Читать книгу El Arcángel Metatrón y otros seres de luz - Arantza Ibarra Basáñez - Страница 10
Оглавление7. El Arcángel Gabriel
Las imágenes de caballos blancos con alas y el resplandor impresionante de luz aparecían en mi mente de madrugada en las Navidades del año 2015. Veía oro por todas partes y sentía mucho calor y amor en todo mi cuerpo.
Por la mañana, me dijo que era el Arcángel Gabriel. Al principio me costó creerlo porque pensaba que los ángeles eran seres de leyenda y de las historias que se habían ido creando a partir de pequeñas realidades. Nunca me hubiera imaginado que el Arcángel Gabriel existiera y menos que se me aparecería, aunque no lo hizo físicamente. Bueno, en realidad, aunque no me lo dijeran con certeza, estaba segura de que de alguna manera hasta se me había aparecido físicamente.
Sobre él sabemos muchas cosas que hemos leído y le hemos visto en muchas pinturas como en la que aparece arrodillado frente a la Virgen María ofreciéndole un lirio. Su nombre significa «Dios es mi fortaleza», «la fuerza de Dios» u «Hombre de Dios». Últimamente, antes de que me visitara el Arcángel Gabriel, la imagen del lirio se me estaba apareciendo. Normalmente todas las visitas de los seres de luz llevan aparejadas muchas señales que te van avisando de su llegada.
El Arcángel Gabriel me contó que era un ser de luz como todos nosotros, pero con la diferencia de que él nunca había sido humano. Estaba en lo más alto de la jerarquía de la luz y junto con otros arcángeles llevaba el orden y el equilibrio entre los seres de luz.
Lo que más me gustó descubrir fue que de verdad tenía alas para volar, no físicas pero alas. Al parecer, todos los seres de luz tienen esas alas. En ese momento, justo cuando me estaba contando eso, empecé a notar un hormigueo en los dos omóplatos. Parecía como si me quisieran salir dos alas. Esa fue su manera de explicarme que todos los seres humanos hemos sido seres de luz con capacidad para volar sin nuestros cuerpos, pero que hemos olvidado esa parte divina.
Todo lo que me contaba me parecía tan interesante que estaba deseando hacerle un sinfín de preguntas, pero cuando me quise dar cuenta ya se había ido.
Estuve varios días pensando en la visita del Arcángel Gabriel. No sabía si su visita tenía que ver con esa época, o si me quería decir algo con el hecho de haber venido en ese momento. Esa Nochebuena estaba cenando con mi familia y tenía a mi hermano mayor a mi derecha, que no paraba de mirar a un lado y al otro. Le pregunté qué le pasaba y me dijo que no se atrevía a decírmelo. Yo le reté a que lo hiciera y le comenté que ya me imaginaba qué sería. Él me dijo:
–¿En serio?
A lo que yo le contesté:
–¡Prueba!
Entonces mi hermano se atrevió a contarme que alguien le había tocado el hombro pero que no sabía quién. Yo le dije que le creía y que hay seres de luz que nos visitan. Él se quedó sorprendido con lo que le dije. En ese instante sintió otra vez que le tocaban en el otro hombro y, al girarse, su hija que estaba a ese lado tiró sin querer la botella de vino tinto y derramó todo el vino en el suelo. Mi hermano me dijo que era como si le hubieran avisado de que se iba a caer la botella.
Todos nos quedamos emocionados. Esa botella de vino rota calmó los nervios y los gritos de mis sobrinas y a partir de ahí la cena se alargó tranquila y plácidamente.