial esto si todo mundo llega a tener sueños de este tipo y muchas veces ni siquiera tienen sentido en nuestra vida. Se dice que los sueños son parte de nuestro inconsciente queriendo resolver alguna situación en nuestra vida y de alguna manera te enseña a partir de cosas sin sentido a resolverlo o deseos de tu “yo consciente” dándole forma en los sueños, e incluso hay gente que se dedica a interpretar los sueños de acuerdo a objetos o situaciones específicas que suceden en ellos, hasta los animales tienen significados profundos.

A veces es normal soñar cosas que ya sucedieron ayer, la semana pasada o hace años, siento que es la manera de tu inconsciente de recordarte ciertas cosas de tu pasado, pero nadie se imagina que algunos sueños te muestren el futuro. Si yo hubiera sabido esto antes tal vez los sueños que tuve donde corría peligro mi vida, los habría tomado más en cuenta, pues antes solo eran sueños locos a los cuales no les encontraba sentido, ya que mi vida si bien no era perfecta, por lo menos no era caótica. Creo que le tomarán más sentido a esto conforme les cuente mi historia, y no se preocupen no se trata solo de sueños sin sentido, sino de algo más.

Los primeros años de mi vida no me preocupaba por la existencia de los demás y durante mucho tiempo tampoco me interesaba lo que la gente hiciera en sus vidas y mucho menos me preocupaba el cómo afectaba eso a mi mundo. Pero cuando empecé a observar la caótica naturaleza humana, que es sencilla y fácil de profanar con cualquier granito de maldad, pensaba que eso no podría estar bien de ninguna forma por donde lo vieras. Que la sed insaciable de poder consuma un alma noble es de lo más desgarrador de ver y eso sí que afecta a la humanidad a su alrededor. Una vez que la semilla del mal se incrustó en el corazón de la humanidad, creciendo como enredadera encadenando todo a su paso y espinando las almas que se dejan cubrir por su sombra, volviéndose una mata enorme imposible de podar. Cuando creí que la humanidad no podía estar peor mi viaje comenzó, mis sueños me dejaban ciertos indicios de cómo evitar que la humanidad se perdiera y que me arrastrara con ella, lo que ignoraba era que ciertamente me hablaban de un futuro tal vez no tan lejano.

Verán, con el tiempo he ido perdiendo mis modales, ya no soy la misma que solía ser e incluso entre más pasa el tiempo más pierdo mi humanidad. Y tras tantos años de estar estática y en completa soledad, de alguna forma mi alma ha dado pequeños pasos para encontrar la paz por completo. Es por eso que ahora creí prudente comenzar con la historia, no solo de la humanidad, sino de todo un ecosistema complejo que es todo un mundo lleno de criaturas orgánicas pensantes y no pensantes que es digna de recordar.

Discúlpame si he empezado de una manera pasivo-agresiva, pero justamente por lo que comenté antes, mi tacto al hablar o contar algo ya no es el mismo, es más, creo que ya ni existe, por eso no me he presentado como es debido, y como se supone que voy a contar esta historia, creo que eso lo averiguarán más adelante. Mientras tanto, lo mejor sería empezar por el principio, o por lo menos donde yo tengo algo que ver. Todos estos años me han dado la visión de recordar todo como si apenas lo hubiera vivido ayer y tal vez al principio sientas confusión, pero, la paciencia es una virtud de la cual nunca te arrepentirás de forjar. Y por cierto, esto no es una autobiografía; sería muy aburrido; veamos, creo que comenzaré en mi mundo original por un par de días antes.

Era hace una vez un día soleado, despejado y los pajarillos cantaban… ¡Nah! La verdad llovía a cantaros y estaba aburrida como una ostra en la universidad. Ya sabes, era la última clase después de un día largo de clases aburridas. Por lo menos ya era viernes y la clase estaba a punto de terminar. Salí a toda prisa para alcanzar el primer camión a casa y llegar lo más pronto posible. Ya tenía planes para ese fin de semana y nada ni nadie podría cambiarlos.

