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ОглавлениеESPACIO, LUGAR, GEOGRAFÍA: ACLARACIONES
En esta parte abordaremos dos temas relacionados entre sí por una misma referencia espacial: el espacio de la escritura y la escritura del espacio informan de manera obsesiva casi la totalidad de los textos de Javier Vásconez. Se impone una primera aclaración de estos términos, pues el vocabulario de la crítica literaria y el de la geografía se entrecruzan y tienden a confundirse:
Cuando se trata de creación literaria, unas metáforas topográficas como las del “campo” o del “espacio” no pueden entenderse sino entre comillas. Por supuesto, el espacio del campo literario es parte, en cierta forma, de la sociedad, pero la enunciación literaria desequilibra la representación que solemos tener de un lugar, con un afuera y un adentro. Los “círculos” o “medios” literarios constituyen, de hecho, unas fronteras.6
Son muchos los términos en esta cita del lingüista francés Dominique Maingueneau. Las comillas que recomienda para referirse al “espacio literario” nos convienen porque la cuestión del espacio me parece esencial en la literatura de Vásconez. De hecho, las relaciones con su país son sumamente complejas: su punto de vista sobre el “espacio literario” y su pertenencia a unos “círculos” o “medios” literarios dependen directa y concretamente del lugar de ejercicio de su oficio de escritor. Es decir, considero el Ecuador como un “medio geográfico” que condiciona la pertenencia al “medio literario”. Para ser más específica, me interesa saber cómo escribe Vásconez en el Ecuador y cómo habla de este país. Me interesan también las redes de las que se valió para publicar y dar a conocer su obra. Las instituciones del “espacio literario” ecuatoriano, que son la crítica, el circuito editorial, los premios literarios y las manifestaciones literarias, ¿favorecieron o dificultaron la visibilidad de su obra? ¿Por qué se conoce poco a este autor en Francia, aunque siguen publicándose muchas creaciones de escritores latinoamericanos? ¿Será porque Ecuador no tiene eficientes redes culturales y editoriales?
La pregunta parece ingenua, pero permite plantear la cuestión de los “límites” del reconocimiento, término entre comillas que remite otra vez al espacio y a la geografía. Dominique Maingueneau, al hablar de fronteras utiliza un concepto clave para mi investigación. En efecto, me parece evidente que Vásconez pretende abolir las fronteras entre los autores, los países, los continentes y las ciudades, incluso entre los lectores. Las nociones de espacio, de límite, de barrera y de frontera se encontrarán con frecuencia en este análisis porque sirven para aclarar cómo entiende Vásconez la geografía del Ecuador y cómo la utiliza para dibujar otro espacio. Sus metáforas preferidas son las del “país de la línea imaginaria”7 y del “país invisible”8. ¿Cómo logra conciliar el escritor lo invisible de la geografía nacional con su deseo de poner a la luz su producción literaria? La ausencia de una identificación precisa del país en el que vive el autor es una verdadera opción, estética y existencial, que traduce la incómoda situación del autor en un campo literario del que depende la relevancia de su obra, pero que no existe en la realidad o es muy incipiente.
