Читать книгу El Cielo - Ani Bel - Страница 5

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Comentario sobre el libro

Los capítulos de Ani llegaron y ahí sentí el impacto...el impacto de las palabras con sus tonos, sus colores, palabras exquisitas como seres alados que despiertan sentimientos guardados, sincronías, anhelos profundos. Las sensaciones se mezclan, disgregan y se amalgaman en una sinfonía que está fuera de este mundo... o debo decir ¿de esta dimensión? El ahora se funde como oro líquido que disuelve los velos para volverse eternidad. Finalmente, la calma.

Y ahí el texto me lleva a Juan Salvador Gaviota de Richard Bach, cuando Juan pregunta:

“¿Dónde están los demás, Rafael? -preguntó en silencio, ya bien acostumbrado a la cómoda telepatía que estas gaviotas empleaban en lugar de graznidos y trinos-. ¿Por qué no hay más de nosotros aquí? De donde vengo había...

-... miles y miles de gaviotas. Lo sé. -Rafael movió su cabeza afirmativamente-. La única respuesta que puedo dar, Juan, es que tú eres una gaviota en un millón. La mayoría de nosotros progresamos con mucha lentitud. Pasamos de un mundo a otro casi exactamente igual, olvidando en seguida de dónde habíamos venido, sin preocuparnos hacia dónde íbamos, viviendo solo el momento presente. ¿Tienes idea de cuántas vidas debimos cruzar antes de que lográramos la primera idea de que hay más en la vida que comer, luchar o alcanzar poder en la Bandada? ¡Mil vidas! Juan ¡diez mil! Y luego cien vidas más hasta que empezamos a aprender que hay algo llamado perfección, y otras cien para comprender que la meta de la vida es encontrar esa perfección y reflejarla. La misma norma se aplica ahora a nosotros, por supuesto: elegimos nuestro mundo venidero mediante lo que hemos aprendido de éste. No aprendas nada, y el próximo será igual que éste, con las mismas limitaciones y pesos de plomo que superar.

Extendió sus alas y volvió su cara al viento.

-Pero tú, Juan -dijo-, aprendiste tanto de una vez que no has tenido que pasar por mil vidas para llegar a esta...”

Detengo la lectura. Entonces...vuelve el perfume. El penetrante aroma de las magnolias en el patio de la escuela, azahares de otros tiempos que añoro sin haberlos vivido ¿o sí? Inconfundible. Los momentos que se atesoran como joyas en nuestro interior y que son tan íntimos...El contacto con lo intangible, pequeño y a la vez inconmensurable. Y podemos estar ¿segundos? ¿horas? ...sumidos en la magia de la unión con otros mundos vislumbrados, percibidos, tocados, vividos...siempre sentidos...

Hay “algo” ahí que nos habita todo el tiempo, sin que nos demos cuenta y que nos completa, si así lo buscamos. Seguramente, como dice Ani, es...el Cielo.

Sandra Carrazzoni

Estudiante

El Cielo

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