—¡Hey, zombie! —con risa burlona, Lola me agarró por los hombros y me zarandeó para hacerme reaccionar— Has estado distraída todo el día, te estuve hablando desde que saliste como pedo del salón, ¿acaso estás nerviosa por el plan de esta noche? —volteé los ojos al cielo como implorando, lo había olvidado y Lola presintió que así iba a pasar, por lo que mencionó— ¿No hiciste otros planes verdad? Vamos, será más divertido que tirarte en la cama e hibernar hasta el domingo.

Ella me conocía bastante bien; hemos sido amigas desde la preparatoria y casualmente aplicamos para la misma carrera, a veces pienso que yo la seguí a ella, pero tras cuatro años en la universidad creo que ambas nos desenvolvíamos bien en el ámbito, ambas somos un poco parecidas y extrovertidas, creo que la única diferencia es que ella confía más rápido en la gente que yo.

—Adiós a mi súper plan de fin de semana —dije sarcástica.

—¡Ay! Vamos, Eva. ¿Puedes emocionarte por mí, aunque sea una vez? —Lola puso sus ojitos de borrego a medio morir y como siempre no podía decirle que no.

—Siempre me emociono por tus tantas conquistas —dije un poco agobiada, ella solo se rió sabiendo a lo que me refería. Y sin miedo a equivocarme esta era otra más de esas conquistas, pero según ella este era el bueno, pues después de dos semanas no dejaba de hablar de él y de la manera mágica en que se conocieron en aquel café que suele frecuentar.

Por la manera en que lo contaba parecía un encuentro casual de amor a primera vista salido de una película melosa y romántica. Solo me limité a cederle el beneficio de la duda. Me pidió que la acompañara a verse por primera vez desde entonces, ella estaba muy nerviosa y me pidió que la acompañara y que él llevaría a un amigo también. La verdad solo le dije que sí por su seguridad, porque ahora hay cada loco; y en ese momento solo pensaba en que lo único que me quitaría la pesadez de una larga semana serían un par de cervecitas.

—¡Te adoro! —me abrazó, colgándose de mi cuello— Nos vemos a las cinco en tu casa para arreglarnos y de ahí irnos al bar, ¿de acuerdo? —ella tenía una sonrisa de oreja a oreja y dando brinquitos se fue, pues tenía cosas que hacer en su taller. Tomé el camión que me llevaría a casa y no podía dejar de pensar en lo que le había sucedido a Lola, ya que es muy raro que la gente tenga encuentros de ese tipo en estos tiempos de las redes sociales. No me malentiendan, Lola es hermosa por donde la veas y es muy difícil no fijarse en ella, pero es muy raro que en el siglo XXI los hombres busquen relaciones serias. Ella quien confía demasiado rápido y siempre termina lastimada de cierta forma y con decepciones amorosas. Solo esperaba equivocarme con ese chico y que por su bien no la lastimara, es demasiado extraño su encuentro ya que mi generación es demasiado tímida para hablarse cara a cara. Pero en fin, esta vez me reservaré mi opinión y solo la dejaré ser, pues ya casi parezco su madre regañándola por sus decisiones y quién soy yo para decirle eso. Creo que también somos diferentes en ese aspecto pues a mí no me gustaba tomar riesgos innecesarios.

Cuando por fin llegué a casa, mi perro morgan como siempre me recibió con toda su emoción, creo que es al que más le alegraba verme en casa. Mi padre nunca estaba y cuando sí estaba, traía el trabajo a casa y se encerraba en su oficina. Nunca he entendido bien a qué se dedica pero por lo que sé hace investigaciones de lenguas antiguas y las traduce. Siempre traía los mismos garabatos extraños a casa, nunca había visto ese lenguaje en ninguna cultura antigua que conociera. Desde que mamá se fue, él se hundió en su trabajo dejándome a mí ser el adulto de la casa.

Muy apenas me daba el dinero para pagar los servicios y cosas importantes de la casa, por eso tuve que entrar a la universidad pública a pesar de que quería salir de esta ciudad e irme a otro lugar o incluso a otro país, pero decidí quedarme para cuidar de mi padre. Como siempre comí sola, pero como yo era la que hacía el mandado me preparaba buenos platillos. Cuando mi padre comía conmigo me agradecía todo lo que hacía por él y por la casa, y aunque siempre decía que pronto terminaría su proyecto y todo regresaría a la normalidad. Y tan solo con esos pequeños segundos en que duraba diciendo esas palabras, me sentía muy feliz.