Para concluir este primer acercamiento a la literatura de Vásconez y estas primeras aclaraciones terminológicas, quiero poner de relieve un concepto elaborado por el profesor Dominique Maingueneau, imprescindible para entender la relación entre el espacio de la escritura y la escritura del espacio a lo largo de mis investigaciones. Se trata del concepto de paratopía, que me ayudó a desentrañar las complejas relaciones entre el autor, los narradores y los personajes de los textos del novelista ecuatoriano. En efecto, todas las entidades que obran para la creación del texto (autores, narradores, escritor) se expresan en un ámbito incómodo y difícil de definir. El espacio literario –propio del autor y del escritor– y el espacio textual –propio del narrador– son nociones complejas, pero tienen un punto común con los espacios geográficos que Vásconez dibuja en sus textos, gracias a metáforas que relacionan el país con lo invisible. El autor refuerza a menudo la invisibilidad con la cortina de la lluvia incesante que lo deja todo en la penumbra. Una primera definición de la paratopía se impone:
El que enuncia desde el interior de un discurso constituyente no puede situarse ni fuera ni dentro de la sociedad: no tiene más remedio que nutrir su obra del carácter radicalmente problemático de su propia pertenencia a la sociedad. Su enunciación se constituye a través de la propia imposibilidad de encontrar un lugar auténtico. Localidad paradójica, paratopía, que no es ausencia de lugar, sino una difícil negociación entre el lugar y el no-lugar, una localización parasitaria que vive de la propia imposibilidad de estabilizarse. Sin localización, no hay instituciones capaces de legitimar y manejar la producción y el consumo de las obras, pero sin de-localización no existe un verdadero discurso que se constituya.9
Esta primera definición me parece esencial porque aclara la problemática que relaciona “el espacio de la escritura” con el “espacio en el cual se elabora la escritura”. Explica no solo el acto de enunciación del escritor, sino también la imagen que él va elaborando del Ecuador. En los textos de Vásconez, el país aparece como un lugar y un no-lugar, una paratopía que armoniza con la inestabilidad del autor, miembro de un “espacio” o “campo” literario indefinido e incómodo. Un análisis del estatuto de los narradores, que tampoco tienen verdadero espacio definido, permite prolongar la paratopía de Javier Vásconez, cuya identidad vacila permanentemente entre su condición de ciudadano común y su papel de creador. El narrador busca para sí mismo un espacio, indefinido por naturaleza, en el cual manifestarse e imponerse como el que maneja la ficción. Dicho de otro modo, quiero poner de relieve la gran coherencia entre las situaciones paratópicas del autor, del narrador y del propio Javier Vásconez. Son tres entidades que se confunden en una sola: el hombre es a la vez ciudadano y escritor, autor, y doble del narrador de sus textos. Todos actúan en espacios que a veces son conflictivos o por lo menos diferentes: el espacio social, el espacio territorial y el espacio literario. Por estas razones me interesaron tanto los discursos del novelista, su palabra privada entregada en entrevistas, en textos literarios y también en aproximaciones críticas a la escritura. Estudié atentamente sus múltiples discursos, a la par que sus novelas y cuentos, y de este constante vaivén entre el hombre y el escritor, entre el ciudadano y el profesional, entre el escritor, el autor y el narrador, pero también entre la persona real y los personajes ficticios de las novelas y cuentos, surgen las condiciones de creación de los textos y el sentido que los informa.
Esta óptica permite descubrir de una vez y con una mirada global a Javier Vásconez escritor y a Javier Vásconez autor. Así, esta perspectiva evita la consabida escisión entre la persona que produce los textos y vive de su prosa mientras expresa su deseo de contribuir a una literatura universal y el “narrador” que no sería más que una abstracción o un puro concepto-herramienta del análisis literario, independiente del escritor. El propio Vásconez habla de esta “escisión”, tanto léxica como ontológica, entre el escritor y el narrador, en una entrevista con la crítica chilena Paz Balmaceda. Evoca el momento de la creación literaria de esta manera:
Todos queremos contar una historia, lo que cambia, en realidad, es la manera de hacerlo. Aquí entramos en un terreno espinoso y muy poco tratado por la crítica: el papel que desempeña el narrador a la hora de abordar una historia, el narrador entendido como una herramienta utilizada por el escritor para contar una historia. Esto quizá sea lo que más ha cambiado en el arte de la novela en los últimos años. Hoy día nos encontramos con una proliferación de narradores, los hay “mestizos” en el sentido que combinan varios puntos de vista, conjeturales, ambiguos, etcétera, y creo que es aquí donde se encuentra el enigma, el secreto del arte de narrar. (Vásconez, 2010, p. 133)
Vásconez explica sutilmente el papel del escritor al momento de construir una narración. El desfase entre la identidad del escritor y la del narrador, definido aquí como una herramienta indispensable al “arte de narrar”, preocupó mucho y durante años a los comentaristas de la literatura10. Esta reflexión permite al novelista ecuatoriano poner de relieve la multiplicidad de los puntos de vista y de las identidades posibles del narrador. Tal pluralidad enriquece, en su opinión, el arte de contar historias, y contribuye a crear un misterio, un “enigma” según el término que utiliza aquí y en varias otras entrevistas.
