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3. Definición de Psicoterapia Breve Psicoanalítica en el contexto de otras psicoterapias psicoanalíticas
ОглавлениеEn primer lugar, algunas aclaraciones sobre el término psicoterapia breve psicoanalítica acuñado para la experiencia que aquí se recoge. Al revisar las expresiones utilizadas por diferentes autores, en especial anglosajones que han practicado más este tipo de psicoterapia, y durante la primera época del desarrollo de las terapias breves, encontramos que no se empleaba el adjetivo psicoanalítico, a pesar de que la mayoría de ellas han surgido o se fundamentan en muchos de los principios psicoanalíticos. Veamos algunas de los autores más representativos: Psicoterapia Breve (Malan, 1963; Bellak y Small, 1965; Guilleron, 1987); Psicoterapia limitada en el tiempo, (Time-Limited Psychotherapy, Mann, 1973); Psicoterapia corta en el tiempo (Short-Term Psychotherapy Provoking Anxiety, Sifneos, 1972; y Short-Term Dynamic Psychotherapy, Davanloo) y Psicoterapia focal (M. Balint, 1972). Posteriormente, sí encontramos que lo psicoanalítico se ha incluido para denominar esta técnica. Por ejemplo, Braier (1987): Psicoterapia breve de orientación psicoanalítica; Farré, Hernández y Martínez: Psicoterapia psicoanalítica focal y breve (1992).
Ante ese hecho inicial, cabe pensar que predominó un interés en resaltar el factor limitación del tiempo. Sólo en dos autores se añade alguna precisión más. Sifneos, por ejemplo, aporta algún dato específico a su psicoterapia con la expresión «provocadora de ansiedad». Davanloo califica su técnica de «dinámica», que, como se sabe, es el término abreviado de «psicodinámico», es decir, de la psicología derivada del psicoanálisis, que muchos autores utilizan para indicar que aunque proveniente de aquel se diferencia del mismo. Sirva esto de ejemplo, pues no pretendo hacer una revisión exhaustiva de las diferentes denominaciones y técnicas de psicoterapia breve. Para ello puede consultarse la revisión que hace E. Guilleron (1987).
Parece, pues, que la limitación en el tiempo y la no utilización del adjetivo psicoanalítico como una manera de establecer la diferencia respecto del psicoanálisis propiamente, es lo que caracteriza estas denominaciones. Pero se tiene la impresión, en algunos casos, que se ha priorizado tanto el factor tiempo en detrimento de lo psicodinámico, que han derivado en una preocupación por otras «dinámicas» de la conducta que poco tienen que ver con lo psicoanalítico. Es el caso de Sifneos y Davanloo, no obstante lo cual se les sigue incluyendo entre los autores que comparten el terreno psicoanalítico, como hace Guilleron (1987), por ejemplo. Por otra parte, durante mucho tiempo el término psicoterapia ha estado ligado a la psicoanalítica o psicodinámica, por lo que no era necesario adjetivarla. Pero desde hace ya bastantes años han ido proliferando técnicas psicoterapéuticas procedentes de las fuentes teóricas más diversas, como la cognitivo conductual y la sistémica por citar dos de las más relevantes en la actualidad.
En cuanto a la no utilización del adjetivo psicoanalítico para evitar confusiones entre psicoterapia y psicoanálisis, probablemente fue una reacción contra los primeros intentos de utilizar formas abreviadas de psicoanálisis como alternativas al mismo, según vimos al estudiar la aportación de M. Balint. Hoy día la situación podría ser más clara, salvo para algunas tendencias, en llamar psicoanálisis a toda intervención psicoterapéutica que esté de alguna manera fundamentada en la teoría psicoanalítica. Por mi parte, considero que el psicoanálisis ha conseguido desarrollos teóricos y técnicos que le han dado una mayor consistencia, lo que le permite prestar elementos de ambas a diferentes campos de aplicación. Así, ha sido posible el desarrollo de diferentes formas de psicoterapia, inspiradas u orientadas psicoanalíticamente: psicoterapias psicoanalíticas de larga duración, psicoterapias breves, grupales, familiares, por citar las que me resultan más próximas, que pueden quedar bien delimitadas en su metodología y ámbito de acción terapéutico respecto del psicoanálisis propiamente.
Hechas estas salvedades, parece lícito recuperar el adjetivo psicoanalítico para toda modalidad psicoterapéutica que, con un mínimo de rigor, trate de aplicar ciertos principios del psicoanálisis. Así es que hablamos de psicoterapia psicoanalítica en la individual. Pero cuando se trata de otras modalidades, en función del tiempo (breve) o del número de pacientes (grupal) o del ámbito de intervención (familiar o institucional) creo más clarificador anteponer el adjetivo que especifique la misma. Así, en el caso de las psicoterapias de tiempo limitado, el caso que aquí nos ocupa, he escogido el término breve, otros emplean el de «limitada», y diremos «Psicoterapia Breve Psicoanalítica». Otro tanto cabe hacer con la «psicoterapia de grupo psicoanalítica» o la «psicoterapia familiar psicoanalítica». Creo que, por el contrario, si anteponemos lo «psicoanalítico» al tipo de modalidad se puede prestar a confusión. Por ejemplo, si decimos psicoterapia psicoanalítica breve, parecería que nos referimos a una psicoterapia psicoanalítica o psicoanálisis abreviado. Por otra parte, los términos «analítico» y «dinámico», han ido experimentado un cambio de significado que dificulta saber lo que se entiende por los mismos excepto que han perdido la especificidad de lo psicoanalítico en algunos casos, como decía más arriba.