Lola no tardaría en llegar por lo que me metí a bañar y me apurare a buscar qué me pondría más tarde. Sonó el timbre justo cuando salí del baño y era ella y sí que estaba nerviosa pues no solía ser puntual.

—¿Por qué aún no estás lista? —me regañó al ver que traía shorts y una playera vieja de mi papá.

—Aún es temprano y ya sabes que no soy buena para esto —me tomó del brazo y fuimos corriendo a mi cuarto.

—Veamos, debes tener algo lindo por aquí —ella tenía un sentido de la moda elegante y sabía sacarle provecho a sus atributos, mientras que mi sentido de la moda era mera comodidad, nada que unos jeans, una playera básica y unos tenis no arreglaran. Pensándolo bien, creo que éramos completamente diferentes, no sé por qué somos amigas, pero bueno aun así quería mucho a esta mujer.

—¡Agh! Lola, sabes que mi closet no tiene mucha variedad y no soy buena para esto.

—Por eso estoy aquí, mujer. Sabes bien que puedo hacer milagros, ¿recuerdas la graduación de la prepa? —mencionó orgullosa de sus habilidades— Además, tú también te tienes que ver hermosa, uno nunca sabe, tal vez el amigo de mi chico sea el amor de tu vida y tú quieres ir toda fachosa —empezó a sacar prenda por prenda y hacía varios conjuntos.

—Ni siquiera había pensado en eso, Lola —me aventé en la cama—. Yo solo voy a acompañarte no tengo ninguna intención de coquetear hoy —revisé los conjuntos que había hecho y descartaba dos de tres, al final terminó vistiéndome a la fuerza.

Me peinó y maquilló tomando en cuenta mis gustos para que me sintiera cómoda y al finalizar nos vimos en el espejo. —Hoy vamos a hacer que todo el mundo babeé —Alardeaba mientras me abrazaba.

—Creo que te equivocaste de profesión.

—Sabes que solo lo hago por gusto y con ninguna otra persona pondría el mismo empeño que pongo contigo —Ambas sonreímos.

—¿En dónde quedaron de verse?

—En un bar en el centro, ya casi es hora, pidamos un taxi.

Llegamos al lugar de encuentro que estaba hasta reventar, parecía que este lugar estaba de moda, a pesar de que era temprano ya había borrachos afuera vomitando o peleando. Lola era un manojo de nervios buscando por todos lados a su hombre.

—Mándale mensaje, dile que ya estás aquí para que te diga dónde está —Tomé la mano para calmarla un poco y enseguida empezó a escribir.

—Dice que están en una mesa por allá —Apretó mi mano para no soltarla mientras caminábamos hacia el encuentro.

En cuanto el chico la vio se puso de pie de inmediato, parecía buena persona, vestido para la ocasión semiformal. Se saludaron con un beso en la mejilla, él también parecía nervioso. Lola me presentó como si se hubiera olvidado de mí pero sin quitarle los ojos de encima a su galán.

—Hola, mucho gusto, soy Alberto —Extendió su mano y nos dimos un buen apretón, yo solo le sonreí amablemente—. Él es Marco —Presentó a su amigo del cual también se había olvidado, y en cuanto dijo su nombre se levantó y como estaba frente a él me saludó con un fuerte apretón de manos y un beso en la mejilla. Marco se veía mucho más relajado, traía un gorro negro, chaqueta de cuero negra, unos jeans y botas, me dio un poco de envidia pues a mí también me hubiera gustado ir así. Nos preguntaron si queríamos tomar algo, yo pedí mis preciadas cervezas y Lola una bebida con vodka. Los chicos ya habían pedido una botella de tequila, ya llevaban unos tragos.

La charla era muy fluida, reíamos y bromeábamos como si los cuatro fuéramos viejos amigos, pasaron varias horas sin darme cuenta, hasta que llegó un momento que se nos acabaron los temas de conversación pero no fue para nada incómodo, más bien fue extraño, pues Alberto y Lola solo se quedaban viéndose a los ojos casi como si se comunicaran con la mente y no necesitaran palabras. Creo que sí lo había juzgado mal pero la noche aún era joven.

Estaba tan concentrada en mi cerveza que me había olvidado de Marco.

—Eva, ¿cierto? —comenzó la conversación.