Para ilustrar su reflexión sobre la evolución de la novela, de la que él no duda formar parte, Vásconez expone el particular punto de vista del narrador de la obra El viajero de Praga cuando habla de Quito: “En varios casos no he querido nombrarla y escribir sobre la ciudad desde la ambigüedad, un poco como debajo de la lluvia”11. Este comentario remite otra vez a la localización imposible, o paratopía, ya que evoca un espacio propio del narrador (“desde la ambigüedad”) y desvela sus intenciones o secretos de composición de escritura (“no he querido nombrarla”). La ambigüedad, acompañada aquí del adverbio de lugar “desde”, remite a un punto de vista que oculta tanto como expone: es la opción particular del narrador para hablar de Quito. La delicada definición del punto de vista es reforzada por la imagen de la lluvia y por las sensaciones que produce quien percibe el paisaje: nostalgia, imprecisión, incertidumbre, incluso inquietante extrañeza.
Este primer ejemplo de las relaciones entre narración y percepción del espacio geográfico nos convence de la importancia del concepto de paratopía en nuestro análisis del discurso literario. Quito viene a ser un lugar ambiguo, “una localidad paradójica”, según la imagen de Dominique Maingueneau. Esta figuración de la ciudad es percibida por un narrador, el cual transmite la percepción que tiene el escritor sobre la geografía del “país de la línea imaginaria”.
Otra definición más precisa de la geografía permitirá diferenciar mi propuesta de un análisis estrictamente literario que procura distinguir el “espacio del narrador” del “espacio textual”:
Los geógrafos concuerdan en distinguir una geografía general y otra regional. La primera es un análisis del espacio generalmente llevado a cabo en una escala menor y bajo forma comparativa. Tiende a definir y clasificar los hechos –y su posible combinación– que intervienen en la imagen de un “paisaje” (Landscape en inglés, Landschaft en alemán). Dichos términos, es cierto, se utilizaron en sentidos muy distintos, según la escala adoptada o si se toma en cuenta o no la acción de los hombres. Por eso existen dos geografías generales, la física y la humana.12
Si hablamos de “espacio geográfico” al referirnos al Ecuador, añadimos una dimensión que lo vuelve todo más confuso. Prefiero referirme a esta última definición que habla de la “imagen de un paisaje”. Dicha expresión remite, por cierto, a una geografía física. Y conviene a maravillas para mi análisis, ya que el Ecuador se diferencia de los países europeos por evidentes características físicas: la cordillera, los volcanes, el páramo, las ciudades de altitud, la oposición entre la Costa y la Sierra, la selva amazónica, las islas Galápagos. Me interesa, por consiguiente, saber cómo utiliza Vásconez todos estos elementos característicos del país, mientras rechaza toda filiación con los novelistas que explotaron la geografía nacional para defender otras causas; por ejemplo, la del indio, las condiciones de vida de los mestizos de la Costa o las del obrero.
La palabra y los discursos de Vásconez se caracterizan por una extrema coherencia al hablar de lo incómodo de su “oficio” de escritor en Ecuador y al aproximarse a la definición –imposible y no necesaria en su opinión– de una “literatura nacional”, ecuatoriana o de cualquier país. Es exactamente lo que explica Dominique Maingueneau (2004) en otra aclaración de su concepto de paratopía:
La paratopía no existe sino dentro de un proceso creador. El escritor es alguien que no tiene por qué ser y que no tiene lugar (en el doble sentido de la expresión). Tiene precisamente que construir el territorio de su obra a través de esta contradicción. (p. 85)13
Javier Vásconez no solo construye el territorio de su obra a través de esta contradicción, sino que inventa otro territorio que le permite escribir, pese a la paratopía constitutiva de todo escritor. El Ecuador sí existe, a pesar de su invisibilidad, lo comprobaremos más tarde. Lo incómodo o la expresión de la incomodidad nutren la creación de Vásconez, guían sus opciones de vida y de escritura; además, estructuran sus discursos sobre la literatura y sobre su país. Inmerso en una tensión entre su estatuto de escritor, de autor y de ciudadano común, consigue expresar, a través de sus textos (que elabora en soledad) y también gracias a sus discursos públicos (que son actos de comunicación con los demás), su difícil condición de escritor, entre integración y marginalidad, entre soledad y deseo de reconocimiento.
