Читать книгу Capricho De Un Fantasma - Arlene Sabaris - Страница 13
CapÃtulo 11
ОглавлениеVillas ParaÃso estaba cuidadosamente clasificado en residenciales que respondÃan a los siete colores del arcoÃris y no habÃa más de treinta villas de cada color. La villa de la novia y las que habÃan rentado los invitados estaban en ParaÃso Azul. Muy cerca de allà estaba ParaÃso Cian, donde los huéspedes podÃan disfrutar de la playa y los salones para actividades.
En ParaÃso Violeta estaban La Marina y el centro de actividades nocturnas, que, a pesar de tener poca actividad en dÃas de semana, desde los viernes se convertÃa en una fiesta desde la tarde hasta el amanecer, una fiesta que muchas veces continuaba en ParaÃso Cian. El resto de los colores eran residenciales con villas para huéspedes e instalaciones deportivas y recreativas comunes. La villa de los padres de Andrés estaba en ParaÃso Naranja.
El jueves se dibujaba radiante. En una villa de ParaÃso Azul, una impaciente novia intentaba comunicarse sin éxito por el celular con su dama de honor. El ensayo serÃa en unas horas y necesitaba hablarle, ni siquiera sabÃa si estarÃa a tiempo en Las Galeras. La villa de invitados estaba rentada desde el viernes y querÃa decirle que esa noche podÃa dormir con ella, pero no lograba localizarla.
En el comedor, a unos pasos de la novia, Lourdes movÃa cielo y tierra para conseguir a todos los miembros del cortejo antes de las cuatro de la tarde en la playa. No era su primera boda, pero sà era la primera en Villas ParaÃso y tenÃa que quedar perfecta. Preparaba los guiones para la tarde, cuando escuchó a Iveth dejando un mensaje quejándose de su dama de honor y se acercó con curiosidad.
â ¿Pero⦠estás llamando a Betina? Llegó ayer, no te preocupes⦠¡Tengo todo resuelto con su alojamiento! âdijo Lourdes en tono triunfal.
â ¿Betina? ¿Quién es Betina, por Dios? âexclamó la novia, visiblemente irritada.
â ¡Tu dama de honor, Iveth! ¡Llegó ayer temprano con todo lo que le pedÃ! Está alojada con este chico que nos hace el favor de alojar a otros invitados desde mañana âdijo Lourdes completamente confundida.
â ¡Lourdes! ¿De qué hablas? ¡Mi dama de honor se llama Virginia, Virginia Duval, por Dios! ¡Vas a provocarme un ataque! ârespiró ligeramente aliviada Iveth, aunque visiblemente molesta con su planificadora.
â ¿Estás segura? âinsistió con incredulidad la jovencita, mientras agitaba los guiones que tenÃa en la mano buscando el nombre que tenÃa anotado.
â ¡Pero claro que estoy segura! ¿Acaso no voy a saber cómo se llama mi mejor amiga? âle reclamó elevando el tono de voz y preguntándose de dónde habrÃa sacado la idea de contratarla.
Finalmente Lourdes consiguió encontrar a Virginia Duval en su lista y le reiteró a la alterada novia que estaba alojada ya en otra villa, al menos hasta que estuviera lista la suya. Cuando le dijo en qué villa estaba, se aseguró de buscar en su lista el nombre correcto del dueño, pero la novia se dio tal susto que el ataque anterior le habÃa parecido una broma comparado con este. Corrió a la cocina por agua y le preguntó si acaso habÃa hecho algo mal al alojarla allÃ.
Pero Iveth no la escuchaba. Marcaba con insistencia el número de celular de Virginia, que seguÃa repicando sin respuesta. Intentó llamar a Andrés, pero obtuvo el mismo resultado; pensó en correr a la villa, que no estaba lejos de la suya y se detuvo para mirar a Lourdes, que seguÃa sosteniendo el vaso de agua con el rostro descompuesto por el miedo.
â ¡Eres una genio Lourdes! ¡No sé por qué no se me ocurrió a mÃ! ây se marchó escaleras arriba dejando a la chica más confundida que antes.
Iveth escribÃa los mensajes con la mayor rapidez que le daban sus dedos temblorosos. Por apenas unos segundos olvidó que era la protagonista de aquel fin de semana y siguió escribiendo. Finalmente su teléfono timbró.
â ¿Me puedes explicar qué pasa, por favor? ¡Vas a hacer que dé a luz antes de tiempo y entonces me perderé la boda! âreclamaba con curiosidad Gabriela desde la otra lÃnea.
â ¡La chica hippie que me has recomendado para planificar la ceremonia enloqueció y los ha puesto a dormir juntos! âle decÃa Iveth sin poder ocultar las carcajadas.
â ¡Pero, por Dios, no te entiendo nada! ¡Has escrito en el mensaje puras consonantes! ¡CreÃa que tus sobrinos habÃan tomado el teléfono! âinsistÃa su amiga, que por su embarazo de casi ocho meses no llegarÃa sino hasta el sábado.
â ¿De verdad? ¡Juraba que habÃa escrito claramente! ¡En fin, que Lourdes ha mandado a Virginia a dormir desde ayer en casa de los padres de Andrés! Pensaba que él vendrÃa el sábado. ¡Esta chica le cambia los nombres a todo el mundo y me dijo antes que quien llegaba el lunes era Ãngel, un amigo de Gastón! âtrataba de explicar con creciente emoción Iveth.
â¡¡¡No te lo puedo creer!!! ¿Pero, qué te dijo Virginia? ¡De seguro pensó que fue tu idea y te quiso matar! ¿Y esperas hasta ahora para decÃrmelo? ¡Si ella salió ayer pasado el mediodÃa! âle reclamaba con vehemencia Gabriela.
â ¡Pues te diré que no he hablado con ella! Ni siquiera sabÃa que habÃa llegado⦠Me acabo de enterar. Como esta chica cambia los nombres a todos, me decÃa que lo que se necesitaba me lo habÃa traÃdo una tal Betina. Pensé que era su empleada o algo⦠âcontinuó, excitada, Iveth.
La conversación se extendió unos minutos más y la curiosidad por saber lo que habÃa pasado en las últimas veinticuatro horas las mantuvo en vilo a ambas un par de horas más. El sol seguÃa brillando con insistencia, eran las dos de la tarde y el ensayo se realizarÃa a las cinco. Mientras tanto, en la villa número diecisiete, dos celulares vibraban incesantes en alguna parte del entrepiso.