—Así es.

—¿Hace cuánto que tú y Lola se conocen?

Le di un trago a mi cerveza mientras recordaba. —Como siete años, más o menos.

¿Y ustedes dos?

—Desde que tengo memoria —Se le escapó una sonrisa, y vaya que era una linda sonrisa, empezaba a verlo atractivo, pero echémosle la culpa al alcohol.

—Eso sí que es mucho tiempo.

—Si lo sé, nuestras mamás fueron amigas desde la infancia y se embarazaron al mismo tiempo, por eso somos como hermanos.

—Eso suena lindo.

—Sí, la verdad que lo es. Hemos pasado muchas cosas juntos.

—Ay, pero qué tiernos —Lo decía a modo de burla, nunca había visto tanto amor entre dos amigos hombres.

No se aguantó la risa y creo que en ese momento me agradó un poco más.

—Lamento dejarte como mal tercio pero debo ir al baño, ya vuelvo —Lo dejé solo con los dos tortolitos que se decían cosas al oído y me caía mal que el alcohol provocara estos efectos diuréticos. Llegué a la fila del baño y me puse a pensar que tal vez ese tal Marco sea buen partido, o solo un buen amigo. Sentí que me tomaban de la mano y al voltear era Lola que parecía que volvía entre nubes de algodón.

—Hey, cupido, ¿cómo te va? —pregunté, mientras se colgaba de mi brazo.

—Él es tan… ahh, y tan… —No podía ni decir algo concreto de lo ilusionada que estaba y suspiraba cada dos segundos.

—Sí que te pegó fuerte.

—¡Me quiere llevar a casa!

—¿Qué? No, ¿cómo? —Me alteré un poco— ¿Me dejarás sola con él y cómo sabré que realmente te quiere llevar a casa?

—Ay, por favor, Eva, te mandaré mi ubicación en tiempo real. Además parece que sí le gustas a Marco, no te quitaba la mirada de encima cuando venías hacia acá, dale una oportunidad —Me suplicaba con su vocecita y sus ojos de perrito.

—No lo sé, tengo muchas ganas de ir al baño y no puedo pensar así. Cuando salga te contesto —Solo faltaban dos chavas y en cuanto entré no dejaba de recordar la cara de felicidad de mi amiga. En cuanto salí ella estaba esperándome en el mismo lugar—. Está bien, te haré paro con él, pero es la última vez que me dejas sola —Empezó a gritar de felicidad y me abrazó.

Regresamos a la mesa y nos quedamos un rato más platicando los cuatro, después de nuevo los tortolitos hablaban con miradas, y Marco y yo nos conectábamos un poco más platicando de cosas que teníamos en común. Lola y Alberto se levantaron y se despidieron, yo le dije a Lola que se cuidara y Alberto le susurró algo a Marco tras unas palmaditas en la espalda.

Nos quedamos un par de horas más en el bar entre pláticas amenas, y al final debatimos por qué nuestros amigos serían buenos uno para el otro y al parecer estábamos de acuerdo en que serían buena pareja.

—La verdad estaba preocupado de que Lola fuera como otras chicas —confesó.

Casi salto a defenderla pero antes agregó—: Lo digo con todo respeto. ¿No me digas que no creíste lo mismo de Beto?

Relajé mi rostro y asentí sonriendo. Parecía un chico listo, ¿cada vez me agradaba más o cada vez subían mis niveles de alcohol en la sangre?

Cuando vi el reloj pasaban de las dos de la madrugada. —Bueno, creo que lo mejor será que yo también me vaya —Al levantarme me tambaleé, Marco hábilmente me tomó del brazo y me ayudó a sentarme de nuevo.

—No voy a dejar que te vayas tu sola en ese estado —dijo el caballero.

—Tú tampoco estás muy sobrio que digamos, hasta te ves doble.

Sonrió apenado por mi ocurrencia —Aun así tengo más aguante que tú, de todas formas Beto se llevó el carro.

—Aw, te abandono.

—También tu amiga se fue, ¿no? —contestaba cada curva que le mandaba.

Pagó la cuenta, cuando quise poner mi parte también me tomó de la mano y se acercó a mi oído y dijo que él invitaba, creo que fue algo sexy. Me rodeó la cintura y me ayudó a salir del lugar que ya estaba más vacío que cuando llegamos, nos subimos a un taxi.