Es posible hallar en sus personajes el reflejo de esta tirantez interior que caracteriza al escritor: numerosos son aquellos que vacilan entre la necesidad de comunicarse con los demás y el deseo de hundirse en la soledad. Un gran ejemplo es el doctor Kronz. Dichos personajes no quieren conformarse con un modelo que ya existe. Tampoco quieren –a veces no pueden– formar parte de un grupo social bien identificado. Vásconez juega hábilmente con las fronteras que lo separan de sus personajes, ya que, en esta indecisión, precisamente en este tenue desfase entre las criaturas de ficción y su creador, encuentra verdaderamente un “lugar” o un “espacio” cómodo, incluso si dichos términos topográficos remiten otra vez al difícil manejo de conceptos geográficos aplicados a una realidad literaria no menos fácil de definir.
6. “S’agissant de création littéraire, des métaphores topographiques comme celles de ‘champ’ ou d’ ‘espace’ ne sont de toute façon valides qu’entre guillemets. Certes, l’espace littéraire fait en un sens partie de la société, mais l’énonciation littéraire déstabilise la représentation que l’on se fait communément d’un lieu, avec un dedans et un dehors. Les ‘milieux’ littéraires sont en fait des frontières”. (Maingueneau, 2004, p. 72)
7. “Tal vez había puesto el dedo sobre un mapa idealizado cuando el azar quiso que se juntara con el doctor Cuesta en Barcelona. ‘¿Por qué no?’, se preguntó. Es justo lo que andaba buscando, una línea imaginaria”. (Vásconez, 2010, p. 75)
8. “–¿Sabes muchas cosas de este país? –preguntó [Violeta], intrigada.
–Sí, algunas.
–Dime una.
–Puedo probar que existe, a pesar de su nombre abstracto –respondió riendo el doctor.
–Suena como si fuera un país invisible –dijo ella mirándole de reojo.
–Quizás lo sea, y nadie sabe que tú y yo estamos aquí –replicó”. (Vásconez, 2010, pp. 293-294)
9. “Celui qui énonce à l’intérieur d’un discours constituant ne peut se placer ni à l’extérieur ni à l’intérieur de la société: il est voué à nourrir son œuvre du caractère radicalement problématique de sa propre appartenance à cette société. Son énonciation se constitue à travers cette impossibilité même de s’assigner dans une véritable ‘place’. Localité paradoxale, paratopie, qui n’est pas l’absence de lieu, mais une difficile négociation entre le lieu et le non-lieu, une localisation parasitaire, qui vit de l’impossibilité même de se stabiliser. Sans localisation, il n’y a pas d’institutions permettant de légitimer et de gérer la production et la consommation des œuvres, mais sans dé-localisation, il n’y a pas de constituance véritable”. (Maingueneau, 2004, pp. 52-53) [en negrita en el texto original].
10. Cabe subrayar una especificidad de la literatura ecuatoriana que puede aplicarse a la literatura producida en todo el continente: fueron los criollos los que, tradicionalmente, produjeron los textos literarios. Ellos habían sido educados con el modelo de la cultura europea. El punto de vista de los autores y de los narradores se confundía con el de los escritores que no tenían la experiencia vital de un mestizo, como lo subraya el escritor en la entrevista.
11. En una entrevista con Cristóbal Peñafiel en OtroLunes, n° 22, marzo de 2012, http://22.otrolunes.com
12. “Les géographes s’accordent à distinguer une géographie générale et une géographie régionale. La première est une analyse de l’espace généralement à petite échelle ou sous forme comparative. Elle a pour but de définir et de classer les faits et leurs combinaisons diverses qui interviennent dans l’image d’un ‘paysage’ (Landscape en anglais, Landschaft en allemand). Ces termes, il est vrai, ont été employés dans des sens très variés, selon l›échelle adoptée, selon qu›on considère ou non l›action des hommes. C›est pourquoi il y a deux géographies générales, l›une physique et l›autre humaine.” (Crozat et. al., s.f.)
13. “La paratopie n’est telle qu’intégrée à un processus créateur. L’écrivain est quelqu’un qui n’a pas lieu d’être (aux deux sens de la locution) et qui doit construire le territoire de son œuvre à travers cette faille même [en cursivas en el texto].