Dado que en las últimas décadas el psicoanálisis se ha desarrollado en líneas de pensamiento diferentes, conviene precisar cuál es la concepción de los principios psicoanalíticos en los que se fundamenta una psicoterapia breve, que es lo que ya hice en el capítulo anterior. Me parece un requisito obligado para clarificar las diferencias técnicas existentes respecto de otras prácticas de este tipo de psicoterapias, basadas también en la teoría psicoanalítica, como mostré al examinar el caso de M. Balint, y como veremos también a continuación.
Como dice Sifneos (citado por Malan, 1976) tal vez durante mucho tiempo el único elemento común entre las diversas modalidades de psicoterapia que se adscribían al rótulo de breve era el de la cortedad del tiempo. Muestra extrema de ello la constituye la obra de Small (1971) que bajo el título de Psicoterapias Breves expone una relación de técnicas e intervenciones que acogen un abanico de posibilidades tan amplio y heterogéneo como la técnica focal de Malan y la terapia electroconvulsiva (¡!), pasando por diversas modalidades conductistas. En esta obra, como en la conjunta de este autor con Bellak (Bellak y Small, 1975) lo prioritario parece ser la respuesta terapéutica inmediata, rápida y de breve duración ante situaciones asistenciales de emergencia, pero que al incluirlas todas ellas bajo el título de psicoterapia breve induce a confusión. En el caso de querer informar de técnicas alejadas del marco teórico de los autores (el psicodinámico) cabría, en todo caso, ofrecer una comprensión psicodinámica de lo que la aplicación de tales otras técnicas comporta, diferenciando la psicoterapia breve de orientación dinámica de las otras intervenciones.
Pero sin ir tan lejos, la heterogeneidad de prácticas psicoterapéuticas de corta duración puede cubrir un espectro que corre, según la perspectiva de la frecuencia de las sesiones, por ejemplo, desde las que consideran como tal psicoterapia el haber realizado una sola sesión, hasta los que proponen un número de sesiones que oscila entre treinta y cuarenta. ¿Es posible denominar de la misma manera al procedimiento terapéutico de una sola sesión que el que insume cuarenta? ¿Qué se entiende entonces por psicoterapia? En consecuencia, parece obligado tratar de precisar qué entiendo por psicoterapia, lo que haré enseguida.
La práctica psicoanalítica se ha ido convirtiendo en un proceso cada vez más largo, que requiere de una dimensión temporal dilatada. Ello es así debido al mayor conocimiento de la vida mental que hoy día tenemos, lo que ha permitido dar más cuenta de las complejidades y dificultades que implica el proceso de cambio en el individuo. Y aunque el tiempo de dicho proceso es estrictamente individual, en cualquier caso puede decirse que el factor tiempo es una de las variables menos determinantes en el psicoanálisis como terapia.
¿Cómo es posible entonces plantear una modalidad de psicoterapia que, a la vez que basada en los principios psicoanalíticos esté limitada en el tiempo? ¿Las adjetivaciones breve y psicoanalítica no son excluyentes por principio? Hay quien resuelve este problema priorizando la psicoterapia breve como alternativa al psicoanálisis, en unos intentos de corto alcance. Aunque tales autores se basan en algunos de los principios psicoanalíticos, reniegan del psicoanálisis como técnica terapéutica, por obsoleto e inadecuado a las exigencias actuales. Utilizan los términos dinámico, terapias dinámicas o psicodinámicas para modalidades terapéuticas que suelen albergar una profusión de principios, por lo que raramente evitan caer en la confusión cuando no el simplismo de escaso rigor científico. Sirva de ejemplo la obra de Davanloo8 en la posición extrema de ofrecer la psicoterapia breve como alternativa al psicoanálisis; o, más cercano a nosotros, la de Kesselman (1972), donde la profusión del uso de técnicas terapéuticas desvirtúa la especificidad de la psicoterapia breve; y, aunque en menor medida, Ruiz Ogara (1969) también propugna una psicoterapia dinámica, alternativa al psicoanálisis.
Pero es posible plantear la cuestión de otra forma. La teoría psicoanalítica ofrece un conjunto de principios, conocimientos y datos elaborados que, aunque extraídos fundamentalmente de la práctica clínica psicoanalítica pueden ser aplicados a otros campos de la actividad humana. Desde esta perspectiva, cabe considerar la psicoterapia breve y toda psicoterapia de orientación psicoanalítica como una aplicación9 de la teoría psicoanalítica. Pero evidentemente, no es lo mismo la utilización de esta teoría para la comprensión de una obra literaria o teorizar sobre el proceso creativo en las artes plásticas, para aplicarla a la práctica de la asistencia sanitaria en general, y menos semejante lo es al tratarse de su aplicación a una práctica psicoterapéutica. Y esto es así por la sencilla razón de que la última se encuentra mucho más próxima, en cuanto a técnica y objetivos a conseguir a la práctica psicoanalítica que los otros campos de aplicación. De ahí también la necesidad de establecer con claridad los límites entre psicoanálisis y psicoterapias psicoanalíticos del tipo que sean.