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SO: el científico

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En la intersección de la organización basada en normas estrictas y el empleo de la razón encontramos el laboratorio científico. El laboratorio científico debe gestionarse usando procedimientos rigurosos para que los experimentos puedan repetirse. La posibilidad de volver a hacer las experiencias en condiciones controladas es lo que le otorgan previsibilidad, que es una de las características esenciales del quehacer científico. A pesar de que por su rigidez la burocracia sea hoy sinónimo de inflexibilidad (lo que le da una connotación negativa), un laboratorio debe respetar procedimientos similares a los burocráticos para cumplir adecuadamente con sus fines.

En su laboratorio, el científico sigue al pie de la letra los principios institucionales sin cuestionar ni la autoridad de la ciencia ni su legitimidad mientras realiza los experimentos. El científico es un gran ejecutor, eficiente y efectivo. Siguiendo este criterio, ubicaremos en el extremo SO de nuestro mapa al científico, entendido como el tipo ideal de miembro de una compañía que se desenvuelve profesionalmente fiel a las normas empresarias. Su ámbito organizacional es el laboratorio y su modelo de liderazgo es la pirámide. El científico tiende a pensar con el lado izquierdo del cerebro. Verá a los otros arquetipos como irracionales, impredecibles e impulsivos. El desorden le genera angustia y ansiedad. No está cómodo en situaciones ambiguas, en las que no se pueda planificar o en las que se desconozcan con precisión los objetivos buscados.

La organización arquetípica es la línea de producción, donde la eficiencia se obtiene mediante sucesivos procesos de optimización y racionalización. Son adeptos a aprender por medio de manuales de procedimiento, aunque con frecuencia se encuentran mentores dispuestos a trasmitir su experiencia. Además de servir para un cargo en la organización, el conocimiento contribuye a dar sustento a la autoridad. También los títulos tienen peso, igual que los presupuestos; no es de extrañar que se respete a un superior porque “maneja un presupuesto de tantos millones”. Los científicos son prolijos, prefieren trabajar con contratos detallados, comprometidos con su deber, tanto en el trabajo como en su vida privada. Las organizaciones necesitan de ellos para que el engranaje empresarial nunca se detenga y para que los procesos se realicen tal como estaba previsto.

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