—¿Qué haces en mi taxi? —Apenas pude pronunciar bien.

—Te dije que no te iba a dejar ir sola. ¿Cuál es tu dirección?

—Qué inteligente muchacho, ¡cinco puntos para Marco! —decía entre gritos y balbuceos pues ya estaba bastante intoxicada y solo veía cómo se burlaba de mí, ¿cómo le podía dar mi dirección así nada más?

—¿O tal vez prefieras quedarte en mi casa? —Puso una carita de coqueto y lo que más recuerdo era su bonita sonrisa y penetrante mirada café.

—Ehm… No —Lo alejé de mí. Le grité la dirección al conductor.

Algo iba diciendo Marco pero solo veía cómo su bonita boca se movía y no escuchaba nada, todo se tornaba borroso hasta que de repente ya no veía nada, no sé qué pasó, creo que quedé inconsciente.

Me sentía ligera flotando en la nada, nunca había experimentado esta sensación después de emborracharme, siempre era algo más típico como la “cama loca”. Pero lo más raro era que ya no me sentía mal ni tenia los efectos secundarios de una típica borrachera, me sentí tranquila y en paz, abrí los ojos y estaba flotando en un espacio iluminado que tenía los colores de un atardecer, como si estuviera dentro de él. Se sentía una calidez tan acogedora que me daban ganas de quedarme aquí un buen rato.

—Theva —Sonaba el eco de una voz tersa de una mujer diciendo mi verdadero nombre, nadie lo sabía salvo papá y mamá, todos los demás me conocían como Eva, no me disgusta para nada solo que ya me había acostumbrado. Trataba de girarme pero no era fácil pues estaba flotando.

—Theva —Esta vez, sonó más cerca y lo repetía más seguido.

—¿Quién eres? —grité angustiada.

—No me conoces, pero yo a ti sí —Un resplandor apareció frente a mí.

Creo que me dio una congestión alcohólica y morí. —¿Estoy muerta? —No sabía si quería escuchar la respuesta.

—No, estás muy viva y debes mantenerte así hasta que llegue el momento —dijo con voz delicada, esas palabras no me tranquilizaban del todo. El resplandor se hacía cada vez más grande y se acercaba—. Te he estado observando, Theva.

—Yo… yo no he hecho nada —dije de inmediato mientras me envolvía el cuerpo con mis brazos, me sentí acusada.

El resplandor se minimizó hasta descubrir una hermosa mujer de cabellos dorados, con un vestido blanco que ondeaba como si hubiera una ventisca y tenía sus manos juntas cerca del pecho.

—No tienes nada de qué preocuparte Theva —me dedicó una sonrisa bastante tranquilizadora y agregó: —No es algo que hiciste, es lo que harás con esto —Se acercó lo suficiente para extender sus manos en las que tenía una llama tan pequeña como la flamita de una vela. Alejó sus manos y la llamita se quedó ahí flotando frente a mí y después hubo silencio. Vi la hipnótica llamita y luego a la mujer.

—Trata de tomarla —dijo.

—Qué locura —pensé. Todo lo era, si no era el cielo lo más probable es que fuera un sueño.

—Tómala entre tus manos, no pasará nada —prometió.

Dudé pero al final lo hice y no era lo que pensaba, no quemaba pero era cálida, la tomé entre mis manos y reaccionó a mi tacto haciéndose más grande, envolvió mis manos, mis muñecas y luego mis brazos y sin parar se extendió por todo mi cuerpo como si fuera un traje o algo parecido.

—¿Qué está haciendo? —pregunté angustiada.

—Te ha aceptado, es momento de despertar —dijo la mujer con una extraña calma.

Sentí un fuerte jalón hacia atrás y empecé a caer rápidamente, todo se tornó oscuro y sentí un fuerte golpe en la cabeza, abrí los ojos al instante y solo veía las vetas de la madera de mi buró, estaba en el suelo entre mi cama y el mueble, envuelta en mis sabanas.

Entre la cruda y el golpe, la cabeza me estallaba; realmente fue un sueño muy intenso; ni siquiera lograba recordar cómo había llegado a casa, lo último que recordaba es estar con Marco en el taxi.

Memorias de Nehober

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