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Prólogo

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“La locura es relativa. Depende de quién tenga a quién encerrado en qué jaula.”

Madeleine Roux

Ha pasado algo más de un lustro del emocionante encuentro que me permitió conocer en Madrid, en el año 2013, a Miguel Salas Soneira, sobre quien recae parte de la autoría de esta obra de título preciso, precioso y lleno de sugerencias: una lectura acompañada de ilustraciones y en la que me atrevo a desear y recomendar que te sumerjas a partir de cualquiera de los motivos que te hayan suscitado abrir sus tapas. Incluso si lo has hecho sin motivo concreto alguno. Y si has empezado por aquí.

Quizá este punto de partida tan radical pueda resultarte algo tendencioso o nada sutil para encabezar lo que debe ser un prólogo, pero prefiero arriesgarme a no disimular mi entusiasmo y dejarte clara mi intención de estimularte a avanzar en estas páginas y a que, en cualquier caso, concluyas cualquier consideración sobre esto una vez hayas atravesado este texto. O mejor, me gustaría decir, una vez que este texto te haya atravesado a ti.

Decía que “La locura rev/belada” es además de una bella composición de significado polisémico, una promesa cumplida en relación a los contenidos que se presentan a continuación, a los que se ajusta perfectamente en su cometido como título.

En aquel encuentro del que hablaba, tuvimos la oportunidad de convivir durante unos días un grupo de personas “psiquiatrizadas” llegadas de diversas partes de la geografía, que de forma más o menos aislada veníamos participando en un incipiente “activismo loco”. Poco a poco comenzábamos a vincularnos más estrechamente en torno a esta participación y también a la esperanzadora idea de tejer una red de apoyos en la que sostenernos, acompañarnos y resistir; compartir saberes y estrategias de afrontamiento del sufrimiento psíquico, llevar a cabo de forma conjunta acciones reivindicativas, y promover discursos, modelos y alternativas a aquellas que nos habían conducido a experimentar similares procesos de “psiquia-trización”, de los que más adelante encontrarás un abanico de correlatos en las historias en primera persona de Iria, Lois, Roi, Uxía, Sabela, Xian y Marian.

Unas pocas voces “locas” surgiendo y sumándose desde un colectivo históricamente discriminado, ignorado y silenciado, que desde unos años antes y tras la resaca de la reforma psiquiátrica de los años ochenta en el estado español, empezaban tímidamente a “rebelarse”, alzándose inesperadamente en medio de un escenario que no les tiene previsto lugar alguno. Unas perspectivas, reivindicaciones y aportes que apenas hallan canales ni parecen tener incidencia alguna en ningún ámbito, ni siquiera en el profesional o en el de los servicios de salud mental, pero que empiezan a obtener difusión. Unas personas que no encuentran representación siquiera en las asociaciones destinadas a reclamar y defender sus derechos, en permanente vulneración, y constituidas y gestionadas a tal efecto por familiares y personas allegadas… así que empiezan a hacerlo por sí mismas.

Aquellos momentos resultaron muy ilusionantes. Gracias a internet nos llegaban noticias de que iniciativas de índole similar estaban teniendo lugar desde hacía tiempo en muchos otros países, con cuyos activismos pudimos ir tejiendo redes en las que hacer fluir las ideas y la información y mediante las que combatir el aislamiento y la soledad. Parecía que el propio colectivo de personas psiquiatrizadas comenzaba a tomar conciencia de sí mismo y su potencial y se estaba organizando, algo históricamente insólito en nuestro territorio. También desde el lado profesional aparecían cada vez más voces críticas con el modelo médico y el sistema de salud, la psiquiatría biologicista hegemónica y sus prácticas y tratamientos, y las violencias, maltrato social e institucional al que se ven abocadas las personas con diagnóstico psiquiátrico. Este empuje conjunto hizo caldear un ambiente que dio lugar a la apertura de un debate social amplio en el que nuestra experiencia y nuestro saber, encuentran espacio y despiertan interés, a la vez que estimulan cambios.

“Estás mal si estás reivindicativa” y “no te puedes rebelar”, son dos sentencias comunes que extraigo del relato con el que “Iria” da inicio al mosaico de los que te aguardan más adelante, de riqueza y pluralidad extraordinaria para cualquiera que quiera aproximarse a un saber y un conocimiento imprescindibles, que sufren un constante borrado y del que nos ofrecen una panorámica desde la experiencia. Abarcan desde la normalización de la violencia contra las personas “locas” y los procesos de institucionalización y psiquiatrización, la gestión de las voces y experiencias inusuales, los cuidados y la gestión colectiva del sufrimiento; las relaciones familiares o con el personal profesional, las raíces sociales del malestar, la medicalización y sus efectos secundarios, el activismo como herramienta significativa para la propia recuperación, así como enfoques más esperanzadores para la locura que pide ser validada como experiencia en un modelo de diversidad humana. Las dos reglas a las que hacía referencia Iria, son subvertidas en parte mediante estos relatos “revelados” en la materialización de la publicación que tienes entre tus manos. Desde ella la locura se rebela, se “revela” y nos es revelada, poniendo en cuestión dogmas y mandatos, reivindicándose y ocupando un lugar en la producción de conocimiento colectivo.

Desde aquellos días que compartí junto a Miguel en Madrid hace unos años, el impulso del “activismo loco”, sus discursos, ideas, prácticas y herramientas no han hecho más que cobrar fuerza y consistencia, obteniendo reflejo en multitud de iniciativas en el contexto y encontrando repercusión en diversos ámbitos. Existe un mayor interés en nuestros saberes, que se construyen y comparten a través del globo gracias a las redes. Se percibe una mayor sensibilización en cuanto al respeto a los derechos humanos y la erradicación de la coerción de los sistemas de salud. Una más amplia apertura a otros modelos y formas alternativas de gestión del sufrimiento psíquico y un abundante reclamo a la cooperación desde la experiencia en primera persona.

Sin duda ha sido un camino en el que hemos vivido también un goteo constante de pérdidas dolorosas como la de Marian, a cuya memoria que se quiso silenciar se dedica este trabajo. Muchas de estas pérdidas bajo circunstancias dramáticas que nos las arrancan de forma trágica y nos remiten a nuestro violento pasado colectivo y al olvido en que solemos permanecer, al tiempo que ponen tregua a nuestras azarosas vidas recordándonos que podemos ser las siguientes. Para darse cuenta de las circunstancias en que existimos basta con que avances algo más en esta lectura. Que nuestra voz colectiva sobreviva en tu mirada, transformándola. A eso me refiero con desear que el texto te atraviese. Y que en palabras de Uxía, la experiencia aquí contenida sea de utilidad a tantas personas como sea posible. Espero que tú encuentres en éste libro el potencial liberador y renovador que yo misma encuentro.

Sirvan esta y otras aportaciones, además, para reclamar reparación, respeto a la memoria y dignidad para la existencia de Marian y de todas las Marian, pasadas, presentes y futuras.

Patricia Rey Artime

La locura rev/belada

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