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5. Baquílides y la literatura antigua

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En primer lugar, las reminiscencias homéricas en la obra de Baquílides son abundantísimas, de modo que, además de haber sido estudiadas específicamente en varios trabajos 80 , se señalan prácticamente en todos los comentarios a sus poemas. Hesíodo es el único poeta que Baquílides menciona explícitamente (5, 192), y ecos de sus obras pueden apreciarse en otros lugares (por ejemplo, 5, 4 ss., donde hay reminiscencias de Teogonía 96-103). Hay, asimismo, algunas versiones de mitos y algunos pasajes que sugieren la influencia del ciclo épico (el ditirambo 16, por ejemplo), de Estesícoro, Alcmán, Íbico, Alceo (16, 5), Safo (9, 27-29), Teognis, Solón (1, 159 ss.; 10, 39 ss.) o Anacreonte 81 . Mucho más importante debió de ser el influjo de Simónides, pero desgraciadamente no podemos calibrarlo con exactitud debido a los escasos restos que de sus obras nos han llegado; no obstante, ya se ha dicho que en rasgos como el gusto de Baquílides por narrar pintorescamente los pormenores de la victoria pudiera haber un reflejo de la obra de su tío.

Capítulo aparte merecen las posibles imitaciones o reminiscencias de los poemas pindáricos 82 , donde nos tropezamos, muy a menudo, con la dificultad de discernir si ciertas expresiones pertenecen al acervo tradicional del género o son, realmente, imitaciones. Desde luego, lo que sí se puede asegurar es que Baquílides no depende tanto de Píndaro como se supuso en los años siguientes a la publicación del papiro, cuando llegaban incluso a aducirse pasajes en que nuestro poeta imitaba supuestamente al tebano como prueba para datar cronológicamente algunos epinicios (aunque, en algún caso, es más probable que el poema de Baquílides sea anterior).

También se han querido ver en algunas expresiones baquilideas reminiscencias de Esquilo y de Frínico (5, 138 ss.); para las relaciones entre Traquinias de Sófocles y los poemas en que Baquílides se ocupa de la historia de Heracles y Deyanira, puede verse nuestra introducción y notas al ditirambo 16.

En cuanto a la reputación de la obra de Baquílides en la Antigüedad 83 , sorprende que no sea citado por ningún autor de los siglos V y IV y que apenas encontremos ecos de sus poemas en los escritores de ese tiempo (se ha pensado que Eurípides, Bacantes 862 ss., pudiera ser eco de Baquílides, 13, 83-90; igualmente se ha hecho hincapié en la influencia que los relatos de Baquílides han podido tener en las pinturas vasculares). La época alejandrina pone fin a ese silencio. Aunque parece ser que ya Aristóxeno de Tarento estudió la música de sus poemas, fueron los filólogos alejandrinos quienes con mayor dedicación se ocuparon de la edición y comentario de las obras de Baquílides; tenemos noticias del trabajo de Calímaco, Aristófanes de Bizancio, Aristarco, Ptolomeo (contemporáneo o alumno del anterior), Dídimo y Dionisio Faselita; fragmentos o noticias suyas nos han transmitido los escolios a Homero, Hesíodo, Píndaro, Aristófanes, Apolonio Rodio y Calímaco; es imitado por Teócrito (Idilio 16) 84 y, entre los latinos, por Nevio (véase el Fr . 19, con la nota correspondiente); Meleagro de Gádara lo cita en su Corona 85 .

En el siglo I a. C., Dionisio de Halicarnaso nos transmite un fragmento de un hiporquema (Fr . 15) y Estrabón corrige a nuestro poeta un error geográfico (Fr . 49; cf. también, infra , «Testimonios sobre la vida y el arte de Baquílides», núm. 2a). Baquílides ejerció, asimismo, cierta influencia sobre los más importantes poetas latinos de esta época, como Tibulo (I 10, resonancia del Fr . 4, 61 ss.) 86 , Virgilio (Eneida V 290 ss., VI 305 ss.) 87 y, sobre todo, Horacio 88 .

Ya en el siglo I d. C., se ha creído ver en Juvenal, VIII 20 y 60-61, reminiscencias de sendos pasajes baquilideos 89 , y el poeta es citado en el célebre pasaje del tratado Sobre lo sublime (si es que pertenece a esta época; cf. infra , «Testimonios sobre la vida y el arte de Baquílides», núm. 9A) y varias veces en la obra de Plutarco (1, 159-161; Frs . 4e, 27, 53A; infra , «Testimonios sobre la vida y el arte de Baquílides», núm. 6). Relativamente numerosas son, igualmente, las citas y ecos en autores del siglo II y principios del III , gramáticos, metricistas y compiladores de proverbios, como Apolonio Díscolo (1, 76; 13, 58; Fr . 39), Zenobio (Frs . 4c, 6, 34), Hefestión (Frs . 16, 18, 19), y otros autores, como Luciano (Fr . 15e), Eliano (Fr . 15d), Aquiles Tacio (Fr . 15f), Apuleyo (que quizá aluda a los poemas eróticos), Ateneo (Frs . 4b, 15c, 17, 20Bb, 21, 30a, 40), Aulo Gelio (Fr . 20Db) y Clemente de Alejandría (15, 50; Frs . 5a, 23, 25, 26, 55, 56), que parece estar bastante familiarizado con la obra de Baquílides 90 .

Más escasamente se nombra al poeta ya entrado el siglo III (Menandro el Rétor, el Fr . 1Ab; Porfirión, a propósisto de una imitación horaciana del ditirambo Casandra ) y durante el siglo IV (Himerio, el Fr . 43; Amiano Marcelino, el Fr . 38; Servio, los Frs . 8 y 19 y una noticia sobre el ditirambo 17).

Hemmerdinger 91 ha hecho recientemente un inventario de los autores medievales que citan a Baquílides: del siglo V , Hesiquio (3, 44; Fr . 34), Teodoreto (Fr . 5b; probablemente haya tomado la cita de Clemente de Alejandría), Estobeo, el autor que más pasajes de nuestro poeta nos ha transmitido (11, 1 y 4-7; 5, 50-55 y 160-162; Frs . 1, 4d, 11, 12, 13, 14, 24, 54, 57), y Siriano (Fr . 32); del VI , los gramáticos latinos Prisciano (Fr . 33) y Lactancio Plácido (Fr . 15A); del x, Suda (Fr . 29a; infra , «Testimonios sobre la vida y el arte de Baquílides», núms. 1 y 5c); del XII , el Etymologicum Magnum (Frs . 29b y 35), Eustacio (1, 8; Frs . 30, 44b), Tzetzes (Fr . 52) y, quizá, Nicéforo, Constantino y, ya en el XIII , Teodoro 92 ; del XIV -XV , el Lexicon Sabbaiticum (Fr . 29b). A estos testimonios hay que añadir las noticias de cronistas (Jorge Sincelo, Chronicon Paschale , y otros), compiladores de proverbios (Miguel Apostolio), etc.

Naturalmente, la influencia de Baquílides en las literaturas posteriores es prácticamente inexistente, y la mención de su nombre en una de las Ode barbare de Carducci («In una chiesa gotica») no pasa de ser una simple anécdota; únicamente algunos pasajes entonces conocidos fueron traducidos al latín por humanistas como el gran Hugo Grotius 93 .

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