Читать книгу Budismo, escuela de sabiduría. Las enseñanzas de Buda, su moral, su filosofía - Bernard Baudouin - Страница 14

Primera parte
Definición
La enseñanza de Buda

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Lo que no tiene raíz no puede ser desenraizado.

Donde no hay movimiento reina el reposo.

Donde reina el reposo no existe placer.

Donde no existe placer, ni ir ni venir…

Allí, ninguna muerte, ningún nacimiento…

Ni en este ni en otro mundo, ni en el intermedio.

Es el fin del sufrimiento.

Más allá de los siglos, cuando podemos dar un salto prodigioso a la historia lejana del hombre, la evidencia impone respeto. Por muy largos que sean el tiempo y la distancia que nos separan de una civilización, siempre queda una huella indeleble de su paso. Más allá de las ruinas que testimonian su arraigo material, se trata aquí del soplo de vida, del espíritu que la anima.

La India del siglo VI a. de C. no escapa a esta regla: sin duda, ha visto nacer en su seno algunos de los pensamientos más brillantes de todos los tiempos. De este fresco de ideas y de concepciones, de aperturas y de tolerancia, debía emerger Buda. Pero, antes de convertirse en el budismo, esta corriente de pensamiento fue la expresión individual de un hombre, mortal como los demás, que supo hablar y actuar, comunicar y transmitir, mostrar el ejemplo con tal convicción que todavía en la actualidad, veinticinco siglos después, su enseñanza sigue estando viva, e ilumina y hace brillar la existencia de millones de personas en todo el mundo.

Antes de ir más allá y reflexionar sobre esta doctrina que debía revolucionar la India clásica, olvidemos por un instante los fuegos de la historia y limitémonos a conocer al hombre que sus contemporáneos reconocieron como el Iluminado.

El anunciador de la «salvación»

La vida pública de Siddhartha Gautama en calidad de Buda comienza realmente el día en el que pronuncia el célebre «sermón de Benarés». Desde ese momento se convierte en transmisor del conocimiento y, hasta su último aliento de vida, utilizará toda su energía para iluminar a sus semejantes y hacerles comprender cuál es el único camino que lleva al nirvana. Buda es consciente de su misión. No permitirá nunca que se dude de su papel, que no es el de un maestro depositario de un saber, sino más bien el de un anunciador del sendero que lleva a la salvación.

Esto explica por qué excluye de su enseñanza todo aquello que no conduce directamente al despertar. El mejor ejemplo para su propósito son los argumentos metafísicos, especialmente desde el punto de vista teórico; sin embargo, durante toda su vida pregonará contra ellos y los considerará perniciosos, ya que pueden hacer que el hombre retarde su camino hacia el nirvana.

En cuanto a que el saber sea un bien o no a la hora de afrontar cualquier tema, Buda adopta en cada caso una actitud serena y especialmente explícita. En el curso de su vida utiliza todos los medios posibles para que se le comprenda y llega a hacer del silencio un método de comunicación completo, al cual conferirá una nueva potencia.

Si calla de vez en cuando, no lo hace por ignorancia, sino para transmitir su pensamiento con mayor exactitud: «Al abstenerse de tocar las realidades extremas, se dejan abiertas. No hablar no significa hacer que estas se desvanezcan, sino, por el contrario, hacerlas visibles como una profundidad formidable. No es imposible encontrar en el mundo el camino a lo largo del cual desaparece el mundo. El saber que está ligado a este camino encuentra su expresión. En cambio, la humildad prohíbe cualquier pretensión de conocer el ser real».[33]

Brota aquí, sin duda, la prodigiosa inteligencia de Buda. Porque en la esencia y en la forma su discurso no difiere demasiado del de tantísimos ascetas que le habían precedido: la concatenación de los pensamientos, la formulación de las ideas, los grandes pilares de su enseñanza, etc.; prácticamente todo había sido dicho y hecho ya en ese campo. Sin embargo, gracias a su personalidad, destaca como un ser único y sublime. Aquí reside toda la diferencia.

Las virtudes del ejemplo

Para decirlo de una manera sencilla, el «secreto» de Buda es la eficacia. No se contenta con hablar, decir o explicar, sino que muestra lo que es necesario hacer. No se limita a describir el sendero que conduce a la salvación: cada segundo, cada instante, de su existencia terrena lo ve totalmente envuelto en aquello que él revela y ofrece a los hombres, él mismo es aquel camino.

Al haber llegado a dominarse a sí mismo, al estar liberado de lo sensible y de los intereses humanos, de sí mismo y de su orgullo, Buda ha realizado con extraordinaria voluntad la superación de sí mismo. Habiendo alcanzado la serenidad, en la paz y en la dulzura, le es más fácil iluminar el camino y mostrar a los hombres la vía que debe seguirse.

La diferencia esencial entre Siddhartha Gautama y los demás ascetas reside indudablemente en el hecho de que ahora él se ha separado completamente de su propio ser, y ha renunciado al conjunto de las exigencias concretas y materiales. La iluminación lo ha llevado más allá de una búsqueda cualquiera: ha llegado a la claridad de un universo de evidencias y de serenidad donde lo impersonal es la regla fundamental. Ahora él se funde con aquello que lo circunda: «Sin casa ni país, con el espíritu robado al mundo, yo camino, intangible para los niños y para los hombres».


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KARL JASPERS: Les grands philosophes, Librairie Plon, 1989.

Budismo, escuela de sabiduría. Las enseñanzas de Buda, su moral, su filosofía

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