Читать книгу Budismo, escuela de sabiduría. Las enseñanzas de Buda, su moral, su filosofía - Bernard Baudouin - Страница 11

Primera parte
Definición
Los orígenes del budismo
La revelación

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Un día, Siddhartha Gautama siente que el momento de la revelación está a punto de llegar y toma el camino de Gayâ. Al llegar la noche se detiene debajo de una higuera y, al instante, sabe que ha llegado al lugar que debía. No se desvía de la contemplación de la higuera más que para aceptar ocho brazadas de heno verde que un segador, enmudecido por la sorpresa, le tiende. Después de haber girado ocho veces en torno al árbol saludado, se coloca hacia Occidente, dispone el montón de heno a modo de asiento y se sienta con las piernas cruzadas en la posición del loto. «Debería secarse mi piel, debería marchitarse mi mano, deberían disolverse mis ojos, yo no me moveré de este asiento hasta que no haya logrado penetrar en la ciencia». Con la lengua pegada al paladar, una mano que tocaba el suelo para ponerlo por testigo y quedar impregnado de los efluvios telúricos, Gautama «fijaba, exprimía, torturaba fuertemente su pensamiento».

Durante la primera vigilia supo todo aquello que había sucedido en sus vidas anteriores. A lo largo de la segunda se le reveló el estado actual del mundo. Y antes de que el alba pusiese fin a la tercera, había llegado a comprender la concatenación de las causas y los efectos. Habían estallado dos verdades: «¡Qué miserable es este mundo! Un mundo que envejece y muere, y después renace para envejecer y morir de nuevo. Hasta el infinito… Pero ¿la causa de esta vejez y de esta muerte no es el nacimiento y el deseo del nacimiento?». Y de este modo, pregunta a pregunta, llegó hasta la ignorancia, que es la causa última de todos los males. Al final resplandeció el último pensamiento: «Matando el deseo que lleva de un nacimiento a otro se impedirán nuevos nacimientos, nuevos dolores. No existe otro medio para matar este deseo que llevar una vida pura».[28]

Es la iluminación. En el futuro florecerán leyendas de todo tipo para describir y definir estos instantes de revelación.

Se presentará a un Siddhartha que durante semanas, siempre sentado bajo la higuera, lucha contra los dioses de la muerte y de los infiernos, y sufre ataques cada vez más dañinos, pero que no llegan a afectar su entereza y su serenidad. Una sola cosa es cierta, que ahora sabe y comprende el sentido de la vida humana: «Así, una vez que mi espíritu está concentrado, purificado, pelado, me pongo a meditar sobre esta alternancia de desaparición y renacimiento de los seres. En esta visión divina, purificada, sobrehumana veo a los seres expirar y renacer, ya sean estos de condición modesta o elevada, de buen o mal color, con vida feliz o miserable, según su karma».[29]

Dicha concepción nace de una certeza: el mal viene del nacimiento del hombre y de él se originan todos los problemas. Por lo tanto, no tener que renacer más es el objetivo que debe alcanzarse. Pero la ley del karma no tiene piedad: exige que el alma se reencarne hasta que haya expiado todas las culpas cometidas con anterioridad.

Por lo tanto, el objetivo de cualquier hombre es muy simple: mostrarse lo suficientemente recto y bueno en el curso de la vida, cercano a los pensamientos espirituales más etéreos, y esforzarse por hacer el bien para no sembrar nuevas «deudas kármicas». En una palabra, superar la individualidad y los deseos egoístas para fundirse con el infinito. De este modo, al final de esta encarnación, o como mucho de la próxima, no quedará ya nada que «rescatar» y se superará la necesidad de renacer. Ello lleva a decir que la paz no resulta accesible si no es en la fresca quietud del deseo anonadado, en el nirvana.

28

MAURICE PERCHERON: op. cit.

29

Karma: ley universal según la cual cualquier acto de voluntad, bueno o malo, recibe su recompensa o castigo, en esta vida o durante nuevas reencarnaciones del alma.

Budismo, escuela de sabiduría. Las enseñanzas de Buda, su moral, su filosofía

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